En el video que presentó la Fiscalía de Sinaloa para “probar” que el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa y adversario del gobernador de aquella entidad, el morenista Rubén Rocha Moya, no se prueba nada. Las imágenes dan cuenta de un carro que llega a una solitaria gasolinera, y cuando el despachador introduce la manguera para cargar gasolina al vehículo, y se distrae en otros asuntos, se acercan dos personas montadas en una motocicleta; una de ellas desciende, abre la puerta del carro, habla, discute o no hace nada con quien se supone va en el asiento del copiloto (no se aprecia a nadie, en realidad), y posteriormente se sube a la moto y emprende la huida al tiempo que quien va manejando el carro que cargaba gasolina también emprende la marcha, jalando la manguera que aún le servía, para perderse fuera de las cámaras de videovigilancia.
La escena sucede ya por la noche de lo que, dicen, era el jueves 25 de julio. Se supone que en el vehículo que cargaba gasolina, era trasladado Héctor Melesio Cuén, que su chofer personal era el que conducía, y que los motociclistas lo atacaron “para robarlo” y lo asesinaron en el acto. La realidad es que no se aprecia la acción de un robo o un asalto, como tampoco a quienes están dentro del vehículo, y menos el ruido ensordecedor de disparos; de hecho, el despachador en ningún momento se inmuta, ni se tira al piso, ni hace ademán de resguardarse ante lo que se supone una escena del crimen en acción.
El caso del asesinato de Melesio Cuén cobró relevancia porque el 8 de agosto en una carta a saber redactada por Ismael Zambada García, y liberada a la prensa a través de su abogado, el depuesto capo del Cártel de Sinaloa, da a conocer las condiciones en que, según él, fue “secuestrado” por personas que servían a su ahijado, Joaquín Guzmán López, montado contra su voluntad a un avión en el que viajaban él, el piloto y Guzmán López, y volado hacia los Estados Unidos, donde aterrizaron en el aeropuerto de Doña Ana en el Condado de Santa Teresa, Nuevo México, para ser entregado, contra su voluntad, a las autoridades norteamericanas, país donde era uno de los narcotraficantes más buscados y por el cual ofrecían 15 millones de dólares de recompensa.
En la misma carta, Zambada García informa, sin reconocerlo como tal, que cayó en una trampa. Que había sido citado en un rancho en las afueras de Culiacán, Sinaloa, para mediar en un conflicto político entre Cuén Ojeda y el gobernador Rocha Moya, cuya convocatoria la hizo Guzmán López; pero cuando llegó y después de, efectivamente, saludar a Melesio Cuén, quien dijo era su amigo, fue testigo del asesinato, ahí mismo, del ex rector, y él, secuestrado.
Tal versión dista de la otorgada por las autoridades sinaloenses y el propio gobernador Rocha Moya aquel 25 de julio. Y el video parece confirmar que no fue asesinado cuando se encontraba en la gasolinera, aunque es probable que su cuerpo sí hubiese sido trasladado en el vehículo referido. Cuén, dijeron las autoridades, había fallecido a las 11 de la noche de aquel 25 de julio, el mismo día que, pasadas las dos de la tarde, los Estados Unidos habían capturado al Mayo Zambada.
La versión del capo ha puesto en entredicho la de la Fiscalía General de Sinaloa, y la ofrecida por el mismo gobernador, de quien Zambada se refiere con familiaridad. Rubén Rocha Moya, por supuesto, ha negado haber estado en tal reunión, justificando un viaje en avión privado propiedad de la familia Vizcarra, de SuKarne, fuera del país. Lo cual no está peleado con el hecho de que su nombre y figura fueron utilizados para atraer a Zambada a una reunión, que, evidentemente, le resultaba al capo familiar, pues no se negó a acudir y lo hizo con normalidad y poca seguridad a su alrededor, por lo que fue “fácilmente” capturado por las huestes de Los Chapitos para entregarlo a los Estados Unidos.
La coartada del gobernador Rocha Moya es la coartada perfecta para varios flancos: por un lado, para el narcotraficante Zambada García, pues al no estar presente y de hecho fuera del país, estaría claro que el mandatario no participó en la entrega del capo; para las autoridades mexicanas, y como fue el caso, al saberse por voz del Mayo del motivo de la reunión en la que fue “secuestrado”, Rocha queda descartado como cómplice porque no estaba en el lugar, sino en otro país, y ahí está la bitácora de vuelo como prueba de ello.
Al modo del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, Rocha Moya ha utilizado la versión del capo, de una presunta reunión con él, cuando bajó la guardia y fue trasladado a los Estados Unidos, como un ataque directo a su persona, para desprestigiarlo a él y de paso al Presidente de la República. Tal retórica le ha servido al Presidente para justificar la divulgación de otros hechos de violencia, y ahora Rocha se sirve de lo mismo. De hecho, le salió mejor la narrativa, pues justo a la liberación de la carta del Mayo, estaba programada una visita del Presidente López Obrador y la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, a Culiacán, para la inauguración de un hospital, lo cual fue aprovechado por el gobernador para justificarse con ellos en lo privado, y luego públicamente, argumentando un ataque no sólo contra él, sino contra el Presidente y la futura mandataria nacional.
La Fiscalía General de la República, titulada por el fiscal ausente, Alejandro Gertz Manero, no investiga a Rubén Rocha Moya, el gobernador; le ha pedido comparta su versión, pero, de acuerdo a su boletín, no en calidad de declaración, sino como colaboración. A quien sí investiga -y por traición a la patria- es a Joaquín Guzmán López, por secuestrar a un mexicano para sacarlo del país y entregarlo a autoridades extranjeras. Tímidamente han solicitado la atracción de la carpeta de investigación de Héctor Melesio Cuén Ojeda, pero, como muchos otros casos que se ha llevado a su fuero, hasta ahí quedará la indagación.
Por cierto, Jesús Vizcarra, el ex alcalde de Culiacán, propietario de varias empresas, entre ellas SuKarne, fue candidato del PRI al gobierno de Sinaloa en el año 2010, cuando por esas fechas de campaña una imagen suya, acompañado de otras personas (entre quienes se encontraba Ismael Zambada García), fue publicada en el diario Reforma, y junto a la reputación, la campaña se le vino encima, perdiendo ante el panista Mario Valdez López. Ahora, el morenista Rocha Moya utiliza el avión de Marco Vizcarra y tiene la coartada perfecta en un estado dominado por el narcotráfico y la perenne sospecha de la narcopolítica, que en su actual estado representa un riesgo sin precedentes para México.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.
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