El PRD rema a contramarea para que dentro de 1 año y 3 meses no pierda su registro. Desde la salida de Andrés Manuel López Obrador ha entrado en un tobogán que para muchos lo tiene cerca de su desaparición. Los números y los hechos hablan por sí solos: en 16 años pasó de acariciar la Presidencia a convertirse en una fuerza política menor que se ha aliado con el PRI y el PAN para tratar de sobrevivir.
Era agosto de 2012. Habían pasado semanas de la votación que dio por ganador a Enrique Peña Nieto, a quien Andrés Manuel López Obrador acusó de haber comprado la elección. El Tribunal Electoral aún no había calificado la elección y “Los Chuchos”, Jesús Zambrano y Jesús Ortega, le plantearon a su candidato suscribir lo que después se configuraría como el Pacto por México.
López Obrador confirmaría en enero de 2023 el ofrecimiento que se le hizo a cambio de reconocer el triunfo de Peña Nieto, un planteamiento que desechó por tratarse de un “acto de simulación y un engaño“. Él no diría en ese entonces los nombres de quienes le habían hecho la propuesta, pero meses después la prensa confirmaría que fueron Jesús Ortega y Jesús Zambrano, el actual dirigente perredista que rema a contramarea para que dentro de 1 año y 3 meses el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no pierda su registro.
Semanas después de que le pidieran adherirse al bosquejo del Pacto por México, López Obrador, quien llevó al PRD a alcanzar sus mayores votaciones presidenciales en dos elecciones consecutivas, dejaría el Sol Azteca para iniciar Morena, que luego de seis años lo llevaría a la Presidencia de México con el histórico resultado de 30 millones de votos. “Voy a dedicar todo mi trabajo a la causa de la transformación de México desde el espacio que representa Morena. Por esta razón, me separaré de los partidos del Movimiento Progresista”, anunció el 9 de septiembre de 2012 desde el Zócalo de la Ciudad de México.
Ese sería el punto de inflexión del perredismo, que desde entonces ha entrado en un tobogán que para muchos lo tiene cerca de su desaparición. Los números y los hechos hablan por sí solos: en 16 años pasó de acariciar la Presidencia a convertirse en una fuerza política menor que se ha aliado con los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) —contra los cuales nació— para tratar de sobrevivir, aún cuando ha sido relegado de las candidaturas de 2023 en Coahuila y Estado de México, que le tocaron al tricolor, y del proceso de 2024 que siglará el panismo.
“No necesitamos bules para nadar. Nosotros estamos listos para participar de la manera que sea. Pensamos que lo mejor para lograr el triunfo electoral y derrotar las pretensiones del proyecto gobernante es yendo en una coalición muy amplia, pero no incondicionalmente, la base del respeto mutuo es fundamental”, dijo el 2 de febrero Zambrano, quien reclamó a sus aliados el que emitieran un comunicado que excluía al Sol Azteca.
En 2023 el perredismo sólo se juega su registro en el Estado de México, ya que en Coahuila no lo tiene. Para 2024, ha dicho que tiene a dos aspirantes, el exgobernador michoacano Silvano Aureoles Conejo, investigado por corrupción, y el Senador Miguel Ángel Mancera, cuyo círculo más cercano cuando gobernó la capital del país enfrenta distintos procesos por diversas irregularidades. A todo ello se suma que en cada proceso electoral que pasa, su respaldo ciudadano es menor.
En la elección de 2006 —la cual quedó marcada por la sospecha de fraude—, el Sol Azteca, bajo la coalición por el Bien de todos abanderada por Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos, hasta ese entonces la votación más elevada que había registrado la izquierda, frente a los 15 millones 284 votos logrados por Felipe Calderón Hinojosa, en medio de una campaña de desprestigio del empresariado hacia el candidato perredista y una operación de Estado, como ha denunciado el propio López Obrador.
Tres años después, en la elección intermedia de 2009, el PRD se mantuvo como tercera fuerza política nacional, detrás del PRI y PAN, con cuatro millones 228 mil 627, y para los comicios presidenciales de 2012, de nueva cuenta con López Obrador como su candidato, volvió a alcanzar una cifra récord para la izquierda a la que posicionó en el segundo lugar con 15 millones 896 mil 999 votos, alrededor de cuatro millones menos que los 19 millones 226 mil 784 obtenidos por Enrique Peña Nieto.
