Brandon Isaac Hernández Blanco desapareció el 9 de julio de 2012 cuando tenía 15 años. Un hombre se lo llevó en un taxi y su familia no volvió a saber de él. Se presume que fue víctima de grupos criminales que en ese periodo desaparecían de manera masiva a jovencitos para reclutarlos.
A Enriqueta Blanco Hernández le arrebataron al menor de sus seis hijos, Brandon Isaac Hernández Blanco, cuando tenía 15 años. Todo ocurrió en Coatzintla, Veracruz hace más de nueve años. Desde entonces, el dolor por su desaparición la ha llevado a intentar suicidarse. Sus otros hijos lograron salvarle la vida hace dos años. Ahora ella destina su tiempo para buscar a su pequeño y a otras personas desaparecidas.
A Brandon se lo llevaron en un taxi junto el 9 de julio de 2012. Su familia ya no ha vuelto a saber más de él. Los rastros apuntan que el adolescente fue víctima de la reclusión forzada. La información que ha podido obtener Enriqueta indica que se lo llevaron a “trabajar” a otra entidad.
En diciembre de 2021, ella fue llamada por las autoridades, quienes le mostraron fotografías de personas sin vida encontradas en Tamaulipas. Una de las imágenes mostraba el cuerpo de un joven con un tatuaje similar a uno que tenía su hijo. La madre, de 50 años, está a la espera de los resultados para saber si es él.
“Yo quiero encontrar a mi hijo como sea, como Dios me lo mande”, señaló.
De acuerdo con el informe “Balance anual 2021. Discriminación y violencia contra la niñez durante la sindemia”, realizado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), la violencia contra los menores en el país se profundizó en 2021, un año en donde cada día desaparecieron de personas que tenían entre 0 y 17 años al momento de su desaparición.
BRANDON ISAAC
Brandon tenía 15 años cuando desapareció, era el menor de seis hermanos. Estudiaba el segundo año de secundaria y le gustaba escribir, dibujar y adoraba a su perro que tenía desde pequeño.
“Le gustaban mucho los animales, siempre andaba con su perro. Era un niño muy trabajador, vendiendo tortillas o de lo que fuera; haciendo mandados, ayudándole a la gente en el mercado o sea ayudarlos con sus cosas, era un niño muy acomedido”, platicó Blanco Hernández.
Enriqueta recordó que el 9 de julio de 2012 ella se encontraba con su hija Claudia en Poza Rica, Veracruz, en el mercado. Cerca de las 16:00 horas, la madre recibió una llamada de un amigo de Brandon, quien le dijo que se lo estaban llevando en un taxi.
“Mi hija y yo nos fuimos al municipio donde vivíamos (Coatzintla) y empezamos a buscar a mi hijo desesperadamente. En una calle solitaria vimos el taxi y a la persona que supuestamente que se había llevado a mi hijo”.
La madre platicó que, al ver al hombre, que coincidía con la descripción, el sujeto llevaba en el vehículo a otros cinco jovencitos, algunos amigos de Brandon. La madre se acercó a él, le reclamó y preguntó por su hijo.
El hombre le respondió que lo había dejado en un centro comercial del lugar. La madre y hermana de Brandon también trataron de hablar con los menores y preguntarles por Brandon, pero, aunque se les veía miedo en la cara, según narró Enriqueta, no dijeron nada.
“En ese momento mi hija les dijo a los menores que se bajaran del taxi porque el hombre se los llevaba para trabajar, que no fueran tontos que se bajaran, pero ellos no hicieron caso.
El taxista, relató la madre, empezó a insultarlas y sólo les dijo que a su hijo lo había dejado en un centro comercial.
“Mi hija y yo nos dirigimos a ese lugar para ver si estaba ahí, pero en ese momento en que nosotras fuimos a buscarlo, él aprovechó para irse, huir y ya jamás lo volvimos a ver. Tampoco volvimos a saber de los muchachitos que iban en el taxi, los papás de hecho no hicieron nada por buscarlos”, platicó la madre.
El temor por amenazas y la violencia que abrazaba Veracruz en ese entonces paralizó a la madre, quien debido al miedo no interpuso la denuncia.
“Yo no denuncié por miedo porque yo tengo más hijos, él era el más chiquito de mis seis y tenía mucho miedo que les fueran hacer algo”, narró la mujer.
Enriqueta, recordó, se sumió en la desesperación y depresión. A siete años de que se lo arrebataron y después de pensar que no quería seguir sin el menor de sus hijos, intentó quitarse la vida, pero sus otros hijos la salvaron.
“Yo empecé a enfermar me empiezo a sentir mal yo no quería saber nada, para mí fue lo peor que me quitaran mi hijo”, recordó.
La madre de Brandon comenzó a buscar al menor por redes sociales con las pocas fotografías que tenía de él. Fue cuando integrantes del colectivo de familiares de personas desaparecidas María Herrera la contactaron, le ofrecieron apoyo y acompañamiento para denunciar formalmente la desaparición y buscarlo.
La madre acudió a interponer la denuncia que quedó establecida el 12 de marzo del 2019; además de eso, Enriqueta se unió a colectivos en los que ahora no sólo busca a su hijo sino a otras personas al participar en jornadas de rastreo y brigadas de búsqueda.
A Enriqueta le llegó información de que habían visto a su hijo. Le dijeron que se lo habían llevado a Tamaulipas. La madre considera que al menos en su caso ha recibido apoyo y buen trato por parte de las autoridades y comparte que sí ha habido avances en la investigación.
“Me llegaron rumores de que a mi hijo lo tenían en Tamaulipas. Hubo un caso de una matanza en Ciudad Mier, donde me decían que a mi hijo lo habían matado allá. Fuimos, pero mi hijo no estaba entre las víctimas”, narró.
