Lejos de atender sus causas, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha lanzado señalamientos contra el feminismo, que tacha de “conservador”. Una cadena de eventos da cuenta de los desencuentros entre el mandatario y el movimiento.
Para el presidente Andrés Manuel López Obrador el verdadero movimiento feminista es el que llegó con la 4T al poder. El resto, considera, se trata de grupos de mujeres que con el tiempo se convirtieron en movimientos “conservadores” que sólo buscan afectar su administración.
Es decir, para el mandatario, la respuesta a la agenda feminista es que una mujer llegue por primera vez a la Presidencia de la República, aunque ese no es el eje central del movimiento feminista que durante décadas ha luchado por eliminar las diferentes formas de violencia.
Ignorando las demandas del feminismo, López Obrador insiste en que atender las formas de violencia se relaciona con la reducción de la pobreza, las cuotas paritarias en el gobierno y a que él le entregó a una mujer el “bastón de mando” para buscar ser la titular del Ejecutivo federal.
Dos días antes de la manifestación multitudinaria (8M) que toca a su gobierno por última vez, el 6 de marzo último, el mandatario expuso: “Nada más puedo decir tres cosas (de las) que me siento muy orgulloso: uno, que en este gobierno se redujo la pobreza de hombres y mujeres. Y si los analizamos a detalle, fueron más beneficiadas las mujeres” porque son recursos dirigidos a toda la población, de la que más de la mitad son mujeres.
“Número dos, que no ha habido en la historia de México un gobierno con tantas mujeres en el servicio público, ninguno en la historia. Y número tres, que me siento muy orgulloso que va a ser una mujer la próxima presidenta de México, a la que voy a entregar la banda presidencial”, agregó brevemente.
Para el movimiento feminista, la declaración presidencial refleja exactamente lo que generalmente se cuestiona: que los hombres piensan que las oportunidades y espacios que han logrado las mujeres en todos los ámbitos se debe a ellos.
La activista Joselyn Espinosa, de Pan y Rosas, cuestionó al presidente López Obrador en marzo de 2023, cuando éste tildó el movimiento feminista de “conservador”.
“Hay que decir que él (presidente) es el conservador cuando nos tacha a nosotras de conservadoras, porque el movimiento de mujeres lo que está tratando de pelear es por derechos en positivo para todas, y alguien que niegue eso lo vuelve conservador”, dijo a Proceso.
Colectivas feministas y expertas en el tema aseguran que el presupuesto que el gobierno de la 4T destina a este género no está orientado a prevenir las formas de violencia, sino se incluye en todos los programas sociales que da el gobierno de manera general.
En los primeros días del presente marzo, López Obrador no respondió sobre lo que él comprende como el origen de la violencia estructural contra las mujeres, entre otros temas; por ejemplo, no distinguir entre un homicidio y un feminicidio.
La agenda feminista aborda la atención a estas formas de violencia, y una de las primeras peticiones fue evitar los feminicidios y que los cometidos no queden impunes.
Descontento en la marea feminista
El 15 de febrero de 2020 México se cimbró por la muerte de la niña Fátima, de siete años, que desapareció el 11 de febrero de ese año mientras salía de su escuela y esperaba a su mamá. Cuatro días después el cuerpo de la menor de edad apareció dentro de un costal, con huellas de violación y tortura, a poca distancia de donde se le vio por última vez.
Para el 18 de febrero de 2020 al mandatario federal se le exigió un plan puntual para enfrentar los feminicidios, y respondió: “En la medida que tengamos una sociedad más justa, más igualitaria, fraterna, con valores, en donde el individualismo no sea lo que prevalezca, sino el amor al prójimo, el que haya mucho cariño, que no haya odios, así vamos a ir enfrentando todos los desafíos, todos los retos...”
Sobre los ministerios públicos del país, que no actúan con perspectiva de género, razón por la cual muchas de las muertes violentas de mujeres eran catalogadas sólo como homicidios, su respuesta fue: “Todo esto que está sucediendo es el fruto podrido, repito, de un régimen de corrupción, de injusticias, de privilegios”.
Es decir, su visión era que el origen de esas violencias son los actos de corrupción y una sociedad sin valores... Así, la declaración presidencial desató el descontento entre la marea feminista.
Lejos de rechazar el rol impuesto a las mujeres, el presidente López Obrador reforzaba tal estereotipo a lo largo de su sexenio, como cuando en la pandemia por covid-19 dijo que siempre había una enfermera o cuidadora en todas las casas. También aseguró que todas las madres son abnegadas.
Estas declaraciones se encontraron con el rechazo de las mujeres, como lo explica la doctora Raquel Güereca, coordinadora de la Red de Investigación sobre Violencias de la Universidad Autónoma Metropolitana y de la Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género (red autónoma de científicas y académicas):
“En México, en términos generales, la violencia contra las mujeres ha crecido exponencialmente, también ha generado entornos cada vez más violentos porque se va haciendo como más quirúrgica por la manera en la que se violenta a las mujeres, además se invisibiliza que son machistas y tienen que ver con la estructura patriarcal de la sociedad en la que vivimos”.
