En el caso Ayotzinapa, la CNDH recomendó desde 2018 establecer quién era El Patrón para saber las motivaciones de los ataques y el destino de los normalistas.
De orden de arriba, me voy a llevar a los chavos, –indicó el subdirector de la Policía Municipal de Cocula, el exmilitar César Nava González, al subdirector de la Policía Municipal de Iguala, Francisco Salgado Valladares, la noche del 26 de septiembre del 2014 y se llevó a 23 normalistas de la barandilla (cárcel municipal). Esa fue la última vez que se vio a ese grupo de 23 estudiantes.
Minutos antes, a la salida de Iguala, en El Puente El Chipote, otro grupo de 20 normalistas fue extraído del autobús de la Estrella de Oro 1531 por policías municipales de Iguala, de Huitzuco y de Cocula.
Los testimonios establecen que, en ese lugar, un par de policías federales preguntó a los policías municipales de Iguala y Huitzuco qué pasaba con los estudiantes cuando los subían a varias patrullas.
Los uniformados respondieron que se los llevaban a Huitzuco “allá que el patrón decida qué va a hacer con ellos”. Los policías federales asintieron sin cuestionar sobre la golpiza a los estudiantes, que se los llevaran a otro lugar y tampoco preguntaron sobre quién era El Patrón.
Se trataba de una parte de los normalistas que la noche del 26 de septiembre a bordo de los autobuses Estrella de Oro 1568 y 1531 llegaron a Ias afueras de Iguala, procedentes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, a unas dos horas de Iguala, supuestamente a secuestrar autobuses en los que se debían trasladar normalistas de todo el país a la manifestación del 2 de octubre en Ciudad de México.
En el acceso de Iguala, en el punto conocido como Rancho El Cura, los normalistas tomaron el autobús Costa Line 2513, procedente de Acapulco, pero el conductor y un pasajero impidieron que los estudiantes se quedaran con la unidad ahí mismo. Acordaron con ellos que los dejaran llegar a la terminal y en la entrada se bajaría el pasaje, momento en que podían llevárselo.
Bajo ese plan, ocho estudiantes se subieron al autobús, pero al llegar a la terminal, el conductor se metió a la central, bajó al pasaje y después desapareció. Momentos después llegaron a la terminal, el resto de estudiantes a bordo de los autobuses que traían desde Iguala y tomaron tres autobuses en la Central, el 2012 y 2510 de Costa Line y el 3278 de la Estrella Roja. Cuando salieron de ahí, a bordo de los cinco autobuses, los estudiantes fueron perseguidos por elementos de varias corporaciones policíacas: de Iguala, Cocula, Huitzuco y de la Policía Estatal, en una acción en la que también se documentó la participación de elementos del Ejército y del crimen organizado.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en la recomendación emitida en noviembre del 2018, pidió a la entonces Procuraduría General de la República (PGR) establecer quién era El Patrón, dado que era el responsable de la toma decisiones que se tradujeron en ataques, agresiones letales y en la desaparición de los 43 estudiantes.
Para la CNDH saber quién era El Patrón era fundamental para conocer las motivaciones de los ataques y el destino de los estudiantes.
El organismo estableció que El Patrón operaba las acciones contra los normalistas desde Huitzuco y aseguró que el perfil correspondía a “un sujeto con alta capacidad de organización y de dirección para las actividades ilícitas, con control de la información, agudeza para emitir órdenes precisas y simultáneas, con un poder corruptor capaz de apoderarse del control y mando de diversas corporaciones, con poder para destruir y ocultar evidencias que lo incriminen y contactos que le garanticen impunidad y se oculte su identidad”.
En suma, estableció, que el poder de El Patrón trascendía el ámbito municipal y regional –que suelen tener los líderes criminales– y advirtió que la PGR desviaba el curso de sus investigaciones a objetivos de bajo perfil, intentando atribuir a jefes delincuenciales menores la responsabilidad de los hechos de Iguala.
Pidió indagar acerca de que los jefes del grupo criminal Guerreros Unidos estuvieron escondidos, de acuerdo con la versión de un testigo, “en el Rancho Vicario, en la comunidad de Agua Zarca”, en Huitzuco.
En la región Norte es muy conocido el rancho Agua Zarca, propiedad del priista Héctor Vicario Castrejón, mano derecha del exgobernador Rubén Figueroa Alcocer, originario de Huitzuco, quien demitió al gobierno de Guerrero por la masacre de Aguas Blancas, ocurrida en junio de 1993. Cuando renunció, llegó como gobernador sustituto Ángel Aguirre Rivero. En esta ocasión, Aguirre Rivero tuvo que renunciar por los asesinatos y desaparición de los normalistas.
