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lunes, 20 de junio de 2016

Las Rastreadoras de El Fuerte buscan a sus hijos y hallan a policías ligados con el crimen



Hartas de la negligencia de las autoridades, madres de Sinaloa se han unido en la búsqueda de sus hijos en un grupo denominado Las Rastreadoras. Sus largas jornadas de trabajo han dado de qué hablar en un estado que incrementó el número de desapariciones en un 31.3 por ciento en el último año y medio. En los escombros o debajo de la tierra, numerosos cuerpos han sido hallados por estas mujeres; ellas les han devuelto su identidad.


Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo).— Hace dos años, Mirna Nereyda Medina Quiñónez perdió a su hijo después de que extraños a bordo de una camioneta Explorer color negro se detuvieran en una gasolinera, en la localidad de El Fuerte, Sinaloa. Roberto Corrales Medina, de 21 años, vendía complementos para celular y nadie lo ha vuelto a ver. En su búsqueda, la madre ha organizado a las familias para hacer trabajos que las lleven a encontrar a sus seres queridos. El grupo denominado como Las Rastreadoras, recientemente consideradas como concursantes al Premio Nobel de la Paz por labores que iniciaron en el 2014, quieren mantenerse lejos del reconocimiento y, como dice Medina, prefieren hablar de sus prioridades y de las herramientas que aún les hacen falta a 225 familias para trabajar en esta penosa tarea.

Hasta el pasado abril, el número de desaparecidos en Sinaloa ascendía a 2 mil 16, de acuerdo con datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED). Desde el percance que sufrió su hijo, el colectivo de Mirna ha logrado dar con los restos de 48 personas. La mayor parte de las madres que integra a Las Rastreadoras proviene del norte del estado, de los municipios El Fuerte, Choix y Ahome.

El 14 de julio del 2014, Corrales Medina fue visto por última vez, recuerda su madre.

“Eran las 17:45 cuando cuando llegó una camioneta tipo Explorer a las bombas de gasolina. Mi hijo se levanta para ofrecer la mercancía. Ahí mismo dejó sus cositas. Lo subieron. Ya estaba a punto de retirarse a su casa”, detalla.

Parte de los problemas para dar con los desaparecidos los vivió en carne propia, en especial los derivados del miedo. Los videos de la gasolinera en la que encontraba su hijo fueron solicitados. Sin embargo, le fueron negados bajo el argumento de que las cámaras no servían por la lluvia desde hacía tiempo.

En El Fuerte la gente teme, dice Medina. Hay miedo de lo que les pueda pasar por colaborar con el grupo de madres, en un lugar con no más de 15 mil habitantes. Ese municipio está asediado por la violencia y la pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sitúa a dos de sus localidades dentro de las que tienen mayor rezago social: El Carricito y el Pochotal.

La denuncia por la desaparición del joven tampoco se pudo hacer de forma inmediata. Roberto, quien vivía en El Rancho, ubicado en el municipio de Choix, no llegó a su casa esa noche. Su padre adujo que se había quedado con otros familiares y no fue sino hasta el día siguiente que la familia se enteró de lo sucedido.

La Policía Municipal se ha atribuido mala fama en el lugar. Las Rastreadoras han sostenido que las autoridades participan en el 90 por ciento de las desapariciones. Al momento de que Mirna Medina solicitó ayuda para hallar a Roberto, la respuesta fue el menosprecio.
“No señora nosotros no buscamos. Sólo vemos si aparecen muertos”, recuerda que le dijeron.
El Fuerte, relata, vive acechado por “tiradores” y sicarios. Y fueron allegados a la familia que le dijeron que Gilberto, un narcomenudista local, sabía donde estaba su hijo. Armada de valor fue a buscarlo.

—Señor, ¿usted sabe dónde está mi hijo?

—¿Yo?, ni al caso—, contestó. Y dos semanas después, también Gilberto desapareció.

A partir de ahí, Mirna Medina se unió con otras madres que tienen hijos desaparecidos para realizar brigadas. Una de ellas, Reyna Serna Escalante, es la madre de Alejandro López Serna. Joven que desapareció en julio del 2014 en el municipio, y del que aparecieron sus restos el 2 de octubre en la comunidad Cuesta Blanca, en San Blas.

“Y ya empecé a buscar desde ahí, en las redes sociales , y también empezó a apoyarnos mucha gente”, dice Medina.

De los 48 cuerpos que han encontrado Las Rastreadoras, 16 han sido entregados a las familias, otros 10 se encuentran en proceso de cotejo de ADN y el resto aún no hay indicios de quienes pueden ser.

INDIFERENCIA

Sandra Luz Hernández, madre de un desaparecido que fue ejecutada el pasado lunes en plena luz del día, en mayo del 2014, después de reunirse con autoridades de la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa (PGJ). El caso aún es un símbolo de lucha dentro de Las Rastreadoras.

Hernández se había convertido en activista e investigadora a partir de que su hijo, Édgar García Hernández, empleado de PGJE, quien desapareciera el 12 de febrero de 2012, cuando personas armadas irrumpieron en su casa y se lo llevaron de manera forzada.

“A Sandra Luz la matan por ir a buscar a su hijo. El asesino confeso dice dónde la mató. Y después sale libre. Sandra Luz nunca encontró a su hijo”, dice Medina.

La primera vez que las madres manifestaron en el municipio por la ola de violencia en el norte de Sinaloa fue el 12 de septiembre del 2014.

Una marcha de madres recorrió de la gasolinera donde se le vio por última vez a Roberto hacia el Palacio Municipal. Pese a solicitarlo, el Alcalde Marcos Vinicio Galaviz no quiso recibirlas.

“Yo ya había reunido 38 denuncias por desaparición, pero cuando llegó, no nos atendió el Presidente Municipal, sino su Secretario. Y nos dio otra cita para hacernos el estudio de ADN”, cuenta Nereyda.

Cinco días después las madres fueron atendidas por el Procurador estatal Marco Antonio Higuera Gómez, cuyo compromiso de reunirse con las madres cada mes fue más tarde incumplido.

La indiferencia de las autoridades fue generalizada. La Comisión Estatal de Derechos Humanos registraba 154 denuncias por desaparición forzada en octubre del 2014. Más las reportadas en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), otras 300. Pero la Procuraduría General de Justicia del Estado reconocía un solo caso por este delito.

La insistencia de las madres hizo que el Gobernador Mario López Valdez les recibiera el 16 de diciembre. El dirigente estatal entregó cuatro perros caninos para rastrear fosas clandestinas.

Aunque, a la fecha los esfuerzos de búsqueda los hacen por su cuenta. “Nosotros no tenemos apoyo de nadie, somos alrededor de 40 mujeres que vamos a las búsquedas”, dijo Nereyda.

“Hacemos lo mismo que otros, nos dan pitazos de por dónde podemos buscar. Y metemos la varilla”. Ahora les han prometido un georador para verificar las formaciones debajo de la tierra. “Se supone que el Gobernador lo va tener pronto. Otro regalo que nos va a dar es un laboratorio de genética”, confía Nereyda.

A la fecha las madres rechazan que sean policías municipales, quienes las escolten en sus brigadas. En noviembre del 2013 se dictó formal prisión a cuatro policías municipales de Ahome por su involucramiento en este delito, de los cuales tres se hallan detenidos.

El Juzgado Segundo de Ahome dio como sentencia 28 años nueve meses de cárcel a Jorge Cota Jiménez, Óscar Guadalupe Huicho Puentes y Jorge Martínez Santos.

LA VIDA EN SINALOA

Un conteo hecho por el diario Noroeste en julio del año pasado recalcó que en la entidad desaparece al menos una persona al día.

“A veces queremos pensar que es por el crimen. Muchas veces la gente dice que es porque quienes desaparecen andaban en algo, pero no es porque sea mi hijo, pero él no bebe, no fuma, no anda metido en cosas”, dice Medina.

En febrero de este año el Gobernador del estado se pronunció en contra de la crecida de la violencia. En reunión con representantes de las dependencias de la Procuraduría General de la República (PGR), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Marina Armada de México (Semar), López Valdes anunció una estrategia que incluía reforzar la participación del Ejército en las calles.

