Peor aún: se ha desfondado. Cinco millones de sus militantes han salido del partido. Y el éxodo incluye a prominentes cuadros y dirigentes. Las renuncias más recientes son las de los senadores Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila y Nuvia Mayorga.
De cara al proceso electoral del 2024 en que se elegirán la Presidencia de la República, la totalidad del Congreso de la Unión, nueve gubernaturas, 31 congresos locales, mil 580 ayuntamientos, 16 alcaldías de la capital y 24 juntas municipales, el PRI sufre una salida “silenciosa” de miles de simpatizantes y militantes, y una evidente de dirigentes, que ponen en riesgo su permanencia como fuerza política nacional.
Por ejemplo, la reciente renuncia de los cuatro senadores tiene un impacto directo en la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara del Alta, pues se reduce de 13 a sólo nueve senadores, convirtiéndose en cuarta fuerza política, por detrás de Movimiento Ciudadano, que cuenta con 12 legisladores.
Lo mismo ocurrió en junio con la renuncia de 300 militantes, legisladores, síndicos y dirigentes municipales en Hidalgo y Sinaloa, minando la presencia y la fuerza política priista en ambas entidades.
Los principales factores del éxodo de miles de priistas han sido la corrupción de sus dirigentes durante la administración de Enrique Peña Nieto y de manera más reciente las desavenencias que se han manifestado desde que Alejandro Moreno, Alito, inició la presidencia del partido el 18 de agosto de 2023 con una extensión hasta finalizar los comicios de 2024.
Desde el 2019 al presente año el PRI ha perdido 22 de 23 gubernaturas y ha perdido más de mil gobiernos municipales.
“Veo esto que está pasando con mucha preocupación y también con tristeza, porque quienes han renunciado son militantes y cuadros importantes que tuvieron responsabilidades dentro del PRI en momentos muy complejos. Los rostros que tienen visibilidad ahora son los de los cuatro senadores, pero la preocupación es que cada uno de ellos tiene una representación y trayectoria que indudablemente también se pierde”, expresa la exdirigente nacional priista Dulce María Sauri.
José Encarnación Alfaro, exsecretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, advierte que las renuncias de los últimos años se deben al ejercicio de la dirigencia fallida de Alito, quien ha sido excluyente, incapaz de ganar elecciones y con una visión retrógrada y patrimonialista.
“Se ha adueñado de los órganos formales de dirección del partido para imponer decisiones que sólo responden a sus intereses y compromisos, los cuales no van más allá de su ambición de administrar las prerrogativas y las candidaturas de representación proporcional de lo que electoralmente quede del partido”, indicó el exdiputado e integrante del Frente Amplio de Renovación, corriente de opinión del PRI.
La desbandada
Aunque ahora las acusaciones se centran en la dirigencia de Alejandro Moreno, responsabilizándola de la salida de militantes y simpatizantes, lo cierto es que este abandono al partido comenzó a la mitad del gobierno de Peña Nieto y se expresó en 2016, cuando el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera presentó su renuncia como presidente nacional del PRI al perder siete de 12 gubernaturas.
Para entonces ya habían explotado los casos de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, acusado de tener una red de prostitución bajo el amparo del PRI en la Ciudad de México; las denuncias en el sindicato petrolero contra su líder Carlos Romero Deschamps; y los cuestionamientos de corrupción a los gobernadores que Peña Nieto bautizó como el “nuevo PRI”.
Posteriormente vendrían las detenciones de los gobernadores Javier Duarte de Veracruz, y César Duarte de Chihuahua; de la extitular de Sedesol, Rosario Robles, y del exdirector de Pemex Emilio Lozoya Austin, cuyos procesos legales por corrupción minaron aún más la credibilidad en el PRI.
“Hoy escuche algunas voces que me sorprendieron. Decían que se vayan los viejos y dejen en su lugar a la nueva generación. Me parecía escuchar los ecos de aquellas voces que clamaban la llegada del nuevo PRI con gobernadores jóvenes que hoy, por cierto, están en la cárcel. Justamente el grupo que se queda arraigado en la dirigencia del partido proviene de esa generación frustrada por sus resultados y actitudes”, asevera Sauri Riancho en entrevista con Proceso.
