La definición de candidato presidencial por Morena y sus aliados, el PT y el PVEM, resultó en visos de ruptura desde que, a media jornada, dos de los aspirantes, el morenista Marcelo Ebrard y el petista Gerardo Fernández Noroña, alertaron sobre presuntas irregularidades.
El primer ejercicio de sucesión presidencial realizado por Morena como partido en el poder tuvo un resultado problemático: Claudia Sheinbaum es la ganadora, el resto de los aspirantes se pronunció por la unidad, excepto Ebrard, quien desde temprano anunció que pediría la reposición del procedimiento.
Poco después de mediodía, Marcelo Ebrard puso en aprietos el proceso al asegurar que, con el uso de la fuerza pública, sus representantes fueron impedidos de participar en el cómputo de resultados, declarando en sus redes sociales: “Qué tristeza”.
A dicha expresión, por su lado, Fernández Noroña consideró que el mecanismo tenía irregularidades, pues los puntos a su favor fueron anulados y, sin embargo, afirmó que aceptaría el resultado como efectivamente lo hizo esta noche en el World Trade Center de esta ciudad.
Ahí, el presidente del Consejo Nacional de Morena, Alfonso Durazo, aseguró que no hubo incidencias (“eventualidades”, les llamó) que pusieran en duda el resultado y que éste era inobjetable, anticipando así la indisposición a lo que pide Ebrard.
Cerca de las 3:00 de la tarde, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado y el presidente del Consejo Nacional, Alfonso Durazo, anunciaron el arranque del cómputo que, sin embargo, llevaba ya dos horas y media de desfase, pues por la mañana habrían dicho que se desarrollaría a partir de las 12:00.
La insistencia de Delgado y Durazo fue desde hace un mes para llamar a la unidad y descalificar cualquier intento de descarrilar la encuesta, el método general, por el que han pedido confianza reiteradamente desde que el propio Marcelo Ebrard consideró, primero, que había uso de recursos públicos y personales, así como acarreo de beneficiarios de programas sociales para apuntalar a Claudia Sheinbaum. Luego, por inconformarse con la selección de las encuestadoras participantes.
Dichos anuncios perfilaban desde hace tiempo lo que ya en otros momentos el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador ha padecido en relación al método y sus resultados.
Las encuestas y las fracturas
Desde que Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidencia de la República en 2018, obteniendo mayoría cameral y avanzando en gobernaturas hasta alcanzar dos terceras partes, Morena se volvió un partido atractivo para clases políticas que han disputado las postulaciones a cargos de elección popular sometiéndose a las encuestas, un mecanismo impulsado por el propio López Obrador, quien lo ha defendido aun ya como presidente de la República.
La primera ruptura ocurrió en 2019, cuando el método de encuesta se impuso sin dar a conocer metodología ni resultado en Baja California, donde Jaime Bonilla, Jaime Martínez Veloz y José Ángel Peñaflor disputaban la postulación, que recayó en el primero de los tres.
Las acusaciones surgidas en aquella ocasión se orientaban al método y la manipulación que presuntamente operaba Leonel Godoy, cercano a la dirigencia nacional. Una vez impugnado, la encuesta y su resultado prevalecieron hasta llevar a Bonilla a la gubernatura, con Martínez Veloz y Peñaflor incorporándose al PRD.
Con ese antecedente, el 2019 registró el mayor escollo del partido provocado por las encuestas del proceso en el que resultó electo el actual dirigente Mario Delgado Carrillo. Durante un año, el partido en el poder no logró realizar su renovación de dirigencia nacional sino hasta que, en octubre de 2020, los estudios de opinión fueron validados y supervisados por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Todo inició con las deficiencias en la convocatoria y una serie de litigios internos que resultaron, primero, en la destitución de Yeidckol Polevnsky, la llegada de Alfonso Ramírez Cuéllar a la dirigencia y un proceso de sucesión que sometió a la dirigencia nacional al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), institución que resolvió que el INE se hiciera cargo del proceso.
Durante octubre, dos encuestas arrojaron un empate técnico entre Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo, los dos candidatos que sobrevivieron al descarte de septiembre de aquel 2020, cuando quedó fuera de contineda el académico Gibrán Ramírez, quien acusó fraude.
Finalmente, Mario Delgado resultó elegido, mientras el ahora finado Muñoz Ledo litigó infructuosamente el resultado.
Morena inauguró entonces una ruta de litigios en las elecciones intermedias de 2021.
La falta de transparencia en las encuestas
La falta de transparencia en la realización de encuestas ha generado malestar entre los miembros y dirigentes de Morena. El partido ha negado el acceso a la información de las encuestas solicitada a través de la Plataforma Nacional de Transparencia, confirmando así las quejas de quienes se han opuesto al método.
