martes, 15 de marzo de 2022

El trabajo más difícil del mundo

El colectivo Rastreadoras de Ciudad Obregón es un ejemplo de la lucha de las madres, hijas y hermanas por encontrar a sus familiares desaparecidos. Con un Estado rebasado por la desaparición de personas y fiscalías inoperantes, son las y los familiares quienes tienen que hacer el trabajo de investigación y búsqueda. Las Rastreadoras de Obregón han encontrado a 102 personas en dos años, en un municipio que tiene una de las cifras de homicidios dolosos más alta del país. Los costos de este trabajo sobre su salud y su vida, son altos.

Dejan sus palas y varillas de hierro en el piso y hacen un círculo. Se toman de las manos, cierran los ojos y comienzan una oración por los desaparecidos. “Señor, te doy las gracias por permitirnos esta tarde venir de búsqueda. Guía nuestros pasos hacia ellos. Permite padre mío encontrar, llevar uno a casa, Señor. Si no es el mío el de otra mamá, Señor. No permitas que se queden aquí en el abandono, Padre Santo”. “Amén”, un coro repite: “Amén”.

La búsqueda comienza. El paisaje es un enorme terreno baldío. Es un día caluroso de diciembre.

Norma busca a su hijo desaparecido hace siete años en Villa Juárez, su nombre es Jonathan. Desde hace cuatro años, Eva busca al suyo, Eric. A los 22 años, Karla ya es una rastreadora por su hermano, Enrique, a quien no volvió a ver desde el 21 de agosto de 2019. Rosa intenta encontrar a su hermano Ramón, desaparecido el 27 de marzo del 2019. Su hermana Carmen, también era rastreadora, se murió buscándolo.

 

Ellas son madres, hermanas e hijas de desaparecidos que forman parte del colectivo Rastreadoras de Ciudad Obregón, Sonora. No solo buscan a sus desaparecidos sino a los de todas. En México se estima que desde 1964 a la fecha hay 98 mil 325 personas desaparecidas y no localizadas, de acuerdo con el Sistema Nacional de Búsqueda.
Con un Estado rebasado por la desaparición de personas y fiscalías inoperantes, son los familiares quienes con sus propias manos buscan a los desaparecidos en el país.
Aunque las autoridades dedicaran esfuerzos para buscar a las personas desaparecidas, ellas igual habrían salido a hacerlo. Es su derecho. Pero también implica un enorme trabajo para ellas, un trabajo que está normalizado. Cuando alguien desaparece, la sociedad espera que sean las madres quienes salgan a buscar.

Desde su conformación, el 12 de mayo de 2019, hasta diciembre de 2021, el colectivo Rastreadoras de Obregón había desenterrado a 102 personas solo en el pequeño municipio de Cajeme, que con solo 436 mil 484 habitantes tiene la cuarta cifra de homicidios dolosos más alta del país, detrás de Tijuana, Baja California; Ciudad Juárez, Chihuahua, y León, Guanajuato.

Josefina Arroyo encontró a su sobrina Cindy de 22 años en 2019. Pero su búsqueda no termina hasta que localicen a los hijos y hermanos de todas sus compañeras rastreadoras.

“Hice una promesa a mis compañeras de que yo iba a seguir en la lucha hasta que ellas encuentren a los de ellas”, asegura “Jose”, como le dicen de cariño.
“Si nosotras no los buscamos nadie nos lo va a entregar. Como hemos dicho ahí en la fiscalía: Si no salimos nosotras a buscarlos ¿Quién va a venir a tocarnos a la puerta de la casa y a decirnos aquí está tu hijo? Nadie”, reprocha.
Este trabajo fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte del Fondo Howard G Buffett para Mujeres Periodistas

El presente reportaje es parte de la serie “Matriarcas” disponible en el micrositio en el siguiente enlace.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: NELDY SAN MARTÍN.

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