Consultado al respecto, Vicario Castrejón señaló que en Huitzuco hay decenas de “vicarios” propietarios de pequeñas propiedades que pudieran pasar como ranchos y ninguna comunidad se llama Agua Zarca.
Figueroa Alcocer es hijo del extinto gobernador Rubén Figueroa Figueroa, quien fue secuestrado por Lucio Cabañas Barrientos, un profesor formado en la Normal de Ayotzinapa.
Huitzuco de Los Figueroa es el nombre completo de este municipio de la región Norte de Guerrero.
El abogado de las madres y padres de los normalistas desaparecidos, Vidulfo Rosales Sierra, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, dijo que a quien ellos señalan como el principal instigador de los hechos de Iguala es al Ejército y como responsable al Estado.
Autobús Estrella de Oro 1568 en Juan N Álvarez y Periférico
Alrededor de las 09:17 de la noche, el autobús Estrella de Oro 1568, uno de los dos autobuses en los que llegaron los estudiantes desde la Normal, salió de la Central de Autobuses de Iguala, después de las unidades 2012 y 2510 (en ese orden) de Costa Line, recién capturados. Tomó la avenida Hermenegildo Galeana en dirección al Periférico Norte.
Un par de minutos antes, salió el autobús 1531, el segundo autobús en el que llegaron los estudiantes a Iguala. Los autobuses 2012, 2510 y 1568 tomaron una ruta distinta a la del autobús 1531, por las circunstancias que se narran a continuación.
De acuerdo con las declaraciones ministeriales, en el autobús 2012 iban unos 30 estudiantes, en el 2510 unos 36 y en el 1568 unos 20 normalistas. Después se estableció que eran exactamente 23 normalistas los que viajaban en el autobús 1568, entre ellos, Bernardo Flores Alcaraz, conocido como El Cochiloco, el secretario del Comité de Lucha de la dirigencia estudiantil de la Normal.
Unas tres cuadras después de la salida de la Central, la caravana de autobuses fue perseguida por varias patrullas de la Policía Municipal de Iguala.
–Dichas patrullas pretendían rebasar el autobús que conducía, pero no permití que esto ocurriera, –declaró el conductor del autobús 1568.
Por las calles transversales a la Hermenegildo Galeana, la que adelante se convierte en Juan N. Álvarez, otras dos patrullas se sumaron a la persecución, apostándose a los extremos para impedir que los autobuses dieran vuelta a la izquierda o a la derecha, obligándolos a continuar sobre la Hermenegildo Galeana.
En la esquina de las calles Galeana y Leandro Valle, los autobuses se detuvieron porque los autos que iban delante hicieron alto por la luz roja del semáforo. Cuatro policías municipales descendieron de sus patrullas, uno de ellos se aproximó al autobús 1568 y apuntó a los estudiantes de esa unidad con su arma larga. Entonces, unos 15 estudiantes descendieron del segundo autobús.
Uno de los estudiantes que descendió del segundo autobús, identificado posteriormente como El Güero Basca, de tercer grado, por el costado derecho se acercó sigilosamente al policía que apuntaba a los normalistas con su arma larga. Este policía fue identificado durante la investigación como Raúl Cisneros García. Por atrás, El Güero Basca sujetó de sus brazos al policía. Se inició un forcejeo entre estudiante y policía. Usando su arma larga como palanca, el policía arrojó al piso al estudiante. El Güero Basca se levantó de inmediato del suelo mientras el policía le disparó una ráfaga a los pies. Los testimonios indican que El Güero Basca recibió un rozón en el pecho. Entonces varios normalistas propinaron al policía varias patadas y puños. El policía quedó tirado a un costado del autobús.
En su declaración, El Güero Basca señaló que cuando se bajó del autobús sujetó al policía porque eran dos elementos, de cada lado, los que encañonaban a sus compañeros del autobús 1568, exigiéndoles que bajaran sino los mataban. Que lo sujetó de los brazos para cubrirse él y evitar que disparara a sus compañeros. Dijo que el policía disparó su arma al suelo después del forcejeó y fue un pedazo de concreto el que se le incrustó en el pecho y lo hirió. Aseguró que los demás policías dispararon contra los normalistas que habían descendido del segundo autobús.
