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jueves, 1 de diciembre de 2016

“La guerra contra las drogas ha sido un fracaso”: especialistas

“La guerra contra las drogas ha sido un fracaso, no sólo en Estados Unidos”, pues en México los indicios y datos hablan “de la catástrofe que ha significado” y que no ha dado resultados en materia de seguridad ni de salud con respecto a lo que ocurría hace 10 años, “cuando nos lanzamos sin un diagnóstico claro y sin objetivos explícitos a esta lucha que no tiene sentido”, coincidieron especialistas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Andrew Freedman, director de la Coordinación de Marihuana del estado de Colorado, explicó que deben establecerse metas claras para implementar el modelo que mejor convenga en cada caso, durante su participación en la conferencia magistral “Hacia una mejor política de drogas: lecciones de una experiencia práctica”.

Luis Astorga Almanza, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, cuestionó cómo lograr la aplicación de un modelo como el de Estados Unidos en materia de legalización de las drogas, si México cuenta con instituciones “sumamente débiles, en donde las organizaciones criminales son muy fuertes y poseen una diversificación de drogas con las cuales negocian, y en donde el mercado de la marihuana no es el principal, sino el de la cocaína”.

Agregó que pensar en la legalización de la marihuana como un golpe a las organizaciones criminales, no es realista, pero sí lo es pensar en la cantidad de gente que potencialmente no iría a la cárcel por consumo o posesión simple de cierta cantidad.

Por su parte, María Elena Álvarez-Buylla, del Instituto de Ecología de la UNAM, recordó que la empresa Monsanto creó, en 2015, la primera variedad de marihuana genéticamente modificada para hacerla más potente o resistente a algunos herbicidas. Ante eso se ha planteado que los transgenes se moverán a través de semillas y polen y llegarán a acumularse sin control en las plantas que no son genéticamente modificadas.

Alejandro Madrazo, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), opinó que en México el modelo más razonable de legalización de la marihuana es quizá el monopsonio estatal, es decir, que el Estado compre toda la cosecha y distribuya a todos los puntos de venta. “Eso permite concentrar y controlar la información completa del mercado y realizar funciones de regulación”, señaló.

“Nuestra capacidad de perseguir, prevenir y castigar delitos, nunca va a ser suficiente mientras desperdiciemos recursos en meter a la cárcel a poseedores de marihuana. Y sobre todo es importante tomar una decisión lo más pronto posible”, agregó.

En Estados Unidos, el modelo para la marihuana se basa en la entrega del producto en un paquete que no puede abrir un niño. Cada planta tiene una etiqueta electrónica que emite una pulsación de radio. De ese modo “sabemos en dónde está cada onza”, explicó Freedman.


Indicó que el consumo desde entonces se ha mantenido igual, y que han disminuido las muertes en las carreteras, por ejemplo. Por otro lado, indicó que hay tendencias “preocupantes”, pues hubo un aumento de las hospitalizaciones por su uso y se han registrado casos de consumo en niños menores de 9 años, alrededor de 15 a 25 hospitalizaciones al año, que la han ingerido porque piensan que es un dulce.

FUENTE: DESINFORMÉMONOS.
AUTOR: REDACCIÓN.
LINK: https://desinformemonos.org/la-guerra-las-drogas-ha-fracaso-especialistas/

martes, 29 de noviembre de 2016

Guerra antinarco no ha dado "el mejor resultado": Graue

Ciudad de México: La guerra contra el narcotráfico no ha funcionado, ha dejado miles de muertos y desaparecidos y el saldo final "no es precisamente el mejor resultado", aseguró el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Calderón y Peña, responsables de más de 100 mil homicidios dolosos: Castañeda

CIUDAD DE MÉXICO: El excanciller Jorge Castañeda responsabilizó a los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto de alrededor de 110 mil homicidos dolosos. Al primero, por haber declarado la guerra al narco y al segundo, por mantener la estrategia de combate al crimen organizado.

Los más de 100 mil muertos en la reciente década, equivalen, dice Castañeda, al doble de los estadunidenses muertos en la guerra de Vietnam, entre 1965 y 1972.

El politólogo, impulsor de una candidatura independiente a la presidencia de la república para los comicios del 2018 (el mismo se reconoce aspirante a esa modalidad) recuerda en su colaboración al diario El Financiero de este miércoles 23, que “algunos denunciamos la guerra de Calderón desde que comenzó hace casi 10 años” y acusa al panista “de mentir a los mexicanos en dos aspectos: El primero fue que México se convertía de manera vertiginosa en un país consumidor de drogas, y que era preciso detener esa marcha. Nada más falso entonces y hoy”.

Y segundo: “…según Calderón, México enfrentaba una espiral de violencia incontenible; había que declarar la guerra al narco para acabar con ella”, lo cual, destacó Castañeda es “otra mentira” del expresidente panista. “Fue la guerra de Calderón la que ocasionó la violencia, no al revés”, sostuvo.


Sobre el tema, el columnista de El Financiero, informa a sus lectores que a petición suya encargó “un ejercicio a Rafael Chduran, doctorante de ciencias políticas en la Universidad de Nueva York, con datos del Inegi desde 2007 hasta hoy” del que concluye de manera preliminar que 110 mil homicidios dolosos ocurridos en la reciente década son atribuibles a las estrategias de gobierno determinadas por Calderón y continuadas por Peña.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.
LINK: http://www.proceso.com.mx/463655/calderon-pena-responsables-100-mil-homicidios-dolosos-castaneda

martes, 15 de noviembre de 2016

10 años después de la guerra contra el narco, parece que el crimen manda en el territorio: ONC

La política y estrategia federal en materia de seguridad ha fracasado, alertaron Organizaciones civiles enfocadas a la observación de la violencia en México.


Organizaciones de la sociedad civil alertaron sobre el fracaso en materia de seguridad del Gobierno federal en los últimos meses.

Entre julio y septiembre la violencia se expandió en el país, al grado que agosto fue el mes con mayor número de muertes con armas de fuego desde el inicio de los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en 1997.

“10 años después de haber empezado una llamada Guerra contra el narco seguimos careciendo de una estrategia. Parece que es el crimen quien controla el territorio”, dijo Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).

En septiembre hubo mil 974 carpetas de investigación por homicidios dolosos, las cuales abarcan el fallecimiento de 2 mil 187 personas, es decir, una parte de las tragedias se trató de asesinatos múltiples.

Las organizaciones civiles apuntaron que hubo un aumento en los homicidios dolosos en 22 entidades.

El Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) resaltó el caso de Baja California, que en algún momento fue un ejemplo de éxito, pero que ahora supera la tasa de delitos nacional en al menos en los siete delitos de mayor impacto. En especial, los homicidios dolosos en 54 por ciento.

“No ha habido un compromiso de los Gobiernos estatales, me parece muy grave que estemos tirando el dinero a la basura”, dijo María Elena Morera, directora de la organización Causa en Común.

El especialista Alejandro Hope destacó que el motor del alza de homicidios es la impunidad que hay en el país; la que deriva en que la violencia le pegue en especial a los estratos más pobres de la sociedad.

“Vamos a alcanzar 25 mil homicidios para finales del año, esto es 50 por ciento más que Estados Unidos en absoluto, y eso que tiene tres veces más población, y también son más homicidios que todos los registrados en los países europeos juntos”, dijo Hope.

De acuerdo con el experto en sociedad, del 2000 a la fecha han sido asesinadas alrededor de 280 mil personas; lo que supone que para cuando acabe el sexenio habrá un promedio de 330 mil.

En este marco las organizaciones civiles rechazaron la propuesta existente en el Senado, por el Senador Jorge Luis Preciado del Partido Acción Nacional, de extender los permisos de portación de armas, hasta ahora para domicilios, a vehículos y negocios.

“Nos parece extremadamente irresponsable claudicar y darle la oportunidad a los ciudadanos de que se defiendan por sí mismos, y por otra no entendemos que más armas producen más violencia”, dijo Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).

En septiembre se iniciaron 6 mil 509 carpetas de investigación por robos a negocios. Mas armar a los locatorios no parece ser la solución ante los ojos de las organizaciones civiles.

“El trámite toma 10 minutos, y pagas 45 pesos, si se aprueba esas personas podrían portarlas en vehículos y negocios”, dijo Paulina Arriaga, directora de la organización Desarma.

SECUESTROS

Septiembre también registró 142 personas que fueron víctimas de secuestro, de acuerdo con el ONC. Un cuatro casos de secuestro por día. Las entidades más afectadas fueron Tamaulipas, Zacatecas y Tabasco.

“Nos preocupa que el secretario de gobernación prometió que iba a llevar los secuestros a su mínima expresión, y lo que estamos viendo es que estaos muy lejos”, dijo Morera.

Por su parte, las extorsiones sumaron 428 averiguaciones previas en septiembre, de acuerdo con el Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Las organizaciones cuestionaron las respuestas del Gobierno federal ante estos delitos. El 30 de agosto el Presidente Enrique Peña Nieto anuncio una estrategia para priorizar la seguridad en 50 municipios.


