Exhaustos y desesperados miles de migrantes que permanecen varados, más los que siguen llegando a esta ciudad fronteriza del sur, asumen medidas extremas, como la autoflagelación, para llamar la atención de las autoridades migratorias mexicanas. Marchan, se suturan los labios, se encadenan, se declaran en huelga de hambre… y se enfrentan con agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Guardia Nacional (GN).
Los miles de indocumentados duermen en la vía pública, ya sea en parques o en las calles vecinas a las oficinas del INM y de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar). No sólo se trata de hombres y mujeres, también son sus hijos que los acompañan. Es común ver a los migrantes enfermos esperando horas, días, semanas y hasta meses para poder obtener una respuesta que les dé la esperanza de quedarse en México o transitar libremente, como lo desean, hacia Estados Unidos.
Las aglomeraciones de indocumentados procedentes de Centro y Sudamérica, del Caribe y de países tan lejanos de otros continentes forman una Torre de Babel que no para de crecer y desde la cual lanzan un grito de protesta, pero, a la vez, de auxilio: “¡No somos delincuentes, no somos criminales, somos trabajadores internacionales!”.
Son tantos y la necesidad es tanta en esta crisis humana que los hombres indocumentados ofrecen dinero a las mexicanas a cambio de casarse con ellos; con el matrimonio buscan mejorar su situación migratoria y legal en México.
Las migrantes también están desesperadas y buscan embarazarse de inmediato al ver que las autoridades mexicanas atienden con mayor celeridad a quienes llegan con hijos en brazos.
El martes 15 cundió la exasperación en esta ciudad fronteriza: un grupo de diez personas procedentes de Venezuela, Nicaragua, El Congo y Guatemala se declararon en huelga de hambre y se encadenaron. También, uno a uno, se cosieron los labios.
A esta protesta radical se sumaron Josué David González Peña, Gober Eduardo Hernández, Rafael Enrique Hernández Guanina, Jorgelis Primera, José Rafael Colmenares Mancilla, de Venezuela; así como Ricardo Vargas Jarquín y Wilber Cardenal, de Nicaragua; Guylain Lounangou, de El Congo; Patricio Peralta, de Guatemala, y tres más que no se identificaron.
Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2364 de la edición impresa de Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ISAÍN MANDUJANO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario