Las autoridades poblanas informaron que se tienen 18 órdenes de aprehensión por estos hechos, de las cuales se han cumplido 12 y otra persona sólo está en calidad de presentada.
La Procuraduría General de Justicia de Puebla detuvo a otras ocho personas presuntamente relacionadas al linchamiento de dos jóvenes encuestadores en Ajalpan, Puebla, el pasado 19 de octubre.
Las autoridades poblanas informaron que se tienen 18 órdenes de aprehensión por estos hechos, de las cuales se han cumplido 12 y otra persona sólo está en calidad de presentada.
El pasado 22 de octubre, el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, dio a conocer que cinco personas ya estaban detenidas por el linchamiento de los hermanos Rey David y José Abraham Copado Molina, dos jóvenes encuestadores de la empresa Marketing Research & Services confundidos por la población de Ajalpan, con secuestradores.
Tras el hecho delictivo que se produjo la noche del 19 de octubre en el municipio de Ajalpan, el gobierno de Puebla tomó el control policial en esa zona y se mantendrá a cargo de la seguridad pública los próximos 180 días, confirmó el titular de la PGJE, Víctor Carrancá Bourget.
En rueda de prensa, el funcionario estatal dio a conocer que durante la madrugada de este jueves se llevó a cabo un nuevo operativo en el municipio en donde se logró la detención de siete personas sobre las que ya pendía una orden de aprehensión por su probable participación en el linchamiento de los dos hermanos. A la par, dijo, fue presentada otra persona respecto de la cual se está investigando su participación en los hechos.
“Los siete detenidos ya referidos fueron puestos a disposición del Juez de Control de Tehuacán, a fin de desahogar la audiencia inicial en la que deberá calificarse la legalidad de la detención. El ministerio público solicitará su vinculación, lo que tendrá que resolver el juez en el término que establece la Constitución, y en su caso determinar la medida cautelar que corresponda”, explicó el funcionario estatal.
A estas nuevas detenciones se suman las cinco personas que desde el pasado 22 octubre fueron capturadas y recluidos en el penal de Tepexi de Rodríguez. En esos casos ya fueron presentados ante el juez y vinculados a proceso, es decir, que bajo la nueva modalidad de justicia oral se les imputaron pruebas de su presunta responsabilidad, por lo que enfrentarán el juicio penal sin posibilidad de fianza por la gravedad del delito.
A la par, Carrancá Bourguet informó que la dependencia “mantiene la investigación abierta considerando que hay más personas identificadas como participantes tanto en el delito de homicidio calificado, como en el delito de motín y diversos daños ocasionados el día de los acontecimientos”.
Y agregó que “los videos no es lo único con lo que contamos, hay dictámenes periciales, hay señalamientos precisos, referencias de otras personas que los señalan como participantes y que los identifican por nombre y apellido, es una carpeta que se compone por diversas probanzas”, esto en respuesta a los señalamientos de algunos familiares de los primeros cinco detenidos que han rechazado las acusaciones.
Cuestionado sobre la responsabilidad de autoridades que no respondieron con prontitud a las peticiones de apoyo por parte de autoridades municipales ante el escenario de violencia desbordada, Carrancá Bourguet sostuvo: “Estamos tratando de identificar aquellos que activamente participaron tanto y como instigadores azuzando a la gente como los que realizaron actos materiales en los eventos que se realizaron, y en el caso de las omisiones pues seremos muy cuidadosos en la medida en que es posible imputar un hecho delictivo por omisión, técnicamente son reglas distintas”.
Horas después de los hechos, José Manuel González, secretario de Seguridad Pública de Ajalpan, explicó que los fallecidos“estaban realizando unas encuestas” cuando la policía local recibió llamadas de habitantes de la localidad que se quejaban de que unos extraños “hacían muchas preguntas”.
Según el policía, “cuando nos acercamos al lugar. Había mucha gente rodeándolos. Empezamos una negociación y explicamos que íbamos a poner a disposición a esas personas”.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ERNESTO AROCHE AGUILAR.
