La exjefa de Gobierno inicia oficialmente su campaña con una estela de inconformidades y descalabros al interior de su partido, bajo la sombra de la tragedia en la Línea 12 del Metro y señalada por el INE de ser la que más gastó en el proceso interno de Morena y en pintas en bardas y espectaculares.
Con más de un año y medio de proselitismo por todo el país, con el apoyo presidencial y de todo el aparato de Estado, como ocurría en los tiempos del PRI; así como con una estela de irregularidades electorales y una ola de violencia política en el país, ayer viernes 1 de marzo, Claudia Sheinbaum Pardo arrancó, de manera oficial, su campaña presidencial para las elecciones del próximo 2 de junio.
En un Zócalo abarrotado por el conocido “acarreo” de miles de personas, la morenista enlistó los 100 puntos que comprende su propuesta de gobierno 2024-2030. Entre ellos destaca la iniciativa de reforma constitucional para eliminar la reelección de diputados y senadores, según lo adelantó ella misma en un inusual carrusel de entrevistas, la mayoría “a modo”, de radio e internet que dio a principios de esta semana.
Bajo la bandera de la coalición “Sigamos haciendo historia”, conformada por Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Sheinbaum Pardo inició la carrera presidencial oficial con una preferencia de entre 20 y 30 puntos, en promedio, según las principales encuestadoras del país, por encima de su principal contrincante, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, candidata de la alianza “Fuerza y Corazón por México”, y muy lejos del abanderado de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez.
La exjefa de gobierno de la Ciudad de México llega también con el antecedente de descontento, rechazo y hasta impugnaciones dentro de su propio partido; con dos alfiles “caídos” y luego rescatados; con la sombra de la tragedia de la Línea 12 del Metro que la persigue por doquiera que va y hasta del hashtag de “Narcocandidata”, derivado de la tendencia en redes sociales con la que ha sido atacado Andrés Manuel López Obrador de “Narcopresidente”.
Por el contrario, la morenista ya dejó ver que su campaña será “alegre” y apostará por el uso de redes sociales para difundir sus propuestas, con la “ayuda” de youtubers, con quienes se reunió recientemente, así como con la prensa de los estados que, en su mayoría, le hacen preguntas “a modo” y sin cuestionamientos incómodos, como lo ha constatado Proceso.
La “no campaña”
La “no campaña” de Claudia Sheinbaum Pardo comenzó en 2022, como ella misma lo ha declarado, cuando aún era jefa de gobierno de la Ciudad de México y López Obrador la mencionó como una de sus “corcholatas” para sucederlo a partir del 1 de octubre del 2024.
Desde entonces, comenzó a visitar diversas entidades del país con el pretexto de que era invitada por universidades o asociaciones civiles a dar conferencias “magistrales” sobre las acciones de gobierno en la capital o a firmar “convenios de colaboración” con los gobiernos estatales. Fue en esas visitas donde las porras de “¡pre-si-den-ta!” le empezaron a endulzar los oídos.
Así, la exjefa delegacional en Tlalpan enfocó sus esfuerzos en presumir sus logros en la CDMX, sobre todo en el combate a la inseguridad, de hacer universales las becas escolares y de construir hospitales, principalmente. Desde ahí fue claro el apoyo de los gobernadores morenistas.
El 15 de junio de 2023 se despidió de la Jefatura de Gobierno y comenzó un nuevo recorrido proselitista por el país como parte del proceso que califica como el “más transparente” y “democrático” de los partidos para elegir al entonces llamado “coordinador nacional de los comités de defensa de la transformación”; en los hechos, el virtual candidato presidencial.
En esos tres meses, la aspirante explotó al máximo la frase “es tiempo de mujeres”, frente a sus cinco contrincantes hombres: el excanciller Marcelo Ebrard, el senador Ricardo Monreal, el diputado federal con licencia Gerardo Fernández Noroña, el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco.
Luego del 6 de septiembre, cuando la encuesta de Morena y las otras dos “espejo” le dieron el triunfo, comenzó un tercer recorrido por todo México, con el pretexto de firmar acuerdos por la unidad y dar la bienvenida a expriistas, expanistas y políticos de otros partidos; así como empresarios, activistas y demás personalidades que se quisieran sumar al movimiento.
El 20 de noviembre, la virtual candidata presidencial comenzó una cuarta vuelta proselitista por México, ahora en precampaña. En cada mitin masivo aclaraba que el Instituto Nacional Electoral (INE) le prohibía hablar de “propuestas”, pero le daba la “vuelta” a la autoridad, y al llamarlos “sueños”, lanzaba sus ofertas: becas escolares universales, más universidades y hospitales, replicar la estrategia de seguridad de la CDMX en todo el país, más trenes, más apoyo al campo; entre otros.