Ese año, 2012, fue determinante para el partido del Sol Azteca, el heredero del registro del Partido Comunista, que como antecedente de lo que sucedería ocho años después, firmó el Pacto por México de la mano de su entonces —y también actual dirigente— Jesús Zambrano Grijalva, quien respaldó junto al PAN las reformas estructurales del peñismo.
El impacto electoral lo viviría el PRD en la elección intermedia de 2015, cuando se mantendría prácticamente con los mismos votos que obtuvo en los comicios de 2009: cuatro millones 335 mil 321, apenas por encima de un partido naciente: Morena, fundado por López Obrador luego de su salida del PRD en septiembre de 2012, que en ese proceso alcanzó tres millones 345 mil 712 sufragios.
Ese pequeño margen entre ambas fuerzas se revertiría en 2018, año en el que la izquierda llegaría por primera vez a la Presidencia, pero no de la mano del PRD, que para ese entonces se alió en forma al PAN y a Movimiento Ciudadano, sino de López Obrador y Morena, que lograría una votación inédita de 30 millones 113 mil 483 sufragios contra el candidato del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, que obtuvo la votación más baja del PAN en 18 años con 12 millones 610 mil 120.
En ese proceso, el PRD tocó fondo. Logró un millón 602 mil 715 votos, cifra que se mantendría en el proceso intermedio de 2021 cuando tuvo un millón 792 700 votos; 248 mil 505 en solitario.
Un año después, en 2022, el PRD tuvo 94 mil 066 votos en las elecciones a Gobernador de seis estados, ni una quinta parte de los alcanzados por Morena en Oaxaca e Hidalgo, por ejemplo, y detrás de los 159 mil 692 votos que el partido guinda obtuvo por sí sólo en Quintana Roo, en donde el Sol Azteca colocó a su militante Laura Fernández Piña como candidata a la gubernatura de Quintana Roo, quien sólo alcanzó 16.1379 por ciento de los votos, contra el 56.4073 por ciento alcanzado por Maria Elena Hermelinda Lezama Espinosa, la actual Gobernadora de Morena.
A esto se suma su reducción territorial. En sus tres décadas de vida política, el PRD controló la Ciudad de México y gobernó Zacatecas, Michoacán, Tlaxcala y Baja California Sur a finales de los noventa e inicio del nuevo milenio. Pero desde la firma del Pacto por México en diciembre de 2012 con el Gobierno de Enrique Peña Nieto, y ya sin su estructura fundadora, se han salido unos 430 mil militantes a la fecha y ha ido perdiendo Chiapas (2012), Guerrero (2014), Ciudad de México (2018), Morelos (2018), Tabasco (2018), Puebla (2018, que ganó en alianza con el PAN), Nayarit (2021, que también ganó en alianza con PAN) y Michoacán (2021).
Al igual que ha ido perdiendo gubernaturas, también ha sucedido lo mismo con sus registros locales. Para 2021, por ejemplo, había tenido una votación menor al tres por ciento en 15 entidades, perdiendo su derecho a recibir prerrogativas estatales, y luego del proceso electoral de 2022 este número llegó a 19 estados, es decir dos terceras partes del país, al no obtener la votación necesaria en Hidalgo, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo.
Mientras que en el Congreso en cada proceso se ha ido reduciendo. En la LX Legislatura (2006-2009) tenía 125 diputados; en la LXI Legislatura (2009-2012) bajó a 63; en la LXII Legislatura (2012-2015) subió a 99; tres años después, en la LXIII Legislatura (2015-2018), sus diputados disminuyeron a 51; en la LXIV Legislatura (2018-2021) cayó aún más a 12 diputados, y en la presente LXV Legislatura (2021-2024) cuenta con 15 legisladores.
En tanto, en el Senado en las LX y LXI legislaturas tuvo, 26 escaños; en las LXII y LXIII, empezó con 22 senadores, y acabó con siete; en la LXIV se desplomó hasta cuatro, y actualmente, en la LXV Legislatura, sólo tiene tres.
AUTOR: OBED ROSAS.
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