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Organizaciones piden “frenar” la violencia e inseguridad que amenaza a las culturas indígenas

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Las instituciones que conforman el Movimiento Nacional por la Diversidad Cultural de México (MNDCM) exigieron al gobierno federal “poner un freno” a la situación de violencia e inseguridad por la que atraviesa el país, porque representan una amenaza “de manera particular” para la conservación y desarrollo de las culturas indígenas.
En la conmemoración del Día Mundial de los Pueblos Indígenas, en un comunicado de prensa las 20 organizaciones del MNDCM se pronunciaron porque el gobierno mexicano cumpla con el resolutivo internacional acordado en la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas 2014.

Stavenhagen y su utopia para México

Rodolfo Stavenhagen llegó a México en 1940 huyendo con su familia del nazismo. Contra viento y marea sostuvo su compromiso con los débiles. Se hizo sociólogo y antropólogo y ha sido un hombre congruente con esa vocación, porque desde muy joven supo que el sistema político mexicano estaba hecho para sostener la explotación. Hoy, con todos los méritos académicos, lo denuncia como hace 50 años: a nivel macro, cuestionando el neoliberalismo; a nivel micro, lamentando la compra de votos.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El tan traído y llevado “crecimiento económico” no está funcionando ni siquiera en los países que han logrado crecer, pues sus beneficios no se extienden a la mayoría de la población. Sólo se reparten entre los grandes consorcios internacionales. Y éstos, en México, se llevan las ganancias fuera cuando les conviene.

Este razonamiento permite concluir al antropólogo Rodolfo Stavenhagen que lo que hace falta en el país es una utopía.
No “parches” a los problemas, como los propuestos por los políticos, sino una visión para saber hacia dónde se quiere ir. Y en razón de ello, pensar en las posibles estrategias.

Una historia singular respalda sus juicios:

Nacido en Frankfurt, Alemania, en 1932, el doctor en sociología por la Universidad de París, Francia, cumplirá 80 años de vida el próximo 29 de agosto. Sonriente y con modestia, pese a los numerosos reconocimientos que ha recibido en su trayectoria, como el Nacional de Ciencias y Artes en 1998 y las becas Fulbright, Guggenheim y Heintz de Estados Unidos, comenta que lo celebrará “casi” en la intimidad de su familia.

Y es que El Colegio de México (Colmex) –del cual forma parte desde 1965 y donde fundó el Centro de Estudios Sociológicos que dirigió entre 1973 y 1976– le brindará una comida, “pero nada protocolario, sin discursos”, hasta ahora no se ha anunciado oficialmente. Ningún homenaje público, ni en esta institución ni en ninguna otra en las cuales ha colaborado.

Conocedor del drama de las comunidades más desposeídas y marginales, especialista en sociología agraria, desarrollo rural, minorías y conflictos étnicos, movimientos sociales y resolución de conflictos, entre otros, fue relator especial para los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas, subdirector general de la UNESCO, secretario general del Centro Latinoamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales en Río de Janeiro, Brasil, y profesor e investigador en diversas instituciones de México y el extranjero.

Una vida larga y, siempre, un compromiso.

En agosto se cumplirán también 72 años desde su arribo a México. Llegó en 1940 (cuando el régimen cardenista terminaba) con sus padres, su abuela y una hermana, huyendo de la ocupación nazi en Europa.

En su pequeño cubículo del Colmex, en un mediodía lluvioso cuyos truenos y relámpagos parecen dar énfasis a sus palabras, evoca para Proceso:

“Somos refugiados de la Alemania nazi. Como judíos ya no era posible vivir en Alemania y, felizmente, a mi familia le tocó la suerte de salir de ella en 1936 cuando yo tenía cuatro años. Primero pasamos un par de años en otros países de Europa, donde mi padre trató de establecerse porque pensó que saliendo de Alemania se iba a resolver el problema, no fue así porque el fascismo se extendió por todos lados, había señales terribles de que venía una guerra espantosa.”

Primero la familia llegó a Holanda, donde su padre comenzó a preparar la posibilidad de emigrar a América. Su negocio era la joyería y tenía amigos de su juventud establecidos en México desde principios del siglo XX. Así obtuvieron la visa que les permitió salir de Europa y entrar a México. Y además conseguir el medio de transporte.

