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lunes, 29 de febrero de 2016

Una niña sin miedo como brújula y puerto: carta del SupGaleano al escritor Juan Villoro

La quinta carta en lo que va del año, salida de la Selva Lacandona, avioncito de papel con la intimidante insignia de “Fuerza Aerea Zapatista”, fue dirigida al escritor Juan Villoro. Ese, que supo explicar, mediante uno de sus personajes, que la imaginación es un lugar en dónde llueve ¿o es la literatura?
Entre los escritores que se le entreveran al Sup Galeano – dueño de las palabras dirigidas al escritor – en usb perdidos, como al protagonista de la Conferencia sobre la lluvia, desliza algunas claves para entender el “mensaje subterráneo del zapatismo”, que empezó a delinearse en los relatos sobre la niña indígena autodenominada “Defensa Zapatista”, que aparecen en el libro de “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”.
Entonces, hablemos del fin del mundo, pues.
Todos allá arriba aceptan que la máquina está fallando y ensayan una y mil soluciones, siempre dentro de la lógica de la máquina. Pero hay quien quiere romper con esa lógica y asevera: la humanidad es posible sin la máquina.
Sin embargo, como lo que somos, no nos preocupa tanto la tormenta. Después de todo, han sido siglos de tormenta para los pueblos originarios y los desposeídos de México y del mundo, y si algo se aprende abajo es a vivir en condiciones adversas. La vida entonces, y en contados casos la muerte, es una lucha continua, una batalla librada en todos los rincones de los calendarios y geografías. Y no hablo aquí de las mundiales, sino de las personales.
El nuestro es un mensaje que va más allá de la tormenta y sus dolores: la posibilidad de un mundo mejor fuera de la máquina se sostiene por un trípode: las artes (exceptuando la literatura), las ciencias y los pueblos originarios como los sótanos de la humanidad”
El Insurgente explica las tres patas que sostienen la posibilidad de un nuevo mundo, y que excluyen, a conciencia, tanto a la política, la economía y la religión, porque “dividen, parcelan, parten”. Es trabajo de las ciencias y las artes unir y hermanar, convertir “las fronteras en ridículos puntos cartográficos”.
Son las artes y no la política quienes clavan en lo más profundo del ser humano y rescatan su esencia: a diferencia de la política, el arte no trata de reajustar o arreglar la máquina. Hace, en cambio, algo más subversivo e inquietante.
Son las ciencias las que tienen la posibilidad de reconstruir sobre la catástrofe que ya “opera”en todo el territorio mundial. Reconstruir como rehacer, como hacer de nuevo. Y los conocimientos científicos pueden entonces reorientar la desesperación y darle su sentido real, es decir, dejar de esperar. Y quien deja de esperar, podría empezar a actuar.
Ni unas ni otras están excentas de la feroz división de clases y deben elegir: o contribuyen al mantenimiento y reproducción de la máquina, o contribuyen a mostrar la supresión necesaria”.
Y son los pueblos originarios, porque y los sótanos mundiales, bueno, pues porque son quienes más oportunidad tienen de sobrevivir a la tormenta y los únicos con la capacidad para crear “otra cosa”.
El lugar imaginado es potente:
Que en lugar de campañas electorales y militares hubiera laboratorios, centros de investigación y divulgación científica, conciertos, exposiciones, festivales, librerías, bibliotecas, teatros, cines, y campos y calles donde reinaran las ciencias y las artes, y no las máquinas. Claro, nosotras, nosotros, zapatistas, estamos convencidos de que eso es posible sólo fuera de la máquina. Y que hay que destruirla. No reajustarla, no maquillarla, no hacerla “más humana”. Destruirla. La candidez, hermano, suele ser uno de los ropajes de la perversidad.”
Pero no se va a ciegas en ese camino de construcción de un mundo otro, fuera de la máquina. Dejar que llueva como en la literatura, o en la imaginación de igual manera:
Imaginar lo que, por necesario y urgente, parece imposible: una mujer que crezca sin miedo.
¿Qué mundo sería parido por una mujer que pudiera nacer y crecer sin el miedo a la violencia, al acoso, a la persecución, al desprecio, a la explotación?
Así que si me preguntaran a mi, sombra fantasmal de nariz impertinente, que definiera el objetivo del zapatismo, diría: “hacer un mundo donde la mujer nazca y crezca sin miedo”
No digo que no haya ya mujeres sin miedo, que con su empeño rebelde sepan que ganan batallas. Pero no la guerra. No, hasta que cualquier mujer en cualquier rincón de las geografías y calendarios mundiales crezca sin miedo.
¿Vale la pena empeñar el paso, la vida y la muerte en tal quimera?
Nosotras, nosotros, zapatistas, decimos que sí, que vale la pena.
Y en ello ponemos la vida que, aunque es poco, es todo lo que tenemos.
Comunicado completo, aquí:

Fuente: Desinformémonos
Autor: Redacción
http://desinformemonos.org.mx/una-nina-sin-miedo-como-brujula-y-puerto-carta-del-supgaleano-al-escritor-juan-villoro/