miércoles, 27 de septiembre de 2023

La marcha por los 9 años de Ayotzinapa muestra la ruptura de los padres con AMLO

La marcha por Ayotzinapa de este 26 de septiembre adquirió un tono anti-AMLO que no se había visto en los nueve años anteriores. Los padres y madres de los 43 desaparecidos reclamaron al gobierno que se siga encubriendo al Ejército.

Con la llegada en 2018 de López Obrador a la Presidencia, y la promesa de que su gobierno resolvería el caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, las multitudinarias marchas que se vivieron durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se fueron reduciendo en tamaño y espacio en la agenda informativa. Sin embargo, la novena marcha, celebrada este martes, volvió a tomar en masa el Paseo de la Reforma de la capital mexicana.

Las escenas y consignas de la marcha recordaron a las manifestaciones de 2014 y 2015, cuando miles de personas, especialmente los jóvenes estudiantes, expresaban su rechazo al gobierno priista y a la construcción de la llamada “verdad histórica” por parte de la entonces Procuraduría General de la República que encabezaba Jesús Murillo Karam -hoy en prisión preventiva.

La “verdad histórica”, que buscaba zanjar el caso con una narración de los hechos repleta de inconsistencias y testimonios obtenidos bajo tortura, fue duramente criticada por López Obrador, quien se comprometió a desmantelarla para, en su lugar, investigar a fondo el caso, dar con el paradero de los jóvenes y llevar a los responsables ante la Justicia.

Pero, cinco años después, la desilusión por la falta de resultados y de respuestas, y por el “encubrimiento” que los padres de los estudiantes denuncian que el Gobierno está haciendo para que el Ejército salga bien librado en este caso, volvió a desatar el enojo en las calles. Como en 2014.

“AMLO dijo que todo cambiaría… ¡mentira! ¡mentira!, es la misma porquería”, fue una de las consignas más repetidas por los jóvenes en la marcha de ayer -junto a la de ’26 de septiembre no se olvida’ o la ya clásica ‘Ayotzi vive’, la lucha sigue-, que inició alrededor de las 16.30 horas en el Ángel de la Independencia, que fue ‘bunkerizado’ con bardas metálicas.

“Este gobierno también está queriendo ser tapadera de los anteriores, no sabemos qué acuerdo tenga con los militares para no dar toda la información”, opinó el señor Édgar, que acudió a la marcha con su hijo menor, que portaba una cartulina que rezaba ‘yo solo quiero estudiar’.

“Estoy aquí porque mi hijo también podría ser uno de los 43, y porque me pregunto: ¿qué haría yo como madre para obtener justicia? Lo menos que puedo hacer es venir a acompañar a estos padres que llevan 9 años sufriendo sin respuestas”, expuso por su parte Rosa, que forma parte de una colectiva que busca a personas desaparecidas en la capital mexicana.

“Fue el Ejército”: el reclamo en la marcha por Ayotzinapa

Tras la llegada de al menos 20 camiones de pasajeros desde localidades michoacanas, como Cherán, y otras de Guerrero, más la llegada de contingentes de estudiantes de universidades capitalinas, la marcha congregó al menos a cinco mil personas, según el recuento del gobierno de la ciudad, en los dos carriles del Paseo de la Reforma hasta llegar a las 19:00 horas al Zócalo capitalino.

Ahí, una enorme pinta sobre una barda que protegía una de las puertas del Palacio Nacional donde despacha el presidente rezaba: “Fue el Ejército”.

Precisamente, en Palacio Nacional los padres y madres de Ayotzinapa habían mantenido 24 horas antes una reunión con autoridades -la segunda, luego de que la semana pasada los recibiera AMLO-, de la que salieron con caras largas y visiblemente exhaustos y enojados. A pesar de que habían solicitado expresamente al presidente que el Ejército entregara una serie de documentos que serían clave en el caso, y de que éste se había comprometido a que se les daría toda la información disponible y sin testar, el titular de Sedena, el general Crescencio Sandoval, no se apersonó en la reunión y mandó en su lugar un escrito que leyó Rosa Icela Rodriíguez, la titular de Seguridad, en el que no ofreció documentación nueva alguna.

“Fue un insulto a los padres”, dijo visiblemente frustrado el señor Mario César González a la salida el lunes en la noche de la reunión, donde el abogado Vidulfo Rosales también mostró su decepción porque, dijo, ahora el gobierno está haciendo una nueva narrativa de los hechos “que criminaliza a los estudiantes y que se asemeja mucho a la de la verdad histórica” del gobierno de Peña Nieto.