En una revisión hecha a los padrones de militantes de los partidos políticos nacionales publicados por el Instituto Nacional Electoral en los comicios federales de 2018 y 2021, el PRI perdió 78% de sus afiliados, al caer de 6.4 millones en la última elección presidencial a 1.2 millones.
Tras el descalabro del 2018, Ivonne Ortega y José Narro Robles renunciaron al partido. Consideraron que existieron inconsistencias en el proceso partidista mediante el cual Alejandro Moreno se mantuvo al frente del PRI.
El año pasado salieron del PRI varios exgobernadores a quienes el presidente López Obrador designó como embajadores: Quirino Ordaz, en España; Carlos Miguel Aysa, en República Dominicana; Carlos Joaquín González, en Canadá; y Claudia Pavlovich, cónsul en Barcelona.
El pasado 16 de junio el exgobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, presentó su renuncia al PRI, partido en el que militó por más de 40 años. Una semana después, el 24 de junio, 15 presidentes municipales, 70 síndicos y regidores, e integrantes de 27 comités municipales de Hidalgo renunciaron también a su militancia tricolor.
Luego, el lunes 26 de junio en Sinaloa se dio otra ola de renuncias de 200 militantes --líderes agrarios, exregidores, exsíndicos y dirigentes de base del partido— con el argumento de estar en desacuerdo con la dirección nacional encabezada por Alejandro Moreno. Entre quienes renunciaron esta Jesús Valdés Palazuelos, exalcalde de Culiacán y expresidente del partido, quien pronosticó “un descenso en la militancia como sucedió en 2019, tras la derrota en la elección presidencial”.
Esta desbandada de dirigentes, militantes y simpatizantes de las filas del PRI tendrán un impacto directo en las elecciones del 2024. “Si va solo, fuera de la alianza con el PAN y PRI, corre el riesgo de quedar como una fuerza irrelevante y como un partido que sería administrado sólo como una franquicia”, asevera Sauri.
El pasado 1 de junio, Sauri, José Encarnación Alfaro, Fernando Lerdo de Tejada, Adolfo Toledo, y los exgobernadores Natividad González Parás y Héctor Astudillo, anunciaron la integración del Frente Amplio de Renovación como una corriente de opinión en el PRI que le apuesta a la sobrevivencia del partido.
El sonorense Encarnación Alfaro advierte, sin embargo, que las recientes salidas de cuadros con trayectoria y liderazgo en el PRI, abrirá nuevos frentes de inconformidad con la dirigencia nacional en todo el país y esta fractura se profundizará con el manejo desaseado de los procesos de postulación de las candidaturas al Senado y a la Cámara de Diputados, así como a las nueve gubernaturas que se renovarán el 2024.
“Y sobre todo, en la definición de las candidaturas de representación proporcional, toda vez que Alejandro Moreno habrá de privilegiar los intereses de su grupo con el propósito de lograr el control de las fracciones parlamentarias del PRI. El propio Alejandro Moreno habrá de postularse en el número uno de la lista de candidatos a senadores plurinominales”, adelanta el exsecretario de Organización.
Dulce María Sauri percibe que el futuro del PRI está en fortalecer la coalición con los otros partidos, lograr una buena candidatura presidencial y tener posiciones en las cámaras de diputados y senadores.
“Pero si no logra cuajar la coalición, si el PRI va solo, ahí el riesgo de la desaparición es mayúsculo. Hasta en los cálculos más mezquinos de la dirigencia nacional del PRI, ésta sabe que una buena candidatura a la Presidencia de la República trae votos. Sin embargo, a lo que le tengo más temor es a la salida silenciosa de miles de simpatizantes que se puede decepcionar de lo que está pasando”,manifiesta la exgobernadora y exdirigente nacional del priismo.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
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