A pesar de las pruebas genéticas y la coincidencia entre los dos dientes que no tiene el cráneo y le faltaban a la niña, la familia se aferra a la existencia. La ausencia de Dayana es dolorosa. Su familia en la sindicatura de San Pedro la extrañan, la necesitan para continuar viviendo juntas. La abuela recuerda la angustia que ese 6 de junio vivieron. En un descuido, Dayana se fue sola a la tienda. A su nieta la agarraron, le taparon la boquita y la subieron a una camioneta tinta, vieja. Corrieron, buscaron, no encontraron.
Siempre que la familia de Dayana quiere saber cómo van las investigaciones en la Fiscalía General del Estado, toma un celular, llama y pregunta.
En una de tantas necesidades de información, doña Fidelia, abuela de la pequeña de San Pedro, llama preguntando qué noticias hay de Dayana.
Le marca a la licenciada que está en su caso y le responde: “señora, qué bueno que me marcó, le tengo muy buenas noticias”.