No fue fácil. Salieron de Holanda hacia el puerto de Amberes un día de mayo de 1940 para abordar el barco que saldría en la madrugada siguiente. Esa noche los alemanes invadieron Holanda y bombardearon el puerto:

“Yo vi caer las bombas, fue mi primera conciencia sobre la guerra. Felizmente pudimos salir, a pesar de las bombas, el barco zarpó por instrucciones superiores… Era un barco carguero holandés con unos cuantos camarotes, ocho o diez para unos veinte pasajeros, de la línea holandesa Holland-America-Line, ya no existe pero hacía la travesía entre Holanda y el continente americano.

“Nos salvó la vida salir la noche en que los alemanes invadieron. Y en cuatro días acabó la guerra, ocuparon Holanda. Algunos parientes no salieron, mis abuelos paternos se quedaron, murieron en un campo de concentración. Un tío se había casado con una chica holandesa y dijo: ‘Nosotros no nos vamos, este es nuestro país’. También se los llevaron, pero sobrevivieron al Holocausto, estuvieron dos años en un campo de concentración y fueron liberados por el ejército norteamericano en 1945.”

Fue una experiencia difícil. Tiene vivo el recuerdo, si bien como niño no sabía exactamente qué pasaba; pero veía a su madre histérica, los vidrios estallando por las explosiones y oía a los marinos gritar: “¡Abajo, protéjanse debajo de las mesas!” Los conminaban a no quedarse en el camarote por si había que saltar del barco o a los botes salvavidas. Eran varias naves y salieron en convoy, protegidas por barcos de guerra ingleses que los acompañaron por un par de días, pues se decía que había submarinos alemanes dispuestos a atacar:

“No atacaron, pero dormíamos vestidos, con una maleta al lado con lo más indispensable y se hacían ejercicios para practicar el salvamento cuando sonaba la alarma, como las de la defensa civil que ahora se acostumbran aquí en caso de los sismos, pero durante la travesía del barco. Lo recuerdo muy bien porque para los dos o tres niños que estábamos ahí era muy emocionante, pero me imagino que para mis padres no.”

La familia Stavenhagen llegó a Nueva York a fines de junio de 1940 y viajó en coche hasta la Ciudad de México, pues no podía permanecer en ese país, sólo se le permitió el paso por su visa mexicana:

“Realmente no veníamos como refugiados, aunque de hecho lo éramos, sino como inmigrantes… Hicimos como tres semanas de travesía, cruzando parte de los Estados Unidos y entramos a México por Laredo…”

–¿Su visa era de las famosas que dio el embajador Gilberto Bosques?

–No, yo conocí al embajador Bosques aquí en México años más tarde. Tuve el gran gusto y el gran honor de conocerlo cuando ya estaba más grande, retirado del Servicio Exterior. Él todavía daba visas un poco más tarde en el sur de Francia, en Marsella, cuando los alemanes la habían invadido, fue más o menos en la misma época en que nosotros logramos salir de Holanda.
Nacionalizado como mexicano, el investigador volvió a su natal Frankfurt, a la cual conoce bien, para dar conferencias en la Universidad Goethe como un reconocido académico.

Por un ideal

Casi toda su vida la hizo en México. Aquí se desarrolló profesionalmente. Al preguntarle por qué estudió antropología, dice animado: “Ah, eso es muy bonito”. Su padre coleccionaba arte prehispánico y mexicano (su acervo precolombino fue donado a la Universidad Nacional Autónoma de México y se exhibe en el Museo de Tlatelolco del Centro Cultural Universitario Tlatelolco), entonces llegaba a su casa gente interesada en el arte, amigos de su padre como los pintores Miguel Covarrubias y Diego Rivera:
“Mi madre fue amiga de Frida Kahlo, yo la acompañaba a veces a visitarla a su casa y Diego Rivera pintó un cuadro de mi madre. Ese era el ambiente en el que vivía. Ahí conocí a algunos antropólogos que hacían investigaciones en México, no sólo arqueológicas sino sobre la realidad del momento.”