“Malova”, como le llaman al Gobernador, prohibió los eventos masivos y aminoró la venta de bebidas alcohólicas en zonas de violencia. Sin embargo, las políticas de seguridad del gobernante, así como del Gobierno Federal en la zona propiciaron los desplazamientos.

El Fuerte es uno de los municipios con mayor número de desplazados por la guerra contra el narcotráfico y las posteriores persecuciones de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

En el 2012, la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa, una organización civil de la entidad, calculó que había entre 25 mil y 30 mil desplazados en 11 de los 18 municipios de la entidad.

Un costo de 250 millones de pesos para el estado, reporta el libro Con una granada en la boca: “Heridas de guerra del narcotráfico en México”.

La violencia generó la salida de habitantes de la zona serrana del municipio. En especial, las disputas por el control de la zona entre cártel de Sinaloa y el grupo de los Beltrán Leyva, tras la ruptura entre ambos bandos, de acuerdo con el informe “Las víctimas ocultas de México”.

“En áreas rurales, los cárteles de la droga ejercen control sobre territorios que pueden ser utilizados para cosechar cultivos como marihuana o amapola, controlar la extracción de la madera y la minería, traficar drogas a través del área, o imponer gravámenes a otros contrabandistas o traficantes”, cita el informe.

Por otro lado, la autoridad también genera las desapariciones. “El 90 por ciento de las desapariciones se dan por la colusión”, detalló Mirna.

El 27 de noviembre del año pasado, Mirna fue amenazada por personas de las que prefiere reservarse su identidad, pero que ya fueron denunciadas a la Procuraduría General de la República. “Se desinformó al decir que eran policías municipales. Pero sé perfectamente quienes fueron”, destaca.

Hoy, el colectivo hace gestiones para que la PGJ les brinde una ventanilla directa en casos de desaparición, aseguran que la violencia no ha cesado, y que las jornadas de 7 de la mañana a cinco de la tarde por sus hijos seguirán, como hasta ahora, tres veces a la semana.

FUENTE: SIN EMBARGO
AUTOR: JUAN LUIS GARCÍA HERNÁNDEZ
LINK: http://www.sinembargo.mx/20-06-2016/3054225

jueves, 16 de junio de 2016

Huyen de Badiraguato 250 familias por ataques

11. sin-Jan-Albert Hootsen, cortesía Ríodoce.JPG
Culiacán, Sin. Alrededor de 250 familias fueron desplazadas por los ataques perpetrados por grupos armados en las comunidades La Tuna, Arroyo Seco y La Palma, en el municipio de Badiraguato, de acuerdo con informes de autoridades municipales.

Uno de los ataques fue en contra de la vivienda de Consuelo Loera, madre de Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa. Los agresores, alrededor de 150, cortaron líneas telefónicas y de internet y se llevaron del inmueble motocicletas y vehículos todo terreno. De acuerdo con reportes extraoficiales, al menos tres personas fueron asesinadas a balazos.

Las personas que huyeron del lugar se refugiaron en comunidades cercanas, en la cabecera municipal de Badiraguato y en Culiacán. Los ataques iniciaron este sábado y hasta el momento no han llegado agentes de corporaciones locales o federales, ni personal del Ejército Mexicano.

Al parecer, los agresores son integrantes de la organización criminal de los Beltrán Leyva e ingresaron a esta inhóspita región a través de la frontera con Chihuahua.

FUENTE: LA JORNADA
AUTOR: JAVIER VALDEZ CÁRDENAS
LINK: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/06/16/desplazadas-250-familias-por-ataques-en-badiraguato

lunes, 6 de junio de 2016

Organización Civil Las Abejas solicita apoyo humanitario


chiapas.jpg San Cristóbal de Las Casas, Chis. La Organización Sociedad Civil Las Abejas informó que 14 familias (81 personas) del ejido Puebla, municipio de Chenalhó, se encuentran desplazadas a causa del conflicto político por la disputa del poder en ese lugar, por lo que solicitó apoyo humanitario mientras se generan las condiciones para su retorno.

Dijo que las 14 familias, pertenecientes a Las Abejas, de la que formaban parte también los 45 indígenas asesinados en Acteal el 22 de diciembre de 1997, se desplazaron el pasado 26 de mayo, cuando se enfrentaron simpatizantes de la ex alcaldesa Rosa Pérez Pérez y del presidente sustituto, Miguel Sántiz Alvarez.

La agrupación recordó que los enfrentamientos de ese día, dejaron una niña y un adulto muertos a balazos, seis lesionados, 3 casas quemadas, 2 destruidas y 3 vehículos destrozados.

Los hechos sucedieron después de que Sántiz Alvarez tomó posesión, luego de la solicitud de licencia presentada por Pérez Pérez, tras la retención del presidente del Congreso local, Eduardo Ramírez Aguilar y del diputado Carlos Penagos.

“Hermanos y hermanas, no quisiéramos molestarles pero desgraciadamente nos volvió tocar un desplazamiento, un pánico real como en 1997. Ojala que haya algún granito de apoyo y aportación para nosotros”, manifestó la organización.

“Hoy queremos hacer un llamado al pueblo en general a un alto a la violencia; como miembros de la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal, nuestra misión es buscar la paz y la tranquilidad”, aseveró.

FUENTE: LA JORNADA
AUTOR: ELIO ENRÍQUEZ corresponsal
LINK: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/06/06/organizacion-civil-las-abejas-solicita-apoyo-humanitario

sábado, 4 de junio de 2016

Pueblos enteros abandonados por la violencia en Guerrero

Lino N tiene unos 15 años de edad, es oriundo de Laguna Seca, municipio de Teloloapan, y aún siente terror al recordar lo que vivió en mayo de 2013 en el Rancho Los Fresnos: no quiero hablar, dijo mordiéndose la punta del suéter que envolvía su mano derecha.

Pero en el pueblo se sabe que aquel día, cuando iba por la leche, el menor vio cómo unos sujetos descuartizaban y sacaban los ojos a campesinos que trabajaban en ese rancho. Los 15 o 20 sobrevivientes huyeron y no han regresado.

Como ellos, desde 2014, miles de campesinos y sus familias huyeron de unas 20 comunidades de los municipios de Teloloapan y Apaxtla, en la zona norte, donde comienza la Sierra Madre del Sur, debido a la violencia generada por la delincuencia organizada.

Los habitantes apenas se atreven a mencionar lo que se vivió en Laguna Seca. Doña Vicky, por ejemplo, dice:apenas regresó un tercio de la gente (en enero de 2014 salieron más de 500). Se da ánimos: ahora por lo menos ya hay clases, se escucha el murmullo y el escándalo de los niños. Incluso hoy habrá fiesta.

A dos kilómetros de Laguna Seca se encuentra El Rincón del Vigilante, o lo que queda del poblado: un caserío de 28 viviendas abandonadas desde 2014.

Varias de las casas están parcialmente destruidas. Algunas aún conservan en buen estado las pertenencias de sus moradores: un rosario, discos viejos, un televisor, carros de juguete, libros, una Biblia.En otras se observan árboles frutales, utensilios y flores en los patios. Algunas de las puertas tienen candados, como la de la capilla.

Lo que de plano quedó destrozado es el salón multigrado de la escuela primaria, aunque se puede observar los dibujos de los niños, algunos juguetes y mochilas, y la cancha, que da cuenta del abandono.

El ex alcalde Ignacio Valladares Salgado afirmó que le tocó el peor momento que ha vivido Teloloapan:ni en la Revolución Mexicana se han visto atrocidades como las que vivimos hoy.

La mayoría de los desplazados se trasladó a los estados de Morelos, Puebla, Ciudad de México o a las ciudades de Acapulco, e incluso aquí, en Teloloapan (con 192 comunidades), muchos formaron colonias, una de ellas El Pedregal, pero por el momento no piensan regresar, aunque ya lo ha hecho aproximadamente 40 por ciento de los desplazados en las comunidades.

Las autodefensas, el camino

El maestro Adrián Brito, quien es parte del Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón, conformado en 2014 para enfrentar la delincuencia, manifestó que de no haberse creado esta organización para la autodefensa, “estos amigos (los delincuentes) hubieran acabado con todo el pueblo.

