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'MeToo' mexicano, hoguera fuera de control

Quiero decirlo, ya no solo pensarlo y repensarlo día y noche. 

El movimiento #MeToo me perturbó. Primero me cautivó, me emocionó. Pensé en todas esas chavitas que me causan admiración, las nuevas mujeres, las que hacen lo que se les da la gana, con imaginación desbordada y esa audacia de ir y venir en bici o en moto a todos lados. Mujeres fuertes, con sólidos lazos de fraternidad entre ellas, con sus simbólicos pañuelos verdes al cuello y el puño en alto por la diversidad, la igualdad, la justicia, contra la impunidad. Por nuestra libertad.

Nuevas marchas de las mujeres en todo el mundo en el primer aniversario de la toma de posesión de Trump

En Washington, Nueva York, Los Ángeles, Chicago y otras 250 ciudades las mujeres se han manifestado con el mismo espíritu que hace un año pretendía advertir a Trump en su toma de posesión tras sus declaraciones machistas. También se han convocado manifestaciones similares en Inglaterra, Japón y otros países.

Miles de manifestantes han salido este sábado a las calles de las principales ciudades de Estados Unidos y otros lugares del mundo para participar en la segunda Marcha de las Mujeres, coincidiendo con el primer aniversario de la toma de posesión del presidente Donald Trump. La iniciativa pretende canalizar el activismo femenino hacia triunfos políticos en las elecciones legislativas de este año.

Las “violencias menores” y la reproducción de la ambigüedad en el debate sobre el #METOO

Hay cuatro argumentos que me gustaría hacer tras leer el manifiesto de las intelectuales francesas contra la campaña #MeToo y escuchar algunas de las reflexiones que se están dando estos días. En realidad, más que el bendito manifiesto lo que me importa es cómo algunas de sus ideas conectan y dan alas a cierto sentido común machista que esta campaña y otros movimientos e iniciativas contra la violencia ponen en cuestión en el actual de ciclo de luchas. Este ciclo, como señalan varias compañeras, es muy diverso, no centralizado y suscita identificaciones múltiples desde abajo, es decir, desde mujeres que no están organizadas, que quizás ni se identifiquen como feministas, pero se han puesto a hablar en voz alta de sus distintas experiencias de abuso utilizando estos lemas, que más que discursos ya armados son invitaciones a romper el silencio y la complicidad. Son, como si dijéramos, lo que en otro tiempo se llamó grupos de autoconciencia, hoy atravesados por nuestra relación con las redes.