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jueves, 29 de octubre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
La negra noche de Ajalpan
El aire de Ajalpan se rasgó en punto de las seis de la tarde. Las campanas del templo de San Juan Bautista doblaron y convocaron a los nerviosos vecinos, que desde hacía varias horas ya se agitaban. La presencia de dos extraños alentó a la turba. “Somos encuestadores”, dijo uno de los detenidos. Alguien desde el manojo humano replicó: “Son secuestradores”. Nunca un error de semántica había sido tan grave. Dos horas después, los dos detenidos, linchados, ardían en un amasijo negro frente al Palacio Municipal de esa población al poniente del estado de Puebla.
Apenas 24 horas antes, los hermanos José Abraham y Rey David Copado Molina habían salido de Coyoacán para encarar su destino: iban contratados por la empresa Marketing Research & Servicios S.A. de C.V. para hacer una encuesta sobre tortillerías y la comercialización del maíz en la zona de Ajalpan. Cariñosos como eran, se despidieron de su madre. José Abraham tuvo el tiempo de abrazar a sus dos gemelos y se despidió con un beso en la frente.
En Tehuacán, a solo unos kilómetros de su destino, todavía se reportaron por whatsapp para informar de su llegada con bien. Comenzaron a levantar sus encuestas apenas pisaron el municipio de Ajalpan, bastión del más viejo y recalcitrante priismo que aún pervive en la zona de la Sierra Negra de Puebla. Los hermanos fueron ajenos a los ojos de decenas de Halcones que vigilan las calles. Las fotos de ellos, levantando las encuestas comenzaron a circular a través de los teléfonos celulares.
El alcalde de Ajalpan, Gustavo Lara Torres, estaba a la espera de una manifestación en su contra. Grupos priistas ajenos a su gestión intentarían una toma de la alcaldía, eso fue lo que le indicaron sus informantes. La Policía municipal de Lara Torres detectó el arribo de cientos de personas de otros municipios. El edil se apoltronó en su despacho y dictó la orden: que nadie intervenga para disuadir los disturbios esperados. Ordenó a sus policías salir de las calles y replegarse en la Presidencia Municipal. Les ordenó no portar armas para no provocar a los manifestantes. Se dijo dispuesto a dejarlos hacer lo que quisieran. Que quemen el pueblo si quieren, le confió a su director de policía.
Los encuestadores recorrieron las calles. Sus pasos fueron seguidos por algunos de los que habían llegado para incendiar Ajalpan. Buscaban un pretexto para los disturbios. A los hermanos Copado Molina los miraron como enviados de la Presidencia Municipal. Una suposición malhecha los ubicó como halcones del presidente. La consigna fue clara: seguirlos y acorralarlos para evitar que informaran de la movilización que se gestaba y que tenía como objeto la toma de la Presidencia Municipal.
Los movilizados contra el alcalde Gustavo Lara Torres se fueron congregando entorno a los hermanos Copado Molina. Los siguieron de cerca. Fueron cerrando el paso a los encuestadores. Antes de las 5 de la tarde el animal decidió lanzarse contra los hermanos. A la voz de “deténganlos” decenas de manos se abalanzaron contra ellos. Los muchachos, con el miedo en sus rostros, no se opusieron.
–Somos encuestadores– dijo José Abraham, a la vez que mostraba su credencial de identificación colgada al cuello-, hablen a la oficina de la empresa.
–¡Son secuestradores!– gritó una voz anónima escondida entre la turba. La falsa aseveración fue replicada al unísono de los que los rodearon.
Con la perversidad de la manipulación, una niña, de entre la multitud, aseguró que uno de los detenidos la había jaloneado. Que intentó llevársela. Que la había perseguido por varias calles con la intención de llevársela. La niña lloró entre la gente y dijo que tenía mucho miedo. Fue el combustible que necesitaba aquel incendio para que sus llamas se extendieran. Fue un acto de psicosis colectiva la que empujó a los más cercanos a los detenidos a comenzar a golpearlos.
Los más cercanos a los detenidos se turnaban para escupirlos y golpearlos en la cara. Los amarraron de las manos. Los gemidos y gritos de clemencia de los dos hermanos no fueron escuchados por nadie. Alguien ordenó que los llevaran a la plaza principal de Ajalpan. Cuetes y campanas comenzaron a romper el aire que para esas horas ya era frío y anunciaba un desenlace dramático. Los pobladores de Ajalpan se sumaron a la turba.
