Frida Yoatsi Flores Navarro, de 19 años, no le dijo a su madre que aquel día tenía una cita en Sabinas Hidalgo, Nuevo León. Si lo hubiese hecho probablemente no se lo hubiera permitido. Aunque ambas son originarias de este municipio, llevaban dos años residiendo en Apodaca, pegado a Monterrey.
“No quiero que vuelvas porque está bien feo”, le había dicho días atrás Érika Navarro. Pero la hija no le hizo caso. El 29 de agosto quedó con una amiga, almorzó en un restaurante llamado Mochomos y luego se subió en una camioneta que manejaba una mujer. Fue la última vez que se tuvo noticias de ella.
“Para mi esto es una pesadilla. No sé qué están haciendo las autoridades”, dice Navarro, en entrevista con Animal Político.
“Salió de casa por la mañana. Yo la escuché bien. Luego ya pasó el día y no llega y ya me empecé a preocupar. Le hablé a las 9 de la noche y ya traía el teléfono apagado. Llega el lunes, yo ya bien preocupada, fuimos a poner la denuncia”, explica.
La joven, que cumplió 19 años el pasado 7 de septiembre, estando ya desaparecida, estudia para contadora pública en la facultad del Insuco y había comenzado a trabajar en un restaurante.
La desaparición de la joven no es la única. En los últimos meses, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Nuevo León (FUNDENL) ha detectado al menos otros 11 casos en este municipio de poco más de 35 mil habitantes. Tres de ellas eran amigas de Flores de Navarro, según explica su madre. Son Cinthya Janett Villarreal García, Cruz Elvira Hernández Garza y Blanca Vianney Sánchez García, a las que se busca desde mediados de agosto. De hecho, el último día en el que se vio Flores Navarro, ella había quedado con la familia de la primera de ellas, a quien quería entregar un dinero para apoyar a sus tres hijos. Nunca llegó a verse con ellos.
Otros cinco desaparecidos son integrantes de una misma familia a los que, presuntamente, hombres armados habrían secuestrado en varios eventos distintos durante el mismo día, el 12 de agosto.
“Allí no hay autoridad, la policía no cuenta”, dice Navarro, quien no se ha desplazado hasta la zona debido a la inseguridad. Ahora lamenta que su hija no le hubiese dicho que tenía previsto ir a Sabinas. “No la hubiese dejado”, afirma.
Sin explicaciones oficiales
Por el momento no hay explicaciones para esta ola de desapariciones. Hay un dato relevante: Sabinas Hidalgo se encuentra pegado a la carretera de Monterrey a Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde en el último año se registraron más de un centenar de desapariciones. Sin embargo, mientras que el perfil de las víctimas en la ruta es de hombres que trabajan en empresas de transporte, aquí la mayoría de plagiadas son mujeres.
Animal Político consultó con las fiscalías de Nuevo León y Tamaulipas. Fuentes de la primera institución señalaron que las primeras investigaciones apuntan a que podría existir una relación entre ambos casos, sin dar más detalles.
“En otros momentos Sabinas ha sido un foco rojo”, advierte Angie Orozco, de FUNDENL. En opinión de la activista estas desapariciones prueban que el problema no es algo exclusivo de Tamaulipas, como han intentado vender las autoridades, sino que también ha llegado a Nuevo León.
En el último sexenio el número de desaparecidos registrados en Nuevo León se duplicó, según cifras de FUNDENL. El gobierno de Jaime Rodríguez Calderón El Bronco arrancó con 2 mil 453 personas no localizadas y actualmente hay 5 mil 725. En la vecina Tamaulipas son 11 mil 675 las personas a las que se está buscando. Según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), actualmente hay 92 mil 802 desaparecidos en toda la república, aunque esta es una cifra en constante actualización y que sigue creciendo cada día.
El descubrimiento reciente de un presunto campo de exterminio ubicado en Nuevo Laredo ha generado intranquilidad a las familias. Según anunció Karla Quintana, comisionada nacional de búsqueda, se trata de un lugar que todavía estaba activo y que podría ser utilizado por el crimen organizado para deshacerse de cuerpos.
Dice Ericka Navarro que desconoce qué pueda ocurrir en Sabinas Hidalgo. Asegura que otras familias tienen miedo a aparecer públicamente o denunciar. Ella, por el contrario, ha tomado la decisión de hacer todo el ruido posible para encontrar a su hija. “Para mi esto es una pesadilla. Te investigan y me hacen repetir las cosas 20 veces. A veces los ministeriales no nos responden el teléfono”, se queja.
Para la mujer, el último mes ha sido un infierno. “Me levanto y veo que el día es gris, me siento mal. Era mi única compañera, mi hija. Les digo a las autoridades, ¿por que no se mueven? ¿por qué no hay helicópteros revisando el lugar?”
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ALBERTO PRADILLA.
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