La captura de Rafael Caro Quintero, el llamado “Capo de capos”, fue un trabajo de inteligencia realizado por la DEA y ejecutado por efectivos de la Secretaría de Marina. Y no existe duda de que la entrega del capo fue parte de los acuerdos que no se dieron a conocer sobre la visita de Andrés Manuel López Obrador a Washington para entrevistarse con su homólogo Joe Biden.
El narcotraficante, jefe del Cártel de Caborca, llevaba nueve años en libertad y operando el tráfico de drogas al más alto nivel: vía terrestre y en aviones procedentes de centro y Sudamérica que aterrizaban en el Caribe mexicano. El viernes 15, la DEA coordinó el operativo con la Marina y pusieron fin a la carrera criminal de uno de los capos más emblemáticos de México.
La historia delictiva de Rafael Caro Quintero, exfundador del Cártel de Guadalajara, llegó a su fin. Ese día su buena estrella se apagó cuando efectivos de la Secretaría de Marina irrumpieron en la sierra de Sinaloa y capturaron al capo, quien encabezaba el llamado Cártel de Caborca.
Caro Quintero llevaba nueve años libre, tras su excarcelación, en 2013, luego de que mediante un fallo judicial se determinó que el narcotraficante había sido procesado por una autoridad incompetente, en este caso la Procuraduría General de la República, por el secuestro y muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena, en 1985.
Ese alegato, que surtió efecto en las altas esferas del Poder Judicial, puso a Caro Quintero en la calle. En 2015, el capo fue considerado de nueva cuenta prófugo de la justicia, pues otro tribunal de alzada determinó que la entonces PGR sí era autoridad competente cuando procesó a Caro Quintero, ya que Enrique Camarena era un agente extranjero autorizado para operar en México por una dependencia del Gobierno federal: La Secretaría de Relaciones Exteriores.
Fue entonces cuando se libró orden de aprehensión en contra de Caro Quintero, quien no fue hallado a lo largo de nueve años hasta que la DEA ubicó su paradero y solicitó a la Marina su captura. En estricto sentido, fue una perra de esa dependencia —Max— quien halló a Caro Quintero en medio de la sierra y lo ubicó para que los marinos lo detuvieran.
La recaptura de Caro Quintero se inscribe entre los acuerdos que sostuvo el Presidente Andrés Manuel López Obrador con el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en su pasada gira por ese país. El Gobierno norteamericano había expresado su desacuerdo de que los agentes de la DEA estuvieran acotados para operar en México. Y todo indica que la petición de Biden fue la detención de Caro Quintero, la cual se cumplió el pasado viernes 15 de julio.
Caro Quintero salió de la cárcel hace nueve años y regresó a sus andanzas. Fundó el llamado Cártel de Caborca y comenzó a operar el tráfico de drogas a gran escala, en aviones que eran introducidos por el Caribe mexicano.
EL FIN DE UNA HISTORIA
Dueño de una larga historia en el tráfico de drogas, multimillonario en su tiempo, a grado tal que ofreció al Gobierno de México pagar la deuda externa si lo dejaban en libertad, Rafael Caro Quintero, mediante un recurso legal interpuesto a través de sus abogados para frenar la orden de extradición que existe en su contra, argumenta que no tiene dinero ni trabajo porque, en calidad de prófugo de la justicia, no puede desempeñar ningún empleo para obtener recursos económicos.
Como se sabe, en el año 2013, un Juez federal ordenó la liberación inmediata de Caro Quintero —entonces estaba preso en Jalisco desde abril de 1985 bajo cargos de crimen organizado, narcotráfico y por el crimen de Enrique, el agente de la DEA— bajo el argumento de que, tras su detención, había sido procesado en el fuero federal y no en el común por el caso Camarena.
Por ello, fue liberado, pues la autoridad judicial consideró que Caro Quintero, entonces de 60 años de edad, ya había pagado más de la mitad de la condena que se le había impuesto, que fue de 40 años —la máxima en los años ochenta— por todos los cargos que enfrentó.
Pocos días después de haber sido liberado la Procuraduría General de la República (PGR) solicitó una nueva orden de aprehensión, ésta vez, para cumplir con la captura y extradición de quien fue fundador del legendario Cártel de Guadalajara.
Sin embargo, la DEA ha confirmado que el longevo capo se reintegró al narcotráfico, que regresó por sus fueros, como en sus mejores tiempos, para recuperar una de las plazas más boyantes del narco —Sonora— donde operó el tráfico de drogas a gran escala.
Caro Quintero habría sido rescatado por el Cártel de Sinaloa y, desde su liberación, regresó a sus andanzas para posicionarse como uno de los mejores capos de la llamada vieja guardia, pues conoce como nadie las rutas del trasiego, los contactos y, sobre todo, tenía la protección necesaria para entronizarse de nueva cuenta en el tráfico de drogas.
La orden de captura fue girada, pero desde el 2013 nada se sabía de Caro Quintero, hasta que fue capturado. Fuentes federales aseguran que el capo se incorporó al Cártel de Sinaloa, ahora encabezado por Ismael “El Mayo” Zambada, los hijos de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, —Iván Archivaldo y Jesús Alfredo— así como Aureliano Guzmán Loera, mejor conocido en el mundo del hampa como “El Guano”. Caro Quintero estuvo operando en el norte del país, según afirman las fuentes consultadas.