“Un vecino de Tlanipatlán era gente de La familia michoacana, (sus compañeros) se llevaron a dos hombres y una mujer. Su mamá y hermano llevaron parte del rescate, pero estas personas retuvieron también al hermano. La gente salió en masa de ahí, porque los secuestradores les pidieron desde un millón a millón y medio de pesos por cada uno de sus familiares secuestrados, pero era imposible, en su mayoría son campesinos”.

Fueron 67 familias las que salieron de Tlanipatlán (perteneciente al municipio de Teloloapan, ubicado en las inmediaciones de Apaxtla), “cada una con un promedio de cinco a seis personas. Mucha gente vino a refugiarse a la primaria Francisco I. Madero, de Apaxtla. Nos dijeron que de todo el pueblo solamente quedaron cinco familias. Los que se quedaron eran señores de edad que dijeron aquí vamos a morir, nosotros no nos iremos.

Mencionó que hace dos meses el Movimiento Apaxtlense, junto con la policía comunitaria tecampanera de Teloloapan, y con el apoyo de la Policía Federal, encabezada por el comandante Rangel N, convocaron a una reunión en la que nos informaron que regresaron sólo 55 personas a Tlanipatlán. Ahí estuvieron presentes algunos de los que se fueron y los exhortamos a que regresaran. Les propusimos organizarnos en autodefensa para ya no permitir la entrada de los delincuentes.

Es evidente que con los aparatos de seguridad del gobierno, Policía Federal, Ejército y Marina, ellos (los delincuentes) huyen y se van. En Apaxtla vigilamos las 24 horas, principalmente por las noches, cuando hay mayor peligro. En toda la periferia hay puntos de vigilancia, no sólo en las entradas y salidas, sino en todas las colonias y barrios. Si hay indicios de la presencia de la delincuencia de inmediato se da aviso al Ejército y a la Policía Federal para que hagan cumplir la ley.

Una incógnita, la cifra real

No hay un censo real de desplazados, pero Adrián Brito enumeró: “De Xochitepec huyeron más de 800 personas, casi la totalidad se salió desde 2014, cuando fueron asesinadas y quemadas gentes de ahí e incendiados sus carros; de Tlanipatlán, más de 67 familias, todo el pueblo, se fue, unas 400 personas; en Tetela del Río, yo creo que al menos 30 por ciento de su población se desplazó; en Cacalotepec, igual, 40 por ciento.

No tenemos el dato total de cuánta gente salió, pero también hubo desplazados de Liberaltepec, San Felipe del Ocote y de Tetela del Río, municipio de Heliodoro Castillo, pero colindante con Apaxtla, donde los delincuentes destazaron a machetazos a un joven en el centro del poblado.

Hay más pueblos de la región donde también huyó la gente, pero por falta de comunicación no conocemos su número, como Cacalotepec. De ahí se llevaron al comisario municipal y lo asesinaron, y muchos de los que se fueron no regresaron. Afortunadamente en Cacalotepec “un grupo organizó una autodefensa que también vigila y pertenece al movimiento apaxtlense.

Dijo que hay una comunicación constante con la policía comunitaria tecampanera de Teloloapan, ellos desde que se levantaron bajaron muchísimo las cifras de asesinatos, secuestros y extorsiones, pese a que tenían mucho miedo. Se plantea que este proyecto alcance a las 192 comunidades con que cuenta ese municipio, para que se pueda extirpar el crimen y la delincuencia.

Un factor importante ha sido la participación del pueblo ayudando a los aparatos de seguridad del gobierno “porque solos no pueden, como sucedió en Apaxtla, cuando en el centro secuestraban, levantaban y mataban, porque habían halcones(informantes) que les ayudaban”.




Fuente: La Jornada
Autor: Sergio Ocampo Arista
http://www.jornada.unam.mx/2016/06/04/estados/024n1est

lunes, 30 de mayo de 2016

Pide la CNDH medidas cautelares para desplazados de Chenalhó

CIUDAD DE MÉXICO: La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió medidas cautelares en favor de al menos 80 familias indígenas de Chenlahó, víctimas de desplazamiento forzado tras los recientes conflictos políticos municipales la semana pasada, que dejaron una niña y un hombre de 54 años fallecidos.

A cinco días de los hechos violentos ocurridos en el mencionado municipio chiapaneco, por el cambio de autoridades municipales, la CNDH requirió al secretario general de Gobierno de Chiapas, Juan Carlos Gómez Aranda, para que en un plazo máximo de 24 horas tome las medidas necesarias para “garantizar un mínimo de satisfactores de alimentación, salud, vivienda, integridad física y vida a las personas desplazadas por los recientes acontecimientos violentos”.

En un comunicado, el organismo presidido por Luis Raúl González Pérez resaltó que de acuerdo con información periodística las 80 familias se desplazaron “con la finalidad de proteger su integridad física e, incluso, su vida, por la situación de violencia que todavía impera allí, requiriendo el apoyo inmediato de las autoridades de la entidad”.

Al cumplirse los requisitos de riesgo, urgencia e irreparabilidad del daño, la CNDH pidió al secretario de Gobierno de Manuel Velasco que, de forma inmediata y en coordinación con las autoridades estatales y municipales, se levante un “censo de las víctimas de Desplazamiento Forzado Interno (DFI) por los hechos de violencia generados en los últimos días en el municipio de Chenhalhó, Chiapas, y se les garantice la satisfacción de sus necesidades básica de alimentación, salud y vivienda”.

El organismo instruyó además que, ante los hechos de violencia generados y su estado de vulnerabilidad, se garantice “su derecho a la integridad física e, incluso su vida”. Demandó también que “se establezcan las acciones necesarias para que, en tanto subsista el desplazamiento, se prevean los lugares de alojamiento temporal de la familias desplazadas y, en su caso, el acceso de las mismas a los servicios de salud, educación, jurídicos y laborales”.

La CNDH solicitó que “se lleven a cabo las acciones necesarias dentro del marco jurídico, que permitan dar solución a los hechos de violencia generados en los últimos días en el municipio de Chenalhó, Chiapas, privilegiando el diálogo entre las partes para evitar hechos de violencia con independencia de donde puedan provenir, con la finalidad de que en el menor tiempo posible las víctimas del DFI, puedan tener retorno seguro y duradero a sus comunidades de origen”.

El organismo puntualizó que dichas medidas deberán implementarse “durante el tiempo que se requiera, evitando así la consumación irreparable de hechos violatorios a los derechos humanos que causen daños de difícil reparación”.

La CNDH reiteró que el gobierno de Chiapas tiene un plazo máximo de 24 horas para acatar las medidas cautelares, una vez notificada la entidad, en tanto que dichas medidas serán periódicamente monitoreadas para verificar su cumplimiento.

Los desplazamientos se derivaron de las confrontaciones en la comunidad de Puebla, municipio de Chenalhó, entre simpatizantes de la exalcaldesa municipal Rosa Pérez y los del nuevo alcalde Miguel Santiz Álvarez, registradas la semana pasada.


Las familias que migraron de manera forzada se refugiaron en el auditorio de la cabecera municipal este fin de semana, luego de que, por las trifulcas, murió una niña de 12 años y un hombre de 54.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: GLORIA LETICIA DÍAZ.
LINK: http://www.proceso.com.mx/442250/pide-la-cndh-medidas-cautelares-desplazados-chenalho

lunes, 16 de mayo de 2016

Así expulsa el crimen organizado a los rarámuris de sus territorios en México

El 26 de febrero de 2015 un grupo de sicarios del Cártel de Sinaloa mató a Benjamín Sánchez, un adolescente de 18 años, por negarse a trabajar para ellos. Un mes después, su padre, Cruz Sánchez, regresaba del Ministerio Público de Ciudad Cuauhtémoc sin respuestas sobre el asesinato de su hijo, cuando recibió la llamada de un amigo: los mismos delincuentes que habían disparado a Benjamín lo esperaban en el camino. Cruz, un hombre alto que lleva sombrero hasta en la noche, se bajó de su camioneta y caminó durante ocho horas por las barrancas de la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua. Logró evadir el retén y llegar a su comunidad, El Manzano. Pero tres días después aquellos que lo esperaban aparecieron en su pueblo.

