“Esta semana Samuel García Sepúlveda, encarnó a la dividida oposición del 2018, provocando el Déjà vu del patético segundo lugar”.
Esta semana, en la primera de las precampañas por la candidatura a la presidencia de la República en las elecciones del 24, se escuchó el eco de la pelea por la derrota de 2018. Fue una sensación de Déjà vu, de un pronóstico ya anunciado.
En las últimas elecciones presidenciales, México, como ahora, tuvo tres candidatos a la presidencia de la República. Iniciaron cinco pues, pero una se retiró en plena contienda proselitista y otro le bajó el ritmo hasta casi desaparecer. Así quedaron Andrés Manuel López Obrador por Morena, Ricardo Anaya por el PAN y José Antonio Meade por el PRI.
En las últimas semanas de la campaña, cuando ya se pronosticaba un triunfo contundente para el entonces candidato López Obrador, Anaya y Meade lo dejaron de lado y entraron en una lucha mediática… por el segundo lugar.
Sin una alianza, que entonces unieron a los dos partidos, PRI, PAN, entonces adversarios, los albiazules hacían correr el rumor de que Meade se bajaría de la contienda o cambiarían de candidato luego que no había levantado electoralmente, y los priístas acusaban que Anaya iba en un lejano tercer lugar.
La pelea, en el fondo, se debía a que algunos en los respectivos equipos pensaban que, si solo fuesen dos candidatos, tendrían posibilidad de ganarle a López Obrador. Erraron en todo. Ni reuniendo los 12 millones 610 mil votos que logró Anaya, con los 9 millones 289 mil de Meade y los 2 millones 961 mil del Bronco, le llegaban a los poco más de 30 millones captados por López Obrador.
Pero ver pelear a Anaya y a Meade por el segundo lugar fue una tétrica escena electoral de la política mexicana. En la lona de la derrota se comprobaría que el segundo lugar, efectivamente, lo tenía Anaya. Esa fue su pírrica victoria, ser el perdedor con más votos.
Después de esa elección, los partidos de oposición a Morena y aliados hicieron lo que antes parecía imposible: se unieron en una sola causa. Así la derecha del PAN, con el centro del PRI y la izquierda del PRD, dejaron de lado ideologías, afrentas pasadas, señalamientos de corrupción y -con la consigna de que juntos pueden ganarle a uno- establecieron la coalición Va por México.
Y ahí siguen, sumando derrotas más que victorias. No han logrado mantener las gubernaturas. Al PRI ya solo le queda una, la de Coahuila en dicha alianza, y al PAN cinco, Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Yucatán, y con calzador mantienen un bloque en la Cámara Baja.
La idea de la coalición de oposición registrada para la elección del 2024 como Fuerza y Corazón por México, es de nueva cuenta unir fuerzas, como en 2019 y 2021, en un tercer intento por ganarle posiciones políticas a Morena, particularmente en la integración del Poder Legislativo, con énfasis en la presidencia de la República. Por supuesto, es creíble que pocos se registren para perder, aun cuando en un acto de sensatez, muy en el fondo, reconozcan que los momios no están de su lado.
En esa dinámica, durante los últimos años, la alianza opositora intentó establecer acuerdos con un cuarto partido, Movimiento Ciudadano, de Dante Delgado Ranauro, un ex aliado del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien, en la presidencial del 2012, hicieron su candidato. Pero a pesar de las consignas públicas, más de Delgado hacia López que viceversa, no pocos no creen el distanciamiento entre Dante y Andrés.
Movimiento Ciudadano coqueteó primero, extraoficialmente, con la posibilidad de darle a Marcelo Ebrard su ansiada candidatura presidencial, pero ante una metida en cintura al ex canciller para mantenerlo en Morena y sin nominación presidencial, Delgado se decantó por uno de los jóvenes que le han hecho crecer su Movimiento Ciudadano: Samuel García Sepúlveda, el enfant terrible de Nuevo León. Ganador de la elección a gobernador en 2021 y esposo de la influencer Mariana Rodríguez, en quienes, muchos dicen, descansa el triunfo del joven de 35 años.
Para varios analistas las posibilidades de triunfo de García son pocas; él, sin embargo, cree que México es Nuevo León, y que, así como repuntó del tercer lugar en la elección para gobernador de Nuevo León, donde el PRI tuvo candidato -Adrián de la Garza- y el PAN también -Fernando Larrazábal- puede hacerlo en el País.
García ha instaurado una vistosa campaña bautizada por su esposa como, “fosfo fosfo”, por el iridiscente color naranja que la significa y la amplísima ventaja en las redes sociales, particularmente en Instagram y en TikTok, donde la joven pareja tiene a la mayoría de sus seguidores, lo cual es evidente entre el contraste de los cientos de personas que los acompañan personalmente en sus actos, contra los millones de vistas o me gustas que tienen sus videos en las redes sociales.
Aun así, haciendo un gran esfuerzo por legitimar su candidatura como independiente y alejarla de la impresión de ser un satélite de Morena para dividir el voto de la oposición a favor de su candidata, Claudia Sheinbaum Pardo, esta semana Samuel García Sepúlveda, encarnó a la dividida oposición del 2018, provocando el Déjà vu del patético segundo lugar.
Empezando la semana, el joven neolonés le dedicó tiempo, producción de videos, y actos en redes sociales para presumir, como lo hicieron Anaya o Meade, que él va en segundo lugar, que ya superó -por lo menos en las encuestas- a la virtual candidata del frente opositor Fuerza y Corazón por México, la hidalguense Xóchitl Gálvez Ruiz.
En sus redes sociales se publicó una encuesta que, según sus números, lo posiciona como la segunda opción en la intención del voto. En primer lugar, la morenista Sheinbaum con un 43.2%, en segundo lugar, él con 23.7%, y en una tercera posición Xóchitl con 19.1%. En la oposición califican tal presunción como un acto normal para el que fue designado Samuel García, dividir y abonarle al partido oficial. En el partido oficial, convenientemente ni lo topan, no lo consideran.
Ciertamente la campaña de Samuel García está enfocada en un discurso contra la oposición representada por PRI, PAN, PRD, y no contra el oficialismo de Morena, PT y PVEM. Así tal cual Anaya y Meade en 2018, peleando entre ellos, para al final luchar por el segundo lugar, mientras el oficialismo los rebasa con el divide y vencerás y desde los gobiernos en los estados y el central todos los días, cada mañana, desde Palacio Nacional.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.
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