“Parece un poco más de lo mismo, ya que eran municipios receptores de recursos federales, donde no se vieron resultados antes”, dijo Rivas.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: JUAN LUIS GARCÍA HERNÁNDEZ.
LINK: http://www.sinembargo.mx/15-11-2016/3115533

lunes, 24 de octubre de 2016

6 años de Calderón y 4 de Peña, y la violencia sigue; la “receta” falló, dicen académicos y ONGs

Las cifras de violencia ponen en entredicho una vez más la estrategia del Gobierno federal para reducir los índices de delitos de alto impacto. Los datos oficiales de septiembre demuestran que fue el mes con el mayor número de homicidios dolosos en los casi cuatro años del Presidente Enrique Peña Nieto en el cargo. El repunte abarca también otros delitos y el Gobierno muestra su peor cara cuando aún le restan dos años en el poder.

México atraviesa por un nuevo repunte de la violencia, de acuerdo con los registros oficiales de los delitos. Organizaciones civiles y académicos han señalado que el aumento de los homicidios y secuestros contradice las aseveraciones del Gobierno federal de contar con una estrategia de seguridad nacional.

En los primeros nueve meses del año se han registrado ya 15 mil 201 averiguaciones previas por homicidios dolosos en el país, un aumento del 16 por ciento en relación al mismo periodo del año pasado. Así lo expresan cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
“Hasta el momento las estrategias de seguridad han sido insignificantes para combatir a quienes deben. El resultado no ha sido óptimo”, dijo Vidal Romero León, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

El pasado viernes 14 de octubre el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong acusó que los indicadores de violencia se iban a atender con una estrategia que prioriza a los 50 municipios más peligrosos del país.

Éstas localidades representan los sitios donde se cometen el 45 por ciento de los homicidios dolosos del país, aseguró Chong.

“Queremos revertir esta alza en homicidios dolosos, mientras se dan las reformas que se tengan que dar, pero estamos con una estrategia para atender lo que hoy se nos ha incrementado”, dijo Chong.

Sin embargo, las mismas estrategias donde se ha realizado una intervención federal no han dado resultados, aseguró Romero.

La administración del Presidente Enrique Peña Nieto desplegó en el 2014 una intervención en Michoacán, y creó una comisión especial encabezada por el ahora director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Alfredo Castillo Cervantes.

Aquel año en que las autoridades intervinieron, Michoacán cerró con 777 averiguaciones previas por homicidios dolosos. En enero del 2015, Castillo anunció su salida de la entidad. Y las cifras repuntaron. En los primeros nueve meses de este año hubo 947 investigaciones por homicidio doloso.

“En el corto plazo sí hemos visto que las intervenciones funcionan para bajar homicidios. Pero una vez se van eventualmente regresa la violencia”, agregó el investigador del ITAM.

Las estrategias de seguridad se han quedado cortas por la falta de acompañamiento de los estados, ha dicho en varias oportunidades el Observatorio Nacional Ciudadano.
“Tenemos casi 10 años con la crisis de seguridad y no parece que las autoridades locales hayan entendido de qué se trata el problema, y que estén adoptando su propia responsabilidad”, dijo Leonel Fernández Novelo, director de Fortalecimiento de la Sociedad Civil del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).

Este podría ser el caso de Veracruz que entre enero y septiembre registró 565 averiguaciones previas por homicidios dolosos, un 31 por ciento más que los registrados en el mismo periodo del año pasado.

O el caso de Colima, donde en los primeros nueve meses del año hubo 434 averiguaciones previas por homicidio; un aumento del 77 por ciento con relación al año pasado.


SECUESTROS

No sólo los homicidios preocupan a organizaciones que trabajan el tema de la violencia. En los primeros nueve meses del año hubo 794 averiguaciones previas por secuestro en el país; 13 más que las registradas en el mismo periodo del año pasado.
“El Estado es líquido, es decir que es ineficiente. El problema de los secuestros les rebasa, sí salen a declarar que van a mejorar, y tienen reuniones públicas, pero no cuentan con los recursos para cambiar esto”, dijo Pablo Monzalvo Pérez, especialista en seguridad.

Por otra parte, mes con mes el SESNSP manifiesta un aumento en la categoría “otros delitos” (de la misma forma que hay una para homicidios, robos, delitos patrimoniales, etcétera), en ella se suman todos aquellos que no han podido ser clasificados de forma adecuada.

Entre enero y septiembre 4 mil 350 averiguaciones previas fueron incluidas en “otros delitos”, un aumento del 7 por ciento en relación al año pasado.

Este sistema de registro estadístico que inició desde 1997 ha quedado obsoleto, aseguró Leonel Fernández.

A pesar de que se está implementando ya uno nuevo, el registro de las averiguaciones previas de los delitos en México aún arrastra serios rezagos, porque no hay una homologación en la forma de contabilizar las averiguaciones previas.
“Por ejemplo, si alguien es secuestrado y asesinado, puede que algunas procuradurías lo clasifiquen en la estadística sólo como secuestro porque es el delito que tiene la pena más grande. Y otras sólo como asesinato porque el tutelaje máximo del Estado es la vida”, expuso Fernández.

Los registros también invisibilizan a los desaparecidos, dijo el representante del ONC. La actual administración superó en tres años y cuatro meses el número de desaparecidos registrados durante los seis años del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa.

De acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), en ese lapso el Gobierno actual registró 13 mil 771 desaparecidos, 299 más que con Calderón.


ESTRATEGIA FALLIDA

La guerra contra el narcotráfico fue declarada en diciembre del 2006 por el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa. Sin embargo, el saldo ha sido negativo.

“Atrocidades innegables”, un estudio de Open Society publicado en junio, apuntó que parte de la violencia del choque frontal contra el narcotráfico ha sido perpetrada por las autoridades mismas.

“Respecto a los asesinatos, muchas veces involucraron a personas bajo custodia del Gobierno. Muchos asesinatos fueron cometidos por la milicia […]. Y Las fuerzas de seguridad trataron de cubrir la alteración de los hechos”, dijo esta semana Christian De Vos, encargado de Open Society Initiative.

Entre diciembre de 2006 y finales de 2015, más de 150 mil personas fueron asesinadas intencionalmente en México, retomó este informe.

Otro estudio, titulado “Diez años de panismo. Resultados”, hecho por el Partido Revolucionario Institucional estimó que la lucha contra el crimen organizado de Calderón costó 467 mil millones de pesos al Estado.


“No se trata de sacar las tanquetas y a las fuerzas armadas a las calles, sino mejorar la parte de procuración de justicia, la investigación y prevención del delito, la generación de estadística, la inteligencia criminal; y que resulte en procesos de justicia”, dijo Fernández.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: JUAN LUIS GARCÍA HERNÁNDEZ.
LINK: http://www.sinembargo.mx/24-10-2016/3106685

lunes, 19 de septiembre de 2016

La lucha contra el narco, con cifras negativas en 2016; bajan los decomisos, y hay más crimen

El balance de resultados de la estrategia del combate del gobierno mexicano contra el narcotráfico tiene cifras negativas en todos los frentes; los decomisos de algunas drogas bajaron más de 80%.

En este 2016, los resultados de la estrategia gubernamental para combatir al narcotráfico en México evidencian una baja en los decomisos de todas las drogas, así como en el aseguramiento de armas de uso exclusivo del Ejército.

Lo anterior sucede a pesar de que los homicidios se han incrementado, y de que la producción de drogas sintéticas y heroína se han disparado en el país, según informes de la ONU, DEA y el Ejército Mexicano.

El balance de resultados de la estrategia del combate al narco arroja caídas en todos los frentes.

La reducción en el aseguramiento de metanfetaminas es superior al 99 %; en el caso de la heroína es de más de 16 % y en otras drogas llega incluso al 80 %.

Los datos del anexo estadístico del Cuarto Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto también evidencian una reducción de casi 40% en el armamento asegurado a los cárteles,  y un descenso en detenidos y vehículos arrebatados al crimen organizado.


Esto se combina con el repunte de los homicidios que se reconoce en el informe, con el alza de delitos como el asalto a transportes de carga, y con la reducción en destrucción de cultivos de mariguana y amapola.

Más producción y menos decomisos

De acuerdo con el Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU, dado a conocer en marzo pasado, la producción de metanfetaminas ha crecido desde 2009 en México, a un ritmo superior al 200 % por año.

Por otro lado, cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional corroboran ese incremento, luego de que entre 2014 y 2015 creció casi en un 65 % el descubrimiento de laboratorios clandestinos para la manufactura de drogas sintéticas.

Los datos oficiales del Cuarto Informe de Gobierno, además, arrojan un desplome considerable en el aseguramiento de esta droga en un 99 %.

De acuerdo con el informe, de enero a julio se han asegurado 25 mil 950 pastillas de metanfetaminas, apenas una fracción en comparación con las más de 7 millones de 2015.

En su informe sobre el crecimiento en la fabricación de metanfetaminas en México, la ONU indicó que los cárteles mexicanos recurrían a procesos cada vez más sofisticados par a ocultar y traficar las metanfetaminas. Por ejemplo pasaron de la forma física en pastillas o cristales, a una forma líquida que se puede ocultar con otras sustancias.