Con el siga del semáforo, todos los normalistas abordaron sus autobuses y continuaron la marcha, pero a partir de ahí, los policías municipales los persiguieron, con disparos al autobús 1568.
Más adelante, de otra calle transversal a la Juan N. Álvarez, llegaron otras dos patrullas y una se atravesó totalmente después del paso de los primeros dos autobuses, mientras la otra bloqueó la calle transversal del lado izquierdo, por lo que el autobús 1568 se quedó rezagado. Los estudiantes se bajaron y arrojaron piedras. Lograron que la patrulla que se les puso enfrente se quitara. Lo mismo hizo la patrulla que bloqueaba la calle del lado izquierdo. Los estudiantes abordaron de nuevo el autobús 1568, pero los otros autobuses ya se habían adelantado.
Otras patrullas se unieron a la persecución del autobús 1568. Los testimonios establecieron que no había tregua en los disparos de parte de los elementos de las cinco patrullas que los perseguían, entre ellas, patrullas de la policía de Huitzuco, de Cocula, de Iguala y también de la Policía Estatal.
–Ya le dieron al autobús, ya le poncharon una llanta, –exclamó el conductor.
Cuando la llanta fue ponchada, comenzó a escucharse un piteo en el tablero para advertir del daño a la unidad y el autobús comenzó a inclinarse del lado izquierdo. A pesar de los daños a la unidad, los estudiantes continuaron la marcha hacia Periférico Norte.
Cuando los dos primeros autobuses entroncaron con Periférico Norte, a las 09:30 de la noche, fueron bloqueados por la patrulla 002 de la Policía Municipal de Iguala, una unidad Pick Up, Ranger, Ford, conducida por una mujer policía. La policía abandonó la unidad y la dejó ahí para impedir que los autobuses continuaran su marcha. El autobús 1568, último de la caravana, llegó a este punto unos cinco minutos después. Para esos momentos, los normalistas de los autobuses 2012 y 2510 se habían bajado y hacían lo necesario para quitar a la patrulla de ahí.
El Güero Basca declaró que él se metió a la unidad y con las llaves puestas intentó arrancarla y al ver que no respondía sus compañeros empujaron la patrulla. Justo en esos momentos una lluvia de balas cayó sobre ellos. Ahí fue herido el normalista Aldo Gutiérrez Solano. Recibió un impacto de bala en la cabeza. A la fecha, Aldo permanece en estado neurovegetativo. Esa bala le destruyó la mayor parte del cerebro.
Hay un video sobre este momento. No se aprecian muchos detalles. Está muy obscuro. Sólo se escuchan las ráfagas y las palabras desesperadas de los normalistas.
–¡No disparen! ¡Ya mataron a uno! ¡No tenemos armas! ¡No tenemos armas! ¡Por qué apuntan! ¡Tiéntense el corazón!
Aldo no fue el único herido en esa acción. Otro normalista recibió un proyectil que entró y salió en la pierna, a otro más le volaron los dedos meñique y anular de la mano derecha y un tercero recibió un rozón en la parte superior izquierda del pecho.
Al mismo tiempo de este ataque con los estudiantes de los autobuses 2012 y 2510, los normalistas de la unidad 1568 recibían su propia ráfaga de balas. Testigos indicaron a la CNDH que los ataques provenían de patrullas de la Policía Municipal de Iguala y de la Policía Estatal y también había patrullas de la Policía Municipal de Huitzuco y de Cocula.
Un estudiante del autobús 1568, por indicaciones del Cochiloco, tomó el extintor del autobús y salió de la unidad para rociar a los policías su contenido, con la idea de obstruirles la visión. Cuando el normalista salió, policías estatales le impidieron bajarse con una ráfaga de balas. El normalista desde dentro extendió su brazo con el extintor y cuando iba a rociar el líquido un proyectil le destrozó el antebrazo. Sus compañeros le aplicaron un torniquete porque de inmediato comenzó a perder mucha sangre.
Cuando hirieron al primer normalista de este autobús, los estudiantes entraron en pánico. Es El Cochiloco el que instruye al conductor para que baje y diga a los policías que ya no dispararan, que se iban a entregar. El conductor se bajó, se identificó, pero lo golpearon y lo tiraron al piso. Le exigieron que confesara que los estudiantes traían armas. Ningún estudiante traía armas, les dijo en ese momento a los policías y, posteriormente, a la PGR y a la CNDH en su declaración ministerial.
