El asesinato de Regina Martínez, corresponsal del semanario Proceso en Veracruz, marcó un antes y un después en las condiciones de seguridad y libertad para ejercer el periodismo en México, concluyeron integrantes del gremio en la presentación del libro “En la boca del lobo. Una conversación sobre el costo de silenciar a la prensa”.
La periodista fue doblemente silenciada, al ser asesinada y después al cerrar su caso como un asunto “pasional”, que además deja un pendiente desde el Poder Judicial que ha negado reconocer a Proceso como víctima y que sea el Estado el responsable del asesinato de Regina Martínez.
Este primer caso de una reportera asesinada en la capital de Veracruz, abrió la puerta en México para la intimidación a los medios de comunicación y, en especial, al periodismo independiente, desde el poder.
Para Katherine Corcoran, autora de In the Mouth of the Wolf, el crimen contra Regina Martínez fue el primer caso emblemático de asesinato a periodistas.
“En 2008 cuando llegué me sorprendió este brote de asesinatos de periodistas y no había alguna explicación. Decían que no eran periodistas, que eran corruptos y por eso los mataron. No había investigación”, pero cuestionó que por el alto número de asesinatos no podía sostenerse que todos fueran narcoperiodistas.
Llevar la investigación de este caso a Estados Unidos tuvo implicación en una declaración del expresidente de ese país, Donald Trump, en torno a que los medios eran enemigos de los gobiernos, lo que llevó a la autora a pensar que el gremio ejercía la profesión en medio de una situación muy adversa y de agresiones.
“Para Proceso el asesinato de Regina sigue siendo un agravio que abrió la puerta para otros asesinatos”, aseguró Jorge Carrasco, director del semanario, quien reconoce la inconformidad con la conclusión de la autoridad que se encargó de desaparecer la evidencia para investigar lo que sucedió en el asesinato de la periodista.
El caso es, afirmó, una muestra de la gran paradoja en la democracia mexicana y un crimen que “nos tiene permanentemente indignados”.
Corcoran expuso la preocupación de lo que pasa a la sociedad cuando no hay prensa independiente y aunque los periodistas siempre son polémicos y criticados por las autoridades en todos los niveles, en realidad la sociedad es la que sufre.
Fue el periodismo independiente, dijo, el que ha logrado que caigan gobernadores como Javier Duarte, por diversos delitos.
Norma Trujillo, periodista de Veracruz y compañera de la corresponsal de Proceso, aseguró que hablar de este tema aún provoca temor porque en los gobiernos veracruzanos compraban y silenciaban voces. Pero “Regina fue un antes y un después de esos crímenes”.
"Regina es una periodista emblemática para nuestro estado porque en Veracruz hay mucha mala práctica periodística. No era de las reporteras que se vendiera al gobierno, era de las luchas sociales. Era la voz de indígenas y acudía a los lugares”, afirmó la periodista.
Lo que se ha obtenido de este caso, señaló, ha sido un crimen de su memoria porque la justicia no ha dado ningún avance en reconocer que el asesinato tuviera que ver con su trayectoria periodística y se dedicaron a armar un expediente con irregularidades, además de que hubo presiones para que el gremio en la entidad no hablara de su trabajo periodístico.
Después de Regina Martínez se generó un ambiente muy complicado para ejercer el periodismo de Investigación e independiente.
Carrasco Araizaga expuso que “la pregunta es por qué la intención de mantener oculta la causa del asesinato”.
Aunque el miedo siempre rondó entre las y los reporteros que rodeaban a Regina Martínez, ella siempre decía: “Yo no tengo miedo. No voy a dejar que ellos puedan contra mí”, relató Norma Trujillo.
Uno de los elementos que más llamaron la atención en la investigación es que "hay una parte del expediente donde le hacen un perfil psicológico a su cadáver y ahí empieza una narrativa de algunos que fueron testigos que decían que Regina había cambiado su personalidad incluso señalan que por ejemplo empezó a usar minifaldas, empezó a usar zapatillas, cuestiones que marcan esa parte de género", indicó Trujillo pero de acuerdo con Katherine Corcoran a las periodistas asesinados si no los ligan con el narcotráfico, “en casos de mujeres si quieren ensuciar su imagen y no se puede decir que era narco entonces era puta, eso es muy común. En el caso de Regina que se indicara que la mataron por ser mujer, ahora no hay mucho”.
Armando Talamantes, director ejecutivo de Quinto Elemento Lab y quien moderó la presentación del libro, que tuvo lugar en Casa Refugio Citlaltépetl, recordó que el año en que mataron a Regina hubo otros seis periodistas asesinados, cuatro de los cuales eran también de Veracruz, en 2012.
En 2022 fue el año más mortal para periodistas en México: 12 de acuerdo con el conteo de Artículo 19 y 13 según el Comité para la Protección de Periodistas, pero en cualquier caso esta es la cifra más alta de la que se haya tenido registro para un país sin guerra, porque Ucrania tuvo 15 asesinatos de periodistas el año pasado; México, 13. “Así que desde 2012 hasta ahora estamos no mejor, sino peor”, expuso.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: DALILA ESCOBAR.
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