Otra droga en donde se registra una disminución de decomisos pese al incremento en su producción es en la heroína. Los datos del Cuarto Informe de Gobierno arrojan un balance de casi 195 kilos de esta droga descubiertos, lo que representa una caída superior al 16 % respecto a 2015 cuando los decomisos ascendieron a 233 kilogramos.

De acuerdo con un reporte de  la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) dado a conocer en mayo de este año, los cárteles mexicanos son los principales productores de heroína del mundo.

La agencia estadunidense alertó que organizaciones como el Cártel de Sinaloa han conseguido perfeccionar la manufactura de variedades como la “heroína blanca”, de mayor pureza que la de color café, lo que les ha permitido crecer la distribución de esta droga hacia la costa este de aquel país.

Cifras del Departamento de Justicia de los Estados Unidos advierten de un posible crecimiento de hasta 62 por ciento de los cultivos de amapola en la zona del “Triángulo Dorado” (Chihuahua, Durango y Sinaloa), pero en 2016 los datos del informe arrojan un descenso del 7 % en el descubrimiento de cultivos.

Caída en decomisos mariguana y cocaína

En el apartado del “esfuerzo nacional de la lucha contra el narcotráfico” (del Cuarto Informe de Gobierno), los datos arrojan que de enero a julio de este año se erradicaron en total 18 mil 26 hectáreas de estupefacientes, de las cuales dos mil 459 fueron de mariguana y 15 mil 967 de amapola.

En comparación con el año pasado es un descenso de más de mil 500 hectáreas de cultivos de amapola erradicados que equivalen al 7 %. También se redujeron los decomisos de mariguana en un 3%.

La caída en decomisos es aún mayor.

En los primeros siete meses del año se aseguraron, según los datos oficiales, 414 toneladas de mariguana, una reducción del 25 % respecto a las 558 toneladas aseguradas en el mismo periodo del año pasado.

El aseguramiento de opio se desplomó. En 2016 el registro es de 86.4 kilos descubiertos por las autoridades federales, mientras que en el mismo periodo del año pasado ya iban más de 510 kilos. Es una baja superior al 80 %.

Y en cocaína el balance es de 4.2 toneladas de esta droga descubierta y asegurada en lo que va del año, que representa una disminución aproximada de 14 % menos en comparación con el registro del año pasado.

Menor daño a estructura criminal

La información oficial del informe evidencia que en 2016 se ha conseguido un menor impacto en cuanto a armas decomisadas y estructura de los grupos del crimen organizado.

Por ejemplo. En el renglón del armamento, de enero a julio de este año se aseguraron tres mil 477 armas de fuego como resultados de los operativos y acciones implementadas contra el narcotráfico. Dicha cifra es casi 40 % menor en comparación con lo decomisado en el mismo lapso de 2015.

Los vehículos asegurados a los cárteles también registran una reducción de 28 %. En 2015 el balance era de casi nueve mil autos asegurados en los primeros siete meses de ese año, contra los seis mil 400 que van en este año.

En cuanto a la infraestructura aérea de los cárteles la efectividad se mantiene estable. El balance de este año es de 11 aeronaves aseguradas y 237 pistas clandestinas destruidas, mientras que el año pasado el registro era de diez aviones decomisados y 230 pistas clandestinas descubiertas.

El balance es negativo respecto a los probables integrantes del crimen organizado capturados. En los primeros siete meses de este año el registro es de nueve mil 959 personas detenidas, ocho % menos en comparación con el año pasado.

El gobierno federal sostiene que el golpe a las estructuras criminales es significativo en materia de detenciones ya que si bien, ha bajado el número de capturas, se ha conseguido abatir hasta ahora a 102 de los 122 objetivos identificados como prioritarios por el gobierno federal, entre ellos a operadores financieros, líderes de plazas y jefes de los mismos cárteles.

En el aspecto económico, el informe sostiene que solo los decomisos de mariguana y cocaína y cocaína le representaron a los cárteles un daño económico superior a los cinco mil 100 millones de pesos.

Repunte delictivo

Los indicadores respecto a las condiciones de seguridad en el país arrojan cifras negativas respecto a la zona centro que comprende a la Ciudad de México, el estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala.

La tasa de delitos federales en esa zona (crimen organizado, secuestro, posesión de armas, entre otros) creció de 74 en 2014 a 77 ilícitos por cien mil habitantes al cierre de 2015.

La zona con la mayor incidencia de delitos federales a nivel nacional es la región noroeste que comprende Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Chihuahua – todas entidades con operación del crimen organizado-. Aquí la tasa es de 123  delitos por cien mil habitantes. El lado positivo es que esta se redujo la incidencia respecto a los 138 delitos que se registraron en 2014.

En cuanto a delitos específicos, el informe confirma un incremento de homicidios dolosos en 2015, luego de que la tasa de asesinatos fue de 14.1 casos por cien mil habitantes, respecto a los 13.1 asesinatos de 2014. En 2016, la tasa de homicidios es de 7.7 casos que en promedio es un nuevo incremento de 16 por ciento en la incidencia de este delito.

Hay que recordar que la meta del gobierno federal para el 2018 es que la tasa de homicidios dolosos esté por debajo de los 12.8 casos.


Uno de los objetivos del Programa Nacional de Seguridad 2013 – 2018 es el abatimiento específico del robo a camiones de carga pero el balance es negativo. La tasa de este delito pasó de 7.4 robos por cada diez mil unidades en circulación a 12.2 robos, un crecimiento de casi el 65 % en la incidencia.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ARTURO ÁNGEL.
LINK: http://www.animalpolitico.com/2016/09/decomisos-armas-droga-narcotrafico/

lunes, 5 de septiembre de 2016

Detienen en Jalisco a brazo derecho de “El Mayo” Zambada

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Martín Guadencio Avendaño Ojeda, lugarteniente del Cártel de Sinaloa y hermano de Héctor Manuel, El Meño, fue detenido en Zapopan, Jalisco como probable responsable de coordinar una red de distribución de droga en Estados Unidos y México.

La captura fue realizada por elementos de las fuerzas federales, en seguimiento a una orden de detención girada con fines de extradición hacia Estados Unidos.

El comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, presentó a Avendaño Ojeda como brazo derecho de Ismael El Mayo Zambada García.

En conferencia de prensa, informó que el detenido es uno de los 122 sujetos señalados como “objetivos prioritarios” del gobierno federal en la lucha contra el narcotráfico.

Sales Heredia explicó que después de labores de investigación e inteligencia de las dependencias de seguridad del Estado mexicano, el pasado viernes 2 de septiembre, en las inmediaciones del municipio de Zapopan, Jalisco, fuerzas federales encabezadas por la División Antidrogas de la Policía Federal lograron su captura.

De acuerdo con las autoridades, Avendaño Ojeda es probable responsable de coordinar una red de distribución de droga en Estados Unidos, así como de establecer centros de operación en Ensenada, Baja California, y en los municipios de Comondú y Loreto, en Baja California Sur, para una organización delictiva.

En octubre de 2011, la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos identificó a los hermanos Martín, Manuel y Sergio, como responsables del control de una red de distribución de drogas y de lavado de dinero con base en Culiacán, Sinaloa.

El 28 de junio de 2016, la Procuraduría General de la República (PGR) cumplimentó una orden de detención provisional con fines de extradición contra Manuel, hermano de Martín.

Dicha detención se logró después de un trabajo de gabinete y de campo con el que se precisó su identidad. Además, se obtuvieron datos para establecer su zona de movilidad y acción en las inmediaciones del municipio de Zapopan, en Jalisco.

Con esa información, el pasado 2 de septiembre se implementó una serie de acciones encaminadas a lograr su captura y fue ubicado a bordo de una camioneta.

De acuerdo con la CNS, al notar la presencia de la autoridad, Avendaño Ojeda intentó huir; entonces lesionó a un policía federal e impactó el vehículo que manejaba. Enseguida fue detenido.

En la captura, la policía le aseguró dos armas de fuego y un paquete con cerca de un kilo de cocaína. El detenido y los objetos confiscados fueron trasladados a las instalaciones del Agente del Ministerio Público de la Federación en Zapopan.

FUENTE: PROCESO
AUTOR: PATRICIA DÁVILA
LINK: http://www.proceso.com.mx/453751/detienen-en-jalisco-a-brazo-derecho-mayo-zambada

miércoles, 24 de agosto de 2016

HABÍA UNA VEZ UN PAÍS


Erase una vez un país que era, pero no era.
Era un país que decía, pero no hacia.