Así entró en contacto con el matrimonio formado por el antropólogo danés Frans Blom y la fotógrafa suiza Gertrude Duby, quienes habían decidido vivir en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Era el verano de 1949 y Stavenhagen acababa de graduarse de la preparatoria y lo invitaron a visitar la Selva Lacandona. Le pareció un viaje fascinante. Pasó unos días en Oaxaca, donde conoció las ruinas de Monte Albán y Mitla; luego hacia San Cristóbal, pasó por Tuxtla Gutiérrez, el Sumidero, Zinacantán y Chamula, y finalmente llegaron en avioneta a la selva donde los recibieron en una finca.

Su padre lo conminaba a seguir sus negocios, pero él se negó, deseaba hacer una carrera universitaria vinculada al país donde vivía. Pensó en estudiar economía, pero lo ahuyentaron las matemáticas y las estadísticas, y optó por “algo más sustantivo en términos de problemas sociales”.

A su casa acudían también frecuentemente exiliados europeos, no sólo judíos, activistas políticos en México. Venían de países como Alemania, Francia, Checoslovaquia y muchos de la España franquista. Se hablaba de democracia, comunismo, de las atrocidades de Franco, y las brigadas internacionales. A su edad de entre 16 y 17 años eso le fascinaba. Algunos europeos proponían volver donde había terminado la guerra para construir “una nueva democracia”. Su padre tuvo ese propósito, pero su madre se lo impidió.
Cuando regresó de Chiapas, Stavenhagen se fue a Chicago a estudiar arte. Tomó clases con el antropólogo Robert Redfield, amigo del danés Frans Blom, quien había investigado en Yucatán y Tepoztlán. Al volver a México, dos años después, decidió definitivamente ingresar a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, que estaba junto al Museo Nacional de Antropología, en la calle de Moneda 4, donde está el Museo Nacional de las Culturas:

“Conocí a toda la antropología en su conjunto, los que trabajaban en el museo, los arqueólogos, los antropólogos físicos que medían los huesos, los lingüistas que estudiaban los idiomas indígenas y los antropólogos sociales y etnólogos con que me identifiqué más porque estudiaban las comunidades y los pueblos indígenas, los problemas sociales, la cultura, la organización.”
Iba en su segundo año de carrera cuando comenzó a hacer trabajo de campo. Se construía por entonces la presa Miguel Alemán en el río Tonto, uno de los afluentes del río Papaloapan, en el norte de Oaxaca donde límita con Veracruz. Stavenhagen llegó como asistente del antropólogo Alfonso Villa Rojas, quien había trabajado con Redfield. Se preveía que con esta obra las aguas del río subirían e inundarían a pueblos indígenas mazatecos que habitaban la zona y había que desplazarlos.

“Ahí me comencé a enterar, a mis 21 años, de que todo era muy complejo. El gobierno había decidido hacer eso sin jamás consultar, ni pedirle permiso a los indígenas. Vi mucho drama humano y desde el principio cuestioné la política que era capaz de hacer algo y decir ‘es para el bien de los indígenas, eso es el progreso nacional, las presas son importantes porque van a irrigar, a generar energía eléctrica’. Todo eso, pero ¿para quiénes? No para los indígenas, me di cuenta inmediatamente.”
Recuerda que discutía con sus compañeros de qué lado estaban como antropólogos, si su labor era defender a los indígenas o eran sólo instrumento de un Estado burocrático con un plan tecnócrata para el cual los indígenas representaban un obstáculo.

Con esas inquietudes regresó a la escuela, pero un año más tarde volvió al Papaloapan enviado por el ya desaparecido Instituto Nacional Indigenista (INI). Los pueblos indígenas del viejo Ixcatlán habían sido reubicados en el poblado Nuevo Ixcatlán.
Con 23 años de edad era una especie de “cacique”, residente del gobierno federal en un pueblo indígena, “mandando la vida y suerte de todos”, pues decidía sobre la escuela, la salud, los créditos agrícolas, las obras, las viviendas, la justicia y la política. Fue para él un aprendizaje, en todos los campos. Precisamente en el de la política, recuerda que en unas elecciones fueron a hacer campaña dos candidatos a diputados del Partido Popular de Vicente Lombardo Toledano y del PRI. El priista, le pidió reunir a la gente para dar un discurso. Así lo hizo y al final se le acercó y le comentó:

–Profesor (“me decían profesor, porque yo no era ni ingeniero, ni licenciado, ni doctor, estaba estudiando antropología, pero de profesor no tenía nada”), desde luego usted se va a encargar de que esta gente vaya a votar ¿verdad?. A que voten por nuestro candidato.