El conductor refirió en su declaración que cuando lo tiraron al piso boca abajo vio, que también los estudiantes eran sometidos y los ponían boca abajo. Detalló que, conforme se bajaban, un policía les pegaba en la cabeza con su arma, mientras dos los encañonaban con sus armas largas, los trasladaban a la parte trasera del autobús 1568, los ponían boca abajo con las manos en la nuca. Dijo que procedieron igual con el estudiante que antes había recibido una bala en el brazo.
Los estudiantes permanecieron tirados boca abajo y con las manos en la nuca entre las 09:55 y 10:05 de la noche. A las 09:57 llegó una ambulancia para atender al estudiante lesionado del brazo. Los policías levantaron al estudiante del piso y le ordenaron que se subiera a la ambulancia. A las 10:05 de la noche, los policías empezaron a levantar del piso a los estudiantes y los subieron a la batea de las patrullas y los llevaron a la barandilla de la Policía Municipal de Iguala.
En la parte frontal de la caravana, los estudiantes de los autobuses 2012 y 2510 también pidieron tregua. Se tiene la evidencia de que en esta parte arribaron las patrullas 302, 305 y 306 de la Policía Municipal de Cocula, encabezadas por el subdirector de la corporación, el exmilitar César Nava González. Los normalistas pidieron auxilio para uno de sus compañeros que tenía un ataque de asma.
Los estudiantes hablaron precisamente con César Nava para que auxiliara a su compañero. El subdirector de la Policía Municipal de Cocula extrajo al estudiante con problemas respiratorios, lo sacó de ahí a bordo de su patrulla, la 302, lo trasladó una cuadra adelante donde había una ambulancia de la Cruz Roja, lo atendieron y después lo trasladaron al Hospital General Jorge Soberón Acevedo.
Los normalistas que los policías llevaron a la barandilla de la Policía Municipal de Iguala y entregaron al oficial de Barandilla, José Ulises Bernabé García, habrían llegado cerca de las 10:20 y permanecieron ahí aproximadamente sólo media hora.
Alrededor de las once de la noche, el subdirector de la Policía Municipal de Cocula, César Nava, llegó a la Comandancia de la Policía Municipal se dirigió con el oficial de Barandilla y después le dijo al subdirector de la Policía Municipal de Iguala, Francisco Salgado Valladares:
–De orden de arriba, me voy a llevar a los chavos.
Y se los llevó. Fue la última vez que se vio a este grupo de estudiantes.
Las investigaciones establecieron que César Nava se llevó a los normalistas a la colonia Loma de Coyotes, en la periferia de Iguala, y los entregó a una célula del crimen organizado de Los Guerreros Unidos, porque fueron las órdenes que recibió de El Patrón.
César Nava González fue detenido en noviembre del 2014, acusado de delincuencia organizada y secuestro. Quedó en libertad el pasado mes de julio del 2024 porque el magistrado Juan Ramón Barreto López, del Segundo Tribunal Colegiado de Apelación, en Toluca, canceló los procesos penales que se iniciaron contra Nava González al determinar que fue juzgado dos veces por el mismo delito.
Salgado Valladares fue detenido en mayo del 2015 y continúa preso.
Bernabé García, cuando rindió declaración, negó que los estudiantes estuvieron en la delegación de Barandilla. Después se fue a Estados Unidos, en donde solicitó asilo y le fue otorgado en enero del 2020. El gobierno mexicano informó que solicitó su extradición para que sea juzgado en México.
Autobús Estrella de Oro 1531 en el Puente del Chipote
Alrededor de las 09:15 de la noche, unos 20 normalistas a bordo del autobús Estrella de Oro 1531, una de las dos unidades en las que llegaron a Iguala cerca de las ocho de la noche, desde la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, salieron de la Central de Autobuses de Iguala por la calle Hermenegildo Galeana que a partir de la calle Bandera Nacional se convierte en Avenida Juan N. Álvarez.
Cuando el autobús entroncó con la carretera federal 95 Iguala-Chilpancingo comenzó a ser perseguido por elementos de la Policía Municipal de Iguala, a bordo de dos patrullas, los que dispararon al autobús y poncharon los neumáticos delantero y trasero del lado izquierdo de la unidad, justo del lado del conductor.