Con una varilla metálica, a veces a puño limpio, los dos detenidos fueron castigados hasta dejarlos bañados en sangre. Las voces anónimas seguían cuestionando a los hermanos. Les pedían que dijeran en dónde tenían a todos los que habían secuestrado. Solo gemidos y llanto era la respuesta de los dos lacerados en el suelo. Su defensa fue siempre la misma. Se decían encuestadores. La turba sorda solo escuchaba que se reconocían como secuestradores. Las amenazas fueron subiendo de tono: o decían en donde tenían a los secuestrados o los matarían allí mismo. José Abraham, fue el primero que perdió el conocimiento.
En el aire seguían locas doblando las campanas. No era la primera vez que convocaban a la ira. En Ajalpan se mantiene una tradición de justicia por propia mano. Los dueños de las empresas maquiladoras son los principales promotores de la ira colectiva. Cada vez que es detenido un ladrón dañando el patrimonio de las empresas, las campanas de San Juan Bautista llaman a insurrección. Apenas hacía unos días en la comunidad de Altepexi, también habían convocado a un linchamiento. En esa ocasión el presunto ladrón pudo ser rescatado por la Policía estatal. No fue el mismo desenlace para los de Ajalpan.
Los gemidos de Rey David, que balbuceaba en el suelo algo parecido a la clemencia, incendiaban aún más los ánimos de la turba. A la fuerza querían arrancar una confesión inexistente. Los policías de Ajalpan ante los cientos de enardecidos optaron por mantenerse a la distancia, dentro de la comandancia de policía. Optaron por ponerse a salvo ellos mismos. Fueron saliendo de forma discreta para retirarse de la escena en donde las voces de muerte iban en aumento. Para entonces los dos detenidos, sangrando y semidesnudos, ya estaban inconscientes.
–¡Mátenlos!– gritó una voz anónima.
La turba se arremolinó sobre los cuerpos caídos. Los turnos para patearlos fueron interminables. De la nada surgieron palos, varillas, piedras. Como si el festejo de sangre no fuera suficiente para la masa, surgió el morbo. Los celulares saltaron a la escena. Los tenues flashes apenas iluminaban los cuerpos caídos. La morbosidad se desbordó cuando en las redes sociales en tiempo real comenzaron a circular fotografías del linchamiento.
Los gritos y el frenesí hicieron que algunos curiosos se retirara asustados de la plaza principal de Ajalpan. Los dos encuestadores fueron de pronto dos bultos inertes que fofamente respondían -como en un eco macabro- a los golpes recibidos. De alguna parte llegaron dos garrafas con gasolina. Los cuerpos fueron rociados y ardieron en una pira. La turba no se consoló al ver ardiendo los cuerpos. Como si respondieran a una misma intuición, grupos de hombres corrieron hacia la Presidencia Municipal para incendiarla. Otros entraron a la comandancia de policía y sustrajeron las armas municipales.
Las oficinas de correos, Prospera, biblioteca municipal, Instituto Estatal de Educación, Registro Civil y las de Servicios Municipales fueron incendiadas. Otro grupo fue a la oficina del Agente del Ministerio Público y sustrajo algunos expedientes. Al alcalde le preocupó más el incendio de una de las patrullas de Seguridad pública. Los cuerpos de los encuestadores ya estaban calcinados cuando el alcalde Gustavo Lara Torres decidió notificar a la secretaría de gobierno de Puebla sobre lo que estaba ocurriendo. Por alguna razón, los cuerpos de la Policía estatal, acuartelados a menos de un kilómetro de distancia no fueron movilizados.
En el aire, anunciando la culminación del macabro evento, surcaron la noche tres cuetones. Con el aire inundado a olor de carne quemada poco a poco se fue quedando sola la plaza principal. Ya destellaba el alba cuando los cuerpos de Seguridad pública del estado de Puebla arribaron al municipio. Las puertas y ventanas se remacharon. El animal enfurecido de la turba arrastró la cola hasta su guarida. El festín sació su hambre. Se mantiene en reguardo hasta que otra vez se le despierte el apetito. Solo es cuestión de tiempo.
FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: J. JESÚS LEMUS.