En casos notables, personalidades ligadas al lopezobradorismo que buscaban candidaturas a gobernador en 2021, 2022 y 2023 se han retirado del partido debido a desacuerdos con los resultados de las encuestas.
Ejemplo de lo anterior es el caso de Cristóbal Arias en Michoacán, quien renunció a su militancia después de que una encuesta favoreció a Raúl Morón, aunque posteriormente se retiró de la candidatura por decisión del TEPJF debido a irregularidades en los gastos de precampaña. Arias se postuló por Fuerza por México, un partido vinculado a Ricardo Monreal, al igual que Claudia Yáñez Centeno, quien se unió a dicho partido en Colima.
En 2021 hubo numerosos casos de impugnación de encuestas, siendo uno de los más destacados el de Puebla, donde la falta de transparencia en el proceso llevó al TEPJF a revocar parcialmente la convocatoria.
En general, los resultados de las encuestas se han mantenido en secreto, revelándose solo a los interesados en reuniones privadas y bajo acuerdos de confidencialidad. Esta vez, para la selección del candidato a la Presidencia, eufemísticamente llamado “Coordinación de la Defensa de la Cuarta Transformación”, la dirigencia morenista intentó incluir una participación más activa de los aspirantes, las llamadas corcholatas, en un intento por evitar la descalificación del proceso interno.
La ruptura de Coahuila
En diciembre de 2021, Mario Delgado, el líder nacional de Morena, convocó a los tres principales aspirantes a la gubernatura de Coahuila: Armando Guadiana Tijerina, Luis Fernando Salazar y Ricardo Mejía Berdeja. Este último, exsubsecretario de Seguridad, se ubicaba en tercer lugar en las encuestas internas de Morena, y después de varios recursos legales, logró ser postulado por el PT, provocando una salida de militantes de Morena hacia ese partido.
Mejía Berdeja y su entorno acusaron a Mario Delgado de corrupción, venta de candidaturas y operaciones de consultoría. Delgado respondió advirtiendo que aquellos que se marchaban sufrirían un destino similar al de otros candidatos, como Cristóbal Arias en Michoacán, Claudia Yáñez en Colima y José Luis Pech en Quintana Roo, quienes fueron derrotados en las elecciones.
El PVEM, por su parte, decidió aliarse con Evaristo Lenin Pérez Rivera, dirigente de un partido local, después de haber sido aliado de Morena en las elecciones de 2021. Esta ruptura resultó en una derrota catastrófica para Morena en Coahuila, obteniendo solo el 21% de los votos frente al 57% de la coalición PRI-PAN-PRD. El PT obtuvo el 13%, mientras que la coalición UDC-PVEM alcanzó el 6%. Estos resultados fragmentaron el voto opositor, reduciendo la competitividad de Morena, especialmente en los distritos locales.
Actualmente, Ricardo Mejía Berdeja lidera el PT en Coahuila y su familia y colaboradores han expresado su apoyo a Marcelo Ebrard.
Los avisos de Marcelo
En las últimas semanas, Marcelo Ebrard había afirmado que aceptaría los resultados si el proceso era justo. Sin embargo, ha mantenido un discurso crítico sobre irregularidades en el proceso, incluyendo acusaciones hacia la campaña de Claudia Sheinbaum y cuestionamientos sobre la transparencia en las encuestas.
A pesar de esto, las inquietudes de Ebrard no habían sido reveladas públicamente por sus representantes, Malu Micher y Martha Delgado, quienes afirmaban que serían presentadas de manera confidencial a la Comisión de Elecciones.
Paradójicamente, Mario Delgado y Alfonso Durazo, presidente del consejo nacional de Morena, habían insistido en que el proceso y las encuestas son transparentes.
Las condiciones se fueron dando para el desenlace de este miércoles a partir de dos momentos: primero, la ya mencionada inconformidad de Marcelo Ebrard y sus representantes con las encuestadoras seleccionadas; luego, con la acusación sobre un desorden en el levantamiento que inició el 28 de agosto; finalmente, con las advertencias emitidas alrededor del mediodía en el que acusó uso de la fuerza pública para impedir a sus representantes el acceso al cómputo.
Esta noche, reunidos en un hotel donde instalaron su “war room”, los equipos de Ebrard siguieron la transmisión en evidente inconformidad, mientras el excanciller abandonó en silencio.
Tras su mensaje vespertino se espera que haga un posicionamiento público que por ahora es incierto respecto a mantenerse en Morena o buscar una vía para su postulación.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA.
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