Es una escuela pobre, en una ranchería pobre, en un municipio pobre: San Felipe del Progreso, donde el 80% de sus 144 mil habitantes mexiquenses no tienen en sus viviendas servicios básicos como agua potable, drenaje, o sanitarios, según el Coneval.
La escuela, un telebachillerato comunitario donde estudian jóvenes de entre 15 y 17 años de bajos recursos, es en realidad una casa de una planta que está rodeada de milpas de maíz y una solitaria tienda de abarrotes.
En el interior del inmueble no corre el agua por las tuberías, ni hay baños para los jóvenes alumnos, solo unas letrinas de fosa séptica. La luz y la electricidad llegan clandestinamente a través de un empalme con unos peligrosos cables de alta tensión. El Internet es todavía casi ciencia ficción -el cibercafé más próximo está en una comunidad vecina, a unos 10 kilómetros- y la señal de teléfono es escasa e inestable.
La fachada, al igual que muchas otras viviendas de la ranchería en las que predominan los techos de lámina que crujen con el calor, y los pisos de tierra, está hecha de bloques desnudos de adornos y de pintura. De hecho, el único toque de color en este rectángulo gris de concreto y de ventanas con el marco de hierro oxidado está arriba del inmueble, en el techo. Ahí, junto a unas varillas de acero que sobresalen retorcidas y dobladas, se levanta algo parecido a un platillo volador de color amarillo que puede apreciarse a varios metros de distancia.
Se trata de una antena parabólica de televisión, una de las miles que forman parte del ambicioso programa que ha puesto en marcha este 2023 la Secretaría de Educación federal y por el que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció que gastará más de 600 millones de pesos para conectar a las 24 mil escuelas telesecundarias de zonas rurales y marginales del país a los canales educativos de la red Edusat.
Sin embargo, los docentes entrevistados en este recorrido por comunidades del Estado de México, lamentan que ese desembolso millonario de recursos públicos se está haciendo sin atender antes las paupérrimas condiciones en las que se encuentran muchas de las escuelas rurales, pues muchas de ellas, como las ubicadas en esta comunidad de San Felipe del Progreso, no disponen de cosas tan elementales para sus alumnos como sanitarios de obra y mucho menos Internet o una pantalla de televisión para ver los canales educativos.
Animal Político pudo constatar que, aunque las antenas ya estaban instaladas en los techos de varias escuelas visitadas -algunas con muchas dificultades porque el techo fue fabricado con unos troncos de madera o con frágiles láminas de hierro-, el cable que debería ir a la televisión yace enroscado en el suelo o sobre una mesa, a la espera de que entre los docentes y los padres de los alumnos se cooperen entre ellos y reúnan de su bolsillo el dinero para comprar una pantalla.
“Ya tenemos la antena ahí instalada y estamos obligados a darle uso. Pero antes tenemos que poner de nuestra bolsa para comprar una pantalla, porque así como está, no nos sirve de nada”, lamenta un docente que, como el resto de maestros entrevistados para este reportaje, pidió anonimato por temor a represalias laborales.
Además, los docentes que aún no conocen el programa de la SEP, o que llevan años sin el servicio, aseguran que nadie de la Secretaría les dio capacitación sobre el uso de los canales educativos que llegarán a través del plan de las antenas parabólicas; un plan cuya utilidad ponen en duda, pues consideran que en sus muy deterioradas escuelas hay muchas prioridades que se deberían haber atendido con esos 600 millones de pesos que el Ejecutivo desembolsará. Mientras que entre los docentes que sí conocen el programa, hay muchos que consideran que, a pesar del gasto millonario, los contenidos de los canales educativos de poco o casi nada les sirven, pues son “muy básicos”, “aburridos”, o incluso “desmotivan a los alumnos”.
Para este reportaje, Animal Político buscó a la SEP para solicitar una entrevista con Azucena Pimentel, titular del programa @prende.mx que anunció el programa de las antenas y de reconexión a la red Edusat. Pero al momento de la publicación, no había ofrecido respuesta.
“¿De dónde vamos a sacar una pantalla si no tenemos ni baño?”
El pasado 28 de junio de 2022, la Coordinación General @prende.mx, que depende de la SEP federal, anunció por medio de un comunicado que, luego de hacer “un diagnóstico de campo” en diversos estados, en el que dijo comprobar que el 99% de los teleplanteles estaban “apagados”, es decir, que no estaban conectados a la red Edusat, el Ejecutivo federal desembolsaría más de 600 millones de pesos en reconectar esos centros por medio de nuevas antenas parabólicas de televisión.
La titular de @prende.mx, Azucena Pimentel, subrayó que, “por descuido de gobiernos anteriores”, los docentes trabajaban sin materiales audiovisuales de apoyo, y que ahora, con la nueva inversión, se transmitirán y difundirán recursos educativos audiovisuales en beneficio de más de 1 millón 600 mil estudiantes en 18 mil telesecundarias de todo el país y 5 mil telebachilleratos.
La SEP informó a Animal Político por transparencia pública que de esos 600 millones de inversión total, para este 2023 se aprobó un gasto de más de 84 millones de pesos; y que al corte del 28 de junio de este año llevaba “reconectados” 875 planteles educativos en 17 estados, es decir, llevan un avance del 3.66% de todos los centros del país.