Era un país con una dictadura y una monarquía.
Era un país lleno de paramilitares, pero no era El Salvador, Colombia ni Perú.
Era un país donde mataban a los pueblos originarios, pero no era Guatemala o Palestina.
Era un país donde los hermanos se mataban entre si, pero no era Yugoslavia, Sudán, Ruanda ni Vietnam.
Era un país de desplazados, pero no era Siria, Afganistan o Irak.
Era un país lleno de esclavos, pero no era El Congo, ni Haiti ni Ghana.
Era un país de hambruna, pero no era Venezuela, Somalia o India.
Era un país donde mataban y desaparecían estudiantes,maestros, campesinos y obreros, pero no era ni Chile,ni Honduras ni Argentina ni Brasil.
Era un país donde la mujer era prácticamente inferior y carente de derechos,pero no era el Tíbet, Bahrein, Jordania o Qatar.
Era un país de Apartheid pero no era Sudáfrica.
Era un país de varios chernóbiles, pero no era Ucrania.
Era un país que más bien era una maquiladora,pero no era Taiwan,Tailandia o China.
Era un país donde la libertad de expresión era un suicidio,pero no era Corea del Norte, Arabia Saudita o Irán.
Era un país racista y conservador, pero no era Estados Unidos, Reino Unido o España.
Era un país donde la televisión mandaba y a veces parecía un reality show, pero no era una novela de George Orwell.
Era un país lleno de monstruos y pesadillas, pero no era una novela de Stephen King.
Era un país lleno de peste,pero era peor a como la pintaba Camus.
Era un país donde la corrupción era una historia sin fin.
Era un país que más bien era la crónica de una muerte anunciada.
Era un país con más de 100 años de soledad.
Era un país donde nacías debiendo, crecías debiendo y morías debiendo.
Era un país donde era más fácil encontrar decapitados que bibliotecas.
Era un país donde era más fácil corromper a un niño que educarlo.
Era un país donde la guerra contra un enemigo sin armas nunca había sido tan bien vista por la ONU y Amnistía Internacional.
Era un país donde el silencio era peor que los gritos.
Era un país donde cada nuevo mandato era peor que el anterior.
Era un país donde se perdonaba la mentira y se castigaba la verdad.
Era un país donde la doble moral era tan grande como las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Era un país donde matar mensajeros y mentir ante un público era un deporte nacional.
Era un país donde la libertad, la salud, la educación, la reforma agraria, la independencia y la revolución solo estaban en las monografías.
Era un país donde era más fácil copiar que estudiar.
Era un país donde se respetaba más a un comediante que a un maestro que enseño a leer y a escribir a un grupo de 50.
Era un país que exportaba mano de obra, importaba armas y producía lastima.
Era un país donde era más grave robar una manzana que endeudar un estado.
Era un país repleto de fosas comunes y fosas sépticas.
Era un país carente de sentido humano y respeto por la naturaleza.
Era un país que defendía a capa y espada su destino determinado por otros países.
Era un país orgulloso de tener su ejercito de traidores, ladrones, sicarios, madres solteras, demagogos, violadores,farsantes, bufones y adictos.
Era un país donde las cárceles se llenaban con las víctimas mientras que los victimarios llenaban el congreso y la televisión.
Era un país que se burlaba de sus desgracias y que no respetaba ni a sus muertos.
Era un país donde los abuelos, los padres y los hijos morían esperando a que Jesus bajara de la cruz.
Era un país que era un paraíso para los asesinos, los publicistas y los empresarios.
Era un país donde toda acción correspondía a la inacción.
Era un país donde Ali Baba tenía mas de 40 ladrones.
Era un país donde la dignidad se devaluaba más que su moneda.
Era un país lleno de risas enlatadas y discursos baratos.
Ese país era el regalo de dios para sus hijos favoritos.
Ese país lo era todo pero a la vez no era nada.
Era el país de uno, pero para una espía extranjera.
Ese país era el infierno con varios infiernos,pero no era como lo describía Dante Alighieri.
Era el país donde nos tocó morir.

miércoles, 29 de junio de 2016

10 años de guerra: Los analistas dicen que la “Supersecretaría” de Osorio simplemente no sirvió

La dotación excesiva de facultades para la Segob en este sexenio contradice la regla más sencilla de los gobiernos democráticos: evitar la concentración de poderes, dicen analistas consultados. Aun así, el titular de la dependencia, Miguel Ángel Osorio Chong, no ha podido cumplir a los mexicanos el reclamo de seguridad y paz que se prometió desde la campaña del Presidente Enrique Peña Nieto. Lejos de acabar con la estrategia de guerra iniciada por el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, en esta administración se ha redoblado y ahora incluso se tiene otro grave problema: el conflicto social se ha salido a las calles del país.

Semanas antes de la jornada electoral en 12 estados del país el pasado 5 de junio, diferentes encuestas reportaron que, entre quienes podrían aspirar a la candidatura priísta por la Presidencia de la República en 2018, el mejor posicionado hasta ese momento era el titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio Chong.

La compañía Parametría, por ejemplo, reportó en marzo que el ex Gobernador de Hidalgo era conocido entre el 60 por ciento de la ciudadanía y que este nivel de identificación pública era el más alto entre los presidenciables del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

También, que si a las opiniones negativas se le restaran las positivas, el titular de la política interna mexicana tendría en su favor una diferencia de 13 puntos porcentuales; proporción también mucho mayor, por ejemplo, que los tres puntos que tiene el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray Caso.

“El candidato priísta que tiene mayor reconocimiento de nombre y que también resulta el preferido para representar al tricolor en el 2018 actualmente es el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong”, publicó en junio pasado el periódico Reforma, también con base en una encuesta.

En el PRI se perfiló así como puntera la candidatura del funcionario federal que, en teoría, debería ser el responsable de que en México no se presenten los conflictos ni los crímenes ni la crisis de derechos humanos por los que diversos organismos internacionales han cuestionado severamente al actual Gobierno federal.

Responsabilidad que, además, le fue restablecida al Secretario de Gobernación apenas en este sexenio, cuando, en enero de 2013, el Presidente Enrique Peña Nieto publicó una serie de reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal (LOAPF) que regresaron a esta dependencia la misión de “garantizar la seguridad pública”, “coadyuvar a la prevención del delito”, “salvaguardar la integridad y los derechos de las personas; así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos”.

Compromiso que, dice Alberto Azis Nassif, analista y académico del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), está lejos de considerarse cumplido si se compara con la inseguridad, la violencia y la violación masiva a los derechos humanos que prevalece en México.

“Hay una serie de índices sobre los asesinatos y la violencia, además de información oficial de organismos internacionales que han mostrado que los problemas de violencia y de inseguridad pública se mantienen, y que además hay una severa crisis de derechos humanos”, dice el investigador.
“Indicadores que nos pueden decir que los resultados han sido negativos en términos de aplicar una política pública distinta para la inseguridad, que no ha resultado, porque se ha profundizado el problema”, agrega.

LA SUPERSECRETARÍA

Entre 2000 y hasta 2013, a lo largo de los dos sexenios de presidencias panistas, el diseño de las políticas para mantener la seguridad pública y de combate al crimen desde la esfera federal recayeron en la también entonces recién creada Secretaría de Seguridad Pública.

De acuerdo con la modificación que se hizo en 2000 a la LOAPF, a esta misma instancia le fue también atribuida la función de “proponer la política criminal en el ámbito federal”, “presidir el Consejo Nacional de Seguridad Pública” y, en general, “salvaguardar la integridad y el patrimonio de las personas, prevenir la comisión de delitos del orden federal, así como preservar la libertad, el orden y la paz públicos”.

Después de que esta dependencia vivió su periodo de mayor expansión en el sexenio de Felipe Calderón –diversos medios reportaron aumentos superiores al doble en los presupuestos para la seguridad pública en ese periodo–, el 2 de enero de 2013, todas esas atribuciones fueron transferidas, textuales, a la Secretaría encabezada desde el inicio de sexenio por el ex Gobernador hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong.

Para ese momento, a Osorio Chong le respaldaba, entre otros servicios al Gobierno de Peña Nieto, la gestión del acuerdo con el resto de los partidos o “Pacto por México” que le permitió al mexiquense la aprobación del paquete de reformas constitucionales, como la educativa y la energética, que le ganaron los únicos halagos de la prensa internacional hasta el momento.

Las atribuciones de Osorio Chong se ampliaron entonces no sólo en materia de seguridad pública, sino que, en el mismo decreto que le delegó la “política criminal”, Peña Nieto le dejó también una responsabilidad que, desde que se redactó la actual Ley Orgánica de la Administración Pública, en 1976, no había tenido ningún otro titular de Gobernación: la de “coordinar” al resto de los integrantes del gabinete.

Tal atribución quedó establecida en el Artículo 10 de dicha Ley, que por casi cuatro décadas ordenó que “las secretarías de Estado tendrán igual rango y entre ellas no habrá, por lo tanto, preeminencia alguna”.

El 2 de enero de 2013, sin embargo, el decreto agregó que “sin perjuicio de lo anterior, por acuerdo del Presidente de la República, la Secretaría de Gobernación coordinará las acciones de la Administración Pública Federal para cumplir sus acuerdos y órdenes”.

