“La Ciudad de los Niños es una obra de la patria, una obra de Dios… Yo les pedía ayuda a todos los gobernadores y me ayudaron. Les decía: ‘¿qué hago con los niños? No tienen papeles’. Me decían: ‘Déselos usted’. Aquí venía el del Registro Civil a la casa, a registrarlos…”, se ufanaba a mediados del año pasado el sacerdote católico Pedro Gutiérrez Farías.
El fundador y director de los albergues Ciudad de los Niños de Salamanca pudo, gracias a esa “ayuda”, manejar a su antojo y sostener con fondos públicos y privados seis centros de asistencia social en Guanajuato y Michoacán durante cuatro décadas.