El antropólogo se desconcertó, confiaba todavía en “el voto secreto”. Pero el otro le espetó:

“¡No, no profesor! Yo voy a hablar con el maestro Alfonso Caso, en el INI, para que toda su gente nos apoye con nuestra candidatura.”

Fue descubriendo situaciones que perviven cincuenta años después. Cuando decidió estudiar antropología confiaba –como buena parte de los jóvenes– en cambiar no el país, “¡el mundo!” Le tocó trabajar con esa política indigenista, quizá un poco “asistencial”, impulsada en su momento por Caso, como director del INI. El subdirector era Gonzalo Aguirrre Beltrán, a quien “yo admiraba mucho por su contribución intelectual”.

Lo impulsaba la idea de servir al país, a la gente, mejorar sus condiciones, eso “movió a toda una generación. Luego comenzó la crítica, la decepción, la burocracia, la corrupción, los intereses personales”. Eran como el movimiento YoSoy132, “que surgió espontáneamente”. Y había otros movimientos estudiantiles que fueron duramente reprimidos por el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, hubo muertos y los líderes fueron encarcelados.

Se le comenta un video de YouTube donde una mujer confiesa que vendió su voto a los priistas por una despensa de la tienda Soriana, y dice que aunque es “una pequeña migaja” de lo que ellos obtendrán en seis años, al menos ya se la dieron. Y se le pregunta si no tiene la misma impresión de hace 50 años cuando inició su carrera, y por qué cree que la gente apoya al sistema que perpetúa su condición.

Reflexiona un momento, pero no expresa derrota. Ha sentido el mismo compromiso, ya sea en la lucha por la democracia, el movimiento estudiantil o una causa social. Se confiesa, por ejemplo, defensor en su momento del indigenismo, cuando sus compañeros lo instaban a hacer la revolución. Para él, ésa era una revolución en favor de los indígenas, los más pobres y aislados del país. Pensaba que incluso dentro del gobierno podían cambiarse las cosas.

“Luego me di cuenta que eso era una ilusión, pero había que seguir luchando en la trinchera donde a uno le toca.”

Sacar al buey

Recientemente, Stavenhagen dictó la ponencia “Los grandes problemas o cómo sacar al buey de la barranca”, en el foro Los grandes problemas nacionales. Diálogos por la Regeneración Nacional, realizado antes de las pasadas elecciones. Ahí analiza con detalle el impacto del neoliberalismo y establece que el tan anhelado crecimiento económico planteado como meta por las naciones “sigue generando la pobreza, la marginalidad, la informalidad (en la economía) y la desocupación”.

En tanto que en algunos medios se ha señalado que de llegar a la presidencia –si lo avala el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación– Enrique Peña Nieto llevará ese sistema instaurado por Carlos Salinas de Gortari a su culminación, se le pregunta al sociólogo si es posible aún hablar de desarrollo social:

“Sí. Y tenemos que hablar de desarrollo social porque el neoliberalismo está llegando al final de una etapa. Por la crisis mundial que vivimos, se ve claramente que el neoliberalismo a ultranza ha fallado a sus propios defensores en términos de crecimiento, que es lo que más le interesa (el aumento de la productividad y el crecimiento). No se sabe a dónde se va porque se están viniendo abajo las estructuras financieras con un impacto sobre la economía real.”

Desde hace tiempo se vio, continúa, que el neoliberalismo no ha dado respuesta a los problemas de redistribución del ingreso, justicia social y desarrollo equitativo, e incluso algunos de sus defensores como los Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz han advertido que de seguir así habrá una catástrofe mundial. No ve en ello el fin del capitalismo y la instauración del socialismo, como se hizo hace décadas en algunos países, pero sí la necesidad de repensar el modelo.

Evoca una reunión reciente con colegas del Colmex, como Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo, donde discutían sobre las elecciones pasadas. El sociólogo hizo ver que en la campaña los candidatos hicieron propuestas para ciertos problemas, como “parches”, pero ninguno presentó un proyecto global de país. Terció Meyer y le dijo: “Tienes toda la razón, necesitamos una utopía, aunque no se cumpla… Saber a dónde queremos que vaya este país y ninguno de los candidatos lo ha desarrollado”.