Por la ponchadura, se accionó el mecanismo automático del sistema operativo de seguridad del autobús, por lo que la unidad se detuvo justo debajo del puente del Chipote, en ese punto, otra patrulla de la Policía Municipal de Iguala venía en sentido contrario y se apostó enfrente del autobús para impedir el paso.
Los policías municipales estaban encapuchados. Descendieron de sus patrullas y rodearon el autobús. Insultaron a los estudiantes normalistas y les exigieron que se bajaran. Los estudiantes permanecieron en el autobús. Los policías encapuchados, entre ellos, se podía advertir a una mujer, colectaron piedras y ramas gruesas de los árboles cercanos, con los que golpearon los cristales del autobús, hasta romperlos. Ya con los vidrios rotos, la mujer policía lanzó dos granadas de gas lacrimógeno y los estudiantes no tuvieron de otra que bajar del autobús. Conforme bajaron, los policías municipales golpearon y sometieron a cada estudiante, los esposaron y los tiraron al piso boca abajo.
Por la georreferencia de sus números de celular se ubicó en este autobús a once normalistas, entre ellos, a Alexander Mora Venancio, originario de El Pericón, municipio de Tecoanapa y a Adán Abraján de la Cruz, originario del barrio El Fortín, de Tixtla. Tiempo después se estableció que en este autobús iban 20 normalistas.
Alexander Mora fue el primer estudiante cuyos restos fueron identificados, supuestamente hallados en el Río San Juan, cerca del basurero de Cocula, con lo que se sustentó “la versión histórica” de que todos fueron quemados. El papá de Alexander Mora, Ezequiel Mora, falleció supuestamente de un paro cardiaco el 28 de agosto del 2022, en el hotel Vida en el Lago, propiedad del empresario Pedro Segura Valladares, con quien Ezequiel se reunió junto con otros siete madres y padres de normalistas desaparecidos.
Ya sometidos, los policías subieron a los normalistas a la patrulla que se colocó de frente al autobús.
–Ya no caben en la patrulla, –comentó uno de estos policías.
–Ahorita vienen los de Huitzuco, –respondió otro policía, de acuerdo con testimonios que obran en la investigación realizada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para emitir la recomendación respectiva.
A poco tiempo, en el mismo sentido en que arribó la patrulla que ya estaba llena de estudiantes, llegaron tres patrullas de la Policía Municipal de Huitzuco, a donde subieron a los demás normalistas. En esos momentos, también en sentido contrario llegó la radio patrulla 9908 de la Policía Federal. Uno de los policías descendió y preguntó:
–¿Qué pasa con los chavos?
Un policía municipal respondió:
–Allá atrás chingaron a un compañero. Se los van a llevar a Huitzuco. Allá que el patrón decida qué va a hacer con ellos.
–Ah, ok, ok, está bien, –asintió el policía federal, sin cuestionar por qué golpeaban a los estudiantes, por qué los llevaban a Huitzuco y quién era El Patrón.
Los policías federales se quedaron observando las maniobras de los policías municipales de Iguala y de Huitzuco. Los policías que conducían las cuatro patrullas llenas de estudiantes maniobraron en reversa, hasta llegar a un tope, dieron vuelta y se dirigieron de frente con rumbo a Huitzuco. Fue la última vez que esos normalistas fueron vistos.
Los policías federales que llegaron a la escena fueron identificados como Víctor Manuel Colmenares Campos y el suboficial Emmanuel de la Cruz Pérez Arizpe. Colmenares Campos fue detenido en 2020, en Texcoco, Estado de México, y vinculado a proceso por los delitos de desaparición forzada y delincuencia organizada. Actualmente sigue recluido en el penal federal de máxima seguridad El Altiplano. Se desconoce si en el proceso que se le sigue le han preguntado sobre El Patrón de Huitzuco, a quien le llevaron ese grupo de estudiantes. De la Cruz Pérez Arizpe fue detenido en noviembre del 2021 en Matamoros, Tamaulipas.
Luis Antonio Dorantes Macías, titular de la Policía Federal de la Estación Iguala, no fue visto esa noche por el testigo en el puente del Chipote pero en la investigación de los hechos identificaron en su celular cinco llamadas realizadas entre las 21:26 y las 22:51, las que quedaron registradas en la antena Margaritas, que se ubica a un lado del Palacio de Justicia, en el puente del Chipote, por lo que lo ubicaron en el lugar de los hechos, lo que la CNDH considera como elementos para establecer su probable participación. Dorantes Macias fue detenido en enero del 2021. La FGR lo vinculó a proceso sólo por omisión.