Tal aumento de atribuciones –más de 60, de acuerdo con el artículo 27 de la LOAPF– fue considerada entonces como una marcha atrás en la búsqueda de contrapesos institucionales que, desde 2000, había previsto al descargar a la Segob de las responsabilidades de mantener la seguridad pública.
“La dotación excesiva de facultades para la Segob contradice la regla más sencilla de los gobiernos democráticos: evitar la concentración de poderes”, expuso entonces Nicolás Loza Otero, coordinador de Gobierno y Asuntos Públicos en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso México), en entrevista con SinEmbargo.

“Los gobiernos de la alternancia se distinguieron por intentar la desconcentración de facultades de la Secretaría de Gobernación; pero los resultados fueron catastróficos. Al PRI, con su nuevo desafío, se le nota la gran intención de diferenciarse del PAN [Partido Acción Nacional] y tener eficiencia en seguridad a costa de una crisis en los contrapesos”, agregó el académico.

Al cabo de tres años, sin embargo, estos súper poderes mostraron haber sido insuficientes ante la gravedad de la problemática interna que vive México, sobre todo la derivada de la impunidad con la que se han cometido en este sexenio más de 50 mil homicidios, aumento en los secuestros y, como los calificó recientemente la organización Open Society, atrocidades y crímenes de lesa humanidad contra la población civil.

“Desde el inicio del sexenio, a la Secretaría de Gobernación se le dieron facultades más contundentes para la organización de la infraestructura de seguridad pública, y uno de los más grandes flagelos es la inseguridad, la lucha con la delincuencia organizada, la delincuencia de cuello blanco”, dice Jorge Ulises Corona Ramírez, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“En una rápida revisión por el trabajo de Gobernación, anotamos: la fuga de (Joaquín Guzmán Loera) ‘El Chapo’, el aumento de los secuestros, los focos de insurrección, los grupos de autodefensas, la falta de capacidad de contener la delincuencia organizada”, plantea Corona Ramírez.

El académico recuerda también que, además del combate a la criminalidad, a Osorio Chong le corresponde también, si no resolver, al menos mostrar capacidad para administrar los conflictos sociales que enfrenta la sociedad mexicana, como la imparable movilización magisterial contra la Reforma Educativa.

Trabajo que la LOAPF describe como “favorecer las condiciones que permitan la construcción de acuerdos políticos y consensos sociales para que, en los términos de la Constitución y de las leyes, se mantengan las condiciones de unidad nacional, cohesión social, fortalecimiento de las instituciones de gobierno y gobernabilidad democrática”.

Y es que las responsabilidades del Secretario de Gobernación son tantas que, de acuerdo con la fracción XI del Artículo 27 de la LOAPF, al mismo Osorio Chong le corresponde “vigilar el cumplimiento de los preceptos constitucionales por parte de las autoridades del país”; ordenanza que, consideran los entrevistados, hace atribuible al hoy presidenciable incluso las probables corruptelas de los gobernadores Javier Duarte de Ochoa en Veracruz y César Duarte Jáquez en Chihuahua.

Aún prevenir el “el mal humor social” mencionado recientemente por el Presidente Enrique Peña Nieto, sintetiza Corona, podría ser considerado su trabajo.

“Como no ha habido capacidad de relación con los factores reales de poder en México, como la Iglesia católica, la delincuencia organizada, los estados, como no hay capacidad de contención del conflicto, el conflicto ha salido a la calle, mostrando que queda rebasada la función pública estado, que es mantener el conflicto acotado, identificado”, dice Corona.
“Pero Gobernación no logra identificar cuál es el conflicto, no se dan cuenta de que lo qué están haciendo está mal; hasta allá llega esa capacidad de no visión”, agrega.

MODELO AGOTADO

Los entrevistados coincidieron en que si bien las encuestas indicaron en el primer trimestre de este año que Osorio Chong era el priísta mejor posicionado para la elección de 2018, la serie de derrotas sufridas por el PRI el pasado 5 de junio –cuando este partido perdió siete de 12 gubernaturas; entre ellas, cuatro por primera vez– mostraron que el tricolor, en general, podría estar en problemas en la próxima contienda por la Presidencia de la República.

Y si Osorio Chong es su mejor carta, coincidieron, tendría pocos motivos para presumir en campaña.

“A finales del sexenio panista, cuando se especulaba sobre los candidatos presidenciales, en el caso de Peña Nieto como que era muy claro que había consenso, que era el modelo construido en el PRI para regresar a Los Pinos; una figura mediática, con mucho dinero público, con un tipo de personajes, discurso determinados; todo este modelo creo que ya se fracturó, lo vimos el 5 de junio, y creo que el PRI no tiene ningún modelo exitoso en estos momentos para competir en 2018, más allá de la maquinaria”, dice Aziz.

“Creo que sí están en un problema importante (…) y en ese sentido los resultados de la Secretaría de Gobernación no son como para estar orgullosos; la situación del país es muy complicada, en términos de resultados de combate a la violencia, a la penetración de estos grupos (de la delincuencia organizada); la situación está bastante deteriorada, la violación a los derechos humanos es un problema muy importante y no creo que haya nada qué mostrar”, agrega.

Corona advierte también que el electorado se mostró el 5 de junio, como han señalado otros análisis, más reflexivo, ejerciendo su capacidad de castigo. Y si bien Hidalgo fue uno de los estados que pudo retener el PRI en ese proceso electoral, plantea, los votantes lo castigaron en Pachuca, ciudad natal de Osorio Chong y donde el 5 de junio ganó el PAN después de 13 años de haber sido considerada bastión priísta.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: SANDRA RODRÍGUEZ NIETO.
LINK: http://www.sinembargo.mx/29-06-2016/3057696

Diez años de guerra en México: la sangre y la droga fluyen

El diciembre 11 de 2006, con el país volteando hacia otro lado –los opositores del Presidente en un grito– se lanzó una guerra que no parece haberse consultado con nadie. Ha pasado una década, recuerda el autor de este texto, y “en las calles sigue el Ejército y hay un sentimiento generalizado de que opera, con toda impunidad, una guerra de exterminio. Los crímenes continúan y los grupos armados han diversificado sus ingresos apoyándose en la impunidad. No existe una política de Estado efectiva para resarcir el daño a las víctimas o para alejar a los jóvenes de los grupos armados. Las policías no se han saneado y la narcopolítica parece mantener los cotos que tenía antes del inicio de la confrontación. No hay grandes avances en el sistema penal; la tortura, dice la ONU, es una práctica generalizada; las prisiones son escuelas de criminales; las operaciones de lavado de dinero siguen desarrollándose y apenas, en todo este tiempo, un atisbo de luz: la posibilidad de que a menos la mariguana sea despenalizada”.

MEXICANOS AL GRITO DE GUERRA

Repentinamente, como nunca antes, las calles de muchas ciudades de nuestro país perdieron una virginidad que habían mantenido desde la Revolución de 1910: unidades del Ejército mexicano se desplazaron pero no hacia los cuarteles, no hacia alguna comunidad en desgracia por un huracán o por un terremoto. Llegaron con las armas por delante para quedarse allí, en las esquinas, en las banquetas, en donde antes había policías de punto.

No fue un cambio menor para una mayoría que estaba acostumbrada a ver militares por televisión. Con ellos, de la noche a la mañana aparecieron los chalecos antibalas, ametralladoras montadas en vehículos abiertos, policías federales esbozados. Y lo que parecía algo temporal se fue extendiendo durante meses, luego años. Los autos blindados se volvieron comunes por todo el país mientras que términos como “ejecutado”, “sicario”, “levantado”, “alterado” “empresa” o “decapitado” se volvieron parte de la jerga de muchos medios, de periodistas y de la población en general.

En pocos años, a ese lenguaje ominoso le sumamos otro que nadie sabe si se acuñó en la prensa o en las calles, pero que claramente provino de una nueva realidad. “Narcofosas”, por ejemplo, que se refiere a los cementerios clandestinos diseminados por todo el territorio; “autodefensas”, que habla de los esfuerzos de los ciudadanos para defenderse de criminales que se apoderaron de territorios físicos y de las rentas de sus habitantes. La extorsión era sólo una palabra hasta ahora, cuando se volvió realidad extendida en las ciudades y en enormes manchas urbanas, como las del Estado de México que rodean la capital del país. Y entre todas las palabras que se volvieron de uso común, una estremecedora: “cocina”, y todas sus derivaciones: el verbo “cocinar” o el sujeto “cocinero”. Se refiere a la desaparición masiva de cuerpos en ácidos o quemados en tambos de 200 litros. Cuerpos de la guerra entre cárteles o simples víctimas de la violencia.

El sol se nubló para ciudades que eran sinónimo de descanso y diversión, como Acapulco, Morelia o Cuernavaca. Estados con relativa tranquilidad, como San Luis Potosí o Guanajuato, se volvieron tierra sin descanso. La vida se hizo imposible en las sociedades que ya estaban permeadas por el narco, como Ciudad Juárez, Apatzingán, Tijuana, Chihuahua, Piedras Negras, Nuevo Laredo o Reinosa.