Ya en intercampaña, aprovechó para hacer suyas las 20 propuestas de reformas constitucionales planteadas por López Obrador el 5 de febrero y reiterar su convicción por hacer posible el llamado “Plan C” planteado por el mandatario, en el sentido de arrasar en las elecciones para presidente y Congreso de la Unión y, con ello, hacer posibles esos cambios.
Tropiezos
Claudia Sheinbaum Pardo llega a la campaña presidencial que la podría convertir en la primera mujer presidenta de México con una estela de inconformidades y descalabros al interior de su partido que muestran que no tiene todos los hilos del poder en la mano.
Entre los más recordados se cuenta la impugnación que hizo Ebrard Casaubón de la elección interna de Morena en la que quedó en segundo lugar. El exjefe de gobierno pidió la nulidad y la reposición del procedimiento, pues acusó que Sheinbaum contó con la parcialidad de una funcionaria del partido y la ayuda de la Secretaría del Bienestar, además de irregularidades en el levantamiento de las encuestas y hasta el “derroche de recursos”. Cinco meses después, este 29 de febrero, Marcelo Ebrard fue presentado como parte del equipo de campaña de la morenista.
También destacó la observación del INE por la cantidad de anuncios espectaculares, pintas en bardas y lonas que promocionaron a Sheinbaum por todo el país, más que a ningún otro aspirante. En una entrevista televisiva en Tabasco fue cuestionada por esa situación y, alzando la voz, reclamó: “¡está muy violenta la entrevista!”.
El INE también observó que Sheinbaum fue la que más dinero gastó en el proceso interno morenista. Peor aún: el martes 27 de febrero multó a Morena con el pago de 38 millones de pesos —78% del total de multas a partidos políticos— por irregularidades en sus reportes de ingresos y gastos de precampaña, tanto de su candidata como de los aspirantes al Senado y a la Cámara de Diputados.
Tampoco se olvidan las rechiflas que Sheinbaum recibió de la militancia morenista a su paso por varios estados del norte, centro y sur del país, en contra de la incorporación de exmilitantes del PRI, PAN y otras personalidades al movimiento que encabeza, debido a sus pasados polémicos relacionados con corrupción, con discursos anti-4T y hasta presuntos nexos con el crimen organizado.
Aunque no fueron rechiflas, el 25 de octubre Sheinbaum “plantó” a los pocos miles de asistentes que acudieron al Estadio Azul de la capital a lo que prometía ser un evento masivo en la ciudad que gobernó y terminó en chasco. Aquella imagen de las miles de butacas vacías contrastó con las declaraciones de la candidata de que en sus giras ve a los mexicanos “llenos de alegría” y felices por los logros de la 4T.
El 3 de diciembre, la aspirante presidencial presentó a un grupo de especialistas que, mediante los llamados “Diálogos por la Transformación”, le ayudarían a afinar su “proyecto de nación”. Entre los más criticados de esa lista fueron el polémico exministro Arturo Zaldívar y el expanista y exgobernador de Chihuahua, Javier Corral.
En el camino a la campaña presidencial, Sheinbaum Pardo tuvo dos reveses significativos: Omar García Harfuch, su secretario de Seguridad Ciudadana (SSC) en el gobierno local y su apuesta para repetir el triunfo en la Jefatura de Gobierno, ganó las encuestas por 15 puntos, pero tuvo que “ceder” la candidatura a Clara Brugada, exalcaldesa de Iztapalapa y apoyada por el voto “duro” de Morena, por el argumento de paridad de género.
La segunda derrota de la aspirante presidencial fue la no ratificación de la que ella llamó “la mejor fiscal del país”, Ernestina Godoy, al frente de la Fiscalía General de Justicia capitalina (FGJCDMX), pues Morena y sus aliados en el Congreso local no juntaron los votos suficientes y fueron derrotados por la oposición. García Harfuch y Godoy Ramos ahora son candidatos de Morena al Senado por la CDMX.
Otra impugnación reciente la hicieron morenistas de la alcaldía Gustavo A. Madero —la segunda que representa más votos en la CDMX— por la designación del experredista Janecarlo Lozano como candidato a gobernar esa demarcación. Tras bambalinas se acusa que el diputado local fue “impuesto” por Sheinbaum, luego de que éste coordinó el apoyo a su favor en Coahuila.
Así, con este camino anegado de proselitismo anticipado, impugnaciones, rechazo interno, rechiflas, descalabros, multas y propuestas disfrazadas de “sueños”, Claudia Sheinbaum Pardo se alista para recorrer por quinta vez el país, con el apoyo presidencial y el de los 23 gobernadores morenistas para convencer a millones de mexicanos de darle su voto en las urnas y que se convierta en la primera mujer presidenta de México.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: SARA PANTOJA.
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