“Deja de estar de llorón, es solo una gripa”, le dijeron a César en su trabajo; la empresa trató de ocultar que fue por COVID-19.
César Augusto Fernández, de 38 años, siempre quiso ser comunicador. La televisión, la radio, y la fotografía, fueron su gran pasión desde que comenzó a estudiar la carrera en la Universidad Veracruzana y luego dejó su Tierra Blanca natal para trabajar en varios medios en el puerto jarocho.
Pero pronto la violencia se atravesó en su camino.
Corría el año 2012. Los años del exgobernador Javier Duarte, hoy preso. Y los años negros de los Zetas, de las extorsiones, de los secuestros, y de las agresiones a la prensa en una entidad que, durante el sexenio de Duarte, fue la más letal del mundo para el gremio, solo por detrás de Siria.