A dos años de la primera muerte por COVID en México, la Secretaría de Salud estima que en 2020 y 2021 hubo 667 mil 240 muertes en exceso, es decir más de los esperados. Expertos consultados por Animal Político prevén que este fenómeno seguirá ocurriendo este 2022.
Alejandro Macías, especialista en medicina interna e infectología y ex comisionado contra la influenza en México, dice que probablemente todavía este año va a haber exceso de mortalidad en el país, aunque es difícil estimar cuánto.
Malaquías López, epidemiólogo e integrante de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia por Coronavirus de la UNAM, explica que este año el exceso de mortalidad va a ser menor, pero depende de que tanto se puedan recuperar los servicios de salud y la atención para otros padecimientos y de que haya material para cirugías y medicamentos.
El exceso de mortalidad es cuando en un periodo determinado de tiempo, el número de muertes por cualquier causa sobrepasa a la media de fallecimientos de años anteriores.
“En un periodo normal, en México esperaríamos alrededor de un millón 500 mil muertes, pero ante un fenómeno epidémico como COVID, que provoca más defunciones de las esperadas se produce esto que se conoce como el exceso de mortalidad”, explica Mauricio Rodríguez, vocero de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia por Coronavirus de la UNAM.
Esas muertes adicionales no son solo por coronavirus, hay fallecimientos por otras causas, pero que se suman porque el contexto de pandemia pudo influir para que se produjeran.
Alejandro Macías explica que en esta emergencia hubo muchas muertes indirectas. El caso típico, dice, es el paciente que tiene diabetes y requiere medicamentos y control. “Muchos de esos pacientes desatendieron sus manejos. El confinamiento hizo que no salieran y en las instituciones estaban muy ocupados atendiendo a los pacientes de COVID, esas muertes indirectas, por falta de atención, al final se suman al exceso de mortalidad”.
Malaquías López concuerda con esa aseveración y dice que un porcentaje de muertes se debe a que las personas con padecimientos crónicos o graves no tuvieron atención oportuna, pero probar eso es complicado. “Habría que hacer autopsias post mortem”.
Un estudio de The Lancet recién publicado señala que la diferencia entre la mortalidad real y las muertes notificadas por COVID-19, en todo el mundo, podría deberse a un infradiagnóstico debido a pruebas insuficientes, desafíos de notificación o una mortalidad más alta de lo esperado por otras enfermedades debido a cambios en los comportamientos relacionados con la pandemia o un acceso reducido a la atención médica u otros servicios esenciales.
De los 12.3 millones más de muertes en exceso en el mundo, en comparación con las muertes por COVID-19 reportadas, –señala el estudio de The Lancet– una fracción sustancial de estas probablemente se demuestre que sí son por infección por SARS-CoV-2, pero esto va a variar en cada país.
Por ejemplo, en algunos países de altos ingresos como Bélgica y Suecia, que han utilizado auditorías para investigar posibles muertes relacionadas con la COVID-19 y han adoptado un enfoque inclusivo de la presentación de informes estadísticos (disponible en el Panel Europeo de Recuperación Estadística), la relación entre el exceso de muertes y las muertes por COVID-19 notificadas es cercana a 1.
Este resultado sugiere que en algunos lugares, el cambio neto en las tasas de mortalidad en otras enfermedades y lesiones durante el período de pandemia ha sido mínimo. Por el contrario, los datos auditados de causas de muerte tanto de Rusia como de México indican que una proporción sustancial del exceso de muertes no podría atribuirse a la infección por SARS-CoV2.
Sobre las causas del exceso de mortalidad en el país, Mauricio Rodríguez dice que esta ha sido una epidemia fuerte y México la enfrentó con un sistema de salud deficiente, una población con muchas comorbilidades, mucha automedicación y una cultura de salud de remedios caseros y personas que no quieren ir a los hospitales.
Para Alejandro Macías, México pagó un tributo alto en esta pandemia por varios motivos: un sistema de salud en condiciones precarias, con hospitales mal abastecidos, con personal que tenía poco acceso a la capacitación y un número limitado de camas de terapia intensiva.