La pus de la violencia que vino con la guerra se extendió por pueblos y villas, y en el amarecer de esta realidad, nombres de nuevas bandas criminales aparecieron y consolidaron su presencia casi al mismo tiempo que el Gobierno federal presumía el arresto de las cabezas los grupos de narcotraficantes.

Los decapitados de volvieron comunes, lo mismo que las cabezas en hieleras, los alcaldes y periodistas asesinados, los policías secuestrados y torturados. Poblaciones enteras entraron en sicosis, de norte a sur, mientras los poderes ocultos afinaban herramientas de control: se atrevieron a dictar, a través de redes sociales, “toques de queda”.


Y todo pasó en abrir y cerrar de ojos.

SI EL CLARÍN CON SU BÉLICO ACENTO

Ciertamente la guerra contra las drogas no es nueva ni tiene una década. La Historia se la atribuye a Richard Nixon, quien declaró los estupefacientes “enemigo público número 1” de Estados Unidos en 1971. México, territorio de producción y tránsito durante un siglo, se enroló en el último tramo del siglo XX por presiones de Washington, particularmente por las acusaciones de corrupción y omisión que vinieron de las agencias, del Ejecutivo y del Congreso.

Sin embargo, fue el Presidente Felipe Calderón Hinojosa quien se puso por primera vez un traje verde olvido. En los siguientes diez años, México vería eventos terribles como consecuencia de lo anterior y no se ven indicios de que esto, que en momentos tiene sabor a guerra civil, se vaya a terminar. El crimen organizado, que nos habíamos acostumbrado a que operara en silencio, desató una contraofensiva y lanzó un reto al Estado mexicano. La espectacular declaratoria de guerra de Calderón alertó a los criminales, que operaban abiertamente y sin grandes aparatos de inteligencia por su sociedad, también conocida, con las autoridades.

Quizás México vive la más larga guerra civil del siglo XXI, desatada por lo que parece ser un error táctico. El Gobierno calculó mal, parece, a las fuerzas que enfrentaba. Calculó mal la reacción de aquellos a los que trataba de intimidar. Calculó mal porque, dicen muchos especialistas hoy, buscó un beneficio político en la guerra y no dar una respuesta a la criminalidad.

Históricamente, la presencia de los grupos de narcotráfico generaba cierta tensión en entidades como Tamaulipas, Chihuahua, Baja California, Sinaloa, Guerrero y Michoacán. Pero desde ese 11 de diciembre de 2006, el fenómeno de la violencia asociado a esas bandas criminales se fue extendiendo por casi todo el territorio nacional.

Diez años después de que Calderón iniciara esta guerra, la violencia continúa. Y mientras nos sobreponemos de una tragedia sobreviene la otra y temblamos porque en una década hay muchos muertos que no se han desenterrado. Y esto es una realidad, y no una metáfora. Hace más de tres años se reconocieron 27 mil desaparecidos y el Gobierno federal ha dejado de contar.

Madres, padres, familias enteras recorren por su pie los campos en busca de sus desaparecidos; abren la tierra con los dientes, escarban. El Estado no puede devolverles a sus hijos; el sistema de justicia, rebasado, no les da esperanza alguna. Las policías, corrompidas, no son aliento para nadie y entonces estas familias buscan un hueso, un cabello, lo que sea que les devuelva la paz. Lo que sea que les diga que los suyos están muertos y pueden al menos aspirar a la paz interior.


Diez años han pasado y los mexicanos no podemos explicarnos cómo es que llegamos hasta aquí. Diez años en los que es imposible incluso contar las tragedias. Migrantes fusilados; estudiantes a los que se los traga la tierra; niños asesinados por deudas pírricas de sus padres; jóvenes secuestradas por criminales que las utilizan como esclavas sexuales y a las que, cuando les va bien, regresan embarazadas; hombres y mujeres quemados vivos; una prisión en Piedras Negras, Coahuila, con hornos crematorios para desaparecer familias completas y decenas de miles que han abandonado sus hogares para entregarse a las manos del destino por la falta de un Gobierno que les garantice su seguridad.

UN SEPULCRO, PARA ELLOS, DE HONOR

Todo tiene una historia detrás. Es el caso de la guerra lanzada por el Presidente Calderón.

Desde mediados de 2006, México vivía un sobresalto político. El país estaba dividido básicamente en dos: los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, y los de Felipe Calderón Hinojosa. El primero, de izquierda, argumentaba fraude en las elecciones presidenciales y había tomado el simbólico Paseo de la Reforma, en el corazón mismo de la capital mexicana. El otro, de derecha, defendía un triunfo que, de acuerdo con las cifras oficiales, se logró con una diferencia de apenas 0.58 por ciento de los votos.

La de ese año fue una campaña ruda y desgastante. El Presidente Vicente Fox Quesada metió las manos a la elección para apoyar a su partido y a Calderón, según aceptaría más adelante, algo prohibido expresamente por las leyes electorales. López Obrador acusó robo y estaba en pie de lucha. Calderón respondió con pragmatismo a quienes cuestionaban su legitimidad: “haiga sido como haiga sido”, dijo. La frase haría historia.

En ese ambiente, con el país confrontado, Calderón entró por una puerta trasera a una Cámara de Diputados tomada por la oposición, y entre empujones y gritos de “fraude” se puso la Banda Presidencial. Fue el 1 de diciembre de 2006.

En ese ambiente de confrontación política, cuestionada su legitimidad, diez días después de la bochornosa toma de posesión, Calderón Hinojosa anunció, de la nada, el lanzamiento de la Guerra contra las Drogas.

No existe un sólo registro público de que esta guerra fuera planeada con anticipación. No estaba en los discursos de campaña. No hubo consultas a los estudiosos del fenómeno del narcotráfico o del crimen organizado. No hay información que confirme reuniones de inteligencia con las distintas partes involucradas en una acción de esa envergadura, como las Naciones Unidas, el gobierno de Estados Unidos y sus agencias de inteligencia como la DEA. No hay registro de que Calderón consultara a sus contrapartes en otros países de la región.

El 11 de diciembre de 2006, Calderón anunció un operativo en Michoacán. Agentes de la Policía Federal fueron llevados a “contener” el derramamiento de sangre en la entidad, que sufría un brote de violencia. Pero aparecieron además elementos del Ejército mexicano y de la Marina Armada de México que, hasta entonces, no se habían destinado expresamente a tareas que le corresponden constitucionalmente a las Policías.

A partir de ese día, el Presidente Calderón haría varias apariciones vestido de militar. Impulsaría la carrera de su principal operador, Genaro García Luna, y su proyecto de una súper Policía Federal. También daría mayor presupuesto a las Fuerzas Armadas, a las que involucró en uno de los eventos más cuestionables de la historia reciente del país, y con mayor costo económico, político y social.

La guerra seguiría su curso a pesar de que, después de los primeros miles de muertos, decenas de líderes de opinión de todos los sectores pidieron al entonces Presidente revisar la estrategia.

“El Presidente Calderón no escucha”, dijeron muchos, incluso dentro de su partido.


Su aparente problema de sordera, sin embargo, tuvo un costo altísimo para los mexicanos que, hasta el día de hoy, siguen pagando incluso con su propia sangre.

AL SONORO RUGIR DEL CAÑÓN

Casi diez años después, no es complicado resumir la Guerra contra las Drogas de México como un fracaso. La inseguridad se ha extendido por todo el país, dicen los datos oficiales. El consumo avanzó no sólo con Calderón en el poder, sino también con el Presidente Enrique Peña Nieto. Crecieron las cifras de secuestros, homicidio doloso, extorsión. Creció el número de familias enlutadas y el de las llamada “víctimas colaterales”, término utilizado para los civiles que mueren en acciones armadas. Aumentaron la zonas destinadas al cultivo de amapola y en Estados Unidos, principal cliente de las drogas que se producen o pasan por México, las muertes por heroína se volvieron una epidemia en esta década.

Cuando se llega a la primera década de conflicto, con cerca de doscientos mil muertos, decenas de miles de desaparecidos y cientos de miles de desplazados, las violaciones a los derechos humanos ha puesto a México en los ojos del mundo. A las Fuerzas Armadas se les acusa de ejecuciones sumarias y desaparición forzada; a las policías locales, de estar en la nómina de los grupos criminales. En casi cualquier gran tragedia, en las grandes matanzas de Veracruz a Sinaloa y de Chihuahua a Guerrero, hay al menos un cuerpo de seguridad involucrado. Es decir: la justificación para lanzar esta guerra, que era someter a los criminales y dar fortaleza al Estado, se ha desmoronado.

En las calles sigue el Ejército, diez años después, y hay un sentimiento generalizado de que opera, con toda impunidad, una guerra de exterminio. Los crímenes continúan y los grupos armados han diversificado sus ingresos apoyándose en la impunidad. No existe una política de Estado efectiva para resarcir el daño a las víctimas o para alejar a los jóvenes de los grupos armados. Las policías no se han saneado y la narcopolítica parece mantener los cotos que tenía antes del inicio de la confrontación. No hay grandes avances en el sistema penal; la tortura, dice la ONU, es una práctica generalizada; las prisiones son escuelas de criminales; las operaciones de lavado de dinero siguen desarrollándose y apenas, en todo este tiempo, un atisbo de luz: la posibilidad de que a menos la mariguana sea despenalizada. Una década después, México está peor que antes y los autores de este error llamado Guerra contra las Drogas no han sido llamados a cuentas.