Incongruencia en cifras
Para Güereca, los crímenes contra las mujeres aún están en los 11 feminicidios diarios. Además, de acuerdo con estadísticas que tienen que ver con percepción sobre la violencia y la seguridad, “la cifra negra en la denuncia de los delitos abarca más o menos entre 80 y 90%, casos que no se llevan a instancias judiciales, lo que nos hace ver que esta situación es mayor”.
Las cifras que expone el gobierno federal durante las conferencias en Palacio Nacional marcan, en primer lugar, diferencia con los números del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y, pese a que podrían presentarse cambios, éstos al final no quedan reflejados. Las diferencias varían al menos en cinco casos por cada mes.
El feminicidio –asegura el gobierno federal– se ha reducido 42.6% en lo que va del sexenio; las variaciones de altas y bajas son constantes, con tendencia en descenso.
Un delito que no se difunde, como se hace con el feminicidio, pero que va en aumento es la violación y actos equiparados.
En el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública el delito contra la libertad y la seguridad sexual, que engloba abuso sexual, acoso sexual, hostigamiento sexual, violación simple, violación equiparada, entre otros, sumaron 43 mil 16 casos en 2018.
En 2019 aumentó a 53 mil 431 denuncias, en 2020, a 54 mil 313; en 2021, a 69 mil 521 casos; para 2022 se disparó a 82 mil 733, en 2023 subió a 89 mil 256. En 2024, sólo en enero, se reportaron seis mil 45 casos, cuando en el mismo mes de 2018 fueron dos mil 687. Se dispararon en más de 100 por ciento en cinco años.
Los números no incluyen la cifra negra que hay en estos delitos porque no todas las víctimas denuncian por temor, vergüenza o falta de confianza en las instituciones por la impunidad que se observa en estos casos.
Desde ese febrero de 2020 el presidente López Obrador dejó claro que no se reuniría con grupos de mujeres para atender una agenda feminista y lo delegó a funcionarias que “entenderían” las demandas.
También desde entonces los mensajes que el presidente enviaba por las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo y en otras fechas para demandar justicia por feminicidios, generó molestia entre ellas.
“Los está atendiendo Claudia (Sheinbaum, entonces jefa de Gobierno) y aquí está también atendiendo este caso la (entonces) secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Y todo nuestro respeto y garantías para manifestarse. La única recomendación, también respetuosa, que no se vaya a malinterpretar, es que sean manifestaciones pacíficas.
–Es que, ante los feminicidios, presidente, no podría haber manifestaciones pacíficas –se le expuso en una de sus conferencias de prensa.
–Es que sí, yo entiendo que son cuestiones muy graves, nosotros enfrentamos un régimen que desaparecía a personas, un régimen que desgració a muchos y nunca rompimos un vidrio; o sea, es posible protestar sin violencia. La no violencia es una opción –dijo el mandatario.
Después cuestionó dichas manifestaciones –de las que apenas dijo que son por cuestiones justas y exigir sus derechos–, pero no dejó de afirmar que hay infiltradas –e infiltrados– con marros, sopletes, y (por eso) su gobierno tiene que blindar los inmuebles.
El presidente López Obrador nunca aceptó que el informe del Grupo Interinstitucional de Estrategia contra las Violencias hacia las Mujeres y las Niñas se presentara en la tribuna de máxima de difusión, como es la conferencia mañanera de Palacio Nacional, como sí se hace para los programas sociales o para leer la historia que incluye en su más reciente libro o, incluso, para una sección llamada “Quién es quién en las mentiras de la semana”.
Declaraciones fuera de lugar
Entre las frases que generaron un ambiente de molestia, protesta y que no se olvidan entre las feministas fue la del jefe del Ejecutivo federal en octubre de 2021, cuando se reportó uno de los picos más altos de feminicidios en su gobierno:
“Hace unos dos años, cuando empezó el movimiento feminista, muchas mujeres participaron, pero se empezaron a dar cuenta de que se habían convertido en feministas conservadoras sólo para afectarnos a nosotros, sólo con ese propósito”.
Un mes después, en octubre de 2021 cuestionó: “¿Qué hizo el neoliberalismo o qué hicieron los que diseñaron para su beneficio la política neoliberal, ¿qué hicieron?”
Su respuesta fue: “Una de las cosas que promovieron en el mundo para poder saquear a sus anchas fue crear o impulsar los llamados nuevos derechos (...) el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos, la protección de los animales.
“Muy nobles todas estas causas, muy nobles, pero el propósito era crear o impulsar, desarrollar todas estas nuevas causas para que no reparáramos, para que no volteáramos a ver que estaban saqueando al mundo”.
Cinco años después, las respuestas del gobierno a planteamientos feministas, y apenas a dos días del Día Internacional de la Mujer, no sólo fueron más breves, también alejadas de las exigencias de este sector de la ciudadanía.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.
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