Los policías municipales de Huitzuco que se llevaron a los estudiantes fueron coordinados por el director de la Policía Municipal de Huitzuco, Javier Núñez Duarte, y sus hijos Ariel Núñez Figueroa y Celedonio Núñez Figueroa, quienes también eran policías municipales en Huitzuco, bajo las órdenes de su padre. Los tres personajes huyeron luego de los acontecimientos. La CNDH pidió a la entonces Procuraduría General de la República (PGR), ahora Fiscalía General de la República (FGR), enfocarse en encontrarlos para esclarecer el destino de los normalistas y su involucramiento con El Patrón. No hay indicios de que los hayan buscado antes como PGR ni ahora como FGR.
El perfil del Patrón
La CNDH estableció en su investigación que el personaje identificado como El Patrón era el responsable de la toma decisiones en los hechos de Iguala que se tradujeron en ataques, agresiones letales y en actos de desaparición dirigidos contra los normalistas de Ayotzinapa.
Sostiene que halló evidencias de la presencia de El Patrón en cada uno de los siete escenarios y momentos en los que ocurrieron actos de agresión y desaparición dirigidos contra los normalistas de Iguala, en el puente El Chipote, en dos momentos diferentes en Alvarez y Periférico, en el crucero de Santa Teresa, donde atacaron al equipo de futbol de Los Avispones, porque pensaron que eran los normalistas, en la colonia Industrial, en donde hallaron el cadáver del normalista Julio César Mondragón Fontes, quien fue desollado, y en la Barandilla de la Policía de Iguala.
Aseguró que en todos esos hechos tomaron parte sujetos que recibieron y cumplieron órdenes e instrucciones directas e indirectas giradas por El Patrón y que era necesario establecer a qué personaje en Guerrero corresponde ese perfil porque de esa manera se conocerían las motivaciones del ataque a los estudiantes y cuál había sido su destino.
Advirtió también que la PGR desviaba el curso de sus investigaciones “hacia objetivos equívocos, de bajo perfil, intentando atribuir a jefes delincuenciales menores de la organización Guerreros Unidos la responsabilidad de los hechos de Iguala”. Tal era el caso de Alejandro Benítez Palacios, El Cholo Palacios, uno de los jefes de Guerreros Unidos en Huitzuco, a quien la PGR quería atribuirle esta categoría y El Cholo Palacios, indicó, nunca figuró como un líder en la estructura del grupo criminal.
La CNDH estableció diversas circunstancias que indicaron el alto perfil de El Patrón, al que no se acercan ni el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, quien gobernaba en ese momento la ciudad, ni El Cholo Palacios.
Indicó que lo ocurrido en el puente del Chipote gira alrededor de El Patrón y del municipio de Huitzuco, por lo que infiere que El Patrón se encuentra en Huitzuco. Afirmó que los sucesos ocurridos en ese lugar visibilizan en toda su extensión y expresión el poder y el control que ejercía El Patrón no sólo sobre la organización criminal Guerreros Unidos sino también sobre las corporaciones de seguridad pública, municipal, estatal y federal.
En el caso de la extracción de los normalistas de la Comandancia de la Policía Municipal de Iguala señaló que bastó que el subdirector de la Policía de Cocula dijera que tenía instrucciones de “arriba” para que mandos policiales y presumiblemente autoridades de Iguala, permitieran llevarse a los estudiantes y junto con la Policía de Iguala, precisamente, trasladarlos a Loma de Coyotes para entregarlos al crimen organizado.
Destacó el organismo que esas autoridades no opusieron ninguna resistencia, no argumentaron nada en contra, ni objetaron la orden, sólo la asumieron. “La situación presupone que los servidores públicos del municipio de Iguala entendían que se habían tomado decisiones, sabían quién es la persona que había girado las instrucciones y, respetando su superioridad, ascendencia y jerarquía en la organización, obedecieron la orden bajada hasta el nivel del subdirector de la Policía de Cocula y permitieron e, incluso, coadyuvaron con el mando policial en el trasladado de los normalistas a Loma de Coyotes para ser entregados a miembros de la organización criminal de los Guerreros Unidos”.
El organismo descartó que El Patrón sea el alcalde José Luis Abarca, más bien, indica que Abarca es una de las autoridades de Iguala a quien El Patrón giró instrucciones.