Stavenhagen respalda la idea no sólo porque “sería muy bonita una visión utópica y poder decir: ‘Ése es el país donde nuestros hijos y nietos deben vivir’. En esa visión se necesita un mínimo de convicción para decir qué estrategias poner en práctica para llegar a la meta”. Por desgracia, dice, la gente no está en eso ni piensa en quién estará en Los Pinos, sino viendo cómo sobrevivir, “vendiendo un voto por una despensa” y “de eso se aprovechan quienes compran los votos”. Hace falta pues una visión alternativa de país.

No es la primera vez que Stavenhagen participa en un foro sobre los problemas de la nación. De los muchos proyectos que ha realizado en su vida menciona dos, resultado de sus encuentros con los gobernantes en turno: La Dirección General de Culturas Populares, con Miguel de la Madrid, en la cual participaron Guillermo Bonfil y Leonel Durán. Cambió la concepción del indigenismo tradicional y abrió la participación de los pueblos indígenas en la defensa de sus propias culturas y existe aún adscrita al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Otro es la Comisión Nacional de Derechos Humanos, surgida de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, que fundó junto con Mariclaire Acosta, Jorge Carpizo y Aguayo. Nació de un encuentro con Carlos Salinas de Gortari, en el cual le habló de los informes de la ONU y organismos como Human Rigths Watch y Amnistía Internacional, respecto de los casos de desaparecidos, tortura e impunidad en México y que él “sabía perfectamente”.

–Si tuviera oportunidad de hablar con el próximo presidente ¿cuál le diría que es el problema más urgente?

–Al que hago referencia en mi libro El problema de la pobreza, de la desigualdad social y económica con todas sus secuelas, pero particularmente en la sociedad rural mexicana, incluyendo la indígena y la campesina.

No todos los campesinos son indígenas, ni todos los indígenas viven en el medio rural, muchos son migrantes en Estados Unidos. Pero hay enorme desigualdad e inequidad entre el México rural y el urbano, entre la llamada clase media y las pobres (le parece absurda la clasificación entre pobreza y pobreza extrema y ve en la idealización de la clase media “un viejo truco de la burguesía para negar las enormes polarizaciones sociales generadas por el sistema capitalista”). Se pregunta a quién engañan con que el crecimiento del país es la solución si no lo es ya en los países que han crecido, y redondea:

“En México tenemos todavía la oportunidad de cambiar de rumbo, pero no es a través de elecciones presidenciales manipuladas… No quiero que se diga que no creo en la democracia y en las elecciones. Sí, que haya elecciones, y que sean democráticas y sean transparentes y sean abiertas, pero eso no es suficiente. Se necesita la visión de país y estrategias de cambio social, político y económico.”

*Entrevista publicada originalmente en al edición 1865 de la revista Proceso del 28 de julio de 2012.





Fuente: Proceso
Autora: Judith Amador Flores
http://www.proceso.com.mx/461547/stavenhagen-utopia-mexico

Falleció Rodolfo Stavenhagen, defensor de los derechos humanos de los indígenas

Reconocido por defender los derechos humanos de los pueblos indígenas, el sociólogo y antropólogo Rodolfo Stavenhagen falleció la tarde de este sábado a los 84 años en Cuernavaca, Morelos, según la Secretaría de Cultura y El Colegio de México.

El secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, escribió en su cuenta de Twitter su pesar por la muerte del célebre investigador y docente y profesor emérito de El Colegio de México, misma institución que por el mismo medio lamentó el deceso. Igual lo hicieron en este espacio el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Tovar y de Teresa redactó:

“Lamento el deceso del doctor Rodolfo Stavenhagen, sus investigaciones serán siempre necesarias en el reconocimiento de los pueblos indígenas.”

En tanto, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México (ONU-DH) expresó también en un comunicado su “profundo pesar” por la muerte de Stavenhagen. Y también se lee:

“El doctor Stavenhagen hizo importantes contribuciones a la reivindicación de los derechos humanos de los pueblos indígenas de todo el mundo. Dentro de su connotada e ilustre labor destaca su designación como el primer Relator Especial de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, cargo que desempeñó con gran capacidad y compromiso de 2001 a 2008.

