Una valla de madres buscadoras se acomoda en la Glorieta de las Mujeres que Luchan para recibir con pétalos de rosas rojas el ataúd blanco en el que llegan los restos de Jael Monserrat Uribe Palmeros, joven de 21 años desaparecida en Iztapalapa en 2020. “Hoy Monse regresa a casa, pero no fue fácil”, dice su incansable madre Jaqueline Palmeros, quien encabeza el cortejo junto con los pequeños hijos de su hija.
Las madres de diferentes colectivos de búsqueda, las que escarban con palas y manos en donde les indican que hay una pista que las lleve a sus hijos e hijas, se abrazan, lloran, las hermana el dolor. Todas buscan encontrarles con vida, la muerte no está en su horizonte, por eso hoy ellas, más que nadie, conocen el sufrimiento de Jaqueline y su familia.
“Quisiera resumir en breves palabras todo el viacrucis que tuve que vivir para llegar hasta mi hija, la serie de constantes revictimizaciones que vivimos mi hija, mi familia y yo por parte de las autoridades. Monse salió de casa un 24 de julio de 2020 sin la sospecha de que no volvería a regresar. Y cómo lo iba a sospechar si sus propios amigos o conocidos fueron los mismos que la citaron y la privaron de su libertad con mentiras”, cuenta Jaqueline a un lado del ataúd que guarda los restos de Monserrat, los mismos que serán llevados a Iztapalapa, donde vivía, para ser sepultada con dignidad.
Monse, continúa su relato Jaqueline, “desapareció a plena luz del día, a la 1:40 de la tarde. La última vez que la vi por las cámaras de C5 traía un pantalón de mezclilla claro, tenis blancos, blusa azul rey, una sudadera amarrada a la cintura y una bolsita color blanco con café que solía usar. Llevaba un collar con su nombre Monse. Abordó un vehículo color gris con placas confusas, pues las cámaras son obsoletas y sólo sirven para lo que a las autoridades les conviene. Esos videos los desapareció la fiscalía, junto con otros dos más, un chip y parte de la carpeta de investigación”.
La Glorieta de las Mujeres que Luchan es el marco para este recibimiento y encuentro. Aquí se juntan el dolor y la rabia, la indignación y la fuerza, el abrazo y el coraje. “Aún recuerdo cuando fui a levantar la denuncia y me dijeron que me esperara, pues tal vez andaba de fiesta o se había ido con el novio. A Monserrat la revictimizaron por sus tatuajes. Nunca aplicaron el protocolo homologado de la búsqueda inmediata. Fueron constantes revictimizaciones, citaciones, sin ni siquiera algún indicio”.
Jaqueline recibió un mensaje anónimo diciéndole que probablemente habían asesinado a su hija y la habían tirado en El Ajusco. “Sin conocer el camino convoqué a la primera búsqueda que se llamó «Justicia por Monse», donde conocí a ángeles de todo el país, que creían en una mamá que ante la fiscalía estaba loca”. En noviembre de 2024 Jaqueline y el colectivo encontraron los primeros restos en una brigada de búsqueda. Jaqueline no sabía que eran los de su propia hija. Hace un mes las autoridades se lo notificaron.
“Es absurdo que el gobierno siga gastando tanto dinero en conciertos y en cosas banales, y que nuestras hijas y nuestros hijos, nuestros seres queridos, sigan desaparecidos. Muy probablemente, muchos de los que estamos buscando ya estén en una fosa común, y por falta de recursos no los pudieron identificar. Grité. Les grité a las autoridades, no me quedé callada”, dice Jaqueline ante el grupos de madres, activistas y artistas que la acompañan y que esperaron más de tres horas para que llegara el cortejo.
Hoy, dice esta incansable madre, “quiero agradecer a los más de 117 mil ángeles en todo el país, que son las más de 117 mil familias de personas desaparecidas, que me enseñaron el camino. Siempre me dijeron que siguiera mi corazón. Hoy sé que mi corazón me llevó a mi hija. Monse no se merece menos. La historia de Monse tiene que resonar, porque es una muestra más de toda la indolencia, la negligencia, la omisión que tenemos en un Estado fallido… Nosotras lo hacemos por amor, por dolor, por la necesidad de saber algo de nuestras personas desaparecidas, pero ellos lo tendrían que hacer por obligación, porque cobran un sueldo, porque tienen conocimientos, pero solamente nos miraban trabajar”.
El emotivo acto fue acompañado por el coro feminista La Coraza, por Vivir Quintana y por la activista y bailarina Argelia Guerrero, quien ofrenda, como siempre, su arte y corazón. Jóvenes mujeres se entrelazaron alrededor del acto, el llanto y los abrazos unieron generaciones, hartazgos y dolores. Justo hoy el gobierno de la Ciudad de México inició una estrategia de búsqueda, pero, cuestiona Jaqueline, “¿cómo pueden presentar una estrategia o un proyecto sin tomar en cuenta a las familias? Es una simple simulación”.
No es acto lo que Jaqueline y los hijos de Monse hubieran querido. Más de cuatro años la buscaron con vida. Pero aquí están, y son ejemplo de fortaleza para sus compañeras. “¿Por qué las buscamos?”, gritan todas. “Porque las amamos”, responden en coro.
AUTOR: GLORIA LETICIA DÍAZ.