“La personalidad de El Patrón debe corresponder, necesariamente, con la de un líder criminal con autoridad sobre altos mandos policiales y autoridades, lo suficientemente poderoso para corromper y para que sus decisiones e instrucciones se ejecuten, desde luego por los miembros de una organización criminal, pero también por personas con cargos públicos y por agentes de cuerpos policiales de distintos niveles competenciales y de distintos municipios, al menos, en y de una región del territorio guerrerense”, dijo la CNDH.
Pidió a la PGR enfocar sus investigaciones para descubrir la identidad de El Patrón “considerando que debe tratarse de un sujeto con alta capacidad para ocultar su propia identidad, mediante la recompensa o la amenaza como garantía de impunidad”.
Como actuó esa noche del 26 y madrugada del 27 de octubre, El Patrón debe ser alguien situado por encima de líderes de células criminales y lideres municipales del crimen organizado, de lugartenientes y líderes regionales, agrega el organismo. “Tiene que tratarse de un individuo situado en la cúpula o en la cúspide de una estructura criminal desde donde puede someter tanto a cuerpos policiales de distintos municipios, e incluso, de diversos niveles”.
La CNDH estableció que la noche de los hechos El Patrón estaba en Huitzuco, por una seria de evidencias, una de ellas, el hecho de que es el municipio a donde ordenó llevaran al grupo de normalistas sustraído del autobús 1531 en el puente del Chipote y porque fueron trasladados en las patrullas de esa policía.
El organismo destacó la declaración de Walter Deloya, a quien identificaron como el jefe de Guerrero Unidos en Cocula, quien indicó que después de los sucesos, los jefes de Guerreros Unidos se escondieron en el Rancho Vicario, ubicado en la comunidad de Agua Zarca, a la entrada del municipio de Huitzuco.
De acuerdo con Walter Deloya, “los jefes de Guerreros Unidos estuvieron por varias semanas escondidos en ese rancho y después en el Rancho Chaucingo, ubicado también en Huitzuco, propiedad de un hermano del dueño del Rancho Vicario, después en el rancho Cacahuananche, propiedad del presidente municipal de Huitzuco, José Luis Ávila López”.
La CNDH apuntó que en la región no habría otra persona con la capacidad y el poder para ocultar y proteger a los líderes visibles de la organización criminal.
Héctor Vicario Castrejón es propietario en Huitzuco del rancho Agua Zarca, la mano derecha del exgobernador Rubén Figueroa Alcocer. Chaucingo es una comunidad de Huitzuco, lugar de origen de los Vicario.
La CNDH sostiene que El Patrón en la noche de Iguala se erigió como “un concentrador de decisiones capaz de coordinar y armonizar las acciones –e incluso las omisiones de autoridades, mandos y elementos policiales, tanto de al menos los municipios de Iguala, Cocula, Tepecuacuilco y Huitzuco, además de elementos de la Policía Ministerial, de la Policía Federal y muy probablemente elementos de la Policía Ministerial Federal, situación que le permitió concretar los ataques dirigidos contra los estudiantes en general y la detención y desaparición de los 43 normalistas en particular”.
Agrega que el perfil de El Patrón concierne a un sujeto con alta capacidad de organización y de dirección para la realización de actividades ilícitas, con suficiencia para manejar multiplicidad de escenarios –siete al menos– y gran cumulo de datos.
El Patrón demostró capacidad de mantener el control de la información, agudeza para emitir órdenes precisas y, si se requiere, simultáneas, con el dominio de una pluralidad de operadores y ejecutores, tanto de su organización como de autoridades y corporaciones policiales.
Que demostró un poder corruptor capaz de apoderarse del control y mando de diversas corporaciones de seguridad y de autoridades políticas y administrativas.
Con poder para destruir y ocultar evidencias que lo incriminen y contactos que le garantizan impunidad y se oculte su identidad y con los medios para garantizar una efectiva protección a los líderes visibles de la organización criminal bajo su mando, sobre todo después de perpetrar hechos de alto impacto como los que desafortunadamente dieron origen al caso Iguala.
¿Quién es El Patrón?
En sus indagatorias, la PGR dejo sin atender la recomendación de la CNDH de esclarecer quién era El Patrón. Para la PGR, El Patrón era El Cholo Palacios, el supuesto jefe de Guerreros Unidos en Huitzuco, aunque para la CNDH, el perfil de El Cholo Palacios no correspondía al del personaje que orquestó todos los ataques y dio órdenes a autoridades de diferentes niveles.
