Lo que era el fondo fangoso del Lago Texcoco –un área casi 15 veces mayor a Polanco– ya está cubierto, tal como se planeaba, con millones de toneladas de tezontle y basalto. Pero el nuevo aeropuerto capitalino, la mayor obra de infraestructura del país este siglo, experimenta un viaje con fuertes turbulencias.
A tres años de su esperada inauguración, el megaproyecto comienza a mostrar síntomas de retrasos e improvisación, que amenazan con postergar su estreno.