Era cerca del mediodía. Otros dos hijos de Sánchez caminaban hacia una tienda para comprar víveres cuando escucharon "¡Que los acaben!": un grupo armado los había rodeado. Los dos chicos se refugiaron en casa de una pariente. Agarraron unos rifles — en la sierra es costumbre guardar un calibre 22 para repeler a los coyotes — y se defendieron. "Si no nos defendemos nos hubieran acabado", recuerda Cruz Sánchez, que durante el enfrentamiento estaba en casa de su madre y avisó a varios contactos en la capital del estado para que pidieran auxilio a las autoridades. El tiroteo se prolongó durante siete horas. Murió un sicario y uno de sus hijos recibió tres balazos. Al anochecer, llegaron los militares. Toda la familia abandonó la comunidad.

Desde aquel 29 de marzo, Sánchez sólo ha vuelto una vez. Pidió escolta policial para ir a buscar algunas de sus pertenencias. No había nada que recoger.
'Yo creo que lo más grave es lo que está pasando con el robo de tierras para la siembra'.

El Manzano, un pequeño poblado en el que vivían unas 34 familias, el 90% de la etnia rarámuri, está situado en el sur de la sierra de Chihuahua, una de las principales regiones de producción de marihuana y amapola de México. En este estado, fronterizo con Estados Unidos, los cultivos ilícitos se plantan desde hace décadas, pero según cuentan en anonimato dos hombres recientemente desplazados de El Manzano, los negocios del narcotráfico no interferían en la vida de la comunidad. Los indígenas podían dedicarse sin temor a la agricultura y a la ganadería. En las fiestas como Semana Santa, se reunían en su centro ceremonial. Conmemoraban la pasión de Cristo al tiempo que mantenían viva su tradición: según la cosmovisión tarahumara las fiestas sirven para curar, restablecer el orden y alejar el caos.

Hace dos años esa rutina cambió. Algunos líderes comunales fueron reclutados por el crimen y la vida comunitaria se rompió. Los cultivos de maíz dieron paso a los de amapola. Los habitantes dejaron de reunirse y se refugiaron en sus ranchos. Los sicarios se convirtieron en una presencia cotidiana.

"Querían que trabajaran para ellos en los cultivos y que se integraran a su grupo para controlar la región. A casi toda la gente la ponen a trabajar en sus propias tierras. Ese bando controla varios municipios. Son gente de debajo de Sinaloa", afirma Sánchez, quien por seguridad vive desde hace un año en la ciudad de Chihuahua, la capital del estado del mismo nombre.

Desde que Sánchez huyó, El Manzano se fue despoblando. En marzo pasado un grupo de sicarios allanó otra vez el pueblo para despojar de sus tierras a los pocos que permanecían allí a pesar del miedo. La última familia se escondió tres días entre los pinos de las barrancas con los animales salvajes. Desde la distancia vieron desaparecer su comunidad. Les robaron el ganado, después la ropa, la comida, les quemaron su rancho. A éstos sólo les quedaban tres opciones: cultivar amapola, morir o escapar. Con su huida no quedó ya nadie a quién amenazar.



Los municipios de Urique, Chinípas y Valle de Juárez los más afectados por los desplazamientos forzados. (Imagen por Nadia del Pozo/VICE News).

Los capturan, los llevan a la fuerza y nunca les pagan

En la sierra Tarahumara vive el 90% de la población indígena de Chihuahua [104.014, la gran mayoría rarámuris]. Es un lugar inmenso, con varias barrancas más profundas que el Gran Cañón de Colorado, pero desde hace ocho años, después de que el gobierno de Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico, sus indígenas están cada vez más acorralados.

Los retenes del narcotráfico son visibles en los cruces de camino, donde acaba el pavimento y empieza la terracería. En muchos lugares los habitantes se han autoimpuesto un toque de queda a las seis de la tarde. En la trocha que lleva a la comunidad de Samachique se ve el rastro de coches quemados. Algunos lugareños dicen que hubo una batalla campal el año pasado, que se enfrentaron unas 50 personas y que nunca se investigó. Pero, en general, no dicen mucho. El miedo los tiene atenazados.

Uno de los poco rarámuris que se atreve a hablar, aunque desde el ineludible anonimato, cuenta que el día antes de nuestra conversación un conocido llegó a su casa, medio desnutrido. Se había escapado en la noche de un plantío de amapola. "Ahorita están plantando de las cosas que siembran y por eso necesitan mucha gente. Van por la comunidad, los llevan a la fuerza. Nunca les pagan", denuncia. El año pasado lo intentaron reclutar, pero logró escapar. Antes de regresar a su comunidad, Munerachi, en el interior de la sierra, trabajó durante meses en la pizca de manzana en otras zonas del estado.

"Lo que está sucediendo es que los cárteles se multiplican. Son dos [Sinaloa y Juárez] pero se atomizan y están en todos lados. Empieza a haber más armas, más droga y la siembra de estupefacientes no para. ¿Cuál combate al narcotráfico? Todo esto se hace a la luz del día con presencia policiaca y del Ejército. No puedes tú imaginar que no haya colusión con tanta impunidad", sostiene Isela González, directora de Alianza Sierra Madre, una ONG que defiende el derecho al territorio de los indígenas.
'¿Cuál combate al narcotráfico? Todo esto se hace a la luz del día con presencia policiaca y del Ejército'.

Después de casi dos décadas trabajando con las comunidades, González ha sido amenazada de muerte y desde hace dos años no puede regresar a la sierra. Cuando en 2013 comenzaron a hostigarla en Guadalupe y Calvo, el municipio en el que trabajaba, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes era de 164, según el Observatorio Ciudadano de la Violencia, más del doble que la tasa combinada de Juárez y Chihuahua, las dos principales ciudades del estado.

Incluso organismos oficiales, como la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), tienen que pedir permiso para visitar las comunidades. "Por lo regular todos quieren combustible. Si le piden un bote dele dos. Si no se meten conmigo yo tampoco tengo nada que ver con ellos. Ellos saben todo", dice un trabajador del CDI que pide el anonimato por miedo a represalias.

El hombre cuenta que en los últimos tiempos ha visto a jóvenes, casi niños, con cuernos de chivo más grandes que ellos o a otros que portaban tres armas. Muchos de los que salen a la ciudad, regresan a su comunidad sin querer hablar su lengua y con un celular en el que escuchan narcocorridos. El consumo de droga, algo impensable hace años, también se ha extendido, sobre todo de marihuana, cocaína y crack. Con el paso bloqueado para las ONGs, y las dificultades que enfrentan los organismos oficiales, la presencia más cotidiana en las comunidades es la del crimen.


Javier Ávila 'Padre Pato', sacerdote y activista, ha vivido en la Sierra Tarahumara durante 41 años.(Imagen por Felipe Luna/VICE News).

En febrero pasado, Amnistía Internacional denunció que hay unas 1.689 personas desaparecidas en el estado. Tan solo en el municipio de Cuauhtémoc, el gobierno reporta 351 casos, síntoma de una epidemia de desapariciones en la región. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunció en octubre del año pasado que entre 2009 y 2015 hubo al menos 1.908 casos de desplazamiento forzado producto de la violencia, siendo los municipios de Urique, Chinípas y Valle de Juárez los más afectados. A pesar de las denuncias, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, niega que existan focos rojos de violencia. La vida en la sierra, no obstante, se ha degradado.

"Yo creo que lo más grave es lo que está pasando con el robo de tierras para la siembra. Incluso el reclutamiento forzado de jóvenes. Una de dos: o los matan o tienen que desaparecerse", dice Javier Ávila, más conocido como el padre 'Pato', un sacerdote y activista social que lleva viviendo 41 años en la Sierra Tarahumara.
'Imagínate a familiares de 13 muertos. Había masa encefálica en el suelo, uno con el vientre abierto'.

En su oficina, en el centro de Creel, la ciudad que sirve como puerta de entrada a la sierra, cuenta que en 2008 los creelenses comenzaron a hacer parada obligada en San Juanito, un pequeño pueblo vecino a 32 kilómetros. Un grupo de jóvenes había impuesto un retén. Bajaban a la gente de sus camionetas y les preguntaban hacia dónde iban, a qué se dedicaban. En las conversaciones de café se empezó a hacer cada vez más presente un nombre: La Línea. Poco después sabrían que La Línea era parte del Cártel de Juárez.

