La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que pone en evidencia los niveles de dominación, autoritarismo, complicidad con el crimen organizado y la impunidad, obligan a reconocer que las desapariciones forzadas son un problema sistémico que pide a gritos soluciones estructurales, dijo el Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, durante la presentación del libro El caparazón de las tortugas. El Centro Prodh y la organización de defensoras de derechos humanos en la búsqueda de verdad y justicia.
El libro, escrito por la Dra. Helena Varela Guinot, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la IBERO –derivado de una estancia que hizo en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Centro Prodh-, es resultado de la apuesta institucional que ha hecho la Iberoamericana para sostener colaboración con las obras sociales de la Compañía de Jesús, y de la convicción de que construir Universidad en diálogo con quienes trabajan directamente para exigir y encontrar justicia es también parte de su responsabilidad.
El caparazón de las tortugas, subrayó, llega en un momento muy oportuno a México, pues el recuento del camino recorrido por las madres y padres de Ayotzinapa, en compañía del Centro Prodh, es imprescindible para comprender el tercer informe del Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes (GIEI) y el Informe del Comité contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas.
Explicó que, la nueva información proporcionada por el GIEI, revela una evidencia preocupante sobre la participación de la Marina en los hechos y el ocultamiento de registros y documentos clave para conocer realmente lo que sucedió la noche del 26 de septiembre de 2014. Por su parte, el informe del Comité contra la Desaparición Forzada confirma que la problemática va en aumento: hay al menos 100 mil personas cuyas familias no saben dónde están, 20 mil de ellas en lo que va de este sexenio, y 52 mil personas fallecidas no han podido ser identificadas.
En este contexto, la Dra. Varela tomó la decisión de ampliar los espacios académicos para proponer formas de hacer investigación que se hacen cargo, cargan y se encargan de la realidad; que se construyen en diálogo y con empatía; y que “debemos caminar, acompañándonos también, para abrir brechas”, brechas de justicia y de esperanza.
La obra, consideró el Rector, es también un homenaje a las madres y padres de Ayotzinapa y a su incansable búsqueda de verdad y justicia; es un reconocimiento al entendimiento y puesta en práctica del Centro Prodh de que el trabajo por los derechos humanos cobra un sentido profundo sólo cuando las personas están al centro; y es un ejercicio de memoria colectiva “que nos invita a hacernos cargo de la realidad, a no dejar de trabajar, ni un solo día, por un país y una sociedad más justa y más solidaria”.
La Sra. Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio Bautista, uno de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, comentó que este libro les ayuda muchos a ellas y ellos, los familiares de los normalistas, quienes saben que no son los únicos que sufren, ya que hay miles de personas que buscan a sus seres queridos, que no saben dónde están.
Consideró que ella y el resto de padres y madres de los normalistas de Ayotzinapa fueron obligados “a estar en el centro del pueblo de México”, y a pesar de ser campesinos, de no saberse defender y de no hablar bien el español, los abogados (del Centro Prodh), las diferentes organizaciones y las universidades les acompañaron y siguen acompañando en la búsqueda de sus hijos.
Por eso pidió “que nos sigan acompañando hasta encontrar a nuestros hijos, y hasta alcanzar la justicia y hasta saber de ellos, a dónde están, porque no podemos olvidarlos… La unión que nos mantiene es por la presentación con vida de nuestros hijos; por eso seguimos en pie de lucha”.
Esta lucha por la verdad y la justicia que han dado Doña Cristina, sus compañeros y compañeras, no ha concluido, ya que aún no se ha logrado vencer a la mentira y a la impunidad. Es así que “esta es una lucha que hoy por hoy todavía está activa, y los eventos recientes dan cuenta de cómo todavía hay obstáculos para alcanzar la verdad”, señaló el Mtro. Santiago Aguirre Espinosa, director del Centro Prodh.
De El caparazón de las tortugas, mencionó que supuso la alineación de tres elementos: una institución que quiere estar en la realidad, una organización que se abre y una investigadora que se aproxima con humildad y con escucha.
En el libro, detalló, su autora repasa las diversas obras publicadas sobre el caso Ayotzinapa, y encuentra que en todas o en casi ninguna se retrata debidamente cuál fue el aporte de las organizaciones civiles que han acompañado a las familias; después, repasa los marcos teóricos para analizar la acción colectiva de los organismos civiles; y finalmente, analiza cuáles son los recursos que se movilizan para acompañar a las familias.
Al igual que el Rector de la IBERO, el Mtro. Aguirre opinó que el texto se publica en un momento muy pertinente, porque la lucha por la verdad y la justicia de Doña Cristi y sus compañeras(os) no ha terminado, toda vez que “los resultados que ha entregado esta administración no son los que ellos esperaban, continúan apareciendo obstáculos en el camino hacia la verdad, muy vinculados con el fortalecimiento actual de las fuerzas armadas”, en tanto que las desapariciones no están revirtiéndose.
El Ing. Pablo Reyna Esteves, autor del prólogo del libro, dijo que Ayotzinapa, “como botón de la crueldad e inhumanidad del poder político coludido con el poder criminal, también nos ha mostrado el piso de realidad sobre el cual nos encontramos al tratar de construir procesos de verdad y de justicia en el México contemporáneo”.
Sobre el libro, consideró que uno de sus aportes es que permite revisitar el conocimiento y entendimiento de lo sucedido. A través del análisis, las lógicas y estrategias gubernamentales, la autora propone una mirada de largo aliento a las distintas etapas de organización de las y los familiares de los jóvenes desaparecidos, su movilización social y las estrategias propuestas desde las organizaciones acompañantes de las víctimas, específicamente del Centro Pro, cuyo mayor logro ha sido ampliar las condiciones para que la verdad y la justicia no sean enterradas.
“Así se nos van mostrando, conocimientos y prácticas relevantes para la sociedad en general; que la exigencia de verdad y de justicia en los casos de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, como el de Ayotzinapa, no es un azar, sino es el resultado de un conjunto de estrategias y de actores diversos que contra viento y marea se oponen al interés del poder gubernamental de cerrar el caso”.
Finalmente, la Dra. Helena Varela, quien realizó una estancia de nueve meses en el Centro Prodh, reconoció haber tenido la fortuna de que se le asignara el proyecto de sistematizar lo que ha hecho este Centro en el caso Ayotzinapa.
Además del apoyo del Centro Prodh, también contó con el de las otras organizaciones que trabajaron conjuntamente en el acompañamiento a las víctimas de Ayotzinapa (Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Serapaz y Fundar), que fueron piezas clave y aliados en el proceso de ir entendiendo lo que han significado el Pro y estas organizaciones en la defensa de la búsqueda de la verdad y la justicia.
Y, por supuesto, también contó con la generosidad de los padres y madres de los 43 estudiantes, “que me abrieron sus corazones, me permitieron conocer sus experiencias, sus angustias, sus miedos, sus enojos, sus esperanzas”.
Además, este proyecto le permitió encontrarse con Ayotzinapa, pero no el de los medios de comunicación o el de las declaraciones de los gobernantes, de la verdad histórica y otras barbaridades, “sino el Ayotzi del sufrimiento de los padres y madres, del dolor, de la angustia, del enojo, de la frustración, de la desolación; pero también de la esperanza, de la perseverancia y, sobre todo, de la resistencia y la dignidad. Y al encontrarme con Ayotzi, al encontrarme con esa realidad, puede reinventarme como académica e investigadora”.
AUTOR: PEDRO RENDÓN.
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