Los palos, machetes y piedras colocados en las carreteras del Istmo de Tehuantepec impidieron el paso a los estados de Chiapas y Veracruz. Se trató de una manifestación que pobladores zoques de Santa María y San Miguel Chimalapas encabezaron en protesta por la defensa de su vida y su territorio.
El bloqueo, que duró seis días, concluyó tras la firma de acuerdos para instalar mesas de trabajo con las autoridades, aunque los comuneros zoques aseguraron estar “cansados de promesas de gobierno, que incumplen con todo”.
“Queremos decirles que nuestra lucha es por lo que es nuestro, por nuestro territorio, y exigimos que nos respeten las decisiones que hemos tomado desde nuestras asambleas comunitarias. Siempre hemos sido los guardianes de esta selva, considerada uno de los pulmones más grandes de México y así queremos mantenerla, siempre viva y fortalecida”, dijeron las comuneras y comuneros que desde el 12 de junio iniciaron los bloqueos carreteros.
Y es que desde noviembre del 2021, a través de la controversia constitucional 121/2021, los magistrados de la Suprema Corte Justicia de la Nación (SCJN) determinaron que 162 mil hectáreas de bosque y selvas pertenecían a Oaxaca y no a Chiapas, por lo que los comuneros exigen la ejecución de la sentencia.
Angélico Solano, comisionada de la comunidad Benito Juárez para participar en Bienes Comunales, dijo que el gobierno incumplió las mesas de negociación, por lo que exigieron nuevos acuerdos y reuniones, las cuales comenzarán a partir de este 20 de junio.
Al territorio de los Chimalapas, conformado por Santa María y San Miguel, se le reconoce por tener la mayor extensión de selvas húmedas bien conservadas y bosques mesófilos de toda Mesoamérica, lo que la convierte en la bioregión de mayor diversidad biológica y generadora de la mayor cantidad de servicios ecosistémicos.
Para las autoridades agrarias, las tierras de Santa María y San Miguel Chimalapas son sagradas, por eso se defienden y se cuidan. En los últimos años, la presencia de personas armadas ha provocado el desplazamiento de la población para así adueñarse del territorio, del que se extraen maderas preciosas y animales exóticos como jaguares, changos, guacamayas, entre otros.
“Nosotros lo que exigimos, además de que respeten nuestro territorio, es la seguridad, pues tenemos varias familias que han sido desplazadas por las amenazas de personas armadas”, dijo Vidal López Hernández, comisariado de bienes comunales de Santa María Chimalapas.
Acompañado de comuneras y comuneros, el comisariado recordó al gobierno de México y de Oaxaca que su única intención es hacer valer la resolución judicial, que indica que las tierras son de los Chimalapas.
“Acá no hay otra discusión más que la lucha por el respeto al territorio. En ningún momento nosotros pedimos otra cosa que no sea por el bien de nuestro espacio, acá nos tocó vivir, y lo que añoramos es que siga vivo, que no haya invasores. Han atacado mucho la región, la selva está lastimada y no queremos que se acabe, porque acá vivimos, de aquí somos”, recalcó Vicente Contreras Pérez, comisariado de bienes comunales de San Miguel Chimalapas.
Y es que ni el sol ni la lluvia ni el viento detiene esta lucha que por décadas han tenido los zoques, que además de luchar contra la tala clandestina, el tráfico de animales y las invasiones territoriales, también se defienden del gobierno de Oaxaca, al que acusan de pactar con Chiapas, pues a seis meses de la nueva administración estatal no ven que los ayude a validar lo que la Suprema Corte determinó en 2021.
Para el activista y represente regional del Comité Nacional para la Defensa de los Chimalapas, Miguel Ángel García Aguirre, “es urgente que el gobierno de Salomón Jara Cruz resuelva el tema de la controversia”.
García Aguirre, como conocedor y defensor de Los Chimalapas, advirtió que tampoco están a favor de que conviertan la selva en Área Natural Protegida, “porque eso significa un control, y la selva siempre ha sido libre”.
“Hago un llamado urgente y respetuoso al gobernador de Oaxaca a que cumpla la sentencia emitida y también se luche contra los invasores. Esta gente llegó y arrasó con 50 mil hectáreas de la zona de Cal y Mayor que se dañó por completo, y estos ganaderos y terratenientes quieren seguir lastimando nuestro territorio, donde abundan bosques de niebla y selva, que son los más complejos y delicados del mundo”, concluyó.
AUTOR: DIANA MANZO.
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