El primer hallazgo, señaló la Brigada, fue un cuerpo envuelto en una manta y enterrado superficialmente al lado de una casa en construcción. El resto son huesos correspondientes a dos cuerpos encontrados superficialmente en unas ruinas a pocos metros del sendero, añadieron las buscadoras.
Este hallazgo “positivo” se dio gracias al esfuerzo de familiares que pese al cansancio acumulado y los pies lastimados no dejan de buscar donde sea. Ellos y ellas siguen la pista que podrían llevarlos tanto a sus desaparecidos como a los seres queridos de las otras familias.
Por su parte, el otro grupo busca en vida recorriendo el pueblo de Popotla. A la incursión en la área de negocios limítrofe a la playa, las familiares son obligadas a salir de repente para eludir la tensión surgida con organizaciones ilícitas que controlan la zona de tolerancia. A su paso, las familiares tapizan las paredes y los postes del centro turístico de Rosarito con las fotos de sus seres queridas, convocando a la sociedad civil a sumarse al esfuerzo de la brigada.
Tanto la vivencia de la desaparición como el esfuerzo de la búsqueda imponen a las familias entrar en contacto con la violencia y la corrupción ejercida por organizaciones criminales. Ellos y ellas aprenden a leer e interpretar el terreno, identificando los elementos no propios del entorno para poder encontrar cuerpos sin vida. De manera parecida son obligados a mirar e interactuar con redes criminales que generan sistemas de trabajo forzado, extorsión y secuestro, tráfico y trata. El objetivo es encontrar a sus seres queridos, además de resguardar su propia vida frente a las múltiples amenazas que la búsqueda implica.
El hallazgo de este jueves refuerza el ánimo de la brigada: un paso más cerca para que pronto una madre más pueda descansar.
AUTOR: AGUSTINA LIBERA.
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