Este 11 de diciembre de 2016, en la fecha marcada por la Historia por ser la primera década de guerra en México, habrá mucho que lamentar y nada qué celebrar. Los grupos de narcotráfico se ajustan –cómodos– a su nueva realidad, mientras que los ciudadanos, para no variar, pagan los platos rotos.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.
LINK: http://www.sinembargo.mx/26-06-2016/3057547

lunes, 27 de junio de 2016

Diez años de guerra: Calderón ofrece más empleo… pero hereda informalidad, violencia y dolor

Como lo ofreció en campaña, Felipe Calderón Hinojosa, quien gobernó México de 2006 a 2012, sí logró ser el Presidente del Empleo. Pero del informal, precario y de bajo ingreso. En 2012, cuando le entregó la banda presidencial a Enrique Peña Nieto, la informalidad se había convertido en la fuente principal de ocupación. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo mostró ese año que casi 14 millones de mexicanos obtenían su ingreso del ambulantaje o trabajos eventuales, 649 mil más que los 13.32 millones de connacionales que tenían trabajo formal. Pero además estaba la Guerra. Esa Guerra que no consigue concluir y cuyos cálculos alcanzan a veces los cien mil muertos, 30 mil desaparecidos y cientos de desplazados. Tocado o no por el destino, con razones de peso o sin ellas, el ex Mandatario está detrás de este presente.

Ciudad de México, 27 de junio (SinEmbargo).– Fue el Presidente del empleo; pero del informal y precario. Además, fue el autor de una guerra. Los números –que ahora pueden recolectarse y compararse- arrojan la estampa: en 2006, cuando Felipe Calderón Hinojosa tomó posesión había una Población Económicamente Activa (PEA) de 44.4 millones y México era un país con un millón 600 mil 891 desempleados. Cuando concluyó su Gobierno en 2012, la PEA alcanzó apenas los 50.9 millones y dos millones 468 mil 62 mexicanos padecían las amarguras del desempleo.

Pero además, en ese fin de sexenio, la informalidad se convirtió en la fuente principal de ocupación en México. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) mostró ese año que casi 14 millones de mexicanos obtenían su ingreso del ambulantaje o trabajos eventuales, 649 mil más que los 13.32 millones de connacionales que tenían trabajo formal.

No se trata de un pasado que pueda sepultarse. En el presente, hay dos millones más de pobres que en 2012, según los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial, encuentra un vínculo directo con el viraje que dio México de la formalidad hacia la informalidad con ese número creciente de pobres.

“La mayor parte de los mexicanos obtiene su ingreso por su empleo. De su actividad. Hoy, los pequeños negocios son el mecanismo del bienestar. Así que empleos informales y precarios de bajos salarios condiciona un círculo de pobreza”, dice.

También los muertos se amontonaron. A la hora de la asunción del poder de Calderón Hinojosa, la tasa nacional de homicidios había bajado a ocho por cada 100 mil habitantes, de 19 para la misma proporción en 1992, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi). Cuatro años después –en 2011- ocurrieron 27 mil decesos. El año anterior habían sucedido 25 mil. De repente, los números se revolvieron y desde el Gobierno dejaron de publicarse los conteos. Y entonces, lo que importó fue la forma, la forma de la muerte. Los cuerpos de hombres, mujeres y niños aparecieron en casas, carreteras o centros comerciales. A veces estaban colgados, decapitados, desnudos, desmembrados o amoratados.

Un abultado expediente documentó ante la Corte Penal Internacional de La Haya, el máximo tribunal de la Organización de las Naciones Unidas, 50 mil muertos y 10 mil desaparecidos, así como la brutal forma en que habían encontrado la hora última.

Felipe Calderón Hinojosa llegó al poder sin el voto de la mitad del electorado. “Espurio” lo llamó desde ese momento, Andrés Manuel López Obrador, quien con el abanderamiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fue su más cercano contendiente en los comicios presidenciales de 2006. Así, al filo de la desconfianza, con el desconcierto sobre sus espaldas, el Mandatario debió elegir su impronta.

En esa hora de decisiones, lejos, muy lejos, quedaron sus palabras de candidato, cuando grabó un anuncio especial en el que usaba el tema del empleo como un último y directo ataque en contra de Andrés Manuel López Obrador. Decía: “Amigas y amigos, les he propuesto cómo generar empleos para que vivamos mejor. Cómo atraer la inversión para que haya trabajo bien pagado para todos, para los jóvenes, las mujeres, los adultos mayores. Empleos en el campo, en más industrias, en el comercio, en más viviendas y en el turismo, que será mi prioridad. El PRD propone endeudar a México como ya lo hizo en el Distrito Federal y como lo hicieron gobiernos que nos llevaron a las peores crisis económicas. Hoy, tú vas a decidir entre el empleo y la estabilidad que yo te garantizo o la deuda y la crisis que propone el PRD. Soy padre de tres hijos y lucho por construir para ellos y para los tuyos un México mejor, un México justo, un México ganador, seguro y limpio donde puedan vivir en paz y ser felices. Este 2 de julio, a la hora de votar, piensa en tus hijos”.

Y así fue. Se convirtió en el Presidente del empleo. Pero del informal. Y también en el de la guerra.

Que la legitimidad le importaba a Felipe Calderón Hinojosa está claro en el gasto de 141.6 millones de pesos que hizo en encuestas en sus primeros dos años de Gobierno. Según los archivos del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), el 1 de diciembre de 2006 mandó preguntar a la población: “Para usted, ¿quién es ahora el Presidente legítimo de México? Las respuestas le susurraron: “Calderón con 93.1 por ciento y Andrés Manuel López Obrador con 4.8 por ciento”.

Pero, en los hechos, no había elementos suficientes para irse por el camino bélico. Cierto que en 2006, Michoacán –la tierra del flamante Mandatario– era la escena de una disputa. El cártel de Los Valencia, asociado con Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, se enfrentaba al del Golfo y una organización delincuencial apenas efervescente: La Familia Michoacana. Cuando tomó posesión, Calderón recibió un informe: Jetzabel Abarca Parra, de 27 años, había sido asesinada a balazos en el municipio de Coalcomán, y dos personas más habían sido ejecutadas a balazos en los municipios de Aguililla y Cotija.

Crueldad, misterio y muerte en Michoacán. Todo era cierto.

Pero si se revisan las cifras del Inegi, retomadas por Fernando Escalante Gonzalbo en su artículo “Homicidios 2008-2009. La muerte tiene permiso” en la revista Nexos, la tasa nacional de homicidios había bajado ese año a ocho por cada 100 mil habitantes, de 19 homicidios en 1992. En realidad, no había un despunte de inseguridad a nivel nacional.

2009-2010: LA ÉPOCA DE LAS PÉRDIDAS

Habían transcurrido tres años de Gobierno y el mundo había colapsado por una crisis financiera. La fatídica historia se había iniciado el 15 de septiembre de 2008, cuando el banco de inversión Lehman Brothers se declaró en bancarrota. A partir de ese momento, la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos se deshizo y luego –por una u otra razón– siguió el resto de economías desarrolladas.

La Secretaría de Hacienda declaró recesión económica con una prospectiva de crecimiento económico negativo diferente al planteado al principio del Gobierno de un incremento del Producto Interno Bruto (PIB) de tres por ciento. A partir de ese momento, las proyecciones gubernamentales sufrieron repetidas correcciones que llegaron a plantear una contracción de 4.1 por ciento, la más grande desde la crisis de 1995.

Pese a ello, en medio de la crisis se acumularon frases que por su optimismo resultaron simbólicas. El entonces Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, indicó el 2 de febrero de ese año que a México no le daría una pulmonía como en el pasado, si acaso, apenas un catarrito.

El entonces Jefe del Ejecutivo, Felipe Calderón y las autoridades económicas anunciaron un programa de medidas para enfrentar la situación. Entre ellas destacó la ampliación del gasto de infraestructura, el cambio de reglas del ejercicio de ese gasto, la construcción de una nueva refinería para Petróleos Mexicanos (Pemex), el impulso de manera extraordinaria a las pequeñas y medianas empresas, y la desregulación y la desgravación arancelaria. El empleo no repuntó. Por el contrario: la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo encontró que 2.5 millones de mexicanos habían perdido su empleo con una tasa que se ubicó en 4.5 porcentuales.

En cambio, ese año, hubo algo espectacular.

Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas” estaba en una fiesta con el Rey del Acordeón, Ramón Ayala, y con Los Cadetes de Linares, en Morelos. Ahí llegaron los elementos de la Secretaría de la Marina. Intentaron capturarlo, pero se les fue. Con los días, lo persiguieron, a él y a sus huestes. En Cuernavaca, dieron con él, y lo mataron frente a cámaras de televisión. Cayó en una recámara llena de muñecas, como princesas. El Gobierno presumió la hazaña y demostró que más que nunca, estaba concentrado en la política en contra del crimen organizado.

