Al corte del 1 de mayo, la Secretaría de Salud confirmó que a nivel nacional había un acumulado total de siete millones 587 mil 643 contagios de COVID-19, de los cuales seis millones 833 mil 884 ya se habían recuperado del virus. Mientras que las muertes por este padecimiento en México sumaron 333 mil 913.
El fin de la pandemia por COVID-19 en México llegó este miércoles 9 de mayo. Pasaron poco más de tres años desde que se decretaron las primeras medidas para intentar detener la propagación del virus detectado por primera vez a finales de 2019 en Wuhan, China. El virus llegó al país el 28 de febrero de 2020, y desde entonces produjo más de siete millones de contagios y casi 334 mil muertes, números que dan cuenta del daño que causó el virus Sars-COV-2.
En exactamente tres años, el país acumuló siete millones 451 mil 429 casos positivos al SARS-CoV-2 y 332 mil 988 muertes por la enfermedad que causa Coronavirus, de acuerdo con el reporte técnico de la Secretaría de Salud. Detrás de cada una de esas cifras hay miles de casos de personas que perdieron a sus seres queridos, que aún lidian con secuelas al contraer la enfermedad y que perdieron su patrimonio.
Al corte del 1 de mayo, el Gobierno de México confirmó que a nivel nacional había un acumulado total de siete millones 587 mil 643 contagios de COVID-19, de los cuales seis millones 833 mil 884 ya se habían recuperado del virus. Mientras que las muertes por este padecimiento en México sumaron 333 mil 913. No obstante, distintas instancias han advertido que las cifras pueden ser mucho más altas.
De acuerdo con la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de los 33 países que conforman la región de América Latina y el Caribe, México fue el tercer país, de seis, junto con Perú, Bolivia, México, Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Guyana, con más número de defunciones, por encima del promedio del resto de las naciones de esta región.
“Solo seis de los 33 países experimentaron un exceso de muertes particularmente alto por encima del promedio de ALC: Perú, Bolivia, México, Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Guyana (…) El promedio de estos seis países es de 560 muertes en exceso por 100 000 (60por ciento más que el promedio de ALC). Juntos, este grupo representó el 48 por ciento de todas las muertes en exceso en ALC en el período 2020-21”, indicó el informe titulado Salud de un vistazo: América Latina y el Caribe 2023, publicado el 18 de abril de 2023.
En tanto, el reporte COVID-19 en México: un perfil sociodemográfico, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) el 7 de enero de 2021, en México el COVID-19 se posicionó como la tercera causa de muerte, sólo detrás de la diabetes y de las enfermedades cardiovasculares.
Asimismo, se señaló que los estados con mayores índices de mortalidad, hasta ese momento, eran Tabasco, Ciudad de México, Sinaloa, Baja California, Sonora, Quintana Roo y Campeche, en donde se presentaron entre 67 y 95 muertes por cada 100 mil habitantes. Mientras que Chiapas, Durango, Michoacán, Aguascalientes, Guanajuato, Zacatecas y Jalisco fueron las entidades con los niveles más bajos de mortalidad, en relación con el promedio nacional.
En el mismo documento se destacó que pese a que en los municipios más ricos del país el nivel de contagio de COVID-19 era nueve veces mayor respecto a los municipios más pobres no urbanos y un 40 por ciento más que en los municipios pobres urbanos, en estos últimos fue en donde la mortalidad era más alta. “En otros términos, a menor pobreza, más contagios, pero cuanto mayor es la pobreza, mayores son la letalidad y la mortalidad”, se indicó.
El análisis también consideró 620 municipios en donde al menos el 70 por ciento de de la población habla una lengua indígena, “localidades rurales con altos niveles de pobreza y carencias de todo tipo”, en donde, detalló, las tasas de contagio y de mortalidad fueron “cuatro veces más altas que las de los municipios pobres”, ya que “morían 20 de cada 100 personas con COVID-19”.
“El comportamiento del COVID-19 en los municipios indígenas ha sido ciertamente excepcional, en la medida en que en ellos impera la peor de las situaciones; incluso cuando se trata de municipios rurales, los niveles de contagio y mortalidad son muy altos y la letalidad es la mayor registrada entre los municipios de México”, refiere el documento.
Además, se enfatizó que gran parte de las personas que fallecían por COVID-19 contaban con padecimientos como diabetes, hipertensión, obesidad y tabaquismo. Por ejemplo, hasta el 2020, el número de personas con hipertensión que fallecieron tras contagiarse de Coronavirus fue de 27 mil 272; con diabetes, 23 mil 425; otras 15 mil 057 presentaban obesidad; y los pacientes con tabaquismo sumaron cuatro mil 901.
