“Chiapas vive en un estado de convulsión permanente”; actualmente es escenario de “un enorme progreso del crimen organizado” y de la pugna entre el cártel de Sinaloa y el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ante la total indefensión de la sociedad, lamentó el padre jesuita y promotor del diálogo intercultural y la paz, José Avilés, S.J., quien tiene 40 años de labor en la misión de Bachajón, Chiapas, y de acompañar las luchas y resistencias del pueblo maya-tseltal.
El activista especificó que el cártel de Sinaloa llevaba décadas en el estado, pero sólo en la siembra de estupefacientes, por lo que la población estaba en paz. Sin embargo, “ahora la situación es mucho más compleja con la entrada del CJNG para nosotros, porque no hay nadie para defender a la comunidad, ya que el crimen está avalado implícitamente por el Estado. Es lo que estamos viviendo en muchos territorios del país y se ha recrudecido en Chiapas”.
Uno de los retos a los que se enfrenta actualmente la comunidad es la construcción de la autopista San Cristóbal de las Casas-Palenque. Los intentos para realizarla llevan ya 20 años. En su campaña electoral, en un mitin en el municipio de Chilón el 20 de abril pasado, la ahora presidenta Claudia Sheinbaum, prometió su construcción, que permitirá realizar el trayecto entre las dos poblaciones en una hora y media, a “beneficio de las comunidades indígenas”, según dijo entonces.
Sin embargo, indígenas tseltales se oponen a la autopista, con el argumento de que beneficiará a los gobiernos y a los empresarios, al tiempo que destruirá sus tierras, los cerros, ríos y montañas.
Para el padre José Avilés la pregunta es «¿a quién va a beneficiar la carretera de cuatro carriles y de cuota?». “Los que la quieren construir dicen que es un beneficio para el pueblo, pero la población en general de la zona no tiene siquiera carro. Les dicen que podrán llevar más rápido a los enfermos a la clínica de San Cristóbal, pero ¿por qué no mejor poner una clínica más cercana? Más bien va a servir a la industria extractivista, al capital del mercado negro o mercado de sangre, que es de los cárteles, para que ellos se puedan mover con toda facilidad, para que puedan pasar de forma clandestina a los migrantes, para saquear Chiapas, y también para blanquear dinero”.
El jesuita también invitó a pensar sobre quiénes van a invertir en la construcción, que están muy ligados a los gobiernos, al poder municipal y estatal. “Es el mismo caciquismo partidista que va a fortalecer a sus propias empresas”.
Ante la problemática, el padre José Avilés recuerda el ejemplo de compromiso y de fungir como mediador de paz de Samuel Ruiz quien estuvo a cargo de su —ordenamiento sacerdotal en 1993, tan sólo un año antes del levantamiento zapatista—. “El nunca dejó de visitar a las comunidades. Lo recuerdo con mucho afecto, como un profeta que construía desde la denuncia y el camino de la no violencia”.
«Ante la violencia generada por el crimen organizado y aceptada de hecho por el Estado, el mayor reto es alentar la capacidad creativa de tejer la esperanza contra toda esperanza», concluyó el jesuita.
AUTOR: MARIANA DOMÍNGUEZ BATIS.
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