Apenas 24 horas antes, los hermanos José Abraham y Rey David Copado Molina habían salido de Coyoacán para encarar su destino: iban contratados por la empresa Marketing Research & Servicios S.A. de C.V. para hacer una encuesta sobre tortillerías y la comercialización del maíz en la zona de Ajalpan. Cariñosos como eran, se despidieron de su madre. José Abraham tuvo el tiempo de abrazar a sus dos gemelos y se despidió con un beso en la frente.
En Tehuacán, a solo unos kilómetros de su destino, todavía se reportaron por whatsapp para informar de su llegada con bien. Comenzaron a levantar sus encuestas apenas pisaron el municipio de Ajalpan, bastión del más viejo y recalcitrante priismo que aún pervive en la zona de la Sierra Negra de Puebla. Los hermanos fueron ajenos a los ojos de decenas de Halcones que vigilan las calles. Las fotos de ellos, levantando las encuestas comenzaron a circular a través de los teléfonos celulares.
El alcalde de Ajalpan, Gustavo Lara Torres, estaba a la espera de una manifestación en su contra. Grupos priistas ajenos a su gestión intentarían una toma de la alcaldía, eso fue lo que le indicaron sus informantes. La Policía municipal de Lara Torres detectó el arribo de cientos de personas de otros municipios. El edil se apoltronó en su despacho y dictó la orden: que nadie intervenga para disuadir los disturbios esperados. Ordenó a sus policías salir de las calles y replegarse en la Presidencia Municipal. Les ordenó no portar armas para no provocar a los manifestantes. Se dijo dispuesto a dejarlos hacer lo que quisieran. Que quemen el pueblo si quieren, le confió a su director de policía.
Los encuestadores recorrieron las calles. Sus pasos fueron seguidos por algunos de los que habían llegado para incendiar Ajalpan. Buscaban un pretexto para los disturbios. A los hermanos Copado Molina los miraron como enviados de la Presidencia Municipal. Una suposición malhecha los ubicó como halcones del presidente. La consigna fue clara: seguirlos y acorralarlos para evitar que informaran de la movilización que se gestaba y que tenía como objeto la toma de la Presidencia Municipal.
Los movilizados contra el alcalde Gustavo Lara Torres se fueron congregando entorno a los hermanos Copado Molina. Los siguieron de cerca. Fueron cerrando el paso a los encuestadores. Antes de las 5 de la tarde el animal decidió lanzarse contra los hermanos. A la voz de “deténganlos” decenas de manos se abalanzaron contra ellos. Los muchachos, con el miedo en sus rostros, no se opusieron.
–Somos encuestadores– dijo José Abraham, a la vez que mostraba su credencial de identificación colgada al cuello-, hablen a la oficina de la empresa.
–¡Son secuestradores!– gritó una voz anónima escondida entre la turba. La falsa aseveración fue replicada al unísono de los que los rodearon.
Con la perversidad de la manipulación, una niña, de entre la multitud, aseguró que uno de los detenidos la había jaloneado. Que intentó llevársela. Que la había perseguido por varias calles con la intención de llevársela. La niña lloró entre la gente y dijo que tenía mucho miedo. Fue el combustible que necesitaba aquel incendio para que sus llamas se extendieran. Fue un acto de psicosis colectiva la que empujó a los más cercanos a los detenidos a comenzar a golpearlos.
Los más cercanos a los detenidos se turnaban para escupirlos y golpearlos en la cara. Los amarraron de las manos. Los gemidos y gritos de clemencia de los dos hermanos no fueron escuchados por nadie. Alguien ordenó que los llevaran a la plaza principal de Ajalpan. Cuetes y campanas comenzaron a romper el aire que para esas horas ya era frío y anunciaba un desenlace dramático. Los pobladores de Ajalpan se sumaron a la turba.
Con una varilla metálica, a veces a puño limpio, los dos detenidos fueron castigados hasta dejarlos bañados en sangre. Las voces anónimas seguían cuestionando a los hermanos. Les pedían que dijeran en dónde tenían a todos los que habían secuestrado. Solo gemidos y llanto era la respuesta de los dos lacerados en el suelo. Su defensa fue siempre la misma. Se decían encuestadores. La turba sorda solo escuchaba que se reconocían como secuestradores. Las amenazas fueron subiendo de tono: o decían en donde tenían a los secuestrados o los matarían allí mismo. José Abraham, fue el primero que perdió el conocimiento.
