¿Quién protege a El Yorch? De entrada la juez que lo dejo en libertad a pesar de traer encima 50 dosis de cocaína, 26 pastillas psicotrópicas y 300 gramos de marihuana para vender en la Universidad Nacional Autonóma de México (UNAM).
La juez se llama Rosa María Cervantes Mejía y para dejarlo en libertad argumenta que todas esas cantidades que Jorge Emilio Esquivel Muñoz “El Yorch” traía consigo, son para consumo personal. Ni siquiera tomó en cuenta sus antecedentes penales.
Es asombrosa la forma utilizada por el poder judicial para torcer la ley a su antojo. Dice la jueza Cervantes Mejía que no existieron “bases” para establecer de manera “fehaciente” que el muchacho realizó un acto de compraventa, ya que la persona que le estaba vendiendo la droga en ese momento no fue detenida.
Peor aún, la jueza asegura que las 50 grapas de cocaína, las 26 pastillas y los 300 gramos de marihuana son para consumo personal y están dentro de los “rangos permitidos”.
No se si la jueza Rosa María está consciente que su auto de libertad para El Yorch después del pago de una fianza de 8 mil 725 pesos, es un estímulo para que los jóvenes se lancen a la drogadicción. Total, llevar encima 50 envoltorios de droga, 26 pastillas y 300 gramos de marihuana, no te convierte en narcomenudista.
La fianza impuesta es verdaderamente una burla: 5 mil pesos en concepto de obligaciones procesales, 73 pesos con 04 centavos por “sanción pecuniaria” por posesión simple de marihuana y cocaína y por las pastillas de clonazepan 3 mil 652 pesos.
Este tipo de decisiones judiciales, deja muy en entredicho al frágil estado de derecho en el que vivimos y digo frágil por llamarlo de una forma elegante, ya que el más del 90 por ciento de los delitos no se resuelve y quedan en absoluta impunidad.
El auto de libertad de la jueza Rosa María es vergonzoso, digno de un país donde la justicia es una quimera. Según el Consejo de la Judicatura Federal, la resolución ejecutada por la jueza, es una simple “reclasificación del delito” de narcomenudeo a posesión simple de narcóticos.
¿Bajo qué criterio la jueza reclasificó el delito? Sería interesante que nos dijeran quién está detrás de la libertad de El Yorch, porque según la PGR — que ha apelado la resolución—-, la jueza no valoró las pruebas presentadas y peor aún, no informó oportunamente de su decisión para dejarlo en libertad bajo caución.
Lo más grave, es que la jueza tampoco tomó en cuenta que la conducta de El Yorch se encuentran clasificadas como “delitos graves”, de acuerdo a lo establecido en el artículo 194, fracción I, inciso 12, del Código Federal de Procedimientos Penales, indicó la PGR.
El fiasco de la impartición de justicia esta totalmente exhibido. Ahora analicemos la historia de El Yorch. Este chico ejemplar que solo llevaba consigo semejante cantidad de droga para consumo personal, es integrante de los colectivos que tienen tomado, desde hace 16 años, el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, mejor conocido como auditorio “Che Guevara”.
Resulta inaudito que en un supuesto estado de derecho, el auditorio siga en manos de unos 19 jóvenes, mientras el resto de la comunidad estudiantil de la UNAM ni siquiera lo conoce. El rector Enrique Graue Wiechers, ha externado su interés de recuperar el recinto. Una tarea complicada porque los jóvenes se niegan a entregarlo y el uso de la fuerza sería un grave error. ¿Hasta cuándo recuperaran el auditorio?
Urge una estrategia inteligente para recuperarlo. Los integrantes de los grupos que tomaron el auditorio han ido cambiando. Ya no son los mismos. Por tanto es necesario abrir una mesa de diálogo para saber sus demandas y sus planes a futuro. Resulta altamente preocupante que los ocupantes del auditorio se dediquen, entre otras cosas, al narcomenudeo ante la atenta mirada cómplice de las autoridades judiciales.
Entre los 19 jóvenes, destaca el Yorch. No es la primera vez que está preso. Durante la marcha del 2 de octubre de 2013, estuvo detenido en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, por los delitos de destrozos en la vía pública y en agravio de transeúntes.
De hecho, el Yorch está plenamente identificado por algunos estudiantes como el narcomenudista más famoso de la zona. La mayoría, sabe que utiliza un puesto de tacos a las afueras de la Facultad de Filosofía y Letras como “fachada” para la venta de drogas.
La PGR ya le seguía los pasos. El expediente PGR/SEIDF/UEIDCNCF/023/2016, señala a El Yorch como integrante de un grupo de jóvenes que están identificados por atacar con bombas molotov centros comerciales y algunos bancos en Ecatepec.
Obviamente el Yorch no se dedica a vender droga en Ciudad Universitaria en solitario. Tiene su banda de narcomenudistas, compuesta por jóvenes como los que utilizaron contenedores de basura y les prendieron fuego, para bloquear la circulación dentro del circuito universitario, jóvenes que protestaban por la detención de su compañero y que no fueron investigados ni sancionados por esto.
La anarquía que impera en torno a la toma del auditorio Che Guevara puede entenderse, pero el narcomenudeo imperante en las instalaciones de una universidad, no es aceptable.
Obviamente, el Yorch no vende droga solo con su banda en CU, seguramente tiene importantes proveedores pertenecientes a un poderoso cártel de la droga, tan poderoso que el Yorch, ya está libre y nuevamente paseando con suficientes dosis para “consumo personal”.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: SANJUAN MARTÍNEZ.