UNA LARGA HISTORIA
En los años setenta, después de abandonar su pueblo, Rafael Caro Quintero fundó el Cártel de Guadalajara, uno de los más poderosos. Para ello, se asoció con Miguel Ángel Félix Gallardo, entonces un empresario que más tarde sería muy boyante en sus negocios, y con Ernesto Fonseca Carrillo, “Don Neto”, uno de los más experimentados, quien conocía a la perfección todo el proceso del cultivo de la mariguana, principalmente, la droga de moda en esa época.
Caro Quintero nació el 24 de octubre de 1952 en La Noria, Badiraguato, Sinaloa, y junto con sus socios consolidó lo que bien podría llamarse el primer imperio de las drogas.
El capo sinaloense es sobrino de Lamberto Quintero, una leyenda del narco que inspiró un corrido que llevó su nombre llamado “El narco de narcos”, como es conocido en el mundo criminal. Durante su adolescencia y juventud se dedicó al cultivo de maíz y trigo en las tierras de su padre —Emilio Caro Payán—, quien era agricultor y ganadero en Sinaloa.
A la muerte de su padre, Caro Quintero se hizo cargo de su familia. Poco tiempo después conoció a Pedro Avilés —llamado “El León de la Sierra”— quien lo involucró en el tráfico de mariguana en el Pacífico. Antes, le enseñó el arte de la siembra, cosechar y comercializar la mariguana que, después, era llevada a California, Estados Unidos.
El Cártel de Guadalajara fue el primero en México en comercializar cocaína e introducirla a Estados Unidos, aunque el grueso del negocio era la llamada hierba verde.
Cuando se encontraba en una boyante etapa de esplendor, en el año de 1985, el Gobierno de Miguel de la Madrid inició una política contra el narcotráfico en México, con el apoyo de la agencia antidrogas de Estados Unidos.
La investigación de Camarena permitió hallar el rancho “El Búfalo” en Chihuahua, propiedad de Rafael Caro Quintero, donde la organización criminal plantaba mariguana a gran escala.
De acuerdo con informes oficiales, cuando el rancho fue descubierto el Ejército encontró una cosecha de 10 mil toneladas de mariguana. Aquel hallazgo fue un golpe espectacular en contra del Cártel de Guadalajara, histórico en esa época, lo que le permitió también conocer la red de cómplices que se aliaron con el narcotráfico, donde figuraban desde policías hasta militares.
En venganza, Caro Quintero ordenó el secuestro del agente de la DEA, quien fue privado de su libertad afuera del consulado de Estados Unidos en Guadalajara. Junto con él, también fue secuestrado el piloto de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Alfredo Zavala Aguilar, un exmilitar retirado.
Ambos fueron torturados hasta la muerte el 7 de febrero de 1985. Sus cuerpos fueron encontrados una semana después en un terreno baldío de Michoacán.
El asesinato del agente norteamericano provocó un conflicto diplomático entre México y Estados Unidos y toda una cacería para hallar a los tres capos que, tras la muerte de Camarena, se escondieron en sus respectivos escondites: Félix Gallardo huyó a Sinaloa, Ernesto Fonseca a Puerto Vallarta y Caro Quintero pudo salir del país: se refugió en Costa Rica acompañado de su novia, Sara Cosío, sobrina de Guillermo Cosío Vidaurri, un político de Jalisco que más tarde sería Gobernador.
El 4 de abril de 1985, Caro Quintero fue detenido en una casa de San Rafael Ojo de Agua, en Alahuelo, Costa Rica. Ahí fue hallado en compañía de Sara Cosío Gaona, de quien se dijo que había sido secuestrada por el capo.
En el momento de la captura, Sara Cosío le dijo a los agentes: “Yo no estoy secuestrada…Yo estoy enamorada de Caro Quintero”.
A Caro Quintero también lo acompañaba José Albino Bazán, Juan Carlos Campero Villanueva, Luis Beltrán, Miguel Lugo y Violeta Estrada. El arresto del narcotraficante fue posible gracias a que Sara Cosío hizo una llamada a su familia para aclarar que se encontraba con Caro Quintero por su propia voluntad. La joven fue encontrada semidesnuda en una cama y con señales de estar embarazada de Caro Quintero.
En ese tiempo, Caro Quintero tenía una fortuna calculada en 100 mil millones de pesos; además, era dueño de 38 casas que se localizaban en Jalisco, Zacatecas, Sinaloa y Sonora. Tras su captura, fue extraditado a México e ingresado al penal de Jalisco, donde cumplió una condena de 28 años.
En el año 2013, el famoso Caro Quintero fue liberado luego de que su defensa hallara que fue juzgado en el fuero federal y no en el común. Días después, la PGR activó una nueva orden de aprehensión cuyo principal objetivo es la extradición a Estados Unidos, donde cuenta con amplio expediente criminal, por delitos relacionados con la delincuencia organizada.
Según la resolución que lo puso en la calle, Enrique Camarena “no estaba acreditado como agente diplomático ni consular” y Caro Quintero fue juzgado en el fuero federal, cuando su caso debió estar radicado en el fuero común.
En el año 2009, un Juez mexicano determinó que por la acumulación de penas que tenía en su contra, a Caro Quintero le correspondieron 199 años de prisión, pero en el momento de ser sentenciado la ley sólo permitía la aplicación de una pena máxima de 40 años, la cual le fue impuesta.
La DEA lamentó la liberación de Caro Quintero, quien fue buscado por años por todo el territorio nacional.
El único dato que se supo de él en este tiempo que estuvo prófugo fue la respuesta que emitió al Juez que lleva el caso de la extradición, a través de su defensa, en la que explicó que era un prófugo de la justicia que no tenía trabajo ni dinero y, además, tampoco podía desempeñar actividad alguna dada la condición que enfrentaba.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: RICARDO RAVELO.
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