En memoria de los 43 normalistas. ¡Ni perdón, ni olvido!
En medio de la psicosis colectiva, la sociedad está en duelo. Hay pesadumbre, angustia, tristeza, miedo y depresión, todo al mismo tiempo, pero también mucha solidaridad para las víctimas y sus familias. La pérdida de vida de un amigo, un familiar, un conocido o la historia de una persona afectada que los medios de comunicación narran causa tanto dolor como la pérdida de alguien muy cercano a nosotros y por eso todos los mexicanos estamos en duelo.
Algunos políticos, conductores de espacios informativos o recreativos, otros burócratas, utilizan los micrófonos para decir que la vida continúa y hay que dar vuelta a la página de la tragedia: seguir adelante; pero no es así de fácil ni sencillo: si queremos seguir adelante, primero se debe rescatar a todos los que aún permanecen entre escombros de construcciones caídas, en espera de que alguno pudiera seguir con vida o, en el peor de los casos, sacar los cuerpos para poder enterrarlos. Después sigue el duelo, y antes de que la vida continúe, como proponen Enrique Peña Nieto, Aurelio Nuño y Miguel Ángel Mancera, se debe reconstruir todo lo caído hasta que ninguna familia afectada o persona en desgracia quede sin un techo donde refugiarse de las inclemencias del tiempo. Hasta entonces, y no antes, podrá la vida continuar.