Una de las entidades con mayor avance es el Estado de México (27%), con 221 telesecundarias y telebachilleratos “reconectadas” a la red Edusat. Sin embargo, Animal Político pudo constatar en un recorrido por diferentes planteles en diversas comunidades rurales en los municipios de San Felipe del Progreso y de San José del Rincón que hay escuelas que, a pesar de contar ya con la palomita verde de ‘reconectada’, la antena y el codificador estaban instalados, pero sin operar por la falta de infraestructura y de condiciones para operar.
“Les dejamos las antenas instaladas, les damos sus codificadores, y ya con eso para nuestra empresa y la SEP la escuela está reconectada. Pero luego, hablando con los maestros, ellos mismos nos dicen que no ocupan los programas educativos porque, o no tienen luz, o no tienen televisión, o no saben cómo usar los canales”, dijo un operario de la compañía que hace la instalación de las antenas parabólicas.
“Cuando vamos a instalar las antenas, muchas veces tenemos problemas porque los techos son de madera o de lámina y no fijan bien. Porque, en realidad, más que escuelas, son casas que alguien de la comunidad prestó al maestro, o incluso bodegas que acondicionan para tener ahí a los chavos”, dijo otro operario, quien también pidió anonimato.
Una de esas escuelas-bodega está en otro punto de San Felipe del Progreso al que se llega por estrechas y sinuosas carreteras y un escarpado sendero de tierra.
El inmueble, una bodega con techo de lámina, está arriba de un pequeño cerro desde el que se observa algunas casitas alrededor y un puñado de caballos famélicos pastando. En la entrada, un pequeño grupo de alumnos en edad adolescente prepara un pequeño tianguis con zapatos y tenis que buscan rifar para sacar algo de dinero para la escuela.
Al interior, una rudimentaria cortina divide la bodega en dos aulas. Los pupitres de plástico están regados por todas partes y un largo cable de electricidad de alto voltaje que viene del exterior se cuela por una rendija del techo de lámina y se extiende por toda la bodega pasando a unos pocos metros de las cabezas de los alumnos.
Afuera, sobre un pequeño depósito de agua construido con concreto, se encuentra instalada la antena parabólica del programa @aprende.mx, puesto que el techo de lámina no soportaba el peso. Pero al interior de la escuela, no hay pantalla de televisión alguna. El cable que debe conectar la antena y la televisión está tirado sobre una mesa polvorienta.
-¿Nadie en la SEP les comentó si, además de la antena y los canales educativos, les iban a proporcionar una pantalla de televisión? -se le cuestiona a la directora del plantel, de quien se protege su identidad.
-No, yo no sabía nada. Nadie nos avisó ni nos informó de ese programa. Tuvimos que buscar diferentes cotizaciones de pantallas de televisión y hacer una coperacha con los papás de los chavos -contesta la maestra.
-¿Les explicaron al menos qué canales vienen con el programa? ¿Cómo los pueden usar los docentes?
-No, tampoco. Solo vinieron y me entregaron el decodificador y ya. Por ahora, nadie nos ha comentado nada de una capacitación.
-¿Cree que sí le van a servir los canales educativos?
La maestra sonríe y encoge los hombros.
-Pues yo lo veo como un reforzamiento de los contenidos, como un apoyo, tal vez. Pero, por ahora, no le veo mucha utilidad. No lo veo como una base sólida con la que yo vaya a fundamentar mis clases.
-¿Qué otras necesidades tienen en este telebachillerato?
-Ufff -suspira la docente y vuelve a sonreír-. Son muchísimas. Aquí, prácticamente todo lo que ves es aportación de los alumnos y de los papás y las mamás. Acabamos de pintar porque hubo una cooperación para eso, por ejemplo. En esta escuela nos tenemos que cooperar para todo. Y cuando no se puede, pues hacemos rifas.
A continuación, la maestra observa a una de las 20 alumnas del telebachillerato comunitario que repasa sentada en un pupitre el contenido de un libro de texto.
-La verdad es que, antes de poner una antena, yo le hubiera dado prioridad al Internet, definitivamente -se arranca de nuevo-. Porque en la comunidad no hay ni un solo cibercafé. Y nosotros los docentes tenemos que trabajar con muchos videos, por ejemplo, porque el nuevo modelo educativo nos insta a que trabajemos con las nuevas tecnologías. Pero aquí el detalle es que muchas veces no hay ni señal de teléfono, y los alumnos son de tan bajos recursos que no tienen dinero para comprar un celular con Internet. Desafortunadamente, en muchos de los casos, estos niños… o comen, o gastan en una recarga telefónica.
-¿Por qué necesitan más el Internet que la televisión?
-Porque como docente puedes subir desde la computadora un video al proyector, o material para la clase, y los chicos rápido interactúan. Y pues una televisión con satélite para ver canales educativos, con contenidos y horarios rígidos, pues está bien, pero definitivamente no es lo que más necesitan los chavos.
-¿Alguien de la SEP vino a la escuela a checar si tenían televisión antes de que les instalaran la antena?
-No, solamente nos dijeron: ‘tengan listos los recursos necesarios para que les instalen la antena’. Yo me quedé callada, pero pensé… ‘bueno, está bien que nos pongan la antena, pero se necesita una televisión para verla. ¿Y de dónde la vamos a sacar si no tenemos ni baño? Por eso tuve que hablar con los padres para hacer una cooperación y poder cumplir con lo que nos exige la SEP. Pero ya estás poniéndole todo el peso del gasto en los padres y los maestros, y no en el Estado.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE
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