El gobierno del priísta Enrique Peña Nieto llega a su fin con una severa deuda social, no sólo por la crisis de seguridad que heredará a la próxima administración federal y la rampante corrupción, sino también por los millones de mexicanos en situación de pobreza y miseria que dejará.
Algo que no le quita el sueño al presidente ni a su círculo cercano, comprometidos en generar una estrategia para incidir en las elecciones presidenciales de 2018. Por eso fue el propio mandatario quien dio línea a los cambios estatutarios del Partido Revolucionario Institucional, para posibilitar la permanencia de un aliado en Los Pinos y evitar que llegue quien lo podría mandar a la cárcel por los daños que ha causado al país.