Unos días antes de ser asesinada, Yesenia Mollinedo Falconi, directora del portal El Veraz, en Cosoleacaque, Veracruz, se sentía acechada. Por eso pidió a algunos compañeros los números telefónicos de mandos militares. Alcanzó a decirles que era un tema de seguridad; tenía miedo, aunque sus colegas no alcanzaron a precisar las razones.
Su hermano, el también comunicador Ramiro Mollinedo, asegura que sí denunció amenazas en su contra: la primera, el 29 de abril; y luego otra el 4 de mayo. “Le dijeron: ‘Ya te localizamos, perra’”. Ambas están documentadas.
El asesinato de Yesenia dejó incertidumbre entre los reporteros locales que cubren la nota policiaca. “Nos dijeron, ‘acaban de matar a Mollinedo’, no lo podíamos creer”.
Reconocen que salen a cubrir la nota diaria en una “zona caliente”, sin medidas de seguridad: “Yo acá ando en la noche, mando mi ubicación a mi grupo de confianza. Si no llego, hagan algo, pónganlo en páginas”, dice un reportero que hace 20 años trabaja la nota roja, y quien también ha sido amenazado por el crimen organizado.
Mari Carmen Rosas Alcalá, reportera policiaca desde hace cuatro años, explica que salen a la calle sin medidas de protección. “A veces nos agreden y, bueno, salimos a trabajar porque es nuestra pasión, pero ahora que vemos el tema de Yesenia y la campaña de desprestigio en su contra, todavía nos da más temor”.
Pero Yesenia no cubría temas policiacos. Horas antes de su muerte, en un mensaje de audio, le dijo a un reportero: “Zapatero a tus zapatos, no somos reporteros policiacos, hermanito; por favor, mejor ya vete a hacer tu columna, ahí nos vemos, cuídate”. Se refería a un hecho violento ocurrido en Minatitlán que no se cubriría.
Su miedo era fundado. Años atrás había padecido el embate de la delincuencia, cuando su familia fue amenazada para pagar cuota por un negocio de chatarra, que al final tuvo que ser cerrado. En la región el cobro de piso es una práctica común.
El Veraz era un semanario de la región creado hace siete años para la cobertura de temas políticos en los ayuntamientos de la zona sur. Después se convirtió en un portal en línea que dejó de estar activo tras la pandemia; actualmente Yesenia publicaba y hacía entrevistas en vivo desde su sitio de Facebook.
El lunes 9 Yesenia todavía habló con sus colegas y su familia en el transcurso de la mañana. Alrededor de las tres de la tarde acudió a un Oxxo junto con Sheila Johana García, su pareja sentimental desde hacía unos cinco meses y quien le ayudaba en algunas tareas informativas –aunque sin antecedentes de laborar en algún medio o como periodista, según reporteros locales consultados–. De acuerdo con el reporte policiaco, dos hombres se acercaron y les dispararon a ambas.
Sheila Johana murió en el lugar. Yesenia alcanzó a llegar viva al hospital, pero falleció allí por la gravedad de las heridas.
Tras el doble homicidio, la Fiscalía General de Veracruz informó que se siguen cuatro líneas de investigación: dos de ellas fueron obtenidas en el lugar del crimen vía las cámaras de vigilancia; una más es la línea del trabajo periodístico, y otra surgió de un par de audios que se filtraron en redes sociales, donde presuntamente se escucha la voz de una mujer, a la que se señala como Yesenia, amenazando a una persona –desconocida hasta el momento– e identificándose ella como supuesta colaboradora de un delincuente.
Los audios
Este miércoles 11, a 72 horas del doble asesinato, el subsecretario de Seguridad Ciudadana federal, Ricardo Mejía Berdeja, anunció que se tiene identificados a los asesinos materiales y que no había, hasta ese momento, ningún elemento que presuma una asociación con la actividad periodística. En cambio anticipó sin dar más datos: “Ya hay una línea muy sólida que conduce a un tema de delincuencia organizada”.
Pero, en entrevista, Ramiro Mollinedo negó que la voz de los audios que circulan sea la de su hermana Yesenia, y sí la identificó como la de Sheila Johana, por lo que exigió a la autoridad separar las carpetas de investigación del doble crimen. “Nosotros confirmamos que la grabación es la voz de Sheila; creemos que Yesenia estuvo en el lugar equivocado, con la amistad equivocada, fue daño colateral y nada tenía que ver (Yesenia) con el narcotráfico; nunca estuvo ligada a ninguna actividad de ese tipo”.