La CNDH también advirtió que El Patrón tenía todos los contactos en las instancias para que su identidad permaneciera oculta. La FGR tampoco indagó sobre quién es El Patrón. En septiembre del 2023, la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, dio a conocer su propia narrativa sobre los hechos, algunas partes fueron tomadas integras de la recomendación de la CNDH, entre ellas, las declaraciones de Walter Deloya acerca de que los jefes de Guerreros Unidos se escondieron en el Rancho Vicario, pero la PGR nunca citó a declarar a Héctor Vicario, como propietario del rancho en el que, de acuerdo con un testigo, se habrían escondido quienes desaparecieron a los estudiantes bajo las órdenes de El Patrón.
Héctor Vicario Castrejón es uno de los jefes políticos más importantes de la región. Es originario de Huitzuco. Fue secretario de Finanzas con el gobernador Rubén Figueroa Alcocer. En esos tiempos era conocido entre la clase política como El hombre del maletín porque siempre acompañaba a Figueroa a sus actividades políticas y siempre traía un maletín consigo.
De acuerdo con testimonios de varios periodistas de la fuente política, en ese maletín Vicario siempre llevaba dinero para entregar a las personas que le instruyera el gobernador.
En la región Norte, uno de los hombres más poderosos, sin lugar a dudas, es Héctor Vicario, pero es del dominio público que el jefe político de Vicario es el exgobernador Rubén Figueroa, a su vez, el que acumula más poder, dinero y relaciones.
En marzo del 2023, Vicario festejó su cumpleaños número 59 en el Rancho Agua Zarca. A su festejo llegaron los exgobernadores Figueroa y Héctor Astudillo Flores.
De acuerdo con el video que se puede ver en Youtube de este festejo, Figueroa con micrófono en mano, afirma a cuadro:
“Nos reunimos aquí con Héctor todos los años, no es novedad para ninguno de ustedes vernos, porque somos los mismos que venimos cada año a festejar a nuestro amigo. Héctor ha hecho un buen liderazgo en esta región, los liderazgos políticos no son siempre exitosos, a veces uno gana y a veces uno pierde, no tendría chiste la política si siempre ganara uno, eso no es posible y ni es factible en ninguna parte del mundo, la política es un trabajo, una ciencia y un gran esfuerzo de los hombres por servir a tus compañeros y a tus amigos.
En 2021, Vicario contendió para diputado federal y perdió. En 2024, el PRI no lo requirió para contender por un cargo de elección popular. Actualmente es integrante de la dirigencia nacional de la Confederación Nacional Campesina, el brazo político rural del PRI.
Durante el festejo de Vicario en Agua Zarca un reportero pregunta a Figueroa sobre el tiempo de la relación con Vicario. Figueroa responde que su amistad es de más de 40 años.
Vicario hizo su carrera política cobijado siempre por Figueroa. Antes de que fuera su secretario de Finanzas en su frustrado gobierno por la matanza de Aguas Blancas, Vicario era el secretario auxiliar de Figueroa.
Consultado al respecto, Vicario dijo que como en Huitzuco no hay ningún rancho Vicario, ni ninguna comunidad se llama Agua Zarca, la declaración resultaba vaga y por ello la autoridad no le otorgó validez.
Fue el Estado: Tlachinollan
En los primeros años de la desaparición de los 43, El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, pidió a la Procuraduría General de la República (PGR) esclarecer la línea de investigación que ligaba a la desaparición con Huitzuco, de acuerdo con la recomendación de la CNDH.
Vidulfo Rosales Sierra, el abogado de los normalistas como parte de Tlachinollan, indicó que esa línea perdió fuerza en la investigación que realizó la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa (Covaj) creada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La Covaj retomó gran parte de la investigación que realizó la CNDH que dio lugar a la recomendación emitida en 2018, pero estableció como parte de sus propias investigaciones tres rutas de desaparición de los estudiantes normalistas, en la que no figuró la que establecía que los estudiantes extraídos del autobús 1531 en el puente del Chipote fueron llevados “al patrón” a Huitzuco para que él decidiera qué hacer con ellos.
Sobre la recomendación de establecer quién era El Patrón, porque fue el principal instigador de los hechos que dieron lugar a la desaparición de los normalistas, el abogado señaló:
–El principal instigador fue el Ejército y por lo tanto el responsable es el Estado.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO/AMAPOLA PERIODISMO.
AUTOR: REDACCIÓN/MARLEN CASTRO
No hay comentarios:
Publicar un comentario