“Su muerte supone la pérdida de un mexicano universal, no obstante las causas que con gran talento y devoción impulsó siguen vigentes. La ONU-DH expresa sus más sentidas condolencias a la familia, amistades y seres queridos del doctor Stavenhagen, así como a los pueblos indígenas que pierden en él a uno de sus principales aliados, siempre promotor y defensor de sus derechos humanos.”

Igual, Mardonio Carballo, poeta, actor y periodista en náhuatl y español, resaltó en dicha red:

“Triste día para la lucha indígena. Murió Rodolfo Stavenhagen, nuestro huehue querido. Gracias por tu trabajo en favor de nosotros. Buen viaje.”

Sus hijas Andrea y Marina aun no han informado donde de velarán los restos del sociólogo.

Stavenhagen nació en Fráncfort, Alemania, en 1932, y llegó a México hacia 1940, donde realizó estudios de Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Después cursó artes en la Universidad de Chicago. Luego realizó la maestría en antropología social en la ENAH y obtuvo el doctorado en Sociología en la Universidad de París.

Fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores, docente en la UNAM y profesor invitado en las universidades de Harvard, Stanford, París, Ginebra y de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.

Entre sus obra destacan “Siete tesis equivocadas sobre América Latina (1965)”, “La cuestión étnica, derechos humanos de los pueblos indígenas”, “Conflictos étnicos y Estado nacional, así como Derecho indígena y derechos humanos en América Latina”.

Cabe destacar que fue fundador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, institución donde fue profesor emérito y presidente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), de la cual recibió el título Honoris Causa.

Obtuvo un sinnúmeros de reconocimientos, como el Sourasky en Ciencias Sociales, Butros-Ghali y el Martin Diskin de la Asociación de Estudios Latinoamericanos.

Desde hace algunos años, Stavenhagen vivía en pasado participó en el esfuerzo de varias universidad, entre ellas, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Tejiendo voces, un encuentro para promover el diálogo intercultural.

Además, en 2015 realizó un encuentro al cumplirse los 50 años de la publicación de “Siete tesis equivocadas de América Latina”. En el evento, obtuvo el doctorado honoris causa de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Otros reconocimientos fueron el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1997 y fue también relator especial de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas. Apenas había cumplido 84 años el pasado 28 de agosto.





Fuente: Proceso
Autora: Columba Vértiz de la Fuente con información de Jaime Luis Brito
http://www.proceso.com.mx/461541/fallecio-rodolfo-stavenhagen-defensor-los-derechos-humanos-los-indigenas

Iniciativa de diputados para promover en medios las culturas indígenas

Ciudad de MéxicoLa discriminación y exclusión contra los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas, propició en la Cámara de Diputados la elaboración de una iniciativa de reforma a la fracción XII del Artículo 41 bis de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, con objeto de “promover la producción cinematográfica, de radio y televisión y en la industria editorial temas de interés cultural y artístico y de aquéllas tendientes al mejoramiento cultural y la propiedad de todas las lenguas nacionales reconocidos por la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, así como diseñar, promover y proponer directrices culturales y artísticos en dichas producciones”.
Clemente Castañeda, coordinador del grupo parlamentario de Movimiento Ciudadano, refiere en su propuesta que la misma Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) ha expuesto que “en la actualidad 23 de los grupos etnolingüísticos se encuentran en extinción acelerada y 15 en extinción lenta, 14 de éstos ya están en vías de desaparecer. En los próximos 30 o 40 años estos 14 grupos etnolingüísticos dejarán de existir y con ello el país habrá perdido de manera irreparable parte de su riqueza cultural y de su historia".
El fondo de tal circunstancia se manifiesta, aduce el legislador se encuentra “las omisiones del Estado mexicano en su obligación de generar mecanismos jurídicos de protección y salvaguarda de los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas”, y la ejemplificación de tal señalamiento es el menoscabo a sus derechos en el artículo 230 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión.
Este apunta que en sus transmisiones, las estaciones radiodifusoras de los concesionarios deberán hacer uso del idioma nacional. Lo anterior, sin perjuicio de que adicionalmente las concesiones de uso social indígena hagan uso de la lengua del pueblo originario que corresponda.
El 20 de enero de 2016, refiere el diputado Castañeda, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, resolvió el amparo concediéndole la razón, dado que “que esta disposición limita el uso de las lenguas indígenas y viola su libertad de expresión”.
Así, se aduce, las lenguas indígenas mexicanas conforman un legado milenario de incalculable valor cultural para México y para el mundo entero. Las 364 variantes lingüísticas, correspondientes a 68 agrupaciones lingüísticas derivadas de 11 familias lingüísticas indoamericanas, que según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas conforman la riqueza plurilingüística de las lenguas indígenas de nuestro país representan no sólo el vivo testimonio de una sobrevivencia de más de cinco siglos, sino que en ellas habitan las posibilidades del pensar y del ser del indígena en tanto que ser humano, en tanto que existe.

