El vuelo MX 866 fue el último de Mexicana de Aviación. Aterrizó a las 16:15 horas del 28 de agosto de 2010 en el aeropuerto de Toronto, Canadá. Un día antes la aerolínea había informado a la Dirección General de Aeronáutica Civil que no le era posible seguir prestando el servicio de transporte aéreo de pasajeros, carga y correo.
De golpe quedaron en tierra 105 aviones que cubrían 44 rutas nacionales y 27 destinos internacionales (14 de ellos a ciudades de Estados Unidos) y que en 2009 transportaron a más de 6 millones de pasajeros. 8 mil 500 trabajadores, entre pilotos, sobrecargos y trabajadores en tierra, se hundieron en la incertidumbre laboral.
Tres semanas antes, el 2 de agosto, Mexicana de Aviación –la principal línea aérea del país, cuya marca era reconocida internacionalmente y motivo de orgullo nacional–, había solicitado la declaración de concurso mercantil debido a su insolvencia financiera: tenía en junio de ese año activos por 9 mil 675 millones 927 mil pesos, pero sus pasivos alcanzaban 15 mil 75 millones 932 mil pesos. Sus pérdidas de activos se habían acumulado de manera creciente: en 2007 perdió 536 millones de pesos; en 2008, 964 millones; en 2009, 2 mil 188 millones; y sólo en el primer semestre de 2010 había perdido mil 751 millones de pesos.
Si cuando Grupo Posadas la adquirió en diciembre de 2005 la aerolínea tenía en caja 160 millones de dólares, para junio de 2010 no tenía dinero disponible para cumplir sus obligaciones de pagos a sus acreedores: debía 15 mil 75 millones de pesos, 42% de los cuales eran ya créditos vencidos. En el último mes no había podido pagar 3 mil 400 millones de pesos a 738 acreedores, y encima ya tenía que pagar mil 129 millones de pesos a otros 742 acreedores en el plazo de 30 días, entre ellos el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y Banorte.
En su solicitud para acogerse al “beneficio” del concurso mercantil, el administrador de Mexicana de Aviación, Francisco Javier Christlieb Morales, argumentó que la insolvencia financiera se debía a “factores internos y externos ajenos a la administración de la empresa”. Entre ellos mencionó “un costo salarial desproporcionado” de sus trabajadores, el alza en el precio de la turbosina y el brote de la influenza AH1N1 que se presentó de abril a octubre de 2009 y que impactó los vuelos comerciales de y hacia México.
Sin embargo, una revisión de los expedientes de las denuncias que la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) presentó en septiembre de 2011 y noviembre de 2012 –que citan estados financieros de la aerolínea, dictámenes de auditores independientes y actas de los consejos de administración de Compañía Mexicana de Aviación y de sus firmas controladoras: Grupo Mexicana de Aviación (GMA) y Nuevo Grupo Aeronáutico (NGA) –, así como de otros documentos obtenidos por Proceso y de entrevistas con abogados involucrados en el caso, muestran cómo decisiones financieras y empresariales tomadas por sus dueños y directivos, encabezados por el empresario Gastón Azcárraga Andrade, propiciaron el desmantelamiento progresivo y sistemático de la aerolínea.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2358 del semanario Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: HOMERO CAMPA, NELDY SAN MARTÍN, MATHIUE TOURLIERE.
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