Jóvenes Construyendo el Futuro, el programa para que jóvenes sin opciones de estudio o trabajo aprendan un oficio o adquieran experiencia para conseguir un empleo, se concentró durante 2019 en zonas donde se necesita menos, según sus mismas reglas de operación, como municipios con bajo índice de desempleo o de marginación. Tampoco priorizó las zonas más violentas.
Animal Político obtuvo por transparencia el padrón de beneficiarios de 2019 y con Data Cívica revisó la ubicación de los centros de trabajo. Tras seleccionar a los municipios con más de 6 mil beneficiarios —en los que tuvo mayor presencia el programa—, ninguno resultó de las zonas del país con mayores índices de desempleo, ni la mayor población de jóvenes que no estudian ni trabajan.
Aunque los lineamientos establecen que se debe dar prioridad “a los solicitantes que habiten en zonas con población mayoritariamente indígena, con mayor grado de marginación y con altos índices de violencia”, entre los 23 municipios más beneficiados, sólo Cintla, Chiapas tiene una marginación de “alto grado” y el resto se ubica en “bajo o muy bajo”.
En 17 de los 23 municipios hay más becarios que jóvenes que no estudian ni trabajan; o sea, hay más beneficiarios que la cantidad de población a la que el programa estaría dirigido.
Jalapa, Centro tenía sólo 514 jóvenes de 18 a 29 años que no trabajaba ni estudiaba según el INEGI, pero registró a 6 mil 143 becarios; esto es 1,195% más becados que población susceptible a ser beneficiaria. Y en Tonalá, Chiapas, la proporción es de 616%, pues tuvo 10 mil becarios, aunque sólo había mil 670 jóvenes sin opciones de estudio ni trabajo.
El mayor número de jóvenes becados está en siete municipios de Tabasco —Centro, Macuspana, Comalcalco, Nacajuca, Centla, Cárdenas y Jalapa—, con tasas de desempleo de hasta 0.018 por cada 100 mil habitantes, mientras que la tasa de desempleo más alta de todo el país está en Cochoapa, Guerrero, con 0.408, y ahí sólo hubo 22 becarios.
En 9 de los 20 municipios con mayor tasa de homicidios dolosos en el país durante 2019 no hubo un solo becario registrado. Y al tomar en cuenta los 15 municipios con más homicidios acumulados entre 2018 y 2020 —definidos como prioritarios por el Gobierno Federal—, ninguno se acerca a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el municipio con más beneficiarios en todo el país: 23 mil.
Salamanca, Guanajuato, por ejemplo, sólo tuvo 193 becados y cuatro municipios con más asesinatos, hubo menos de mil jóvenes inscritos. Tijuana, Baja California —el municipio con más homicidios acumulados y el segundo con más personas de 18 a 29 años sin opciones de estudio ni trabajo (29 mil 489)—, sólo tuvo 634 becarios, esto es 36 veces menos de los registrados en Tuxtla Gutiérrez, el municipio más beneficiado.
Y aún cuando el programa está en su tercer año de operación, la cifra de homicidios prácticamente no ha cambiado, pues en 2019 hubo 35 mil 484 asesinatos —el máximo histórico— y en 2020, pese al confinamiento por la pandemia, sólo disminuyó 0.4%.
El programa tampoco se enfocó en los municipios con más desempleo, pues en siete de los 20 municipios con las mayores tasas no hubo ni un becario; en ocho hubo menos de 50 becarios.
Hecho que la Auditoría Superior de la Federación señaló, al detectar que el problema del programa estaba en su origen, es decir, desde el diseño, pues “no se delimitó ni conceptualizó con claridad el problema público, ni se focalizó a la población objetivo del programa por entidad federativa, municipio y localidad”.
Aunque el programa logró integrar a un millón 120 mil jóvenes para ser aprendices y que recibieran 3 mil 600 pesos mensuales, sólo 9 mil 232 fueron contratados en el lugar de la capacitación, lo que significa 0.8%. Del millón 110 mil jóvenes restantes no hubo seguimiento.
La Secretaría del Trabajo desconoce qué conocimientos o habilidades aprendieron los jóvenes durante un año de beca o si esto les ayudó a conseguir empleo en otro sitio.