En el aire seguían locas doblando las campanas. No era la primera vez que convocaban a la ira. En Ajalpan se mantiene una tradición de justicia por propia mano. Los dueños de las empresas maquiladoras son los principales promotores de la ira colectiva. Cada vez que es detenido un ladrón dañando el patrimonio de las empresas, las campanas de San Juan Bautista llaman a insurrección. Apenas hacía unos días en la comunidad de Altepexi, también habían convocado a un linchamiento. En esa ocasión el presunto ladrón pudo ser rescatado por la Policía estatal. No fue el mismo desenlace para los de Ajalpan.
Los gemidos de Rey David, que balbuceaba en el suelo algo parecido a la clemencia, incendiaban aún más los ánimos de la turba. A la fuerza querían arrancar una confesión inexistente. Los policías de Ajalpan ante los cientos de enardecidos optaron por mantenerse a la distancia, dentro de la comandancia de policía. Optaron por ponerse a salvo ellos mismos. Fueron saliendo de forma discreta para retirarse de la escena en donde las voces de muerte iban en aumento. Para entonces los dos detenidos, sangrando y semidesnudos, ya estaban inconscientes.
–¡Mátenlos!– gritó una voz anónima.
La turba se arremolinó sobre los cuerpos caídos. Los turnos para patearlos fueron interminables. De la nada surgieron palos, varillas, piedras. Como si el festejo de sangre no fuera suficiente para la masa, surgió el morbo. Los celulares saltaron a la escena. Los tenues flashes apenas iluminaban los cuerpos caídos. La morbosidad se desbordó cuando en las redes sociales en tiempo real comenzaron a circular fotografías del linchamiento.
Los gritos y el frenesí hicieron que algunos curiosos se retirara asustados de la plaza principal de Ajalpan. Los dos encuestadores fueron de pronto dos bultos inertes que fofamente respondían -como en un eco macabro- a los golpes recibidos. De alguna parte llegaron dos garrafas con gasolina. Los cuerpos fueron rociados y ardieron en una pira. La turba no se consoló al ver ardiendo los cuerpos. Como si respondieran a una misma intuición, grupos de hombres corrieron hacia la Presidencia Municipal para incendiarla. Otros entraron a la comandancia de policía y sustrajeron las armas municipales.
Las oficinas de correos, Prospera, biblioteca municipal, Instituto Estatal de Educación, Registro Civil y las de Servicios Municipales fueron incendiadas. Otro grupo fue a la oficina del Agente del Ministerio Público y sustrajo algunos expedientes. Al alcalde le preocupó más el incendio de una de las patrullas de Seguridad pública. Los cuerpos de los encuestadores ya estaban calcinados cuando el alcalde Gustavo Lara Torres decidió notificar a la secretaría de gobierno de Puebla sobre lo que estaba ocurriendo. Por alguna razón, los cuerpos de la Policía estatal, acuartelados a menos de un kilómetro de distancia no fueron movilizados.
En el aire, anunciando la culminación del macabro evento, surcaron la noche tres cuetones. Con el aire inundado a olor de carne quemada poco a poco se fue quedando sola la plaza principal. Ya destellaba el alba cuando los cuerpos de Seguridad pública del estado de Puebla arribaron al municipio. Las puertas y ventanas se remacharon. El animal enfurecido de la turba arrastró la cola hasta su guarida. El festín sació su hambre. Se mantiene en reguardo hasta que otra vez se le despierte el apetito. Solo es cuestión de tiempo.
FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: J. JESÚS LEMUS.
Seguridad en Ajalpan queda en manos de la policía de Puebla; investigará linchamiento
MÉXICO, D.F: El gobierno de Puebla informó que asumirá la seguridad pública del municipio de Ajalpan durante seis meses para garantizar el orden público y el esclarecimiento de los hechos ocurridos el pasado lunes 19, fecha en que dos encuestadores fueron linchados en ese lugar.