No obstante, en diciembre pasado, acudió al Semefo en donde le mostraron fotografías de cuerpos sin identificar de personas encontradas sin vida en Tamaulipas.
“En ese momento vi una foto que me llamó mucho la atención, de un tatuaje similar al que mi hijo tenía. Se me bajó la presión, me puse mal”, narró.
Al respecto, señaló que las autoridades, quienes ya le tomaron una muestra de su ADN a ella, a hijos y el padre de Brandon. A la fecha está a la espera de los resultados.
“Yo lo único que quiero es encontrar a mi hijo, no importa cómo me lo entreguen, como hallarlo, solo quiero encontrarlo”, reiteró la madre.
DESAPARICIÓN FORZADA DE MENORES
El más reciente informe de Redim, presentado hace unos días, revela que el delito de desaparición forzada creció en 2021 con un total de 12 niñas, niños y adolescentes reportados como desaparecidos o no localizadas cada día.
Sumando las cifras del año pasado, un total de 80 mil 344 personas de 0 a 17 años han sido reportadas como desaparecidas, no localizadas o localizadas hasta el 20 de diciembre de 2021, de los cuales, 15 mil 818 (19.69 por ciento) continúan desaparecidas, siendo 8 mil 704 de ellas mujeres y 7 mil 082 hombres.
Las mujeres, por tanto, representan 55.03 por ciento de estos casos, algo que Redim consideró sumamente grave por la expresión de la violencia de género que representa.
En cuanto a la diferencia de edades, el informe revela que 74.6 por ciento de las niñas, niños y adolescentes desaparecidas o no localizadas al 20 de diciembre de 2021 tenía entre 12 y 17 años (mil 1806). Además, 11.4 por ciento tenía entre 6 y 11 años (mil 807) y 13.9 por ciento de 0 a 5 años (2 mil 205).
RECLUTAMIENTO DE MENORES
La Red por los Derechos de la infancia (Redim) desde finales del año pasado reiteró su exigencia al Estado mexicano para que reconozca y tipifique el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes en México como una de las formas más graves de violencia que se puedan cometer contra las infancias y adolescencias en el país, al afectar de manera directa sus derechos humanos.
Hasta el momento no hay un estudio o cifra oficial sobre la dimensión del reclutamiento de menores de edad a las filas del crimen organizado. No obstante, desde el año 2010 la Redim estimó en un informe enviado a las Naciones Unidas que al menos 30 mil menores eran reclutados al año por el crimen organizado.
En el año 2018, Alfonso Durazo, entonces secretario de Seguridad, dijo que había al menos 460 mil adolescentes y personas jóvenes reclutadas por el crimen organizado, pero que en ese momento no había “información oficial o estudio” que pudiera corroborar ese dato.
Ricardo Mejía Berdeja, Subsecretario de Seguridad Pública, señaló en una en entrevista con SinEmbargo a finales del año pasado que de momento no hay cifras de a cuánto asciende el número de menores reclutados en sus diferentes modalidades.
“Estamos tratando de determinar el alcance, pero nosotros tenemos ya algunos casos documentados a través de la Coordinación Nacional Antisecuestro (Conase), que depende de la SSPC, también aquí nos reportan privaciones de la libertad, secuestros y a veces casos de desaparición”, expresó.
Mejía destacó que los menores son enlistados a las filas de la delincuencia ya sea porque son seducidos por estos grupos criminales o porque son forzados mediante secuestros.
A raíz de la pandemia, otra de las formas de reclutamiento de menores a escalado a las redes sociales y hasta por medio de videojuegos.
El funcionario federal ha advertido que las agrupaciones criminales también emplean las redes para invitar a menores a la violencia o a infringirse daños a sí mismos, alentándolos a cometer suicidio.
Ricardo Mejía dijo que la estrategia más común que emplea el crimen organizado para el reclutamiento de menores es la aproximación a ellos a través de conocidos y su entorno cercano.
“Muchas veces también es a partir de la adicción. Primero los introducen al mundo del consumo de drogas, luego los invitan a ser narcomenudistas, luego halcones y finalmente pueden ser reclutados para operar como sicarios. También hay invitaciones a ser entrenados en campos de adiestramiento y a muchos de ellos los mueve en de su estado de origen hacia otros estados”, explicó.
La pobreza, tener alguna condición de marginación, falta de identidad y/o entornos de desintegración familiar son algunos de los factores que conllevan a los menores a una mayor condición de riesgo y vulnerabiidad para engancharlos, según comentó el funcionario.
“Estos grupos se dedican a estar reclutando jóvenes que tienen problemas de marginación, problemas de desintegración familiar. A ellos les prometen sueldos, ventajas. Les permitan un panorama idílico”, dijo.
La labor que desempeñan es de informantes, vigilantes o mensajeros; en diversos estados, los adolescentes y personas jóvenes son colocadas en los círculos o cercos de seguridad, los primeros que reciben el golpeteo de los operativos de las fuerzas de seguridad mexicana, es decir, que los grupos criminales utilizan a los niños, niñas y adolescentes como carne de cañón, explicó el funcionario.
“Son carne de cañón de estos grupos criminales, que controlan desde fuera las batallas, porque estos jóvenes que son reclutados no tienen ni dos o tres meses (en el cártel) cuando ya los matan, porque ‘los entrenan y los mandan’ (a la batalla). En muchos lugares, como en Tamaulipas pues los ponen a enfrentarse al Ejército o con las fuerzas de seguridad”, detalló.
AUTOR: SUGEYRY ROMINA GÁNDARA.
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