El cargo de Lázaro Cárdenas Batel en la CELAC, del que habló el 17 de marzo el presidente López Obrador al notificar la salida de su coordinador de asesores, no tiene sustento sólido: la secretaría permanente del organismo latinoamericano ni siquiera se ha planteado en los órganos pertinentes y necesita la aprobación de los países miembros, además de que aun en ese caso Cárdenas tendría que competir con otros candidatos.
Lázaro Cárdenas Batel, último eslabón que vinculaba al movimiento de Andrés Manuel López Obrador con la familia del general a quien el presidente considera uno de los mejores mandatarios de México, dejó la coordinación de asesores de la Presidencia de la República. El anuncio se hizo el 17 de marzo pasado, un día antes del 85 aniversario de la expropiación petrolera. Pero la puerta que abrió el mandatario no lleva a ninguna parte al nieto del general Lázaro Cárdenas.
“Lázaro va a trabajar en la CELAC y ahora que se renovó la dirigencia, la presidencia recae en un país del Caribe, en San Vicente, y el nuevo presidente pidió a todos que quería establecer una especie de secretariado permanente de la CELAC (…) porque no existe un órgano permanente que se haga cargo de darle seguimiento a todos los acuerdos que tomamos de manera conjunta”, declaró López Obrador ese 17 de marzo en la conferencia matutina en Tabasco.