En un comunicado, precisó que dicha facultad se ejercerá a través del director general de la Policía Estatal Preventiva (PEP), Alfonso Sánchez Montiel, a quien se nombra delegado para tales efectos.
Destacó que el municipio de Ajalpan enfrenta un caso de alteración grave del orden público por los hechos ocurridos el lunes. En esa localidad, subrayó, “se perdió la paz, el orden y la seguridad en los bienes e incluso la vida de dos personas”.
Ante esos hechos de violencia, las propias autoridades municipales se vieron rebasadas por la población, admitió.
El gobierno de Rafael Moreno Valle puntualizó que el mando de la seguridad pública municipal que asumirá la PEP comprenderá todo el territorio del municipio de Ajalpan y durará el tiempo que sea necesario, “hasta que se restablezca el orden público y se pueda garantizar la seguridad de las personas, sus bienes y derechos, y no excederá de 180 días naturales”.
De igual manera, manifestó que la autoridad municipal acatará las órdenes que se le transmitan en cumplimiento del resolutivo primero del acuerdo.
Por separado, el procurador de Justicia del estado, Víctor Carrancá, reconoció que eran pocos los elementos de la Policía Municipal y por eso no pudieron hacer frente a la turba que atacó la presidencia y sacó por la fuerza a los dos detenidos.
Sin embargo, no explicó las razones por las cuales, pese a saber que había pocos elementos de seguridad pública municipal, no se autorizó de inmediato el ingreso de la Policía Estatal.
Mientras tanto, Felipe Copado Molina, hermano de los dos encuestadores que fueron linchados en Ajalpan la noche del lunes, demandó “que el gobernador actúe y nos dé la cara”.
Asimismo, exigió la detención de quienes participaron en el linchamiento, porque –dijo– existen todas las evidencias para identificarlos.
La acción de los pobladores de Ajalpan, subrayó, fue “un acto de barbarie”, e informó que los abogados de la empresa para la que laboraban José Abraham y Rey David llegaron a Tehuacán –donde acudieron para reclamar los cuerpos– para apoyar en los trámites obligados en estos casos.
Indignado por lo que sufrieron sus hermanos, Felipe manifestó que si los responsables del crimen pedían que se aplicara la ley, ahora es la familia de las víctimas la que solicita que se cumpla con la legalidad, se detenga a los asesinos y se les castigue.
Una cuñada de Rey David responsabilizó directamente a las autoridades del doble homicidio porque, subrayó, era su deber protegerlos, sobre todo porque sabían que no habían cometido ningún delito, pese a lo cual no cumplieron con su deber y permitieron que la turba los linchara.
Y adelantó que iniciarán denuncias contra los gobiernos municipal y estatal por no actuar correctamente.
En tanto, el presidente municipal Gustavo Lara Torres se negó a dar datos sobre quiénes iniciaron la agresión en contra de los encuestadores, pero dijo que están bien identificados y ya proporcionó esa información a la Procuraduría General de Justicia del estado.
En las fotografías y videos de lo ocurrido esa noche aparece un joven con playera roja, de manga larga, pantalón blanco, un casco negro y el rostro cubierto, quien prendió fuego a los cuerpos, acción que fue aplaudida por decenas de espectadores, entre ellos una mujer de la tercera edad que porta un mandil y varios jóvenes que igualmente se cubrieron el rostro.
La mayoría de los participantes, tanto en el linchamiento como en el saqueo del Palacio Municipal, fueron jóvenes, incluso menores de edad, a quienes el alcalde Gustavo Lara relaciona con pandillas que operan en el municipio y que a su parecer fueron contratados para cometer los disturbios, aunque se negó a señalar a los supuestos contratistas.
Por otra parte, la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo dio a conocer que las credenciales exhibidas con el logotipo y nombre de la Universidad Tecnológica de Tulancingo, que portaban los dos jóvenes linchados, son falsas.
A través de un comunicado detalló que después de que se tuvo conocimiento de que había credenciales con el logotipo y nombre de dicha institución, el departamento de servicios escolares realizó una revisión de sus expedientes para poder ubicar a Rey David y Abraham Copado Molina, con lo que pudieron confirmar que los jóvenes no eran estudiantes pues no tenían registro de ellos.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.