DEL INICIO AL FIN DE LA PANDEMIA
Fue el 30 de enero de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que el brote de coronavirus SARS-CoV-2, constituía una emergencia importante de salud pública, y ante el avance de los contagios del virus en diversos países, el 11 de marzo determinó considerarlo pandemia.
Por ello, y debido a los contagios que se empezaron a registrar a nivel nacional, el Gobierno de México decretó el 30 de marzo de ese mismo año, un acuerdo en el que decretó la emergencia sanitaria derivada del COVID-19, y con ello, la implementación de medidas extraordinarias para mitigar los contagios.
Este 9 de mayo, luego de más de tres años de la llegada del virus a México y tras el reciente anuncio de la Organización Mundial de la Salud de dar por terminada la pandemia a nivel mundial, el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dio por finalizada la pandemia de la COVID-19 en el país,
Desde Palacio Nacional, el Subsecretario declaró que la tendencia de la COVID en el país es decreciente, y que debido a las jornadas de vacunación, existe un alto nivel de inmunidad dentro de la población mexicana.
“Dado que se cumplen las características que ha considerado la OMS para suspender la emergencia de salud pública de interés internacional, también se ha tomado la decisión para el propio país”, anunció el funcionario en conferencia de prensa.
“El Presidente ha firmado un decreto que pone fin a la vigencia del decreto original del 23 de marzo de 2020, en el que se estableció la situación de emergencia sanitaria asociada a [la] COVID-19″, agregó López-Gatell.
LAS SECUELAS POR LA COVID
Hasta agosto de 2021, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) informó que su equipo multidisciplinario en materia de salud había atendido a “casi 178 mil personas con diversas complicaciones o secuelas” de COVID-19.
A través de un comunicado, detalló que los pacientes habían sido sometidos a intervenciones y a rehabilitación pulmonar. Asimismo, precisó que en pacientes con secuelas pulmonares leves, el tiempo de rehabilitación es de máximo cuatro semana, mientras, en quienes presentaron afectaciones severas, este periodo es de hasta 12 semanas.
“En otros casos donde las personas presentan miopatías o neuropatías el promedio de recuperación tarda entre seis y 12 meses”, agregó el IMSS, mismo que destacó que entre estas secuelas se encontraban: “dificultad para respirar, cansancio o fatiga luego de actividades físicas, tos, dolor de pecho, estómago, cabeza o palpitaciones”.
Una nota informativa publicada por en la Gaceta informativa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 31 de enero de 2022, Susana López Charretón, investigadora del Instituto de Biotecnología y especialista en virología, destacó que las secuelas se pueden presentar en el 10 y 15 por ciento de los pacientes que se contagiaron de COVId-19, sin importar si fue leve o grave la infección.
Estas secuelas pueden incluir tos crónica, disnea o falta de aire como comúnmente se le conoce, cansancio, taquicardia, pérdida de olfato o parosmia, un padecimiento que distorsiona olores que percibe una persona y caída de cabello. Además, a nivel neurológico puede haber afectaciones como insomnio, dificultad para concentrarse, incluso depresión y ansiedad.
Por lo que sugirió, en caso de presentar estas secuelas, acudir con un “neumólogo o el rehabilitador con entrenamiento en rehabilitación respiratoria”, que es el indicado para ayudar a las personas a recuperar su calidad de vida tras haber padecido COVID-19, y que junto a un fisioterapeuta pueden “diseñan el plan de tratamiento, los ejercicios adecuados y con base en eso se define cuántas veces y a qué ritmo se darán las terapias”.
Por su parte, la UNAM también emitió una serie de recomendaciones a su plantilla universitaria y académica que también pueden aplicarse al resto de la población, como el uso de cubrebocas, que aunque es opcional se pide considerar ciertos aspectos al momento de decidir portarlo o no, entre los que se encuentran: cuando la persona no se encuentra vacunada contra COVID-19.
Asimismo, cuando alguien presente síntoma de enfermedad respiratoria aguda, y que pese a esto no tengan oportunidad de mantenerse aislados; cuando se conviva con alguien que haya dado positivo a confirmado, o con personas que presenten síntomas de enfermedad respiratoria; personas vulnerables que cuenten con alto riesgo complicaciones en caso de que se contagien de Coronavirus.