“Cuando todo esto empezó, México no tenía más de 3 mil camas de terapia intensiva para una población de 130 millones de personas. El gobierno salió a comprar ventiladores, y eso no es criticable, se tenía que hacer, pero esos ventiladores se pusieron en camas de hospitalización general y un paciente intubado fuera de terapia intensiva tiene menos posibilidades de sobrevivir”, asegura Macías.
Otro problema que desnudó la pandemia fue las deficiencias del sistema primario de salud, apunta el infectólogo. “La gente en lugar de ir al IMSS o al ISSSTE a consulta primaria van a una farmacia con consultorio anexo, donde se ha sobremedicado a los pacientes”.
También la falta de producción de vacunas le pasó factura al país, sostiene el ex comisionado para la influenza. México, dice, hace décadas fue un productor de biológicos importante, algunas vacunas mexicanas estaban en todo el mundo, “pero luego pareció más fácil comprarlas a China o India y estamos pagando el precio. En este sentido, el gobierno actual ha hecho un esfuerzo loable por tener mayor soberanía en la producción, tanto en convenios con farmacéuticas y otros países, como con la vacuna Patria”.
El contexto internacional
En términos de número acumulado de muertes en exceso debido a la pandemia de COVID-19 desde el 1 de enero de 2020 hasta el 31 de diciembre de 2021 de, el estudio de The Lancet, que analizó la información de 191 países y territorios, señala que las cifras más altas de muertes se estimaron en India (4.07 millones) y los Estados Unidos (1.13 millones).
Pero cinco países más tuvieron un exceso acumulado de muertes superior a 500 mil durante este período: Rusia (1.07 millones), México (798 mil), Brasil (792 mil), Indonesia (736 mil) y Pakistán (664 mil]). Estos siete países representaron más de la mitad del exceso de muertes mundiales debido a COVID-19 durante esos 24 meses.
Malaquías López subraya que tanto los datos de The Lancet como los de las instituciones son estimaciones con diferente metodología que tratan de hacer un aproximado, pero el número real de defunciones directas e indirectas por la pandemia es difícil de registrar.
A nivel mundial, la tasa de exceso de mortalidad en todas las edades debido a la crisis sanitaria por COVID-19 –informa The Lancet– fue de 120.3 muertes por 100 mil de la población global. Pero esta tasa superó las 300 muertes por cada 100 mil habitantes en 21 países, entre estos México, que se ubica en la posición 19, con 325.1
El país con la tasa más alta de exceso de mortalidad por COVID-19 es Bolivia, con 734.9 por cada 100 mil habitantes. Le sigue Bulgaria, con 647; después Esuatini, con 634.9; Perú, con 528.6 y en quinto lugar está Bielorruia, con 483.
The Lancet incluyó en su reporte las tasas de exceso de mortalidad por cada estado o región de algunos países, entre ellos México, así que en el informe se pueden consultar los datos para cada una de las entidades del país.
Las cinco que registraron mayor tasa de exceso de mortalidad por cada 100 mil habitantes fueron: la Ciudad de México, con 576.9; Tlaxcala, con 517.2; Estado de México, con 433.6; Puebla, con 399.7 y Chihuahua, con 367.7.
Mauricio Rodríguez, de la Comisión COVID de la UNAM, señala que una cuestión a considerar cuando se hacen análisis internacionales es que no todos los países tienen los mismos datos.
“México tiene buena información sobre mortalidad en exceso, aquí sí se ha llevado un registro de las muertes por COVID y del exceso. En India, en Rusia, en Brasil no tienen esos análisis tan bien hechos. En India no se registran todos los fallecimientos, el sistema no alcanza para registrar todo, entonces a veces se compara al país sin usar los mismos datos respecto a los de otros países”, asegura Rodríguez.
Aunque Malaquías López dice que sí hay fallas en la información que se registra en México. “Estimar el exceso de mortalidad es complicado porque depende de qué dicen los certificados de defunción de las personas y en el país no solo los médicos expiden estos certificados, como debería de suceder, también el personal de las funerarias, y ellos los alteran de acuerdo a como les conviene para que el proceso sea más rápido y acorde a lo que quieren los familiares”.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ANDREA VEGA.
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