Por las carreteras que convergen en la comarca Lagunera, campesinos con vehículos repletos de melones y sandías pasan las horas bajo el sol del desierto resistiendo tolvaneras y temperaturas de 40 grados en espera de vender algo de su producción.
Jesús Contreras Pacheco, presidente del comisariado del ejido El Coyote, explica la angustia que los mantiene ahí:
El precio de ambos productos cayó de 14 a cinco pesos el kilo respecto del ciclo anterior; las heladas perjudicaron la cosecha de los “tempraneros”, reduciendo el peso del producto y, por si eso no fuera bastante, los fertilizantes, importados de Ucrania, se incrementaron hasta 300% en los últimos meses, por lo que nada bueno pueden esperar del ciclo por venir.
Entonces acusa el abandono: “Al campo, desde que entró el presidente López Obrador, no se le ha apoyado absolutamente con nada. Se tenía antes el Procampo, todavía con Peña Nieto se recibían 90 pesos por hectárea, cuando en la Laguna se siembra hectárea y media, o sea, 135 pesos de apoyo. Era una burla. Ahora ni eso”.
Contreras Pacheco recuerda el compromiso incumplido que López Obrador hizo con él y un grupo de ejidatarios en Bermejillo, Durango, durante la campaña de 2018: crear una instancia revisora de programas y de la problemática agraria. Y refrenda la convicción que comparten los productores de la región: que los programas se fueron al sureste del país dejando en el abandono al resto del campesinado.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), nombre de este sexenio para la dependencia del ramo, concentró 15 programas de apoyo al agro, los más importantes a nivel social los operó Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), dependencia que mediante la fusión de Diconsa y Liconsa se anunció con doble propósito: mejorar las condiciones de los campesinos y lograr la autosuficiencia alimentaria. Para conseguirlo, López Obrador nombró a un veterano de los regímenes priistas, antiguo jefe de sus primeros empleos: Ignacio Ovalle Fernández.
El objetivo, en el discurso presidencial, era rescatar el campo y la ganadería mediante la producción de fertilizantes, la compra de cabezas de ganado y el establecimiento de precios de garantía; además se fortalecería la canasta básica mediante la compra de 36 productos que estarían disponibles en Segalmex. “Que coman los que nos dan de comer”, fue la siembra discursiva de aquella jornada cuya cosecha sigue pendiente.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2373 del semanario Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA.
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