Cuestionados sobre si volverían a dialogar con las autoridades o si habría una ruptura definitiva con el gobierno ‘obradorista’ que ya va de salida, los familiares se mordieron la lengua y prefirieron mostrarse cautos.

“Aún no lo hemos decidido”, dijeron con timidez.

Pero la noche de ayer martes, el discurso de los familiares de los 43 arriba del templete, a tan solo unos pocos pasos de la enorme pinta de ‘Fue el Ejército’, se endureció de manera considerable. La ruptura parece un hecho.

“La investigación del caso Ayotzinapa se encuentra estancada por la responsabilidad de este gobierno, porque este gobierno, lejos de ponerse del lado de las víctimas, se ha colocado del lado del Ejército mexicano”, se desgañitaba gritando el abogado Vidulfo Rosales.

“Depositamos la esperanza en este gobierno porque de verdad creíamos que habría un cambio y que realmente sabríamos qué pasó con los muchachos. Pero cuál fue nuestra desilusión. Nos llevaron 5 años por el camino fácil. Y ahora quieren que aceptemos una narrativa que no tiene fundamentos”, agregó Rosales, que recordó que la llamada ‘verdad histórica’ ya fue desmantelada por los especialistas del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

Una segunda “verdad histórica”, denuncian familias de normalistas

Emiliano Navarrete, padre del estudiante José Ángel Navarrete, tomó el micrófono con el gesto serio y tenso, acompañado por el resto de padres y madres que portaban las fotografías de sus hijos desaparecidos, y también se fue directo contra el presidente, que horas antes, en su habitual conferencia ‘mañanera’, volvió a defender la honorabilidad del Ejército asegurando que la institución castrense sí ha entregado toda la información en su poder del caso. “No están ocultando nada”, recalcó el mandatario, que acusó una “campaña” en contra de las fuerzas armadas.

“Lamentamos que la postura del presidente sea primero ponerse enfrente de esa institución y no primero ante la verdad y la justicia como prometió en su campaña”, gritó el señor Emiliano.

“El presidente no quiere aceptar el trabajo del GIEI -añadió-, pero nosotros queremos saber a dónde se llevaron a nuestros hijos. Porque el gobierno sigue siendo hoy uno de los principales obstaculizadores de la verdad y la justicia”.

“Quieren hacer algo inhumano con nosotros, pero vamos a defender nuestro derecho de llegar a la verdad. Le pregunto a los organismos internacionales: ¿qué sigue con un gobierno así? Quieren que les besemos los pies y eso no va a pasar”, sentenció el padre del joven estudiante desaparecido.

“No hay nadie más que sepa a dónde se los llevaron que el Ejército mexicano. Que el presidente no lo quiera reconocer y prefiera jugar al desprestigio con nosotros, es otra cosa”, intervino por su parte el señor Mario González, que también preguntó retóricamente qué tenía que hacer Omar García Harfuch, exjefe de la policía capitalina que documentos del Ejército sitúan en Iguala, Guerrero, los días 7 y 8 de octubre de 2014 en las primeras reuniones de autoridades federales y estatales por el caso Ayotzinapa, como candidato a la jefatura de la Ciudad de México.

La respuesta fue una rechifla unánime de las miles de personas que llenaban el Zócalo, y algunos gritos de ‘asesino’.

“Estamos molestos porque no puede ser que el Ejército no entregue toda la documentación. Este gobierno quiere ahora construir una segunda ‘verdad histórica’”, denunció otra de las madres de los estudiantes desaparecidos.

La marcha concluyó alrededor de las 20 horas con el anuncio de que los padres de los 43 normalistas mantendrán el plantón que instalaron el viernes pasado en las instalaciones del Campo Militar número 1, entre Naucalpan y la colonia Polanco, pues entienden que la Sedena es “el símbolo” de la opacidad en el caso Ayotzinapa.

A diferencia de lo sucedido en 2014 y 2015, en esta novena marcha no se registraron enfrentamientos violentos con la policía capitalina, que salvo algún contingente patrullando cerca de Bucareli, pasó prácticamente desapercibida. Tampoco hubo mayores desmanes durante la manifestación, al margen de las pintas en sucursales bancarias y algunos monumentos y fuentes, como la situada justo delante de la Torre del Caballito, donde encapuchados pintaron ‘La lucha nos da lo que la ley nos quita’.

Frente a Palacio, otros encapuchados también pintaron en grandes letras ‘Narcoestado Militar’, y lanzaron dos petardos por encima de las bardas metálicas, sin que hubiera respuesta de policías ni granaderos, a diferencia también de lo sucedido en marchas pasadas, como en las de 2014 y 2015, cuando se produjeron cargas violentas en contra de los manifestantes y la ciudad vivió momentos de pánico y caos.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE.

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