Mario Alberto insistió: tenía que ser un error. Ese Ramiro ‘L’, alias el Wero, era su hijo Ramiro Licea Muñoz. Pero no era un secuestrador. Al contrario, era una víctima de secuestro.
La noche del pasado 24 de abril, Ramiro Licea Muñoz, un joven de 20 años de Reynosa, estaba en casa de unos conocidos disfrutando de una carne asada cuando cuatro sujetos armados aparecieron de la nada y empezaron a repartir golpes mientras despojaban a los invitados de sus pertenencias.
“Uno me amagó con su arma y me golpeó hasta tirarme de la silla”, testificaría ante las autoridades uno de los presentes en la fiesta, que por motivos de seguridad se omite su nombre.