La Auditoría Superior de la Federación ya había señalado que esto podía pasar debido al deficiente diseño del programa, pues carecía de mecanismos para comprobar sobre su efectividad (más allá de la cobertura) y tampoco mostró evidencia sobre la verificación de que los jóvenes becados en 2019 cumplieran con el requisito de no trabajar ni estudiar.
Aunque la variedad de empresas participantes hace complejo el análisis del programa, Animal Político entrevistó a una docena de empresas, cinco dependencias de gobierno y una decena de becarios con distintos perfiles, además de analizar el padrón de beneficiarios, auditorías y evaluaciones oficiales hechas al programa. También se buscó a la Secretaría del Trabajo para que emitiera alguna postura, pero no hubo respuesta.
¿Consiguieron trabajo gracias al programa?
Del universo total de jóvenes becados en 2019, sólo 0.8% consiguió trabajo, de acuerdo con el cálculo de la Auditoría Superior de la Federación. Aunque el dato podría responder a las vacantes en cada empresa, la Secretaría del Trabajo desconoce si la beca les ayudó a conseguir empleo en otro lugar o al menos saber qué tipo de habilidades lograron durante la capacitación.
Esto significa que la Secretaría no ha hecho el análisis del costo beneficio de la implementación del programa con respecto a resultados obtenidos y el presupuesto, concluyó la ASF en la auditoría de desempeño número 373-DE.
Y si bien la pandemia provocó el quiebre de empresas y despidos y no podría analizarse el impacto del programa en materia de empleo para 2020 y 2021, las condiciones para conseguir empleo a través de este programa están limitadas desde el mismo diseño, pues la Secretaría estableció que los jóvenes sólo podían ser aprendices en lugares cercanos a su domicilio para evitar la migración. Por lo tanto, las oportunidades están condicionadas al desarrollo de sus propios municipios.
Quienes tienen estudios de licenciatura y están en zonas urbanas y de desarrollo podrán acceder a opciones como la Asociación de Bancos de México que ha contratado hasta 14% de becarios, pero quienes como Roberto, un joven de 26 años que estudió la telesecundaria, habitante de Lalana Oaxaca, sólo pudo elegir entre 48 establecimientos para aprender a hacer tortillas, hamacas, pan o criar puercos.
Roberto eligió esto último, pero no fue contratado porque el dueño no podía pagarle un sueldo. Al finalizar la beca compró tres cerdos que crió durante ocho meses para sacrificarlos y vender la carne, pero ganó poco más de 500 pesos. Aunque aprendió un oficio, no tiene el capital para hacerlo negocio. Sigue consiguiendo ingreso vendiendo lo que puede y sembrando maíz para autoconsumo, como lo ha hecho siempre para sobrevivir.
Algunas fundaciones también reportan que, una vez inscritos en el Programa, no pueden solventar los gastos que provoca.
Osvaldo Cárdenas, director de la asociación Frente Estratégico de Desarrollo Social y Agroecológico de Chiapas (Fedesch), participó en el programa. Organizó 12 talleres con 15 maestros voluntarios que enseñaban belleza, carpintería, refrigeración, bordado y reciclado, entre otras actividades. Algunas jóvenes pudieron asociarse para poner una estética, pero otros no pudieron encontrar empleo en Tapachula.
La organización de Osvaldo no siguió participando. cree que el mayor problema del programa es que “no hay continuidad”. El gobierno, dice, debería “dar seguimiento y no dejarlos y decir ‘se acabó el programa y ya’. “Aunque el joven aprendiera en una llantera, por ejemplo, no podría poner la suya, ¿cuándo va a tener para comprar maquinaria de 40 mil pesos?”.
En la empresa Compu Copias, con distintas tiendas en Tabasco, el segundo estado con más becarios, califican al programa como “positivo”. Los 210 becarios que tuvieron en 2019 estuvieron en ventas, almacén o caja y “llegaron en un buen momento, cuando estábamos en temporada”, explica Ángel Rojas, encargado de personal.
“Cuando inician las clases tenemos más trabajo y los becarios fueron de gran ayuda”, entonces tenían 6 empleados contratados en cada tienda y con el programa sumaron 3 y 5 becarios, casi duplicando el personal.
