En un primer momento, los especialistas que observaron a través de imágenes satelitales los indicios de un derrame de petróleo en el Golfo de México pensaron que la fuga sólo duraría unos días. Eso no sucedió. El evento comenzó el 4 de julio del 2023 y una semana después el vertido continuaba activo y sin control. En ese entonces, los cálculos que hacían indicaban que la mancha de hidrocarburos ocupaba poco más de 400 kilómetros cuadrados.
“Lo que más nos preocupó fue el número de días, el tiempo de exposición fue muy largo. Se estuvo monitoreando aproximadamente unos 18 días”, narra Eduardo Cuevas, ecólogo, investigador del Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad Autónoma de Baja California y especialista en monitoreo y detección de hidrocarburos en la superficie del mar.