El 16 de agosto de ese año un comando armado llegó a Creel y asesinó a 13 personas, entre ellas un bebé de un año. "En la matanza, cuando yo llegué, había una patrulla de tránsito y enseguida se fue. Imagínate a familiares de 13 muertos. Había masa encefálica en el suelo, uno con el vientre abierto. Después de muchas horas los policías vienen de Cuauhtémoc. Dicen que estaba lloviendo y no podían pasar", dice el padre 'Pato' frente a una pared repleta cruces que le han regalado a lo largo de los años.

En el lugar donde ocurrió la masacre, conocido hoy como Plaza de la Paz, se erige un monumento en memoria de los muertos. En la placa se lee: "Porque el hombre es capaz de las peores atrocidades y no podemos permitir que se borre la historia ni se pierda la memoria". La plaza también es un símbolo de que Creel, centro turístico para los visitantes de las Barrancas del Cobre, es la frontera entre los dominios del Cártel de Juárez y el de Sinaloa.
'Quítate tú para ponerme yo, y si no, te mato'

El 29 de marzo del año pasado, cuando bajaba escoltado por los militares las 15 horas que separan a El Manzano de la ciudad de Chihuahua, a Cruz Sánchez le habían quitado a un hijo, herido a otro y quemado su rancho y sus pertenencias. No le quedaba nada allí, ni siquiera una identificación. Pero ya desde aquel momento sólo pensaba en regresar.

Sánchez ha intentado reproducir la red de cooperación que tenía en la sierra y ha formado bolsas de trabajo, aunque nunca se adaptará del todo al estilo de vida urbano. "Es que se extraña todo. Ahí nacimos, de ahí son nuestros padres, nuestros abuelos. Ahorita nos quedamos sin nada", comenta. Cuando una comunidad indígena es desplazada, no sólo pierde la tierra y sus lugares sagrados, sino un modo de situarse en el mundo.

La realidad en la sierra es tan excepcional que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cambió su rutina de pedir medidas cautelares para un individuo y, en el caso de El Manzano, lo extendió a toda la comunidad. "Lo que se está viviendo en la sierra es una invasión y un desplazamiento masivo. Es un quítate tú para ponerme yo, y si no te quitas, te mato. Hay una convivencia de todos con todos (crimen y autoridades) y lo que menos importa es el ciudadano", dice Alma Chacón, integrante de Contec, una asociación que nació como consultoría técnica para la agricultura y se convirtió en defensora de los derechos humanos por las constantes violaciones que sufren los habitantes de la sierra.

Los desplazados siguen llegando. En marzo pasado, unas 26 familias del municipio de Bocoyna huyeron a Chihuahua. En septiembre del año anterior, más de 300 familias abandonaron su pueblo en Chinípas por las amenazas del narco. El Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, que ha apoyado a los desplazados en la región, reporta que por lo menos unas 200 familias en la capital del estado han pedido apoyo para regresar a sus comunidades.

La Comisión de Derechos Humanos de Chihuahua, a cargo de José Luis Armendáriz, sin embargo, sostuvo el pasado marzo que no tienen ningún tipo de denuncia sobre los desplazamientos. "Nos han comentado que si estamos fuera nos quieren quitar los derechos ejidales. Está canijo. Estamos perdiendo cada vez más todo. Toda la cuestión forestal también la opera ese grupo [el Cártel de Sinaloa]. La gente tiene miedo a hablar. Ahorita ellos [el crimen organizado] tienen el control de todo", dice Sánchez. El Manzano, ahora en manos de la mafia, es una de las principales zonas de producción de madera de la sierra.

La familia de Sánchez y la de los otros dos desplazados, más de 50 personas, viven de las medidas cautelares de la Secretaría de Gobernación, que les da derecho a vivienda, escolaridad y una despensa. La parte humanitaria es la que suele funcionar en estos casos, explica Chacón, pero denuncia la parálisis de las autoridades a la hora de investigar o actuar contra el crimen. Se ha cumplido un año del allanamiento que lo expulsó de su tierra y Sánchez no sabe cuántas veces le ha pedido a las autoridades que arresten a los traficantes y erradiquen la amapola para volver a plantar maíz. Sólo ha obtenido promesas vacías. La carpeta de investigación del asesinato de Benjamín sigue con el mismo grosor. Desde el día en que una llamada le salvó la vida a Sánchez no hay ninguna novedad.

A pesar de todo, sigue planeando un retorno improbable: "En las policías estatales ya no hay confianza. En el Ejército tampoco tanto, pero se puede confiar un poco más siempre que sea rotativo. Sabemos que cada vez somos más los desplazados. Si el gobierno no puede, de quién esperamos. Otra cosa es la comunidad, hacer algo... Ya hemos insistido mucho tiempo".





Fuente: Vice News
Autor: Dromómanos
https://news.vice.com/es/article/asi-expulsa-crimen-organizado-raramuris-territorios-mexico?utm_source=vicenewsesfbmx

jueves, 12 de mayo de 2016

La violencia en México lleva al desplazamiento forzado

En México la violencia ha obligado a 35.433 personas a marcharse de sus hogares desde 2007 hasta la actualidad. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) señala en un informe que el Gobierno presenta una incapacidad para combatir de manera adecuada a los causantes de esta inseguridad. Estos desplazamientos se dan en un contexto en el que los carteles de la droga luchan por el transporte y los campos de producción. “La atención a las necesidades que se provee a las víctimas es escasa o nula en la mayoría de las veces”, subraya la CNDH.

Una mañana de 2013 un grupo de hombres armados llegó a un pequeño poblado de Guerrero y sacó de sus viviendas a cinco mujeres y 20 niños. Fueron llevados por la fuerza a una casa de seguridad, donde las señoras se encargaban de preparar comida para los delincuentes. Las sobras las repartían entre los menores y ellas. A los pocos días, Laura —nombre ficticio— fue torturada y el resto de sus compañeras, amenazadas de muerte. Al quinto día, dos de las mujeres lograron huir y fueron auxiliadas por policías que las trasladaron a un poblado cercano. Nunca volvieron a sus casas, a su comunidad, ni retomaron sus vidas. Tampoco denunciaron.

Este caso es uno de los miles que se han registrado en México desde 2007 a causa de la violencia. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) presentó uninforme especial sobre desplazamiento forzado interno en el país y reveló que desde ese año 35.433 personas han abandonado el lugar donde vivían. En nueve de cada 10 casos el origen del desplazamiento fue la violencia desatada en la zona donde vivían. El organismo destaca que hay una incapacidad del Gobierno para enfrentar y combatir de manera efectiva a los grupos delincuenciales que generan inseguridad.

El organismo destaca que hay una incapacidad del Gobierno para enfrentar y combatir de manera efectiva a los grupos delincuenciales que generan inseguridad

El ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez, hizo un llamado a las autoridades de los tres niveles de Gobierno para que reconozcan oficialmente la existencia del problema y emprendan acciones específicas para atenderlo. Una primera acción podría ser la creación de una ley general en la materia, indicó, que establezca las atribuciones y obligaciones del Estado mexicano en el tema. Hasta el momento, los gobernantes municipales, estatales y federales han mostrado falta de voluntad política para enfrentar el problema.

“Esta CNDH advierte violaciones a los derechos de estos grupos por omisión de las autoridades de los tres ámbitos de gobierno, al no realizar acciones de prevención y control de las causas que generan movilidad forzada de los grupos sociales. Aunado a ello, la atención a las necesidades que se provee a las víctimas de desplazamiento es escasa o nula en la mayoría de las veces”, resalta el documento.
Lucha por la droga

Los desplazamientos por violencia se dan en un contexto de lucha entre carteles por el transporte de droga y los campos de producción. En algunos casos los habitantes de esas comunidades en disputa sólo se enfrentan a dos opciones: colaborar en los actos ilícitos o abandonar su lugar de residencia, expone la comisión. “Si las familias, el padre o los hijos mayores deciden no colaborar, los grupos delincuenciales queman sus casas, de modo que las personas no tienen opción de quedarse. En otros casos secuestran familias completas o abandonan los cuerpos sin vida en sitios públicos”.

Los agravios en contra de los desplazados es interminable. Algunas de las manifestaciones de violencia de las que fueron víctimas son extorsión, amenazas,destrucción de casa habitación, asesinato y secuestro. “En el caso de la extorsión se advirtió que se manifiesta principalmente a través del cobro de piso o rentas las cuales las hacían a todas las personas, sin importar el oficio que tuvieren, grado académico o números de propiedades y la coerción para unirse a los grupos de delincuencia organizada”.