Adelaida Arroyo fue aprendiz en Tortillas Chinantecas, un pequeño negocio de su comunidad en Oaxaca, donde la dueña vendía apenas unas docenas de tortillas, pero al sumarse tres becarias pudieron producir hasta 200 tortillas al día, por lo que el negocio ganaba 600 en una jornada.
Después de aprender el oficio, Adelaida hace tortillas para su consumo, pero prefirió establecer otro negocio con mejores ganancias. Con un poco de lo ahorrado de la beca compró lo necesario para poner un puesto de antojitos afuera de su casa.
La Asociación de Bancos de México, es la empresa con más becarios registrados en 2019, con 2 mil 883 jóvenes, quienes recibieron capacitación sobre habilidades socioemocionales y de educación financiera para después entrar a las oficinas corporativas en áreas de recursos humanos o administrativas o en bancos como aprendices.
Hasta el momento, 2 mil 766 han concluido la capacitación de un año, y 393 (14%) han sido contratados en los bancos, explica el presidente de la ABM, Juan Carlos Jiménez, en entrevista con Animal Político.
En la empresa Bimbo también siguen participando y en poco más de dos años han tenido 2 mil becarios, con escolaridad sobre todo de media superior y superior. De ellos, 224 han sido contratados en las áreas de Producción, Mantenimiento, Análisis y Control, Compras, Logística, Vehículos, Seguridad Alimentaria, Sustentabilidad y Personas, explica Roberto Pérez, Gerente Nacional de Personas para Bimbo México.
La mitad no termina la beca
Entre enero de 2019 y junio de 2021 el programa sumó a un millón 713 mil jóvenes y de ellos, “794 mil 843 concluyeron satisfactoriamente sus 12 meses de capacitación”, según informó la Secretaría del Trabajo en una nota informativa enviada a este medio. Eso significa que sólo 46% de los becarios concluyó el programa, aunque la dependencia no respondió si ha detectado las posibles razones.
Ricardo Ortiz, director de la Fundación Esperanza de los Niños A. C., que tuvo becarios en sus sedes distribuidas en 100 en municipios de Tabasco, Veracruz, Ciudad de México, Puebla y Morelos, cuenta que arrancó con mil 600 becarios en enero de 2019, pero solo mil concluyeron la capacitación de un año.
Cuenta que, a los tres meses de arrancar el programa, los jóvenes dejaron de recibir la beca sin razón. “Pensaban que el responsable era centro de trabajo y surgió cierto descontento”; ante la falta de explicación por parte oficial, al menos 200 jóvenes abandonaron la Fundación.
Otra razón fueron las verificaciones a los centros de trabajo realizadas por Servidores de la Nación. Algunas sedes de la Fundación, instituida desde 2007 y registrada ante el Indesol, se encuentran en municipios de difícil acceso o domicilio conocido, y si el verificador no encontraba a los becarios porque estaban haciendo labor fuera, denuncia, “reportaban que el centro de trabajo no existía y lo daban de baja”.
Por lo tanto, algunos jóvenes dejaron de recibir la beca tras siete meses de participar en la Fundación recolectando víveres para asilos, casas de niños con discapacidad u hospitales; organizando actividades lúdicas en escuelas y de rescate de espacios con autoridades municipales. Por esto desertaron otros 300.
“Metimos escritos en las sedes estatales de la Secretaría con fotografías y documentos para poder demostrar que no había razón para cerrar sedes, fue un estire y afloje con la Secretaría y no logramos la reapertura”.
La respuesta vino un año después, a mitad de 2020. “La Secretaría nos buscó para reinstalar sedes porque apenas habían revisado la documentación”, pero debido al desgaste que significó el primer año decidieron no volver a participar en el programa, aún cuando hubo casos de éxito, cuenta Ricardo.
El Consejo de Organizaciones Campesinas y Empresas Rurales (Conocer), con 564 becarios en Puebla, Veracruz, Durango y Veracruz tuvo la misma suerte. “Lamentablemente nos dieron de baja y de manera arbitraria dejaron muchos de nuestros jóvenes fuera. Intentamos llegar al diálogo con los delegados estatales pero nunca nos atendieron, y la Secretaría nunca nos dio motivo ni nada”, explica Bruno González, líder de la organización.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO/DATA CÍVICA.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN.
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