Cuando escuchó múltiples estallidos provenientes de la calle, Jorge Gutiérrez Bueno creyó por un momento que su hijo Jorge Roberto y dos amigos de éste –quienes platicaban en la banqueta– se divertían tronando cohetes. Casi de inmediato salió de su casa y encontró una escena inesperada: los tres jóvenes yacían ensangrentados; dos de ellos, ya sin vida mientras que el tercero estaba gravemente herido, pero moriría horas después en un hospital.
Esto pasaba en una ciudad que, junto con su área metropolitana (el municipio vecino de Villa de Álvarez), fue declarada como la más violenta del mundo en 2022, en un listado de 50 urbes que publica el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, AC.
El triple asesinato fue cometido después de las 21:30 horas del jueves 2 en la colonia Prados del Sur de esta ciudad, en el exterior del domicilio de Gutiérrez Bueno, mientras él y su familia preparaban adentro los guisados que al día siguiente esperaba vender en su puesto semifijo de alimentos, ubicado frente a las instalaciones del Poder Judicial.
Las víctimas del ataque fueron Jorge Roberto Gutiérrez Figueroa, de 19 años, quien cursaba la licenciatura en derecho en la Universidad Intercultural de Colima; Alan Emmanuel Núñez Sahagún, de 20 años, estudiante de la licenciatura en educación física y deportes en la Universidad de Colima (Ucol), y Antonio de Jesús Morfín Tapia, de 22 años, quien había estudiado la licenciatura en trabajo social en la escuela Vasco de Quiroga, de Comala, y actualmente laboraba en una embotelladora.
“No podemos entender todavía por qué sucedió esto, estamos desconcertados; conozco a mi hijo y a sus amigos, son estudiantes, trabajadores y deportistas. Siempre se reunían en la casa de uno u otro a convivir, eran jóvenes sanos”, dice José Alberto Núñez Ramírez, padre de Alan Emmanuel.
“Pedimos el esclarecimiento de los hechos y que se haga justicia”, dice Jorge Gutiérrez. “También queremos que las autoridades investiguen bien, que hagan su trabajo y no manchen sus nombres porque la verdad es que mi hijo y los otros jóvenes no andaban mal”.
Miguel Arihoce Sandoval Valdés, tío de Antonio de Jesús, denuncia que en los últimos años las autoridades dejaron crecer a la delincuencia y “ahorita ya no hallan cómo detenerla; esto va en aumento y no se ve que el gobierno esté haciendo algo mientras resulta afectada mucha gente inocente”.
Diez días antes del atentado contra los jóvenes, el 20 de febrero, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, AC, había dado a conocer su Ranking 2022 de las 50 ciudades más violentas del mundo, lista encabezada por primera vez por la capital colimense y su área metropolitana, que incluye los municipios de Colima y Villa de Álvarez, con una tasa de 181.94 asesinatos por cada cien mil habitantes.
De acuerdo con el informe, la tasa de homicidios dolosos registrada por esta ciudad en el último año “se aproxima a las tasas que prevalecieron en Medellín, Colombia, entre finales de los ochenta y principios de los noventa, debido a la ‘guerra’ de Pablo Escobar y sus cómplices contra el Estado colombiano para impedir su extradición a Estados Unidos”.
La gobernadora Indira Vizcaíno Silva, de origen morenista, afirma que el incremento en las cifras de homicidios del último año en la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez “tiene que ver con una división de un cártel que estaba predominando en las calles en el tema del narcomenudeo”, por lo que “entonces la disputa es esa, entre quienes salen de ese cártel y están peleando esos espacios”.
Los 601 crímenes registrados en la zona urbana de la capital de Colima equivalen a 67.75% de los 887 casos contabilizados en todo el estado a lo largo de 2022, año en el cual se rompió el récord histórico de asesinatos durante el último cuarto de siglo, desde que se tiene registro oficial.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2421 de la revista Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: PEDRO ZAMORA BRISEÑO.
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