Las formas de generar presión por parte del crimen organizado son diversas. En muchos casos se apoderan de ganados, cultivos y tierras, sin que los afectados reciban protección por parte de las instancias competentes. Además, según los testimonios recabados por personal de la comisión, estos grupos tienen más presencia que las propias autoridades en algunas zonas.



Fuente: El País Internacional
Autora: Zorayda Gallegos
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/13/mexico/1463091025_459470.html

miércoles, 11 de mayo de 2016

Urge CNDH a crear ley sobre desplazados

Ciudad de México. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) llamó a la elaboración urgente de una Ley General de Desplazamiento Forzado Interno, ante una problemática muy grave y creciente, pero que hasta ahora está invisibilizada en el país.

Al presentar un informe especial sobre el tema, donde se realizó un muestreo en 63 municipios del país, el organismo nacional señaló que mil 784 personas dijeron haberse desplazado de manera forzada de sus comunidades y lugares de origen.

Sin embargo, se aclaró que este número es sólo una muestra, pues autoridades estatales y municipales han detectado al menos 35 mil 433 personas víctimas de desplazamiento.

Por ello, en el informe de la CNDH se propone la elaboración de un censo nacional que permitan hacer un diagnóstico preciso de la situación real de esta problemática.

En la presentación, el ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez, señaló que la violencia y la inseguridad es la principal causa de este fenómeno, y que Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nayarit y Oaxaca son las entidades son mayor número de desplazados.




Fuente: La Jornada
Autor: José Antonio Román
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/05/11/urge-cndh-a-crear-ley-sobre-desplazados

¿Cuántos mexicanos han perdido su hogar por la violencia? No se sabe, ni siquiera se cuentan: CNDH

La CNDH identificó que en 27 entidades federativas hay desplazamiento forzado, especialmente en Michoacán, Jalisco, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas y Chiapas. De acuerdo con un muestreo que realizó el organismo, en ejidos, rancherías y municipios, detectó a 1 mil 784 personas desplazadas por violencia, sin embargo, agregó, que tiene 4 mil 527 denuncias por desplazamiento. En tanto, de acuerdo con diversas autoridades, entre 2013 y 2015, unas 30 mil 377 personas fueron víctimas de desplazamiento forzado.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) alertó hoy que un grupo considerable de mexicanos en diversas regiones del país se han tenido que desplazar de sus hogares debido a la “violencia, la impunidad y a la debilidad de nuestro Estado de derecho […] para preservar su vida y su integridad física”.

Sin embargo, alertó el organismo, en el país “no existe información completa o formulada sobre el tema”.

Durante la presentación del primer informe Especial sobre Desplazamiento Forzado en México, el titular de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, detalló que los datos son variados, y que tanto autoridades como organizaciones tienen sus propios registros, por ello urgió a que se realice un diagnóstico nacional sobre las personas en esta situación y pidió que se levante un censo.

La CNDH precisó que debe haber un registro nacional implementado bajo estándares internacionales.

“En México no existe información completa, actualizada y verificable sobre el número de personas víctimas del desplazamiento forzado interno”, reiteró el Ombudsman nacional.


“Es preciso elaborar un diagnóstico nacional y oficial sobre el desplazamiento forzado interno en México, como una herramienta fundamental para la construcción de políticas públicas y programas eficaces, abordando sus consecuencias sociales, económicas, jurídicas y políticas en el país. En este sentido, la realización de un levantamiento censal que contemple el desplazamiento forzado interno sería de gran relevancia”, agregó.

La CNDH pudo identificar en su informe que en 27 entidades federativas hay desplazamiento forzado, especialmente en Michoacán, Jalisco, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas y Chiapas. González Pérez precisó que en algunos casos son comunidades completas las que se ven desplazadas.

Por ello, el organismo instó a que se legisle una Ley General sobre Desplazamiento Interno.

Por su parte, el Quinto visitador de la CNDH, Edgar Corso, destacó, de acuerdo con las conclusiones del informe, que el desplazamiento forzado no ha sido visibilizado, ni las víctimas han sido atendidas de forma adecuada.

Corso señaló que además no hay una postura uniforme del Estado en este sentido, lo que dificulta las acciones implementadas, que no existe una acción coordinada de los tres niveles de Gobierno, y que esta problemática no está visibilizado lo suficiente y por ello no forma parte de la agenda pública.

El informe va dirigido a las secretarías de Gobernación, de Desarrollo Social, del Trabajo, de Salud, al Congreso nacional y a los locales, a la Comisión Nacional de Atención a Víctimas, al DIF, a los Gobiernos locales y municipales.

El organismo dio cuenta de cifras de diversas autoridades y organizaciones civiles y destacó algunos casos concretos de desplazamiento forzado.

Edgar Corso informó que la CNDH, a través de los testimonios recabados en comunidades, ejidos, rancherías y municipios, detectó a 1 mil 784 personas que dijeron haberse desplazado.


En tanto, de acuerdo con referencias de autoridades estatales y municipales, se detectó a 35 mil 433 personas víctimas del desplazamiento. Mientras, distintos organismos protectores de derechos humanos informaron de la existencia de 6 mil 685 víctimas más; la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas reportó haber dado atención a 5 mil 364 familias de personas indígenas desplazadas de Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nayarit y Oaxaca, lo que equivale a 16 mil 092 personas.

La Comisión hizo una serie de recomendaciones a las diversas dependencias y niveles de Gobierno. Instó a que se cree una política pública integral y transversal dirigida a proteger y garantizar los derechos humanos de las víctimas; que se realice un protocolo de atención a las víctimas, del cual el organismo ya tiene una propuesta; además de que se implementen acciones de coordinación entre los tres niveles de gobiernos, organizaciones y sociedad en torno al desplazamiento.

El Informe Especial, detalló la CNDH, es resultado de un trabajo de muestreo basado en cuestionarios y visitas a las 32 entidades federativas. Con él, “busca exponer y visibilizar dicho flagelo,  provocar la acción estatal en favor de la prevención y establecer esquemas de atención a las víctimas bajo un perfil humanitario, con acciones efectivas y soluciones duraderas, para el retorno de las personas desplazadas a su lugar de origen o su reasentamiento”.

Ayer, el Consejo Nuruego para los Refugiados reveló que en el país la violencia ha generado 330 mil desplazados por año en el último lustro. Algunas de las entidades que se han visto afectadas por este fenómeno son Sinaloa, Chihuahua y Durango.

El texto recuerda que muchas personas tuvieron que abandonar sus hogares forzadas por megaproyectos de desarrollo como presas, proyectos de renovación urbana o eventos deportivos. EN el país, los megaproyectos han dejado casos de desplazamiento principalmente en comunidades rurales o indígenas, como es el caso de Chiapas, donde según organizaciones defensores de derechos humanos, indñigenas de distintas poblaciones son amenazados e incluso asesinados para que cedan sus terrenos al paso de grandes obras.


Reciemente, en el estado de México se han visto problemas similares en zonas del Estado de México como Texcoco y Xochicuautla. En primero está pegado a las obras del nuevo aeropuerto, y en el segundo, se expropiaron terrenos para dar paso a una carretera que construye Grupo Higa, uno de los contratistas más favorecidos por el Gobierno federal.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.
LINK: http://www.sinembargo.mx/11-05-2016/1659183

martes, 10 de mayo de 2016

La violencia en México desplaza a 330 mil personas cada año, una tercera parte del total de AL: Informe

El informe “estima”, basado en datos preliminares, que al menos un millón de personas fueron desplazadas de forma forzada por la violencia de México y Centroamérica.

Conflictos, violencia y desastres naturales obligaron a casi 28 millones de personas en 2015 a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos (IDP en sus siglas en inglés), según el último informe del Consejo Noruego para los Refugiados.

“Esta cifra (27.8 millones) equivalente a que las poblaciones sumadas de Nueva York, Londres, París y El Cairo recogieran lo que pudieran cargar, a menudo en estado de pánico, y emprendieran un viaje lleno de incertidumbres”, afirmó el secretario general del Consejo, Jan Egeland, en un comunicado.