A decir de José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, en esta parte del sexenio se perdió la oportunidad para generar empleo.


“Se subestimó el efecto de la crisis de Estados Unidos. En el discurso se habló del famoso catarrito y que estábamos blindados. Fue el primer evento económico que acabó marcando el sexenio. Nos fuimos a recesión en 2009 y no hubo plan b en materia económica ni de empleo. Los programas que se empezaron a proyectar en los primeros años de Gobierno de primer empleo para los jóvenes naufragaron”, explica.

Los desempleados surgieron por aquí y por allá. En octubre, decenas de soldados disfrazados de policías federales tomaron las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC). Mediante un decreto, el Presidente había requisado la paraestatal con el argumento de que era “un lastre”. Más de 44 mil trabajadores agremiados en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) perdieron su puesto laboral y se lanzaron a las calles a protestar.

14 ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro iniciaron una huelga de hambre en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México el 25 de abril de 2010. Pasaron tres meses y una noche, el dirigente sindical Martín Esparza alcanzó un acuerdo con el Gobierno federal en una reunión que se prolongó ocho horas. Con los años, vinieron reclamos prolongados y suspendidos.

En febrero de este año, Esparza anunció que el SME consiguió, en asociación con la empresa portuguesa Mota-Engil y con el apoyo del Gobierno, un nuevo contrato colectivo para operar 14 plantas eléctricas, cuatro central de ciclo combinado y la recuperación de una parte de la materia de trabajo en la operación de un paquete de mil 700 megawatts.

Así pasó 2010.

Y otro evento puso en los brazos del fantasma del desempleo a miles de trabajadores. El vuelo 886 de Mexicana de Aviación que partió del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a las 14:15 horas con destino a Toronto el 28 de agosto de 2010, fue el último en la operación de la aerolínea que cayó en concurso mercantil.

Después de 43 meses, la titular del Juzgado Décimo Primero de Distrito en Materia Civil en el Distrito Federal, Edith Alarcón, eliminó la posibilidad de que la aerolínea y sus filiales volvieran a volar.

Ocho mil 500 trabajadores desde trabajadores de mantenimiento, administrativos, sobrecargos y pilotos aviadores Cada uno protestó a su manera. Algunos llenaron algunos espacios del Aeropuerto con casas de campaña y pancartas. Un grupo de sobrecargos hizo un calendario. Los más, probaron por completo la amargura del desempleo.

En sentido contrario a la que alguna vez fue su pretensión principal, de ser Presidente del Empleo, en 2009, la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Minera (FITIM) interpuso ante la Organización Internacional del Trabajo, una queja contra la política laboral de México por privilegiar y avalar los contratos de protección en beneficio de los empresarios, y por la existencia de sindicatos blancos.

Luego, el 8 de abril de 2010, el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas de Pemex y el SE), entre otros gremios, acudieron al Tribunal Internacional de Libertad Sindical. Ahí, acusaron violación sistemática de los derechos laborales en México.

LA REFORMA LABORAL

Javier Lozano Alarcón, hoy Senador del PAN, fue el artífice de la polémica Reforma Laboral en el sexenio calderonista. Foto: Cuartoscuro.

Acorde con el perfil que promovió en campaña, como opción para encontrar la legitimidad, Felipe Calderón también tenía en la baraja a la reforma laboral y energética. El politólogo de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Enrique Toussaint, reconstruye que asesores como Germán Martínez Cázares y César Nava se empeñaron en aconsejar una estrategia armada en lugar de las enmiendas constitucionales.

De hecho, Calderón –quien se había anunciado como el Presidente del Empleo– esperó al tramo final de su Gobierno para enviar la iniciativa de la reforma laboral. El sábado 1 de septiembre de 2012, el expresidente mandó el documento con carácter de “preferente” para que a más tardar el 1 de octubre de ese año fuera votada en el pleno. Las enmiendas propuestas por Felipe Calderón se abrían a la “flexibilización del mercado laboral”, en dos vertientes: nuevas modalidades de contratación y la facilitación de la conclusión de la relación laboral.

El otro tema era los sindicatos. La iniciativa atacaba la anquilosada estructura del PRI. Proponía que las directivas gremiales fueran electas mediante el voto libre, directo y secreto, y no a mano alzada. Para Alfonso Bouzas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ni la Reforma Laboral ni la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (promulgada por el Presidente Enrique Peña Nieto en mayo de 2015) lograron superar el escollo de falta de rendición de cuentas de los gremios mexicanos.

El impulso de la reforma laboral estuvo a cargo de Javier Lozano Alarcón Alarcón, el hombre-alfil de Felipe Calderón. De 2006 a 2012, la voz del entonces Secretario del Trabajo jamás varió en la defensa de la modificación de Ley Federal del Trabajo. Que era necesaria para incrementar la productividad. Que quienes se le oponían eran “cobardes, brutales, egoístas y miopes”. Era una campaña personal, diaria, por todos los medios: prensa, redes sociales, foros. Una obsesión al grado que esa ley hoy es conocida como Ley Lozano y no Ley Calderón.

A cuatro años de aquel impulso legal, Alfonso Bouzas, especialista en política laboral, hace una evaluación: “La deficiencia más importante de la Reforma Laboral es que no cambió nada. Ni para bien ni para mal. Lo único que cambió es la facilidad de correr a los trabajadores. Y lo más grave también es que dio paso a que se legalizara la tercerización que ya se practicaba desde la firma del Tratado de Libre Comercio, sin ser legal”.

Javier Lozano Alarcón, en su calidad de Secretario del Trabajo, asistió en 2011 a un encuentro con el Consejo Estatal para el Diálogo con los Sectores Productivos (Cedsip) de Aguascalientes y dijo lo siguiente: “Mienten cobardemente quienes dicen que estamos esclavizando el trabajo, que estamos yendo contra los derechos de los trabajadores. Eso es parte del procedimiento de una minoría que se autodenomina representante del movimiento obrero, de los derechos de los trabajadores y de los derechos humanos, cuando lo único que buscan son posiciones”. Luego, a quienes se oponían, no dejó de llamarlos “cobardes, brutales, egoístas y miopes”.

Según él, las bondades de la reforma se desgranaban y la principal era el aumento de productividad. Apenas se aprobó, exclamó que se había dado un paso adelante.

En sentido contrario al discurso triunfal, llegó la crítica. En su XVI Informe de Violaciones a los Derechos Laborales 2012, el Cereal definió en México la actitud de Calderón y de su secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, como una “violencia laboral de Estado”.

LA GUERRA DE CALDERÓN 

La guerra contra el narcotráfico, emprendida por el entonces Presidente Felipe Calderón es calificada por especialistas como un “total fracaso”. Foto: Cuartoscuro

Tocado o no por el destino, con razones de peso o sin ellas, detrás de la guerra en contra del crimen organizado hubo un hombre: Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. Los porqués para lanzar la ofensiva más cruenta de la historia moderna se hallan en su circunstancia política, pero también en su biografía y personalidad. ¿Por qué la guerra? ¿Por qué no el empleo? Alfonso Bouzas de la UNAM, responde: Porque jamás se lo propuso, porque en las condiciones económicas que se condujo al país evidentemente no podía ser el Presidente del empleo”.

A sólo 10 días de haber asumido la primera magistratura, Felipe Calderón envió al Ejército a Michoacán, Sinaloa y Veracruz. En palabras del entonces Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, el objetivo era abatir el poder del crimen organizado; sobre todo, del narcotráfico. Ese mismo día, el Secretario de Seguridad Pública Federal (SSP), Genaro García Luna, anunció un cambio en el perfil de los policías federales.

Conforme a la estrategia, se debilitaría el flujo de dinero, la red operativa y la distribución. Así que se atacaría al tráfico de armas, se abatiría al circulante y se tomarían las carreteras. Se empezaría por el negocio principal: la cocaína. La consideración: aunque su ciclo de retorno era más largo, su valor subía casi 56 veces en su recorrido de Colombia a las calles de Estados Unidos, principal mercado.

No ocurrió eso. No, hasta el momento. Los expertos en Seguridad de la Universidad Iberoamericana (UIA), Pablo Monzalvo y Eruviel Tirado, ya no observan una batalla; sino tres: familias del narco por territorios y mercados de distribución de la cocaína, la Policía Federal en contra del narcotráfico y el Ejército tras criminales. En las tres, se cometen errores que implican confusión sobre quién es el enemigo.

En seis años de Gobierno de Felipe Calderón, el presupuesto para Seguridad se incrementó en 76 mil 711 millones 874 mil 763 pesos, según el Presupuesto de Egresos de la Federación. Hay casi dos millones de mexicanos sumados a la pobreza según la medición del Coneval por ingreso. Millones salen a trabajar a empleos informales o precarios, de esos que no tienen ninguna condición social.





Fuente: Sin Embargo
Autora: Linaloe R. Flores
http://www.sinembargo.mx/27-06-2016/3058718