También se sugiere el uso de cubrebocas cuando las personas se encuentren en espacios poco ventilados y con más personas durante un tiempo prolongado, como son el transporte público; salas de juntas; recintos culturales, instalaciones deportivas o auditorios, en donde tampoco existen sistemas de ventilación; en consultorios, clínicas, laboratorios de diagnóstico, ambulancias.
La UNAM exhortó a continuar o llevar a cabo la vacunación pertinente, que se ventilen los espacios cerrados y a seguir con la adecuada higiene de manos y limpieza habitual de mobiliario, y en caso de presentar síntomas de enfermedad respiratoria, quedarse en casa y buscar la atención médica adecuada, ya que, refirió, las olas de contagios previas han demostrado que la situación puede cambiar de un momento a otro por lo que sugirió mantenerse al pendiente.
PROBLEMAS DE SALUD MENTAL Y APRENDIZAJE
En entrevista para SinEmbargo, Hector L. Frisbie, médico cirujano y especialista en salud pública, compartió que los efectos secundarios del coronavirus, que siguen afectado la vida de niños y adolescentes, son tanto cognitivos como afectivos, en donde se engloban trastornos de ansiedad y depresión.
A través de distintos artículos, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés) dio a conocer en diversas ocasiones que menores de nivel prescolar llegaron a presentar un retroceso temporal en términos de desarrollo derivado por la COVID-19.
De acuerdo con la Unicef, la interrupción de clases presenciales, los juegos con amigos y otras rutinas importantes para los niños acrecentaron comportamientos regresivos en diferentes habilidades que dominaban antes del encierro como ir al baño y dormir; mientras que en adolescentes, se llegó a presentar dificultad a la hora de controlar sentimientos de ira, tristeza y ansiedad.
En este sentido, el Dr. Frisbie apuntó que “el desarrollo tanto emocional, mental, cognitivo e incluso inmunológico, está en íntima relación a que las personas menores de edad, niñas y niños, se expongan a otras niñas y niños en ambientes en los cuales preponderantemente son menores los que interactúan y de esa manera ellos van adquiriendo herramientas sociales para convivir con otras personas que se adquieren desde la infancia y también esto sucede con las actividades que se realizan en la escuela”.
“El tener las clases en casa era algo que deterioraba mucho la capacidad de interacción, de trabajar en grupo, como funciona la vida real y como funciona el mundo real, entonces eso afectó a los niños tanto emocionalmente como socialmente”, añadió.
Después de poco más de dos años de clases en línea, se dio a conocer que la pandemia dejó una alta tasa de rezago educativo especialmente en preprimaria y primaria.
De acuerdo con un informe publicado, en julio del 2022, por el Banco Mundial, el rendimiento en lectura, escritura y matemáticas de los estudiantes de nivel primario podría caer a niveles similares a los de hace más de 10 años. Asimismo estimó que alrededor de 4 de cada 5 estudiantes de sexto grado no serían capaces de entender e interpretar adecuadamente un texto de longitud moderada.
Por otra parte, durante la pandemia de la COVIS-19 también aumentaron los casos de personas con problemas de salud mental a nivel mundial, sobre todo en la población adolescente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó hace un año que con el confinamiento se habría elevado un 25 por ciento la prevalencia de la ansiedad y depresión en todo el mundo, lo que llevó a varios países a incluir la atención a la salud mental y el apoyo psicosocial como plan de respuesta a la pandemia.
SinEmbargo se puso en contacto con el Dr. Nicolás Alejandro Hernández, Fundador y Director General del Instituto Internacional de Terapias Cognitivo – Comportamentales (INCOSAME), quien explicó que a este tipo de padecimientos, que llega a presentar una persona que resultó contagiada, se les conoce como COVID tardío.
“Hay varias investigaciones a partir de todo esto del COVID, en donde se empezó a ver que hay secuelas, se hicieron estudios neurológicos, cuestiones de imagen cerebral y todo, y se ha descubierto que sí hay secuelas hasta después de un año, año y medio posterior a una infección de COVID, esto debido a que el sistema nervioso detecta el virus y lo que provocó en su momento cuando la persona estuvo enferma son microinfartos”.
Según el organismo, entre las principales causas del aumento de problemas de salud se encontraron el aislamiento social, la soledad, el miedo a contagiarse, sufrir y morir, o a que los seres queridos pudieran correr peligro, el dolor provocado por la pérdida de familiares y amigos, y las preocupaciones económicas.
AUTOR: NORA NANCY GASPAR RESENDIZ.
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