LINK: http://www.sinembargo.mx/opinion/14-03-2016/47208
La juez se llama Rosa María Cervantes Mejía y para dejarlo en libertad argumenta que todas esas cantidades que Jorge Emilio Esquivel Muñoz “El Yorch” traía consigo, son para consumo personal. Ni siquiera tomó en cuenta sus antecedentes penales.
Es asombrosa la forma utilizada por el poder judicial para torcer la ley a su antojo. Dice la jueza Cervantes Mejía que no existieron “bases” para establecer de manera “fehaciente” que el muchacho realizó un acto de compraventa, ya que la persona que le estaba vendiendo la droga en ese momento no fue detenida.
Peor aún, la jueza asegura que las 50 grapas de cocaína, las 26 pastillas y los 300 gramos de marihuana son para consumo personal y están dentro de los “rangos permitidos”.
No se si la jueza Rosa María está consciente que su auto de libertad para El Yorch después del pago de una fianza de 8 mil 725 pesos, es un estímulo para que los jóvenes se lancen a la drogadicción. Total, llevar encima 50 envoltorios de droga, 26 pastillas y 300 gramos de marihuana, no te convierte en narcomenudista.
La fianza impuesta es verdaderamente una burla: 5 mil pesos en concepto de obligaciones procesales, 73 pesos con 04 centavos por “sanción pecuniaria” por posesión simple de marihuana y cocaína y por las pastillas de clonazepan 3 mil 652 pesos.
Este tipo de decisiones judiciales, deja muy en entredicho al frágil estado de derecho en el que vivimos y digo frágil por llamarlo de una forma elegante, ya que el más del 90 por ciento de los delitos no se resuelve y quedan en absoluta impunidad.
El auto de libertad de la jueza Rosa María es vergonzoso, digno de un país donde la justicia es una quimera. Según el Consejo de la Judicatura Federal, la resolución ejecutada por la jueza, es una simple “reclasificación del delito” de narcomenudeo a posesión simple de narcóticos.
¿Bajo qué criterio la jueza reclasificó el delito? Sería interesante que nos dijeran quién está detrás de la libertad de El Yorch, porque según la PGR — que ha apelado la resolución—-, la jueza no valoró las pruebas presentadas y peor aún, no informó oportunamente de su decisión para dejarlo en libertad bajo caución.
Lo más grave, es que la jueza tampoco tomó en cuenta que la conducta de El Yorch se encuentran clasificadas como “delitos graves”, de acuerdo a lo establecido en el artículo 194, fracción I, inciso 12, del Código Federal de Procedimientos Penales, indicó la PGR.
El fiasco de la impartición de justicia esta totalmente exhibido. Ahora analicemos la historia de El Yorch. Este chico ejemplar que solo llevaba consigo semejante cantidad de droga para consumo personal, es integrante de los colectivos que tienen tomado, desde hace 16 años, el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, mejor conocido como auditorio “Che Guevara”.
Resulta inaudito que en un supuesto estado de derecho, el auditorio siga en manos de unos 19 jóvenes, mientras el resto de la comunidad estudiantil de la UNAM ni siquiera lo conoce. El rector Enrique Graue Wiechers, ha externado su interés de recuperar el recinto. Una tarea complicada porque los jóvenes se niegan a entregarlo y el uso de la fuerza sería un grave error. ¿Hasta cuándo recuperaran el auditorio?
Urge una estrategia inteligente para recuperarlo. Los integrantes de los grupos que tomaron el auditorio han ido cambiando. Ya no son los mismos. Por tanto es necesario abrir una mesa de diálogo para saber sus demandas y sus planes a futuro. Resulta altamente preocupante que los ocupantes del auditorio se dediquen, entre otras cosas, al narcomenudeo ante la atenta mirada cómplice de las autoridades judiciales.
Entre los 19 jóvenes, destaca el Yorch. No es la primera vez que está preso. Durante la marcha del 2 de octubre de 2013, estuvo detenido en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, por los delitos de destrozos en la vía pública y en agravio de transeúntes.
De hecho, el Yorch está plenamente identificado por algunos estudiantes como el narcomenudista más famoso de la zona. La mayoría, sabe que utiliza un puesto de tacos a las afueras de la Facultad de Filosofía y Letras como “fachada” para la venta de drogas.
La PGR ya le seguía los pasos. El expediente PGR/SEIDF/UEIDCNCF/023/2016, señala a El Yorch como integrante de un grupo de jóvenes que están identificados por atacar con bombas molotov centros comerciales y algunos bancos en Ecatepec.
Obviamente el Yorch no se dedica a vender droga en Ciudad Universitaria en solitario. Tiene su banda de narcomenudistas, compuesta por jóvenes como los que utilizaron contenedores de basura y les prendieron fuego, para bloquear la circulación dentro del circuito universitario, jóvenes que protestaban por la detención de su compañero y que no fueron investigados ni sancionados por esto.
La anarquía que impera en torno a la toma del auditorio Che Guevara puede entenderse, pero el narcomenudeo imperante en las instalaciones de una universidad, no es aceptable.
Obviamente, el Yorch no vende droga solo con su banda en CU, seguramente tiene importantes proveedores pertenecientes a un poderoso cártel de la droga, tan poderoso que el Yorch, ya está libre y nuevamente paseando con suficientes dosis para “consumo personal”.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: SANJUAN MARTÍNEZ.
LINK: http://www.sinembargo.mx/opinion/14-03-2016/47208