Cecilia Isabel Utrilla Hernández tenía 17 años. El 18 de marzo de 2014, con siete meses de embarazo, salió de su casa en la ranchería Campo Grande, en San Cristóbal de Las Casas.
La joven tsotsil dejó dicho que se encontraría a su novio para irse a vivir con él a Villaflores, otro municipio de la región Altos de Chiapas, donde nació y creció y en la que se concentra la más alta proporción de pobres en el país.
Como es costumbre en la comunidad cuando una mujer “se huye” con el novio, avisó a su familia vía telefónica que regresaría el 5 de mayo siguiente para formalizar ante ellos su relación con Carlos Heriberto “N”, cuenta su hermana Victoria Jackelin.
Llegó la fecha y Cecilia no regresó ni volvieron a saber de ella. Les había dicho que su novio era contratista y trabajaba en Villaflores, donde vivirían unos meses y luego regresarían a la ranchería.
Un año después de su ausencia, la familia logró ubicar la casa del presunto novio en el ejido Pedernal de San Cristóbal de Las Casas. Fueron a buscarla, pero la madre de Carlos Heriberto salió a la puerta y dijo que su hijo sí tenía esposa, pero no era la joven que buscaban. La esposa salió y efectivamente era otra.
La familia no denunció en la Fiscalía General del Estado (FGE) la desaparición de Cecilia sino hasta 2017, pues confiaron en que regresaría. Pero no fue así.
Alguna vez confrontaron a Carlos Heriberto “N”, quien negó haber tenido una relación más allá de la amistad con Cecilia. Pero Victoria recuerda cuando Cecilia se lo presentó.
Han pasado ocho años y la familia nada sabe de Cecilia Isabel, que ahora tendría 26 años. Nunca vieron interés en la FGE en indagar su desaparición y no saben si la persona de la que sospechan fue llamada a declarar.
Magaly, la niñera
Otro caso de desaparición es el de Magaly Gómez Ramírez, de 23 años, originaria de la comunidad El Pacayal, en Amatenango de la Frontera, e hija única de María Ramírez López.
Según María, Magaly “era niñera en Ciudad Cuauhtémoc”, en el vecino municipio de Frontera Comalapa. Aunque nunca le dio la dirección ni el nombre de la persona con la que trabajaba, regresaba a casa cada fin de semana.
La tarde del pasado 1 de abril salió con su amiga Marcela Salas Ortiz, de 18 años, de la misma comunidad, para dirigirse a Chamic, en Frontera Comalapa. Desde esa fecha María no volvió a saber nada de su hija ni de su amiga.
Desde hace nueve meses grupos del crimen organizado se disputan esa zona fronteriza con Guatemala, donde entre 30 y 40 personas, hombres y mujeres, han desaparecido. En muchos casos los familiares no denuncian por miedo.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2375 del semanario Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ISAÍN MANDUJANO.
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