El Salto, Hilamos, El Carrizo y Yetla son cuatro de las más de 300 comunidades rurales que hay en Acapulco y Coyuca. A tres meses del huracán Otis aún padecen la falta de agua, problemas de salud y pérdidas de temporadas completas de cosechas. Algunas, además, se quedaron esperando el censo.
Las comunidades rurales de Acapulco ya vivían en el olvido, pero el paso del huracán Otis el 25 octubre de 2023 vino a empeorar todo. Hoy algunas sobreviven del agua de un arroyo casi seco, con casos de dengue que se multiplican, sin certeza de cuándo podrán recuperar sus cosechas o empleos, y otras incluso sin haber sido censadas para recibir enseres y apoyos económicos.
Esa madrugada, el agua llegó a tal nivel que cubrió sus casas casi hasta la mitad, reventó muros o sistemas de abastecimiento, los dejó sin vías de traslado a otras comunidades o zonas urbanas donde compraban insumos, acabó con la producción de casi todo un año y desbordó los afluentes. Tres meses después, el agua se ha ido, pero no los efectos de la devastación.