“Dicho de otras manera, unas 66 mil personas abandonaron sus hogares cada día en 2015”, agregó.

El informe, redactado por el Centro de Control del Desplazamiento Interno (IDMC), que pertenece al Consejo, cubre tanto los desplazamientos forzados por conflicto, como por desastres naturales -emergencias pero también eventos meteorológicos extremos de largo plazo, como sequías- pero también agrega aquellas personas que han debido abandonar sus hogares huyendo de la violencia causada por bandas criminales.

Si se suman los 28 millones de nuevos desplazados a los acumulados de años anteriores, se alcanza la cifra de 40.8 millones, “la mayor cifra jamás alcanzada”, recordó Egeland.

Del total de 28 millones de desplazados, 8.6 millones de personas dejaron su hogar huyendo de violencia y conflicto.

Oriente Medio y Norte de África son las regiones que más nuevos desplazados generaron a causa de conflicto, con Siria, Yemen e Irak sumando más de la mitad del total.

Asimismo, de los diez países con más desplazados por conflicto, cinco han permanecido en la lista desde 2003: Colombia, Irak, República Democrática del Congo, Sudán y Sur Sudán.

“Esto demuestra que ante la ausencia de ayuda específica para los IDPs, el desplazamiento tiende a hacerse perenne durante años y décadas”, afirmó la directora interina del IDMC, Alessandra Bilak.

Además, el informe “estima”, basado en datos preliminares, que al menos un millón de personas fueron desplazadas de forma forzada por la violencia de México y Centroamérica.

“Conceptos vagos y la percepción del desplazamiento como algo políticamente inconveniente ha provocado que la evidencia cuantitativa sobre la huida de la violencia criminal en la región es generalmente insuficiente e inadecuada”, reza el texto.

Dicho esto, la entidad considera que en la región había el fin del año pasado al menos un millón de desplazados.

Sólo en México, se calcula que la violencia ha generado 330 mil desplazados por año en el último lustro.

Asimismo, el texto recuerda que muchas personas tuvieron que abandonar sus hogares forzadas por megaproyectos de desarrollo como presas, proyectos de renovación urbana o eventos deportivos.

Por otra parte, los desastres provocaron en 2015 que 19.2 millones de personas en 113 países abandonaran sus hogares.

En los últimos 8 años la entidad ha registrado 203.4 millones de personas que debieron huir a causa de un desastre.

Como en años anteriores, en 2015 las regiones de Asia fueron las más afectadas, especialmente India (3.7 millones), China (3.6 millones) y Nepal (2.6 millones).


La mayoría de los desplazamientos ocurrieron por causas relacionadas con eventos meteorológicos extremos, como tormentas, sequías e inundaciones, aunque también hubo graves terremotos como el de Nepal.

FUENTE: SIN EMBARGO.
LINK: http://www.sinembargo.mx/10-05-2016/1658964

lunes, 9 de mayo de 2016

Militares desplazan a trabajadores del C4 en Chilpancingo

Chilpancingo, Gro. Aun cuando el gobierno estatal había informado a sus trabajadores que las instalaciones del comando, comunicaciones y cómputo (C4), de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), serían cedidas a uso militar, este lunes, cuando los nuevos ocupantes llegaron, fueron tomados por sorpresa y desalojados de manera apresurada, sin tiempo para recoger y llevarse útiles de trabajo ni bienes personales.

Los trabajadores se trasladaron a las oficinas de la SSP de la localidad, donde fueron atendidos por la directora de Recursos Humanos, Olivia Pineda, quien les informó que en el transcurso de la semana fijarán su nuevo centro de trabajo.Los empleados removidos pertenecen al área laboral del 089, 066 y del monitoreo de cámaras.



Fuente: La Jornada
Autor: Sergio Ocampo
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/05/09/militares-desplazan-a-trabajadores-del-c4-en-chilpancingo

jueves, 7 de abril de 2016

Narco, zetas y paramilitares, la nueva realidad en Chiapas

En los últimos años –desde que el PVEM y el PRI llegaron a la gubernatura– la violencia vinculada al crimen organizado se desató en Chiapas. Los Zetas protagonizan la lucha por plazas estratégicas, multiplican la distribución de droga y amplían su repertorio delictivo; todo, impunemente. Y no es la única señal de descomposición durante el gobierno de Manuel Velasco: grupos paramilitares de infame memoria como Paz y Justicia, Los Chinchulines y MIRA han resurgido al amparo del poder político.

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis. (Proceso).- En el norte, Los Altos y la frontera de Chiapas con Guatemala se desató una pelea entre grupos del crimen organizado de la que muy pocos quieren hablar. Se trata de zonas a las cuales ni siquiera el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se mete, pues las bandas criminales se han fortalecido al fundirse con paramilitares e integrantes del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

La vida en algunas de las comunidades indígenas de estas zonas cambió radicalmente. Entre los jóvenes indígenas aumentó la adicción a la cocaína y el crack que circula en sus pueblos, comunidades o colonias, como la famosa Hormiga –a las afueras de San Cristóbal de las Casas–, conocida porque ahí se venden drogas, armas y autos robados.

Un hecho reciente exhibió la virulencia en la batalla por el control del territorio. El 17 de julio de 2015 fue reportada la desaparición del activista Toni Reynaldo Gutiérrez López en el municipio de Tila a manos de policías municipales y civiles armados. Una semana después, fue encontrado muerto con huellas de tortura, la cara desollada y sin ojos.

Magaly del Carmen Cruz Pérez, esposa de Gutiérrez, y habitantes de Tila han denunciado la presencia de Los Zetas y de paramilitares en esta parte del estado. También lo han hecho los sacerdotes Blas Alvarado, de Pueblo Nuevo Solistahuacán, y Marcelo Pérez, de Simojovel, quienes acusan al gobernador Manuel Velasco –quien llegó al poder en diciembre de 2012 como abanderado del PVEM y del PRI– de intentar ocultar la presencia de la delincuencia organizada en Chiapas para no ensombrecer sus pretensiones de lanzarse como candidato a la Presidencia de la República en 2018.

El desvanecimiento

Desde 1994, la atención pública sobre Chiapas se concentró en el EZLN, luego de la declaración de guerra que lanzó al Estado mexicano. Pero ya desde entonces era evidente la presencia de poderosos grupos del narcotráfico en la entidad.

En mayo de 1993, Joaquín Loera Guzmán fue capturado por primera vez en la frontera de Guatemala y Chiapas. Hubo versiones de que el jefe del Cártel de Sinaloa se paseaba por San Cristóbal de las Casas (Proceso 867). En 2010 se reportó nuevamente su presencia en el municipio de Villa Flores y, más recientemente, después de su segunda fuga, fue visto por Comitán tras haberse escapado de un operativo de la Marina en Tamazula, Durango, donde se había refugiado (Proceso 2033).

Luis Alonso Abarca González, del Comité de Derechos Humanos de Base de Chiapas Digna Ochoa (DH-DO), sostiene en entrevista que el asesinato de Toni Reynaldo es una señal clara de la presencia de grupos del narcotráfico, como Los Zetas, que están peleando el control de la zona al Cártel de Sinaloa y sus aliados del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

El activista social observa que, a partir de las elecciones municipales del año pasado –en las cuales el PVEM, partido del gobernador Manuel Velasco, se llevó 57 de las 122 alcaldías en disputa–, hubo un repunte de la presencia de grupos paramilitares, como Paz y Justicia, Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA), Los Diablos, Los Gómez y Los Petules, entre otros, que se han vinculado con el narcotráfico y la trata.

“Se trata de la disputa por plazas estratégicas en la lógica de la delincuencia organizada. Pretenden controlar Comitán y Frontera Comalapa por su cercanía con Guatemala y por el corredor que va desde Comitán hasta Palenque, para el movimiento y trasiego de drogas y armas.

“En Tila, por su cercanía con Tabasco, está una nueva ruta migrante. En Nueva Esperanza se menciona que hay gente que se dedica al tráfico de migrantes y que tiene protección del ayuntamiento.

“Ése es el contexto de violencia. Y ahora hablamos de la reactivación de un grupo paramilitar, pero con componentes distintos a 1994, porque entonces surgió para contener al EZLN y evitar que la gente simpatizara o se sumara a él. Ahora se le agrega el factor de delincuencia organizada y un reordenamiento territorial con intereses de minería y petróleo.”