Fuente: La Jornada
Autor: Roberto Garduño
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/02/27/promueve-camara-de-diputados-derechos-linguisticos-de-indigenas-1000.html

Indígenas tarahumaras presidirán asambleas electorales en Guachochi y Moris

CHIHUAHUA, Chih. (apro).- Por primera vez en la historia de Chihuahua, dos indígenas tarahumaras –un hombre y una mujer– presidirán asambleas municipales electorales en los municipios serranos de Guachochi y Moris.
Dora Prieto, ama de casa rarámuri y licenciada en Ciencias de la Familia por la Universidad La Salle, fungirá como consejera de la asamblea municipal de Guadalupe y Calvo, aunque no la presidirá.
Por su parte, Francisco López Ramírez, abogado y atleta indígena de Norogachi, presidirá la asamblea de Guachochi, y Rachel Rivera Hernández la de Moris.
Entrevistado durante el registro del curso de inducción para presidentes de asambleas municipales, que inicia este lunes, Francisco López dijo que al abrirse la convocatoria para consejeros, le interesó participar en representación de su etnia porque en el municipio de Guachochi casi 80% de la población es indígena.
“Mis planes en cuanto a las obligaciones, como persona y como profesionista, es cumplir éticamente la normativa, y he pensado mucho en la conciliación de partidos porque las asambleas son como árbitros donde todos los actores políticos tienen que converger ahí”, explicó.
Asimismo, confía que con su presencia en la asamblea pueda generarse la participación de indígenas y se erradique el acarreo.
Y es que en cada proceso electoral, el PRI encierra a grupos de indígenas durante varios días, les da comida y les promete que el mero día de los comicios beberán vino o tesgüino si votan por sus candidatos.
Aunque ese tipo de prácticas no se ha denunciado formalmente, todos en la Sierra Tarahumara conocen lo sucedido en los últimos proceso electorales.
“Yo pienso que sigue existiendo y, sí, hay todo eso, no documentado, pero todo mundo se da cuenta, pero yo pienso que la comunidad rarámuri, y más en Guachochi, razona más el voto. Ahorita hay la posibilidad y los espacios para que la comunidad rarámuri pueda tomar decisiones más razonadas. Pienso que se puede promover el voto para que lo hagan con más conciencia. Voy a ver qué me permiten hacer los lineamientos para fomentar que voten por quien quiera, generar participación no de acarreo, sino individual y consciente para construir una democracia de la sierra”, subrayó el abogado.
Señaló que el día de la instalación de la asamblea, cuando estén presentes todos los actores políticos de diversos partidos, planea “poner en claro que se trata de evitar esas prácticas porque buscamos dignificar a la cultura, y no por el hecho de que muchos de mis hermanos rarámuiri no sepamos leer y escribir, no se nos respete. Si hay un grupo que dice que van a votar por tal o cual partido, que los lleven, porque hay comunidades alejadas, pero no condicionados a votar por determinado partido”.
De acuerdo con López, lo primero que busca es posicionar a la cultura rarámuri, vigilar sus votos y tener la capacidad de influir en la gente que no es rarámuri, pero que vive inmersa en las comunidades indígenas, “para que valoren también nuestra cultura como valoramos la cultura mestiza”.
“En mi posición como presidente, espero lograr que se le dé un trato digno a los integrantes rarámuri en cuanto a la emisión del sufragio y que sea un parteaguas para ir erradicando esas prácticas o cultura del acarreo e inducción del voto”.
Francisco López participó en los pasados Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas en la ciudad de Palmas, Brasil, y se ha pronunciado porque las autoridades atiendan las demandas penales que han interpuesto los indígenas en la Sierra Trarahumara ante el ambiente de violencia que viven.
La consejera del Instituto Estatal Electoral, Claudia Arlet Espino, dijo que confía en que la integración de rarámuris a las asambleas municipales electorales, donde tendrán voz y voto, contribuya a cambiar la situación de la etnia y se erradiquen las malas prácticas en los procesos electorales.
“Con la nueva forma de elegir a las asambleas estamos obligados por los lineamientos del INE (instituto Nacional Electoral) para que sean multidisciplinarios, (es decir) que haya integrantes de todas las ocupaciones, que haya paridad de género (la mitad de cada asamblea está conformada por mujeres), y el tercer criterio es la multiculturalidad”, detalló.
Según Espino, es necesaria la diversidad para sacar los mejores acuerdos en el proceso electoral que inició en diciembre pasado.
Sobre el encierro y acarreo de indígenas en los procesos electorales, la consejera señaló que la inclusión de los indígenas puede influir a erradicarlos, “porque se les tiene sentados en una mesa con voz y voto, con conciencia de lo que quieren, conocen la idiosincrasia, y esperamos que esas prácticas que no se denuncian, pero están en el ambiente, puedan cambiar por prácticas democráticas en el ámbito electoral”.
Explicó que para realizar el proceso electoral en la región serrana, donde controla el crimen organizado, la comisión de seguridad se encarga de ponerse de acuerdo con los cuerpos policiacos para establecer estrategias de comunicación principalmente, porque aunque no les corresponde directamente atender la inseguridad, es necesario tomar medidas preventivas.
“No creo que vaya a ser fácil, hay que tener mucho cuidado, y con creatividad hay que sacar las cosas bien. Ahora que estuvimos realizando entrevistas en la zona serrana no hubo problemas mayores, pero siempre hay medidas preventivas, como no salir tarde y viajar temprano”, concluyó.