Aseguró que la familia tenía poco tiempo de conocer a Sheila Johana. “Sólo la saludamos en dos ocasiones. Si ella tenía problemas de actividades delictivas o amigos de células delincuenciales, que investiguen”.
De hecho, otros testimonios señalaron a Proceso que hace alrededor de un año Sheila Johana se vio involucrada en un incidente en el que su casa fue baleada, dato que quedó consignado en la carpeta que lleva la Fiscalía estatal.
Ramiro, quien dirige los medios locales Ahora 3030 y Obregón Noticias, pide que “que den con los responsables materiales e intelectuales de mi hermana”.
Tras el asesinato de Yesenia y Sheila Johana, los reporteros de la región salen con temor a las calles. Cosoleacaque, municipio conurbado con Minatitlán, ha sido escenario de asesinatos violentos. En febrero de 2021 fueron asesinadas la exalcaldesa Gladys Merlín y su hija Carla.
Vulnerables
Omar Vázquez, reportero del portal Contacto informativo mx, de Cosoleacaque, dice que, hace más de una semana Yesenia le habló sobre “un tema de seguridad; nos íbamos a tomar un café para hablarlo, pero la mataron”.
Los reporteros locales de la nota policiaca saben que el tema del pago de piso a comerciantes es algo recurrente, “así pongas una mesa para vender empanadas, vienen y te cobran”.
Varios recuerdan a Yesenia como una mujer aguerrida. “Tenía su carácter, era una líder, si no le daban entrevista los funcionarios se enojaba, pero nunca vimos que anduviera metida en otros temas”.
El secretario ejecutivo de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, Israel Hernández, reconoce que la infiltración del crimen organizado en los ayuntamientos pone en riesgo a los periodistas en las regiones de Veracruz. “Los periodistas no saben si están con un servidor público o con alguien que está en actividades delincuenciales”.
Lo demuestran los asesinatos de Jacinto Romero en Ixtaczoquitlán, María Elena Ferral en Papantla y Celestino Ruiz en Actopan, donde hay detenidos como autores materiales, y algunos intelectuales, que son funcionarios municipales.
Un diagnóstico realizado por la comisión revela que, por lo menos, seis de cada 10 periodistas en Veracruz ejercen la profesión de manera independiente, es decir, no están ligados a grandes medios, sino que tienen páginas de internet desde donde ejercen el oficio.
“El patrón de agresiones está muy marcado. Los últimos asesinatos lo señalan: son compañeros que tienen un alto sentido de crítica, pueden ser blanco, son vulnerables por el contenido que generan y la región donde escriben, donde hay caciques y el poder está concentrado”, explicó.
Zonas silenciadas
Celia del Palacio, investigadora del Centro de Estudios de la Cultura y Comunicación de la Universidad Veracruzana y coordinadora del Observatorio de la Libertad de Expresión de la Universidad de Guadalajara, coincidió en señalar que los medios locales son los más vulnerables y quienes reciben los peores ataques porque se enfrentan a poderes vinculados con el crimen.
La investigadora lamentó que el asesinato de periodistas regionales está dejando a estas localidades sin voces de denuncia. “Estamos hablando de zonas silenciadas. Esto es un riesgo grande que corremos todos. La sociedad no está valorando la importancia de estos periodistas tan locales, tan poco importantes para los medios pero que están dando a conocer información que de otra forma estaría callada”.
Advirtió que, aun cuando cambien las autoridades y los partidos políticos, los cacicazgos en las regiones siguen ahí. “Son los mismos actores quienes deciden qué se publica y qué no se publica, y muchas veces esas autoridades están capturadas por el crimen, pero también muchas localidades enteras están infiltradas, eso genera impunidad absoluta”.
Ante los ataques a periodistas en la región, la comisión de periodistas adelantó que pondrá en marcha un programa estratégico de libertad de expresión con el interés superior de prevenir agresiones desde el ámbito municipal.
Durante el gobierno del morenista Cuitláhuac García otros cinco periodistas han sido asesinados: Celestino Ruiz, María Elena Ferral, Julio Valdivia, Jacinto Romero y José Luis Gamboa Arenas.
El crimen de este último, director del medio digital Inforegio, se cometió también en los primeros meses de este año, el 10 de enero, en el puerto de Veracruz. En este caso en la línea de investigación se desestimó como móvil la labor periodística.
La Fiscalía giró orden aprehensión contra Eduardo “N”, sobrino del periodista, por el presunto delito de homicidio doloso calificado, y como móvil adujo una disputa por temas de herencia.
La madre de Eduardo N (y hermana de José Luis) aseguró que su hijo sólo era un chivo expiatorio.
Texto publicado en el número 2376 de la edición impresa de Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: FLAVIA MORALES.
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