Una de las grandes diferencias entre el terremoto de 1985 y el del pasado martes 19 fue que en éste se restablecieron las comunicaciones con notable rapidez, además de que las nuevas tecnologías enlazaron a cientos de miles de ciudadanos que se volcaron a ayudar a las víctimas antes de que la autoridad respondiera a la emergencia. Sin embargo, los espacios informativos, especialmente los de televisión, volvieron a caer en los vicios de siempre: el sacrificio de la veracidad ante el rating y la falta de responsabilidad ante sus errores.
La mañana del 19 de septiembre de 1985 un crujido sordo se extendió por toda la Ciudad de México. Junto con el miedo, los derrumbes, los incendios, vino la incomunicación. La central de Teléfonos de México en la calle de Victoria se derrumbó. Sus 55 mil ramales se desconectaron. El edificio de Chapultepec 18, de Televisa, se vino abajo. La televisora sólo pudo reiniciar transmisiones cuatro horas después. Los capitalinos se comunicaron a través de radioaficionados, Imevisión y las estaciones de radio que no perdieron la señal.