Modista francesa reconoce origen de blusa oaxaqueña y niega plagio

Aceptó que los diseños que usó vienen del pueblo de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca.

El gobierno oaxaqueño impugnará el juicio que inició la empresa francesa Antiquité Vatic, con el que reclama derechos de autor por el diseño de las prendas mixes de Santa María Tlahuitoltepec. Sin embargo, quien elaboró la blusa en cuestión, ya reconoció que el diseño de ésta tiene su origen en Oaxaca.

De acuerdo con Proceso, el secretario de Asuntos Indígenas, Adelfo Regino Montes, sostuvo que “estamos frente a una evidente transgresión al pueblo mixe, al que pretenden despojar de su patrimonio cultural y propiedad intelectual”.

Antiquité Vatic echó a andar un juicio para reclamar los derechos de la blusa -puesta a la venta en el sitio de la modista gala Isabel Marant- la cual es muy parecida a las que usan en Santa María Tlahuitoltepec. Ante ello, la modista aceptó que la blusa proviene de dicha comunidad.


Aquí un video en el que se pueden apreciar las blusas del poblado de Santa María Tlahuitoltepec, en la zona montañosa del noroeste del estado de Oaxaca:



La diseñadora publicó este viernes en su cuenta de Facebook que ”información errónea está circulando en internet” y “niega formalmente ser propietaria de alguna patente de las blusas bordadas de Santa María Tlahuitoltepec”. 

“Isabel Marant también niega formalmente haber enviado o pedido a alguna autoridad francesa que enviara algún documento a las autoridades de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, para que previnieran que los habitantes del municipio vendieran sus diseños indígenas”, indicó.


“Por el contrario, Isabel Marant está peleando ante una corte de distrito en París para dejar las cosas claras: ella ha presentado documentos en los que expresamente señala que los diseños vienen del pueblo de Santa María Tlahuitoltepec en la provincia de Oaxaca, en México. Más aun, Isabel Marant, después de rastrear el verdadero origen de esas prendas, oficialmente informó a la corte que ella no reclama ser la autora de esa túnica y esos diseños”, señaló.

Erroneous informations are circulating over the internet. Isabel Marant formaly denies owning any patent to the Santa...
Posted by ISABEL MARANT on viernes, 20 de noviembre de 2015


FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: REDACCIÓN.
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