Rodrigo Morales Vázquez, de 44 años, logró dejar las drogas gracias a tres cosas: el nacimiento de su hijo, la ayuda de un sacerdote, y el activismo social.
Rodrigo había nacido en la San Antón, una colonia popular de la ciudad de Cuernavaca, la capital de Morelos. En aquel entonces, finales de los noventa, el panorama no era tan distinto al de ahora: era un barrio con mucho desempleo, mucha droga, y muchos chavos que comenzaron a formar sus propias bandas para sobrevivir en la calle.