Según el recuento del CPJ, en lo que va del actual Gobierno, desde diciembre de 2018, hay al menos 32 informadores asesinados y 15 desaparecidos.
La prensa de México ha vivido un trágico inicio de año con tres asesinatos de periodistas en menos de un mes, dos de ellos en menos de una semana en la ciudad de Tijuana, limítrofe con Estados Unidos.
Los dos periodistas de Tijuana fueron asesinados a disparos a pesar de que contaban con algunas medidas de protección.
A Lourdes Maldonado López, que cubría temas políticos y de corrupción, fue asesinada dentro de un vehículo la noche del domingo. Seis días antes, el fotógrafo Margarito Martínez, que llevaba dos décadas documentando crímenes, murió a balazos a la puerta de su casa. De momento las autoridades se han limitado a informar que se investigan ambos casos.
México es el país más violento del Hemisferio Occidental para la prensa, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés). El país cuenta desde hace diez años con un mecanismo federal para proteger a los comunicadores y a defensores de derechos humanos pero no siempre funciona y el 95 por ciento de estos crímenes quedan en la impunidad y cientos de agresiones menores ni siquiera se investigan, denunció Jan-Albert Hootsen, representante del CPJ en México.
En el caso de Maldonado, el del domingo no fue el primer ataque. En abril de 2021, acribillaron su coche vacío y desde entonces las autoridades le ofrecieron protección de la policía municipal y un botón de pánico para emergencias, explicó a la AP Leopoldo Maldonado, sin relación familiar con la víctima y abogado de la organización en defensa de la prensa Artículo 19.
Un par de años antes, la reportera — que había colaborado con distintos medios y recientemente hacía un programa por internet centrado en noticias locales— estuvo en la conferencia de prensa matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador, donde pidió ayuda y justicia laboral “porque hasta temo por mi vida”, dijo.
Maldonado estuvo años inmersa en una disputa laboral con una empresa de medios propiedad de Jaime Bonilla —Gobernador de Baja California entre 2019 y 2021 por el partido del presidente—, y recientemente había ganado el litigio.
El lunes, el mandatario pidió investigar el móvil del asesinato para saber si está relacionado con esa denuncia pero advirtió que “no se puede, en automático, vincular una demanda de tipo laboral a un crimen, no es responsable adelantar ningún juicio”.
Tras esa intervención, Maldonado explicó que por fin los jueces se tomaron en serio su caso aunque siguió arremetiendo contra el exgobernador.
En declaraciones a Radio Fórmula el lunes por la tarde, Bonilla dijo ser absolutamente ajeno a lo que le sucedió a la reportera. Aseguró que nunca hubo señalamientos en su contra por amenazas y que posiblemente la denuncia de Maldonado ante el presidente fue una forma de protegerse.
Según el recuento del CPJ, en lo que va del actual Gobierno, desde diciembre de 2018, hay al menos 32 informadores asesinados y 15 desaparecidos.
Muchos de estos crímenes suceden en zonas de gran actividad del crimen organizado y con una violencia generalizada, porque en esos lugares cualquiera puede contratar un sicario o atacar a un periodista sin que haya consecuencias, explicó Hootsen.
Tijuana es un ejemplo. En 2021 asesinaron a casi 2000 personas en la ciudad y, según los datos del Gobierno federal, Baja California fue el segundo estado con más homicidios por cada 100 mil habitantes durante el mes de diciembre.
En el caso del asesinato de Martínez, ya había recibido amenazas recientemente y una asociación local pidió protección para él.
Según Leopoldo Maldonado, de Articulo 19, sus compañeros lograron que tuviera “una línea directa con la Guardia Nacional”, pero ese teléfono de emergencia no le evitó la muerte.
Apenas horas antes del asesinato de Martínez, se había confirmado el homicidio de otro comunicador José Luis Gamboa, director de un portal de internet, el 10 de enero en Veracruz, en el Golfo de México.
Aunque los primeros indicios apuntaban a un asalto con arma blanca, Reporteros Sin Fronteras pidió que no se descartara su labor periodística como presunto móvil porque “había denunciado y criticado fuertemente a autoridades locales por su relación con el crimen organizado”.
Estados Unidos expresó la noche del lunes su preocupación por el asesinato de Maldonado López y otros dos periodistas. Tras lamentar las muertes, el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, dijo en un mensaje de su cuenta de Twitter que reiteraba el apoyo a los esfuerzos de México por la lucha contra la impunidad.
México tiene inscritos en el mecanismo federal de protección a cerca de 500 periodistas y a unos mil defensores de derechos humanos. Además hay sistemas similares en la mayoría de los estados. Las medidas que se pueden otorgar van desde el botón de pánico y esquemas de monitoreo y vigilancia en su casas o escoltas, pero muchas veces fallan por falta de coordinación entre los distintos niveles de Gobierno o porque los afectados no se sienten seguros y confían en las personas encargadas de protegerlas.
Según el CPJ, en los últimos cinco años, 10 periodistas que estaban en algún tipo de de protección han sido asesinados. Hootsen recordó, además, que hay cientos de casos de intimidaciones, robo de equipo y de privación temporal de la libertad que nunca se investigan o siquiera se denuncian.
Periodistas de Tijuana alistaban el lunes protestas en esa ciudad fronteriza y el gremio entero preparaba acciones para el martes en distintos lugares del país.
“La única vía es alzar la voz”, dijo Hootsen, aunque recordaba que las protestas del pasado provocaron promesas de los gobernantes que nunca se cumplieron. Ahora confía en que el gobierno las tome en cuenta porque si no, “los siguientes dos o tres años van a ser brutales”.
AUTOR: MARÍA VERZA.
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