En un comunicado, precisó que dicha facultad se ejercerá a través del director general de la Policía Estatal Preventiva (PEP), Alfonso Sánchez Montiel, a quien se nombra delegado para tales efectos.
Destacó que el municipio de Ajalpan enfrenta un caso de alteración grave del orden público por los hechos ocurridos el lunes. En esa localidad, subrayó, “se perdió la paz, el orden y la seguridad en los bienes e incluso la vida de dos personas”.
Ante esos hechos de violencia, las propias autoridades municipales se vieron rebasadas por la población, admitió.
El gobierno de Rafael Moreno Valle puntualizó que el mando de la seguridad pública municipal que asumirá la PEP comprenderá todo el territorio del municipio de Ajalpan y durará el tiempo que sea necesario, “hasta que se restablezca el orden público y se pueda garantizar la seguridad de las personas, sus bienes y derechos, y no excederá de 180 días naturales”.
De igual manera, manifestó que la autoridad municipal acatará las órdenes que se le transmitan en cumplimiento del resolutivo primero del acuerdo.
Por separado, el procurador de Justicia del estado, Víctor Carrancá, reconoció que eran pocos los elementos de la Policía Municipal y por eso no pudieron hacer frente a la turba que atacó la presidencia y sacó por la fuerza a los dos detenidos.
Sin embargo, no explicó las razones por las cuales, pese a saber que había pocos elementos de seguridad pública municipal, no se autorizó de inmediato el ingreso de la Policía Estatal.
Mientras tanto, Felipe Copado Molina, hermano de los dos encuestadores que fueron linchados en Ajalpan la noche del lunes, demandó “que el gobernador actúe y nos dé la cara”.
Asimismo, exigió la detención de quienes participaron en el linchamiento, porque –dijo– existen todas las evidencias para identificarlos.
La acción de los pobladores de Ajalpan, subrayó, fue “un acto de barbarie”, e informó que los abogados de la empresa para la que laboraban José Abraham y Rey David llegaron a Tehuacán –donde acudieron para reclamar los cuerpos– para apoyar en los trámites obligados en estos casos.
Indignado por lo que sufrieron sus hermanos, Felipe manifestó que si los responsables del crimen pedían que se aplicara la ley, ahora es la familia de las víctimas la que solicita que se cumpla con la legalidad, se detenga a los asesinos y se les castigue.
Una cuñada de Rey David responsabilizó directamente a las autoridades del doble homicidio porque, subrayó, era su deber protegerlos, sobre todo porque sabían que no habían cometido ningún delito, pese a lo cual no cumplieron con su deber y permitieron que la turba los linchara.
Y adelantó que iniciarán denuncias contra los gobiernos municipal y estatal por no actuar correctamente.
En tanto, el presidente municipal Gustavo Lara Torres se negó a dar datos sobre quiénes iniciaron la agresión en contra de los encuestadores, pero dijo que están bien identificados y ya proporcionó esa información a la Procuraduría General de Justicia del estado.
En las fotografías y videos de lo ocurrido esa noche aparece un joven con playera roja, de manga larga, pantalón blanco, un casco negro y el rostro cubierto, quien prendió fuego a los cuerpos, acción que fue aplaudida por decenas de espectadores, entre ellos una mujer de la tercera edad que porta un mandil y varios jóvenes que igualmente se cubrieron el rostro.
La mayoría de los participantes, tanto en el linchamiento como en el saqueo del Palacio Municipal, fueron jóvenes, incluso menores de edad, a quienes el alcalde Gustavo Lara relaciona con pandillas que operan en el municipio y que a su parecer fueron contratados para cometer los disturbios, aunque se negó a señalar a los supuestos contratistas.
Por otra parte, la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo dio a conocer que las credenciales exhibidas con el logotipo y nombre de la Universidad Tecnológica de Tulancingo, que portaban los dos jóvenes linchados, son falsas.
A través de un comunicado detalló que después de que se tuvo conocimiento de que había credenciales con el logotipo y nombre de dicha institución, el departamento de servicios escolares realizó una revisión de sus expedientes para poder ubicar a Rey David y Abraham Copado Molina, con lo que pudieron confirmar que los jóvenes no eran estudiantes pues no tenían registro de ellos.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.
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