De acuerdo con el mapeo que hacen algunas organizaciones, los brotes de violencia han ocurrido en Simojovel, Pueblo Nuevo Solistahuacán, Tila, Palenque, Ocosingo, Marqués de Comillas, La Trinitaria, Frontera Comalapa, El Bosque, Oxchuc y San Cristóbal de las Casas –otrora áreas de influencia del EZLN.

Pero ahora los zapatistas se han replegado o sólo mantienen posiciones de alerta, señala Luis Alonso Abarca González, del DH-DO.

–¿Qué ha pasado con el EZLN? –se le pregunta.

–En Tila el EZLN se ha mantenido al margen, pensamos que ya no tiene un papel significativo en la región. Hay bases de apoyo, pero se han reducido drásticamente en los últimos años. Ahí han avanzado grupos paramilitares y de la delincuencia organizada. Vemos que el EZLN está en una situación de impasse o de repliegue indefinido. Ya no tiene la fuerza que tuvo hasta 1998 o 1999.

Incluso en la región de Las Cañadas, observa, donde el EZLN nació en 1983, el zapatismo ha mantenido un silencio total y no se ha pronunciado respecto del narcotráfico.

“Hay total hermetismo y, de repente, lo único que se sabe es que hay ciertos roces en las comunidades. Recuerdo una anécdota que me decía un compañero: el impacto del avance del narco lo puedes ver por el tipo de grupo musical que llega a Las Cañadas, incluso en comunidades zapatistas. Antes era impensable que fueran grupos como banda Maguey, Calibre 50 o El Komander.”

El Ejército, recuerda, declaró que destruyó mil hectáreas de amapola en Las Cañadas, pero él considera que esa afirmación sólo intentó vincular al zapatismo con el crimen organizado.

–El crimen organizado ha tenido presencia desde hace tiempo en Chiapas, ¿pero está resurgiendo? –se le inquiere.

–Sí, pero el componente nuevo es que hay un fin estratégico: el control del territorio. Hay interés en apropiarse de los recursos mineros, por el agua, por los recursos de la selva y por la frontera.

–¿Los Zetas?

–En el caso de Tila hay pintas del Z-40 y el Z-42. En San Cristóbal hay pintas de MS-13, de los Mara Salvatrucha 13. Estos grafitis coinciden con el cambio de las rutas de los migrantes, porque el ferrocarril de Tapachula y Ciudad Hidalgo fue cerrado y la gente se está internando hacia el centro. San Cristóbal está en el camino y el corredor sigue hacia San Juan Chamula, Bochil, Pueblo Nuevo y Tabasco. La otra ruta es de San Cristóbal a Ocosingo, Yajalón y Tila, hacia Tabasco.

Asevera que en Pueblo Nuevo Solistahuacán hay grupos criminales que son parte del gobierno, y que bandas como el Cártel de Jalisco Nueva Generación también buscan entrar.

Frontera Comalapa, indica, es una plaza estratégica porque hace frontera con Guatemala. Está controlada por Los Zetas.

“Desde 2009 el gobierno de (el entonces mandatario perredista) Juan Sabines reconoció en un informe que Chiapas estaba controlado por Los Zetas, y por eso no había violencia. Pero creemos que hoy con el PVEM hay un cambio y una disputa de nuevos grupos. Esto reactivó la violencia aparentemente paramilitar. Creemos que hay más cosas detrás, que hay delincuencia organizada como en otras partes del país, y que no se trata de casos aislados.”

Paramilitares y narcos

En Chiapas, los grandes grupos del crimen organizado se fusionaron o aliaron con bandas locales –cuyo origen se remonta al paramilitarismo que el gobierno de Ernesto Zedillo impulso en 1996 contra el EZLN.

El párroco de Pueblo Nuevo Solistahuacán, Blas Alvarado Jiménez, coordinador regional de la Liga Mexicana de los Derechos Humanos (Limeddh) y fundador del albergue de migrantes conocido como La 72, en Tenosique, Tabasco, advierte en entrevista que Manuel Velasco quiere ocultar a los paramilitares por convenir a sus aspiraciones presidenciales.

“Los grupos que podríamos llamar oriundos seguramente se han relacionado con algún cartel fuerte que los financie. Tienen cuernos de chivo, armas que perforan blindajes… Y no se dedican sólo al narcotráfico, sino que cobran cuotas para que la gente pueda seguir trabajando. Ya han quitado cafetales, quemado casas y desplazado familias completas a otras comunidades.”

–¿Hay presencia de zetas? –se le pregunta.

–Sí, vienen del norte de Chiapas, de Reforma, Pichucalco, de la zona de Teapa. Esa gente trabaja y maneja la zona de los migrantes allá en Tenosique y está incursionando en el norte de Chiapas. Los Zetas no sólo manejan armas y secuestros, también las drogas y el tráfico de personas. En realidad Los Zetas están en todos lados acá, por el sureste.

El 1 de enero de este año, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDH-BC) denunció que el PVEM está vinculado con el grupo paramilitar Paz y Justicia en Tila y Sabanilla (norte de Chiapas), municipios que ganó en las elecciones de junio de 2015.

“Paz y Justicia nunca fue desmantelado como tal. Desde la década de los noventa hasta la del 2000 realizaron acciones ofensivas, y la estructura nunca fue desarmada”, acusó entonces Jorge Luis Hernández, coordinador del Área de Incidencia del CDH-BC.

Luis Alonso Abarca González, del DH-DO, indica que los vecinos de Tila aseveran que los traficantes de personas tienen protección del ayuntamiento.

En ese municipio, ejidatarios adherentes al EZLN han denunciado al exalcalde Linder Gregorio Gutiérrez Gómez; a su esposa, la diputada local por el PVEM Sandra Luz Cruz Espinoza, y al actual munícipe, Leopoldo Édgar Gómez Gutiérrez, de formar parte de Paz y Justicia.

En esta región, acusan, siguen operando los rescoldos de otra agrupación paramilitar conocida como Los Chinchulines, mientras que, en la selva, el Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA), fundado por los hermanos María Gloria y Norberto Santiz, ahora está vinculado con el tráfico de migrantes.

Las adicciones

Los cárteles también han multiplicado la distribución de droga entre los jóvenes indígenas.

“En Tila ya es una constante, los jóvenes no sólo consumen mariguana, también cocaína. Además vemos un cambio en la aspiración de los muchachos. Ahora quieren trabajar en el crimen organizado, y esto se ve incluso en San Cristóbal de las Casas”, señala Luis Alonso Abarca.

Marcelo Pérez, presbítero de Simojovel, ha sido amenazado por Juan y Ramiro Gómez –exalcaldes priistas conocidos como Los Gómez–, vinculados con el tráfico de armas y estupefacientes. En entrevista, reconoce el problema de adicción a los enervantes en las comunidades indígenas.

“Simojovel y Pueblo Nuevo ya se volvieron mercados. En Simojovel está el grupo de Los Diablos, que ha atemorizado a la población, ha causado desplazamientos y hace poco mató a dos personas”, Además, abunda, cobra derecho de piso a los comerciantes.

Denuncia que, de hecho, él ya fue amenazado e incluso supo que esa banda ofrece “mucho dinero” para que lo maten.

El párroco de Pueblo Nuevo, Blas Alvarado, confirma el consumo de coca y crack en los pueblos indígenas, no sólo del norte sino en el centro de Chiapas: “Las drogas duras ya están entrando. Antes la cocaína era la máxima, ahorita ya venden piedra y toda esa porquería. Hay muchachitos de 12 años, de secundaria, entrándole al crack.

–¿Eso en Tila? –se le inquiere.

–No solamente ahí, también en Los Altos, en toda la zona de San Juan Chamula…

–¿Por qué todo esto se está manteniendo en silencio?

–Porque hay intereses grandes metidos ahí, y estas gentes que manejan las drogas duras son gentes que financian las cuestiones políticas. Han creado un ambiente de terror, y nadie se mete, de tal manera que ellos van a terminar agarrando el control de todo, ellos van a poner y quitar autoridades, ellos van a controlar todo.



Fuente: Proceso
Autor: José Gil Olmos
http://www.proceso.com.mx/436192/narco-zetas-paramilitares-la-nueva-realidad-en-chiapas