El salario mínimo para 2025 en la mayor parte del país será de casi 279 pesos diarios. Y si bien es un aumento significativo, todavía no se alcanza a recuperar el valor adquisitivo que tuvo en la década de los años 70.
El primer incremento al salario mínimo de la Presidenta Claudia Sheinbaum ha quedado en 12 por ciento. Por lo que, en 2025, en la mayor parte del país nadie podrá ganar menos de 278.80 pesos diarios y en los municipios de la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), 419.88 pesos al día.
Esta mañana, la Presidenta dio a conocer el acuerdo del Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), conformado por sindicatos, empresarios y Gobierno.
Con este incremento, la Presidenta Claudia Sheinbaum nos hace saber que “los salarios mínimos seguirán creciendo en términos reales y que la voluntad política del Gobierno es seguir aumentando los ingresos laborales”, dice en entrevista Saúl Escobar Toledo, integrante del Observatorio Ciudadano de la Reforma Laboral (OCRL).
Da cierto alivio, aunque la inflación subyacente ronda el cinco por ciento y la no subyacente –que incluye frutas y verduras— está cercana al ocho por ciento, porque el incremento es de 12 por ciento, agrega el profesor investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) especializado en temas laborales.
No obstante, quedó por debajo de los incrementos del Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que fueron del 14 al 22 por ciento.
Durante décadas, los gobiernos neoliberales y las empresas aseguraban que de aumentar el salario, la inflación se descontrolaría y subiría el desempleo. Pero en la primera administración de la Cuarta Transformación el aumento acumulado fue de 113 por ciento, al pasar de 88 pesos diarios en 2018 a 249 pesos en la mayor parte del país en 2024.
El déficit del salario
Aunque avanzó 10 posiciones en la tabla de salarios de América Latina, superando a Brasil, Argentina y Colombia, el salario mínimo general (SMG) sigue por debajo del piso mínimo que se paga en Ecuador, Chile, Uruguay y Costa Rica, según la Conasami.
Con el monto alcanzado y el poder adquisitivo recuperado, es el nivel que se tenía en el país a mediados de la década de los años 80, dice Saúl Escobar. Pero su pico de mayor rendimiento fue en 1976, agrega.
Para Alex Alex Covarrubias, doctor en relaciones industriales y laborales, el aumento es importante, pero insuficiente. Los seis últimos incrementos no logran aliviar el grave déficit salarial que aún tenemos, señala.
Ese déficit “no sólo tiene que ver con el salario en sí mismo, sino con el mercado de trabajo que tenemos, el tipo de industrias y el tipo de relaciones salariales”.
Ambos especialistas recuerdan que más de la mitad de la población trabajadora labora en condiciones de informalidad. Gran parte de ese grupo queda fuera de los beneficios de las políticas laborales, como el aumento al salario o la seguridad social.
Apenas el martes, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer que para octubre de 2024 más de 32.4 millones de personas trabajaban en la informalidad. Esto representa al 54 por ciento de la población que trabaja, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
Por otro lado, Alex Covarrubias, también integrante del OCRL, señala que los aumentos a los salarios mínimos no han impactado los salarios contractuales. Es decir, los salarios de las personas sindicalizadas y con contrato colectivo de trabajo (CCT).
Específicamente en los sectores estratégicos de la economía mexicana, como la industria automotriz, “no han mejorado de manera importante, apenas se han movido fracciones”. Y esto se debe, en gran parte, al Monto Independiente de Recuperación (MIR).
Desde 2016, la metodología que utiliza la Conasami para incrementar el salario mínimo es: un porcentaje del aumento depende de la inflación y el otro, el más alto, es el MIR.
Sin embargo, desde la creación del MIR en el sexenio de Enrique Peña Nieto, quedó estipulado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) que este monto no puede ser utilizado en las negociaciones contractuales.
Mientras el incremento al salario mínimo han sido de dos números, en promedio, los salarios contractuales han subido dos o tres puntos por encima de la inflación, dice Saúl Escobar. En la manufactura los incrementos han sido de entre ocho y 10 por ciento, agrega.
Y frente a la segunda administración Donald Trump y la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), “este asunto va a brotar”, advierte Alex Covarrubias. Se había pedido a México que en las industrias estratégicas el salario debía ser el equivalente a 16 dólares por hora, pero en un escenario optimista estamos en cuatro dólares, sostiene.
Para Alex Covarrubias, académico de El Colegio Sonora, el déficit del salario mínimo también se relaciona con el bajo presupuesto a las instituciones laborales y la urgencia de una reforma fiscal.
La Secretaría del Trabajo tendrá una disminución presupuestal de casi siete por ciento para 2024. Esto impacta las inspecciones laborales, pues seguirá haciendo falta de personal para verificar que las empresas o comercios no paguen un salario menor al mínimo.
Por otro lado, México sigue siendo un país altamente desigual, dice el académico. “Los que más dinero tienen y ganan, pagan menos impuestos que quienes menos dinero tienen o escasamente ganan. Es absurdo. ¿Cuál es la justificación para eludir una reforma fiscal?”.
Trump y los salarios mínimos en México
En las negociaciones del T-MEC entre 2017 y 2018, una condición de Estados Unidos, principalmente, y de Canadá fue que México incrementara los salarios.
Durante décadas, los gobiernos neoliberales de nuestro país ofertaron la mano de obra barata como incentivo para la inversión extranjera. Por eso, muchas empresas de los vecinos del norte prefirieron abrir aquí sus plantas. Eso significaba una práctica de dumping, dice Alex Covarrubias, pues México podía exportar productos a un menor precio a costa del trabajo de las personas más pobres.
El incremento salarial a partir del Gobierno de López Obrador “tuvo como marco el T-MEC, pero no es la única razón”, considera Saúl Escobar, presidente de la Junta de Gobierno del Instituto de Estudios Obreros Rafael Galván. “Sí hubo voluntad política y los empresarios colaboraron para que estos aumentos fueran posibles”.
Pero no podemos saber todavía si los incrementos podrán sostenerse ante las amenazas de Donald Trump de imponer aranceles. “La revisión del T-MEC será tormentosa porque Trump cambia de opinión constantemente, no hay claridad del rumbo que va a tomar en este tema. Lo que sí le interesa es que no aumente la inversión estadounidense en México”.
AUTOR: BLANCA JUÁREZ.
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